30 de mayo de 2010

EMPIEZA LA CUENTA ATRÁS...



Lo siento, no pensaba escribir ni una sola línea sobre el particular pero la carne es débil y el cachondeo mucho. Así que no resisto la tentación de parir estas cuatro letras de puro refocile, de regodeo despiporrante y de profecía puñeteril.

Si ya lo dice mi querido monstruo, el diario deportivesco “Marca”, quien al final se ha salido con la suya y ha mandado al paro a Pellegrini (don Florentino Pérez es que lee mucho): “El Madrid ya tiene al mejor entrenador del mundo”, “Mourinho a mitad de precio” (bah, 8 milloncejos de eurillos para “liberar” al técnico portugués de las garras del Inter, qué son para la cartera merengue, una vulgar propinilla, calderilla inodora e insípida,), “El técnico galáctico”, “Catedrático en táctica”. O sea, el fichaje de Pepe Mourinho es la pera, repera y requetepera. Una ganga, vaya. Otro acierto más de ese ser superior que atiende al nombre de don Florentino (para los amigos) y que tiene una mano especial para despedir entrenadores. Algo habitual en la santa casa madridista, donde  aquellos duran menos que un caramelo en la puerta de un colegio. Ganen ligas o no.

Mas como a crueles no nos gana ni don Florentín, hemos pensado hoy darle la vuelta a la noticia: ¡ya falta menos para que al galáctico don Mourin le den el finiquito! Y para que quede constancia de nuestra maldad, hemos creado el relojillo de arriba  en el que, como pueden ver, situamos el horizonte laboral máximo del portugués “malo” (ahora reconvertido en “buenísimo”) allá por el 15 de junio de 2011, que es cuando la Liga española dará sus últimas boqueadas, más o menos.

Nuestra apuesta profética saldrá vencedora en cualquier caso. Si don Floren da la patada a don Mou, habremos quedado como unos chicos lanzadísimos que sabían de qué va el paño. Y si el luso aguanta y se gana otra temporada, quedará demostrado que, además del Marca, don Flo también nos lee y por eso mismo quiere aguarnos la profecía.

-¡Señor Puñetas, qué gran político se ha perdido este país…! Maquiavélico, sí señor…

Pues eso, que hoy nos sobraba cachondeo y hemos derrochado un poco a costa de don M. y don F. Sólo queda esperar algo más de un año, como mucho, para comprobar que el Puñetas, sí o sí, tenía razón.  

26 de mayo de 2010

GENTE PA TÓ

(Traducción simultánea del titular: "Gente para todo").
 
* Leído en EL Mundo, página web:
“Los españoles estarían dispuestos a pagar alrededor de 100 euros para que la selección española de fútbol ganase el Mundial, un dato que se desprende de un estudio realizado por el banco ING para estudiar la correlación entre el Mundial de Fútbol y la economía en 13 países que disputarán el campeonato. Según este estudio, brasileños y portugueses son los más dispuestos a poner de su bolsillo para acabar primeros en el Mundial. Los brasileños pagarían hasta 800 euros por ver a su selección alzarse con la Copa del Mundo, mientras que los portugueses llegarían hasta los 368 euros. Por el contrario, japoneses, alemanes y holandeses son los más contenidos, con menos de 50 euros por persona”.

¡¡ PARAD ESTE MUNDO DE BORREGOS, 
QUE ME BAJO !!

24 de mayo de 2010

ADIÓS, LIGA, ADIÓS: LA MORRALLA

Llegamos al final de la trilogía liguera dedicando nuestros colmillos a la tierna carnecilla de esos 18 equipos que hacen bulto en la clasificación de Primera, detrás de los caciques Barça y Real Madrid. Su papelón de comparsas al título es agraciado con la pedrea de algunos puestecillos en Europa y, sobre todo, con el descenso a Segunda División, por pobres y muertos de hambre. El día que baje a Segunda el Madrid o el Barça entonces el Puñetas se convertirá a la fe balompédica que predica que “es más fácil que un equipo pobre gane la Liga que uno de los dos grandes descienda de categoría”. Frase maravillosa pero más falsa que la falsa moneda y que esconde lo que esconde, dos mentiras hipotéticas por el precio de una verdad oculta: siempre ganan los mismos.

