28 de noviembre de 2010

ALIMENTACIÓN Y EJERCICIO FÍSICO: MUCHO PREDICAR Y POCO DAR TRIGO

Dicen que en España cada día comemos peor, que somos uno de los países con mayores problemas de obesidad, que nuestra juventud practica menos ejercicio físico que un difunto… Vamos, que somos una calamidad en el tándem alimentación-ejercicio. Lo de la dieta mediterránea es pura imaginación virtual (carísima, por otra parte). Lo de mover el esqueleto es una vieja costumbre ahora pasada de moda. El vaso, pues, está medio vacío o vacío del todo y lleno de telarañas.

Nueve de cada diez progenitores defienden que sus hijos realicen ejercicio físico a diario y admiten que una alimentación saludable se consigue con una dieta equilibrada, pero una cosa es pensarlo y otra muy distinta el hacer que se haga realidad. Las estadísticas más optimistas afirman que una cuarta parte de los chaveas de este país andan fatal en asuntos alimentarios y físicos por culpa de los malos hábitos. Quizás el vaso tampoco esté medio lleno, como afirman estos padres de tan buenas intenciones.
Lo cierto, dejando a un lado vasos semivacíos o medio llenos, es que el sobrepeso y la obesidad infantil se notan demasiado en nuestras calles y plazas, lo que quiere decir que cuando el río suena… grasas lleva. ¿Cómo explicar que sabiendo como sabemos que el tipo de alimentación y la falta de práctica deportiva son nocivas para la salud, no nos apliquemos el cuento en la vida cotidiana, pasando a la acción? ¿Por qué pensamos una cosa y luego hacemos otra? ¿O por qué realizamos cosas negativas para nuestra salud si ya lo sabemos? ¿Masoquismo? ¿Pasotismo? ¿Idiotismo? Si la mayoría del personal ambulante pensamos que los niños deben hacer más actividad física, ¿por qué ni siquiera el 50 % de los chaveas entre seis y doce años realiza una hora de ejercicio al día? (Y eso que en esta hora se incluyen los paseos rutinarios). Demasiadas preguntas y una única respuesta clara: porque somos así de incongruentes, de contradictorios y de simples.

Hoy quería plantear esta cuestión con la crudeza en mí habitual. ¿No sería mejor hablar menos y hacer más? ¿Hemos perdido el norte y los otros tres puntos cardinales de manera que hasta los vegetales se alimentan y se mueven más que muchos humanoides pequeños y grandes? Francamente, estoy muy preocupado sobre este particular. Pero un momento que viene mi hijo a no sé qué cosa…
—Papi, anda, vamos al parque que tengo ganas de subirme a los columpios y luego pegarle patadas a la pelota…
—Pepito, dejémoslo para mañana porque ahora es que echan un partido de fútbol americano por el Canal Pus.
—Pues cuando acabe, papi…
—Es que luego empieza por ParcaTV un partido de ping pong entre Chiquito de la Morería y el chinito Wuang Wueng Wuong…
—Pues aluego, papuchi, cuando acaben la partida…
—Es que a continuación empieza la final del campeonato de España de petanca y ahí juega un viejo amigo mío…
—Bueno, vale, pa. Después de comer bajamos…
—Verás, es que en Plastadeporte retransmiten una interesantísima partida de ajedrez del Torneo de Leningrado.
—Pero es que luego, padre, empezarán los partidos de fútbol… y entonces ya sí que no podrá ser…
—Ya sabes, soy un enamorado de la Premier, de las ligas italiana, argentina y alemana. Y como tengo que amortizar la cuota mensual del Digital Pus… Además los partidos los echan en HD, hijo de mis entretelas…
—¿Entonces…?
—Verás, te he comprado un par de bolsas de patatas, tengo en el microondas un montón de palomitas esperándote, quiero que veas el nuevo juego que me he bajado de interné para la Play, luego llamaremos a Telepicha para que nos traiga dos pizzas tamaño familiar de sobrasada y queso con mortadela y tras darnos el atracón, mientras yo dedico la tarde a hacer deporte en el sofá, te he preparado una gran sorpresa: ¡la última peli de Disney, chocolate con churros y un saco de caramelos!