Remontemos la vista atrás, a las últimas 25 temporadas, un cuarto de siglo, que se dice pronto.  Los dos caciques de la Liga la han ganado en 21 ocasiones. Habría que irse a la liga egipcia o escocesa para encontrar algo parecido. Este año, por si faltaba poco, se batieron las máximas diferencias: mientras el Barça llegaba a los 99 puntos y el Madrid a los 96, el tercer equipo (convertido ya en mero objeto decorativo) conseguía 71 puntos, una cantidad equivalente a algo más de 8 partidos perdidos. La diferencia con el sexto equipo, con premio de consolación europeo, se ha ido a los 41 puntos (equivalente a algo más de 13 derrotas, un tercio de los partidos de Liga). Los puntos alcanzados por los dos “supermanes” superan en 13 los conseguidos por los cinco últimos equipos de la tabla, ¡juntos! ¿Tiene emoción una Liga así dónde antes de empezar ya se sabe –salvo accidente o explosión nuclear- quién la va a ganar y donde se trata de adivinar qué paliza de puntos y goles sacarán los dos candidatos al resto de la morralla que les acompaña?  La respuesta merece un punto  y aparte.

Según los listillos de turno, sí. Pero claro, ellos son los que viven de la Liga, del cuento de los cuentos de ella. A estos tipos (prensa y radio del Duopolio) les basta con atiborrarnos todos los días de noticias de los caciques y algún convidado de piedra para crear la fantasmagoría de que hay algo en juego. El resto de equipos sólo existen como postre y, a  veces, ni eso. Para los cuatro desgraciaos que buscamos emoción e igualdad REAL entre al menos un tercio de los equipos contendientes, la liguilla española no pasa de ser una vulgar ostra. Lo digo por el aburrimiento. La matraca constante y persistente que se traen los medios mediáticos entre los laportianos y los florentinos no puede ocultar el enorme vacío que se esconde detrás: la Nada. Como casi todos los años, lo más emocionante (y afecta a muchos más equipos que dos) es ver quien desciende a los infiernos. ¡Qué paradoja! Cuando en cualquier deporte todos ponen sus ojillos y palpitaciones en discernir quien conseguirá el primer puesto, aquí resulta que la vida auténtica, dura y dramática, tiene lugar en los últimos puestos de la fila. Ninguna otra competición deportiva aguantaría semejante subversión de valores, pero ya sabemos que las cosas de la pelotita futbolera son así de absurdas e irracionales.

Tan abismal (y desvergonzada) es la diferencia entre los dos ballenatos y el resto de la morrallita, que el tercer clasificado –el Valencia- acaba de vender al ganador liguero su mejor jugador –Villa- agrandándose así el abismo futbolístico futuro entre ambos. Y no será la única venta: el Madrid ya le ha echado el ojo a otro destacado valencianista –Silva-, como le echó la temporada pasada a otros importantes jugadores ches. De manera que las diferencias se agrandan cada temporada en vez de reducirse entre los unos y otros. ¿Y a esta Liga tan alicorta, tan selectiva y tan poco competitiva tienen la desfachatez de llamarla la “mejor liga del mundo”? Hace falta echarle morro y embuste al asunto…