Con estos sabrosones planes, mi hijo Pepito se ha ido a guardar la pelota. Lo veo coger el camino de la puerta y, no sé, veo a este chico cada vez más gordo y fofo. Y es que no hace ejercicio alguno excepto ir andando al colegio. 

Bueno, como les decía antes de la interrupción del niño: del dicho al hecho hay mucho trecho y si no damos una buena alimentación a los chaveas junto con una buena ración de deporte, al final acabará pagándolo su salud y la nuestra. Es increíble como un asunto tan claro y fácil no somos capaces de llevarlo a la práctica. Si es que no tenemos perdón…

25 de noviembre de 2010

LA NADA


Ya está aquí. Tan puntual como siempre. Como la lotería de Navidad, la declaración de la renta, la gripe o el agua de abril. Ya está aquí,  un año más, el Barça-Madrid de mis amores. Meses llevan algunos charlando, declamando, soñando, suspirando, aullando por el encuentro de la eterna rivalidad de la cosa liguero-futbolera. Ya está aquí y el Puñetas no va a dejar pasar la oportunidad de efectuar también –al hilo de tan planetario acontecimiento- una sesuda reflexión que vengo rumiando desde hace semanas. Aquí les dejo con la misma y espero que valoren mi esfuerzo y entrega a la causa. Nunca antes habrán leído un discursete tan atrevido, sensato, culto y ameno como este, en relación al enésimo partidazo del siglo entre culés y merengues. Va por Mou y Guardi, por Cristian y Messi, por Casi y Xavi. Va por todo el orbe…




—Oiga, Puñetas, le va a tomar el pelo a su señora madre….
—Eh, un respeto a mi esfuerzo, a mi sabiduría, a mis sesudas reflexiones sobre el partidazo que se avecina…
—¡Pero si no ha escrito usted ni una sola línea!
—Efectivamente, caballero. Ni una sola línea. ¿Le parece a usted poco?  ¿Le parece a usted poco que mi enorme sabiduría la haya concentrado en unos cuantos renglones vacíos? ¡Esto jamás se le ha ocurrido a nadie! Otros años me he cachondeado de este tipo de encuentros del siglo, me he cabreado con las cosas que se han dicho, me he exiliado, lo he comentado con cínica ironía… Esta vez he tomado la decisión de enfrentarme a pecho descubierto ante lo inevitable, con benevolencia y bonhomía, y tras varias semanas de gestación acaba usted de comprobar la enorme reflexión final que he obtenido sobre el evento próximo e irrepetible: ¡nada! Donde otros llenarán miles de páginas, millones de minutos y trillones de discusiones bizantinas y alborotadas, a este menda lerenda se le ocurre lo más sublime, lo más razonable, lo más excelso: ¡nada!
—Es usted un no-se-qué digno de ser echado a los leones…
—Ya será menos, oiga, ya será menos…

21 de noviembre de 2010

PERMISO PARA MEAR


No, si al final va a acabar el Puñetas reclamando para sí el titulín de defensor del deportista…

No crean que no estaría mal viendo como está el patio (véase mi artículín anterior) pero no es esa mi intención. Hay por ahí cada deportista de elite al que no socorrería ni en el momento de exhalar su último suspiro. En el término medio está la virtud, decía mi abuela, que no era nada virtuosa pero tampoco una cualquiera.

Yo creo que uno de los derechos humanos más básicos es el de mear y defecar en el sitio adecuado en cuanto las ganas aprietan. También debería ser un derecho constitucional. Lo que no es de recibo es que uno vea denegado el permiso de ir al retrete cuando ya no puede aguantarse más. Y todo porque “las normas son las normas”. ¿Y quién fue el majadero y subnormal que puso esas normas?

Viene todo este exordio a cuento porque me entero por Radio Macuto que la tenista Ana Ivanovic fue sancionada hace poco por ir al baño durante un partido. Y, francamente, los pelos se me han puesto como escarpias.

—Señor juez, o señor árbitro, o señor lo que sea: que me estoy meando las patas abajo u orinando, si usted no manda lo contrario, y que llevo un par de bolas aguantándome a más no poder pero es que ya mi vejiga no puede más. Hágame el favor, por fa…
—Le he dicho, señorita, que el reglamento es el reglamento y aquí pone que no puede abandonar el partido para hacer sus necesidades. Si lo hace será sancionada como mandan los cánones.
—¿Qué cánones ni qué niño muerto? ¡Me estoy meando, señor mío! ¿O quiere que lo haga aquí, delante de todo el respetable?
—Mire, señorita, le voy a sancionar por hablar tanto rato conmigo porque el partido está interrumpido por su culpa. Espérese al momento oportuno que fija el reglamento y no se hable más. Yo sólo soy un mandao, oiga…

La buenorra de Ana ya no podía más. ¿Qué podía hacer en este caso tan comprometido? ¿Orinarse allí mismo o salir disparada hacia el vestuario dejando con un palmo de narices al árbitro y a todo quisque?

Como era natural y comprensible, Ivanovic hizo lo que tenía que hacer. Tomó carretera y manta y se largó al WC de los vestuarios dejando plantada a toda la concurrencia, atónita por la espantada de la tenista serbia. Y el árbitro, en vez de coger el micrófono y explicarlo a la pata la llana (“querido público, disculpen la interrupción pero doña Ana Ivanovic tenía una urgencia imposible de delegar en otra persona”) se puso –cronómetro en mano- a ver cuantos minutos empleaba la meona en regresar de nuevo al rectángulo de juego.

Ochenta segundos. Sólo ochenta míseros segundos tardó Anita en regresar de nuevo al tinglado, tras hacer sus perentorias necesidades. Un record digno del Guinnes porque el retrete no estaba a la vuelta de la esquina. Y en vez de agradecerle su rapidez, el juez o arbitrejo, tiró de reglamento y le endosó cuatro puntos de sanción a la Ivanovic, uno por cada 20 segundos de ausencia.

Como el partido estaba en sus primeros juegos la cosa no tuvo mucha importancia pero pensemos por un momento en que hubiera ocurrido en las postrimerías del encuentro, en un juego decisivo para la resolución final del partido. O que hubiera ocurrido en el instante crucial de una final de Copa Davis (o Copa Federación), donde se supone que “representas” a tu país. Y que pierdes el partiducho por culpa de tu incontinencia urinaria o cagaria. Es que ya veo los titulares de los periódicos: “Serbia (o España, o Italia…) pierde el campeonato por culpa de una meada (o cagalera) inoportuna de su jugador número uno”.

No es serio. No es de gente seria que hasta en estas porcas miserias se metan los tipos esos que hacen el reglamento. ¿Es que ellos nunca mean a deshoras o imprevistamente? ¡Pero si casi todos tienen la próstata hecha puré, de lo vejestorios que son! ¿Es que son tan mal pensados que piensan que los jugadores van a usar triquiñuelas con las cosas de mear para alterar el resultado de un encuentro o el ritmo de partido de un rival? ¿Es que son tan majaderos y subnormales, como señalaba más arriba?

En fin, que estas cosas ni se discuten ni se sancionan. Vamos, digo yo…  

18 de noviembre de 2010

PUTEANDO, QUE ES GERUNDIO

Uno de los objetivos intrínsecos al ejercicio del poder es el de putear a los subordinados. Los gobiernos están para putear a los ciudadanos y ay de aquellos que, sin mamar de sus ubres, creen que están siendo tratados magnánimamente por sus dirigentes. ¡Qué ingenuos! Los jefes de recursos humanos disfrutan como enanos teniendo cogidos por el cogote a quienes controlan vía reglamento o simple mirada. En el mundo deportivesco los reyezuelos de cualquier federación o club pierden el culo por tener bajo sus botines a lo más granado de los currantes de a pie, que no son otros que los deportistas. Incluso aunque éstos sea de elite.

Hace poco pusimos a parir a la UCI –cambien las siglas por otras similares, que da igual- acerca del soberano marcaje que hace de los ciclistas a cuenta del control del dopaje. Dicen que son tropecientos mil los productos incluidos en la lista de prohibidos, unos por razones directas y otros indirectas al estimarse que pueden actuar de agentes enmascarantes. Un día de éstos pondrán en la lista de sustancias dopantes los cereales, las bananas y los macarrones. Cualquier pretexto será válido.