Pero que no cunda el pánico. Alguien en sus cabales pensará que los dos equipos grandotes y súper fortachones están contentísimos con ser sólo ellos los que se comen el bacalao liguero. Pues no, porque el sueño de cualquier equipo ricachón es ser el más poderoso del orbe y resulta que cuando nuestros dos “grandes” locales traspasan los Pirineos siempre suele haber algún equipucho europeo que acaba merendándoselos (el Inter, el Olympique… este año) dejándolos con el ceño muy fruncido. Y es que los equipos acostumbrados a batallar en ligas mucho más duras e igualadas que la española, cuando llegan los partidos clave de la Champions se encuentran en su plena salsa mientras que nuestros caciques tienen que aportar un plus que no ponen habitualmente los domingos: el de jugar a cara de perro. Y, claro, no siempre consiguen poner sobre el césped lo que en los días de diario no necesitan. Demasiado blanditos por culpa de una temporada donde son los reyes del mambo frente a equipos muy inferiores, acaban derritiéndose como un flan cuando tienen enfrente a equipos europeos de clase media, aguerridos y acostumbrados a mil batallas ligueras. Por todo ello, los caciques acaban frecuentemente muy frustrados: en casita, tuertos en el país de los ciegos y, por Europa, ciegos en el país de los tuertos. Por eso siempre tratan de aumentar sus privilegios, sea con los árbitros, el perraje que sueltan las televisiones por retransmitir sus banales partidillos, etc. 

Dicen que cada pueblo tiene los gobernantes que se merece. También los curas. Y los empresarios. Y la prensa. Y hasta los equipos de fútbol. Aquí, en la Spain del mamoneo, el despilfarro y la mentira permanente, todo el mundo está encantado de haberse conocido apoyando a uno de los dos grandes de nuestro fútbol. Al resto que los parta un rayo. Las dos Españas son ahora las del Madrid y las del Barça. Ya sólo falta que un año de estos lleguen a las manos por semejante memez tan seguidista y absurda: uno tiene que ser, en todo caso, del equipo de su pueblo (aunque no se coma una rosca)  y no de uno poderoso situado a cientos o miles de kilómetros (aunque se coma las roscas de todos). Y, por supuesto, a los caciques, ni agua ni vino: palo y tentetieso...

19 de mayo de 2010

ADIÓS, LIGA, ADIÓS: EL IRREAL MADRID

En este repaso a la Liga felizmente concluida, ahora toca hincarle los colmillos al segundo cacique de la misma. Sí, amiguitos y amiguitas, a ese Real Madrid que de tan puro virtual ha pasado a ser Irreal. Y no lo digo como mofa por su eliminación ante el Alcorcón en la copichuela del Monarca (algo que debería ocurrir más a menudo por el bien del futbolín) sino porque no hay dios que entienda a qué juega este equipazo venido a menos con el paso de los lustros.

Regresó don Florentín con el mono futbolero a cuestas, tras unos años de abstinencia, y ha vuelto a las andadas, demostrando que hay ciertas cosas que le son muy difíciles de aprender, pese a que algunos lo veneran como un ser tan superior que se sale de la galaxia. Como cualquier ricacho que se precie, piensa que todo se resuelve con dinero. El mundo del deporte no responde matemáticamente a esta mentalidad dineraria, y menos la caverna irracional del fútbol, pero mientras haya mayoría de creyentes que confíen en la magia florentinesca, consistente en sacar conejos de la chistera sin saber luego qué hacer con ellos, el viejo truco del prestidigitador seguirá creando falsas ilusiones o flores de un día (que es en lo que derivó su primera etapa, aquella de los Zidane y tal y cual, con tan sólo dos ligas y una champions en seis años locos).

Para el presidente de ACS, todo se reduce a un sistema circular y retroalimentado muy simple: compra a precio de oro lo que  estima que es lo mejorcito del mercado (luego resulta que no es para tanto), tira a la basura o vende a precio de saldo lo que cree que sobra en casa (luego resulta que valía más de lo que parecía), escoge a alguien famoso para que entrene a la chatarra espacial comprada y, de paso, reciba todas las bofetadas de la prensa del Real Madrid, gane o no algún trofeíllo y, finalmente, vuelve a tirar la casa por la ventana para que el personal –muy exigente- no se aburra de ver otro año los mismos numeritos y pase por taquilla contento y feliz cantando el “Hala Madrid” y el “Este año, sí”. La lista de sacrificados en el altar circense del señor Pérez es enorme pero sarna con gusto no pica pues quien más, quien menos, es despedido con los bolsillos bien repletos y con una recomendación de cinco tenedores en su currículum.  

¿No es curioso que muchos de los futbolistas que el Irreal florentinesco desechó esta temporada hayan triunfado en sus nuevos equipos, algunos de los cuales visitarán el Bernabéu este sábado para disputar la mismísima Champions? ¿No es verdad, ángel de amor, que lo mejor que les pudo pasar a algunos fue largarse a otras tierras si pretendían algún día llegar a disputar una final europea? Un suponer, Sneijder o Robben… ¿Qué les pasa a muchos jugadores que rinden en otros equipos mucho mejor que en el Irreal? Probablemente porque están en “equipos” y no en un club de egos e individualidades. Ya digo, exitazo empresarial del señor Pérez Rodríguez: los echa, pierde dinero y encima contempla horrorizado como los que parecían petardos explotan con luz y sonido en sus nuevos destinos verbeneros. ¡Para mear y no echar gota!

El equipo Real “Vaivenes” –el que no se sabe por dónde va ni por donde viene- no se comió una rosca en la temporada por mucho que su entrenador pretendió, partiendo de la nada, hacer un traje decente a una plantilla de recién llegados. Sabe Pellegrini (y debería de saber cualquier cantamañanas periodístico, sobre todo si dirige el “Marca”) que lo suyo ha sido un milagro (y una proeza, jo, jo) pese a quedarse con el traje a medio hacer. Ha sido un exitazo estar a un paso del Barça y perder la Liga en el último partido. Otro año más con el mismo sastre, arreglando la sisa, la bocamanga, el tiro de la entrepierna y demás chatarrería del traje espacial madridista podría hacerlo mucho más presentable y eficaz, pero como en Can Bernabéu el ricachón que lo desgobierna a golpe de talonario es un enamorado de Penélope (ese personaje mitológico que destejía por la noche lo que tejía por el día), ya intuía el entrenador chileno que al final de temporada tendría que recoger los bártulos y llevarse la sastrería a otra parte. El mismo final aunque hubiera ganado la Liga: que se lo digan a sus colegas de hilo y aguja, Del Bosque o Capello. Y es que lo que en sus viejos tiempos fue una casa habitable lleva bastantes años siendo una vulgar jaula de grillos.

No hay muchas más lecturas ligueras de un equipo sin cabeza y sin corazón, a diferencia del Barça actual, que ha sabido alejarse de este mismo modelo, tan típico de los ricachones, y que le llevó por la calle de la amargura hace ya unos años. Condenado a ganar todo lo que juega, el Madrid tiene un destino trágico. Para su fortuna, en el país de las Españas y los reinos de Taifas, sólo hay otro califa con el mismo hado que él, obligado también por los dioses de la pelotita a ganar todo: el club culé. Como la competencia es tan pequeña y son tan escasos los elegidos, los éxitos y fracasos pueden repartirse más o menos equilibradamente entre estos dos capitostes del futbolín local. En una Liga auténticamente competitiva, sin tanta morralla, don Florentín y sus cuates ganarían una temporada cada diez años.

Otro tema sangrante es que la cantera madridista hace aguas y si hace algo de buen vino éste se pudre en casa o tiene que emigrar  a otras bodegas para ganarse los galones que le niegan dentro. Los últimos de Filipinas están a punto de largarse por cosa de la edad (Raúl y Guti). Para recordar que el equipo de don Florentín lleva el subtítulo de “Madrid” ya sólo quedará como figura destacada de la pista ese santo varón que atiende al nombre de Casillas. Al que, por cierto, cada vez le vemos más saliéndose de ellas porque, chico inteligente, sabe que  la cosa estructural lleva tiempo que no funciona.