—Pero, ¿cómo se le ocurre a usted, un tío sensato, señor Puñetas, escribir estas cosas? —me dirá un lector serio y formal—. ¿No estará ya chocheando a su avanzada edad?

Pues nanay del peluquín, amiguitos y amiguitas.  Sigan leyendo. En la edición escrita del diario EL MUNDO del pasado 10 de noviembre leía con los ojos llenos de asombro: “Si Contador es castigado con dos años, la UCI podría multarle con el 70 % de su sueldo, cifra que supera los tres millones de euros. Así lo marca una norma que fue recurrida por Vinokourov”. Los ojuelos se me salían de las órbitas (casi tengo que agacharme a recogerlos) cuando en el interior de la noticia se escribía lo siguiente:

“La UCI obligó en 2009 a firmar a los corredores unas normas de comportamiento que establecen que los condenados por dos años por dopaje deberán abonar el 70 % del sueldo bruto anual. (…) Las cantidades recaudadas a los ciclistas dopados van destinadas a una Fundación Antidopaje. Estas sanciones económicas han indignado a los corredores, que se sienten maltratados por un organismo que en lugar de representarles y ayudarles se dedica a “extorsionarles”. Así lo entienden en la Asociación de Ciclistas Españoles”.

Es genial, ñoras y ñores. ¡A más positivos más engordan las arcas de la UCI! O sea, en roman paladino, que a la UCI le interesa que haya muchos ciclistas dopados. Así de claro y que no me vengan con cuentos, como nos viene la DGT cuando pone multas gordísimas a los conductores por sobrepasar la velocidad permitida en sólo un par de kilómetros. ¿Medidas de seguridad y protección al sufrido automovilista? ¡Y un rábano! ¿Preocupación por la salud de los ciclistas? ¡Y dos rábanos! Pasta, mucha pasta es lo que hay en juego. 

Como era previsible algunos ciclistas ya han pagado la extorsión. Otros, como Vinokourov, recurrió al TAS (un tribunal pastelero y poco edificante, a mi entender, puesto ahí para que las tropelías ocurridas en el mundejo deportivesco no trasciendan a la esfera de los tribunales ordinales), el cual le ha dado la razón –mira tú por dónde- al sostener que no hay base jurídica para imponer la sanción económica. Una sanción de 1,2 milloncejos de euros, que no es moco de pavo. La UCI debe estar que trina.

No vamos a alabar aquí a los deportistas tramposos pero tampoco a poner a caer de un burro a quienes padecen la rigurosidad y el puteo de unas normas que se pasan tres pueblos y que, encima, facilitan el enriquecimiento ajeno. Ya bastante parné obtienen estos sacamantecas del poder ciclista gracias al esfuerzo de los sufridores de la ruta (en condiciones normales) como para que también pretendan lucrarse en las excepcionales. Sí, ya sé que hay gentes muy sensatas en el ejercicio del poder, aunque se les nota poquísimo, pero -hablando de la UCI- yo sigo su ejemplo: es sospechosa hasta que no demuestre lo contrario. Eso mismo hace con los ciclistas y mira qué bien le luce el bolsillo. Pues eso… ¡tres rábanos!

14 de noviembre de 2010

HISTORIA MENUDA


Entre los varios libros a los que el Puñetas le está hincando la dentadura en estos momentos hay uno la mar de divertido y eso que trata sobre asuntos históricos, o sea, sobre la tragedia del devenir humano. Se titula “Menudas historias de la historia” y lo firma Nieves Concostrina. En él se cuentan mil chascarrillos y curiosidades sobre infinidad de sucesos históricos de todos los pelajes y ello con un estilo ingenioso y ameno muy de agradecer.