Llegados a final de la temporada circense, toca rehacer de nuevo todo el andamiaje y renovar a la mitad de la tropa buscando un nuevo tejemaneje, a ver si suena la flauta por casualidad el año entrante (que sonará en cuanto el Barça –el único rival- tenga varias tardes aciagas pues todo es posible en Barcelona y en el furbo). El nuevo entrenador va a ser un tal Mourinho, capaz de conseguir un triplete con un Inter adornado con jugadores mediocres para el Madrid de Pérez pero que pierde el culo en cuanto don Floren le llama por teléfono prometiéndole un dineral y poco más. (Bueno, muchos disgustos, pero esos le encantan  a don Mou). Recibirán al maleducado sastre portugués con los brazos abiertos y el puñal  escondido entre las falanges de los dedos. Convertirlo en el enésimo “kleenex” será cosa de meses. Claro que, por el Puñetas, como si lo convierten en una sábana o una manta. Nunca la política deportivesca de un equipo de fútbol ricachón hizo tantas aguas como la del Irreal (dejemos lo de “Madrid” para otro siglo), cosa que aún siendo digna de estudio en las tesis doctorales y postgrados de la tontería, viene muy bien para quienes pensamos que ver a un millonario darse tortas con la cruda realidad es un espectáculo muy gratificante para el resto de los mortales, los muertos de hambre. 

16 de mayo de 2010

ADIÓS, LIGA, ADIÓS: EL BARÇA

Por una vez, y sin que sirva de precedente, en el Arco queremos hacer una sesuda reflexión sobre lo que ha sido la Liga de la temporada 2009-10. Para demostrar a la competencia que cuando aquí nos ponemos a darle al coco futbolero, le damos cantidad. Y para demostrar que en esto de la pelotita hasta el más tonto fabrica relojes (y no lo decimos por nosotros, que conste). Por si acaso, y remedando a nuestros insignes politicastros, que tienen que rodearse de tropecientos asesores para ocultar su analfabetismo funcional, hemos contactado con don Pedro Piernacorta, sociólogo, experto en penaltis y con don Alejandro Rompecocos, periodisto deportivo, inexperto en todo menos en darle a la lengua de trapo. Con su asesoramiento inútil (porque al decirles que no les podía pagar ni en especie me han dicho que tururú y que adiós, muy buenas) comienzo esta trilogía en torno a la Liga felizmente finiquitada. Hoy hablaremos del Barça, el miércoles del Irreal Madrid y concluiremos el domingo con unas palabritas dedicadas a la morralla (con perdón: el resto de los equipos, que están en la Liga simplemente para hacer bulto y para que se luzcan a su costa los dos tiburones enunciados anteriormente). Vamos  al lío, ñores y ñoras.


Ah, Barça de mis entretelas y de mi ilusión futbolera… Se hace justicia contigo porque eres el que mejor juega, el que tiene más posesión de la pelota, el que dispara más a puerta, al que menos goles meten, el que mejor “tikitakea”, el que tiene los tíos más simpáticos (Xavi e Iniesta) y los negritos más flacos de la Liga. Y, de propina, el que posee el jugador más decisivo y goleador: un tal Messi. Y el menos parlarchín: también el “mesmo”. Encima juegas con un montón de gente de la cantera, chavales salidos de tus mismas entrañas, que hasta saben hablar catalán y todo. En estos siete años has tenido la fortuna de tener un presidente la mar de locuaz y jaranero pero que en los momentos importantes ha sabido actuar con cierto juicio. Quizás porque a su lado ha habido gente que le ha sabido controlar. Quizás porque, doctor Jekyll y señor Hyde a un tiempo, lo suyo sea más ser presidente de un club de fútbol, o de una tómbola, que abogado o cabeza de lista del Partido Laportiano Independentista de Laporta. Sea como fuere, ha conseguido estar en el sitio oportuno, lo cual no es poco. No me olvido, claro, de míster Cruyff, que parece que está escondido por ahí pero que corta el bacalao más de lo que parece. Sin olvidarme de los pedazo entrenadores (y mejores personas y deportistas) que el club ha tenido en este tiempo: Rijkaard y Guardiola. Qué raro encontrar a gente así en el mundillo del fútbol: prudente, educada, sabia en lo suyo porque fueron antes cocineros que frailes, con respeto hacia los rivales y sabedores de que los mismos que hoy te suben en volandas a la cima del monasterio de Montserrat mañana serán capaces de tirarte por un acantilado de la Costa Brava.