De entre esas menudas historias he escogido una relacionada  con el Barcelona C.F. Ahora que  son las elecciones catalanas y que los partidos nacionalistas catalanes nos volverán a contar lo diferente que es Cataluña del resto de España, no está mal conocer de manos de doña Nieves el fundamento del club barcelonino al que –tan alegre como infundadamente- llaman “més que un club”. Otro mito que hoy derribamos en el Arco copiando una página del mencionado libro. Que lo pasen bien…
El Fútbol Club Barcelona lo fundó un suizo, lo presidió un inglés y nació en un gimnasio. Y todo ello ocurrió el 29 de noviembre del año 1899. Al principio el club no tenia banquillo, porque lo componían 12 jugadores mondos y lirondos, o sea, que no valía lesionarse porque no había repuesto. Pero éstas son sólo las anécdotas de hace más de un siglo. Hoy lo que cuenta es que el Barça es uno de los equipos más grandes del fútbol mundial. Més que un club, es un sentimiento y una identidad.

El suizo Hans Gámper, rebautizado luego como Joan Gámper, fundó el Barça poniendo un anuncio en el diario “Los Deportes”. Respondieron once: dos suizos, tres ingleses, un alemán y seis catalanes. Hala, ya tenían equipo. Se juntaron en una primera cita aquel 29 de noviembre en el gimnasio Solé y acordaron montar un club de fútbol para divertirse y hacer deporte. Qué tiempos. Divertirse y hacer deporte. A quien se le diga…

El primer partido lo perdieron por un gol a cero, pero es que jugaron con un equipo de ingleses que vivían en Barcelona, y los british se las sabían todas en esto del fútbol.

Uno de los mayores misterios del Barça son precisamente sus colores. ¿Por qué el azul y por qué el grana? Pues a día de hoy, ni siquiera los barcelonistas han podido confirmar los orígenes. Una de las teorías, la más simple y quizás la más razonable, dice que la madre de uno de los jugadores, al ver que el equipo no tenía uniforme, hizo fajas de colores azules y granates para que pudieran diferenciarse de los contrarios. No es ninguna tontería, al fin y al cabo siempre son las madres las que acaban encontrando la solución oportuna.

Otra hipótesis decía que el blaugrana lo eligió el propio Joan Gámper, porque esos eran los colores del escudo del cantón suizo donde nació. Falso. Gámper nació en Winthertur, en el cantón de Zurich, y los colores del cantón son el blanco y el azul, o sea, que si alguien lleva los colores del pueblo del fundador del Barça, lamentándolo mucho, ése es el Español.  Jugarretas del fútbol”.

10 de noviembre de 2010

FÓRMULA GUÁN: MÁS DIFÍCIL TODAVÍA

Aviso a los amantes de la Fórmula Guán. Este articulillo es vomitivo. Abstenerse aquellos con acidez de estómago y facilidad para la arcada.
 

Está a punto de acabar el circo de la Fórmula Guán por esta temporada. Sí, esa ruidosísima competición donde unos conductores muy osados se meten como pueden en el cuchitril de un cochezucho para intentar llegar los primeros a la meta, escuchar los himnos nacionales respectivos (incluyendo el del país donde se ubica la marca del coche, que tiene bemoles la cosa) y ponerse chorrreando de champán o cava ante las miradas abobadas de los admiradores. Un derroche energético y contaminante de aquí te espero. Un deporte (ji, ji, la palabreja me da risa) que luego unos periodistillos muy listillos (y muy bien pagados) nos venden a través de los medios televisivos –en España, la Secta- dándole una emoción de película de Hitchcock, cuando la cosa es más aburrida que una ostra gigante (bueno, menos cuando hay algún accidente y se arma entonces la marimorena).

Ya se ve que al Puñetas la derrochadora fórmula guán le cae bastante gorda y ya la hemos puesto a caer de un burro (o burra) en otras ocasiones pues siete añitos de Arco dan para mucho, teniendo en cuenta que el mundejo del deporte se repite más que un tartamudo recitando un trabalenguas. Pero es que, como ocurre en el circo, siempre hay un más difícil todavía. Y en esas estamos. Ahora el montaje formulero no acaba la temporada en Brasil, como en los últimos años, sino que ha añadido otra carrera más en su largo peregrinar haciendo el chorra. Supongo que para cumplir cien por cien con el protocolo de Kioto, ji, ji. Ahora, en menos de una semana, los artistas de la pista se desplazan desde Sao Paulo a Abu Dhabi, que como todo el mundo sabe, está a la vuelta de la esquina, o sea, a 2.300 kilómetros de distancia. Así que mueva usted 500.000 kilos de chatarra (que es todo el material que mueve la F1) de un lado al otro del planeta para que todo siga igual de sucio. Está muy bien pensado el itinerario circuitero, ¿eh? Es como si en la Vuelta Ciclista a España la primera etapa empezase en Los Lagos de Covadonga, la segunda se realizase en Sierra Nevada, en la tercera se subiese al Teide y así sucesivamente.

Claro  que todo este despilfarro qué narices importa. Si mueve lo que hay que mover, derrocha lo que hay que derrochar y se pringa lo que hay que pringarse es porque el NEGOCIO que lleva aparejado (en realidad lo único serio del asunto) es redondísimo. De eso entiende mucho el pobre paria don Bernie Ecclestone, capo de la fórmula guán. Nunca un negociejo tan privado quemó más recursos y movió más material en tan poco tiempo si exceptuamos el desplazamiento de los soldados americanos en alguna de las últimas invasiones a terceros países por estrictos motivos de “aquí mando yo”.  Al Puñetas le encantaría saber cuántos impuestos paga el circo de don Bernie en los distintos países en los que desembarca con sus locos cacharros. Saber si las organizaciones ecologistas lo tienen en su lista negra, esa que debería estar siendo estudiada en los tropecientos Ministerios del Mierdo Ambiente. Conocer qué chanchullos políticos y económicos maneja el pobre paria para que su circo ambulante cada vez haga perder el culo a más gobiernillos y jerifaltones, que luego sacan pecho y foto ante un Ferrari o un MacLaren de muchos quilates, cuando lo que gustaría al personal sensato es verlos enseñando las facturas que todo ese montaje cuesta al erario público.

En fin, con su pan y su gasolina se lo coman. Desde aquí invito a esos politicastros que se dicen de izquierdas y de altísima sensibilidad ecologista y medioambiental a que graven la carrera de la fórmula guán que se realice en su país –Spain sin ir más lejos- con una millonaria  tasa contra el derroche energético, la contaminación ambiental y el mal ejemplo a la ciudadanía. Esa que luego se monta en su cuatro latas, se echa a la carretera y –creyéndose que son un diez por ciento de Fernandito Alonso o Hamilton- se salen de una curva a 140 por hora o se estampan contra un árbol que estaba donde no debía. No caerá esa breva impositiva porque lo bueno de este y otros circos deportivescos es que entretienen un montón al personal y le hacen olvidar las heroicas chaladuras y corruptelas de sus politicastros, tan perfectamente prescindibles.

7 de noviembre de 2010

LOPERA Y LA AFICIÓN BÉTICA: QUIEN LES HA VISTO Y QUIEN LES VE

 En esta España de botijo y pandereta, en un tris-tras los mismos que se daban besitos en los morros y achuchones en la entrepierna son capaces a los diez minutos, o a los cinco años, de tirarse los trastos y las piedras a la cabeza con un ardiente odio equiparable al amor de otros tiempos. Veletas, exagerados, simples… No abusemos de los adjetivos porque los carga el diablo.

De ser el presidente más valorado de la historia del Real Betis Balompié ha pasado el señorito Lopera a ser el más odiado. Tanto es así que los que no dijeron ni “mu” cuando el campo bético pasó a llamarse Ruiz de Lopera, bautizado así por el ídem, hace poco emprendieron una cruzada para cambiar el nombre del estadio y retrotraerlo al viejo Benito Villamarín (antes Heliópolis). Lo ya escrito: hoy nos hacemos carantoñas y mañana nos damos patadas en las espinillas; hoy nos amamos hasta la náusea y mañana no nos podemos ni ver en pintura.

Aquellos polvos del mamoneo y el sobeo han traído estos lodos. Como dijo el clásico: se veía venir. En el Arco ya pusimos las peras al cuarto al señorito Lopera en articulillos bien lejanos (años 2005 y 2006). “Mi mujer está orgullosa de que me haya gastado 36.000 millones en fichajes”. “Una madre me pidió ir a la autopsia de su hijo desnudo, envuelto con la bandera del Betis, fui y lloré”. “Hay muy pocos ateos que sean del Betis” “Hay apuntados niños que aún no han nacido porque tienen que ser béticos por gracia de Dios y antes de nacer”. Únicamente por estas perlas el personaje ya se definía, es decir, se descalificaba por sí solo. (Perlitas del 2005, no de ahora, cuando muchos han descubierto la crudeza real del personaje demasiado tarde).

Tan bien iban las cosas entre don Lopera y doña Afición hace un lustro que el buen hombre decía por aquel entonces: “Los béticos se dirigen a mí no como presidente sino como algo suyo. La afición me considera más bético que el escudo. Soy un hombre que he sido bético antes de nacer”. Hoy, para esa misma afición, el caballero se ha vuelto un indeseable.

En realidad la crisis matrimonial empezó a hacer aguas menores a finales de 2006, cuando er Beti inició su caída deportiva en picado. Ya se sabe, si fallan los resultados hasta el tío que riega el césped es más inútil que un cero a la izquierda. Por eso, atónitos ante el cambio tan radical de actitud, escribíamos entonces: “Cuando los buenos resultados no llegan porque las cosas se hacen mal o regular, los primeros que te saltan a degüello son aquellos que meses atrás te daban besos hasta en el cielo de la boca. Y eso le está pasando al ínclito Lopera, de un tiempo a esta parte. En algo más de un añito ha pasado de estar en la cumbre del éxito a caer en la mayor de las desgracias. Los que antaño lo consideraban más bético que la madre que los parió, ahora le llaman de todo menos “bonico”. ¡Quién le ha visto y quién le ve, don Manué!”

La filosofía del “usar y tirar”, madre intelectual del mundejo del futbolín profesional, era ajena a don Manué, siempre tan creído de que él era un ser especial, un enviado de Jesús del Gran Poder. Algo tan absurdo y falso como que la afición bética era la más simpática de España y parte del extranjero. Bastó alcanzar algunas mieles triunfales, (con Lopera, por cierto) para demostrar que tan “ilustre” afición era como las demás: con mala sangre en las adversidades y con escasa virtud crítica en los éxitos. Del “viva er beti manque pierda” se pasó a frases y espectáculos lamentables que están en las hemerotecas para quienes gusten saber.

La situación de encono fue agravándose hasta límites grotescos. Del viejo idilio ya no quedaban ni las raspas. En 2009, ayer como quien dice, se celebró en Sevilla una manifestación histórica. “Con gentes de todos los pelajes sociales, desde el cantante de fama al obrerete anónimo. Todos juntos y unidos bajo un mismo lema y único clamor…” No se protestaba contra el paro endémico, contra un gobierno andaluz incompetente y corruptillo o contra la crisis de nuevo cuño. El clamor de aquella afición, otrora tan satisfecha con su líder, era “Por un Betis libre y con sentimientos”, “Lopera, vete ya”, “No nos hagas sufrir más”, “Resurgiremos de las cenizas”… 

Ahora, a finales del 2010, ya ni el estadio recuerda en su nombre al señorito Lopera, acuciado por los aficionados que tanto le querían, acosado por la Hacienda pública y seguramente harto de tanto amigo devenido en traidor, incluyendo a sus hombres de paja. Que se lo merezca o no nos la trae al pairo, pero ese pendulazo entre el señorito y la simpática afición nos deja un regusto agrio en el gaznate. La sobreactuación, la falta de sentido de la realidad, la hipérbole, el nulo  espíritu crítico adornan a la gran mayoría de los aficionados futboleros y a los personajillos que pululan por los palcos y el césped. Gentes que hoy te aclaman, mañana te aporrean (a un presidente, a un entrenador, a un jugador…) y, todo es posible, pasado mañana puede que vuelvan otra vez a subirte a los altares para acto seguido trocarlos en calentorro patíbulo. Señor, señor, qué voluble y qué cantamañas es mucho personal futboleril. A grandes amores, ya se sabe, grandes divorcios…

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