Desde hace unos años, probablemente desde que llegó Laporta, es el único equipo español (junto con el Atletic bilbaíno) que tiene una política clara de desarrollo de la cantera, lo cual ahorra mucha pasta al club y le da un pedigrí de equipo de “pueblo” que es lo que alegra las pajarillas al personal que día sí y día también acude al estadio. (A ver quién es el guapo que canta emocionadísimo y casi llorando a moco tendido el himno a la patria chica o grande sabiendo que en el césped hay once jugadores que no entienden ni papa de tan bellos sentimientos). Claro que para eso hay que dejar hacer a los entrenadores, cosa que ha permitido el camarada Laporta aunque, adivina tú, qué hubiera hecho si los resultados no llegan a acompañar demasiado.

Otro gran mérito de este Barça es que sus jugadores son un equipo dentro y fuera del campo. Basta verles el buen rollito que lucen en los festejos y triunfos para darse cuenta que eso es un plus añadido que acaba minando a los rivales. Esto lo convierte en un equipo ordenado, compacto y avasallador (y, por tanto, muy difícil de vencer) porque en los partidos los jugadores no van cada uno por su lado ni buscan en demasía el lucimiento personal, nacido de las envidias y del yo soy más guapo que tú. Un equipo funciona cuando el entrenador es el director de orquesta y todos sus miembros siguen la partitura que les tiene marcada, incluyendo cierta libertad de acción para que “hagan de las suyas”, que no todo va a ser callar y obedecer. Hubo un artista la temporada pasada que iba por libre más de la cuenta, especialmente cuando se le calentaba la sesera (un tal Etoo) y don Guardi pronto le dio puerta. Era preferible que se marcasen menos goles a los equipos rivales a que el negrito montase el cuponazo cada vez que se le calentaba la boca u otra parte del cuerpo. El recambio con Ibrahimovich no ha resultado igual en el terreno de los goles pero el hombre, como buen sueco que es, se ha hecho el ídem a menudo y no ha provocado zapatiesta alguna. Pese a lo cual algunos quieren cargárselo precisamente por hacerse el sueco algunas veces en el campo e ir a lo suyo.

Dicen los que siempre están contando trolas a quienes les escuchan y leen (esos periodistos peliculeros), que Villa y Cesc quizás sean del Barça la próxima temporada. La avaricia puede romper el saco pero teniendo en cuenta que mientras en casita no hay nadie que le tosa, en Europa cualquier equipo mediocre –como el Inter- es capaz de zampárselo en dos partidos, quizás no sea mala idea completar la orquesta con dos tipos que son bastante adultos tocando el trombón y los platillos.

En cuanto a la afición culé, durante la temporada estuvo muy correcta y es que no hay nada más tranquilizador para los hinchas futboleros que tu equipo juegue primorosamente y, encima, gane de calle (de 38 partidos ligueros, sólo uno perdido y seis empates), sí sería conveniente plantearse esas celebraciones fuera del estadio que, además de absurdas (¿qué demonios puede hacer el gentío durante horas, tirado en la calle?) al final acaban como el rosario de la aurora porque siempre hay una pandilla de cafres que termina sacando la bestia que llevan dentro. Una semana en la cárcel comiendo sólo pan y ajo les vendría de maravilla. Quizás no cambiasen mucho los desgraciados pero al menos iban a enterarse de lo que es pasar hambre una semana. Ah y la multa consiguiente para pagar todo el mobiliario urbano destruido.

Felicidades al Barcelona 09-10  y a ver qué pasa el año que viene donde todos los artistas de la pista seguirán menos don Laporta. Si los resultados no acompañan será la prueba del nueve de que el presi no era tan manco ni cegato como señalaban sus enemigos. Y si todo sigue igual, o discurre mejor, será la prueba del seis de que los méritos de don Joan estaban sobrevalorados por parte de sus pelotas y palmeros. El Puñetas cree que ni tanto ni tan calvo pero seguro que uno de los debates futuros en Can Barça será éste. Y es que hay gente que, incluso con los éxitos, no para de enredar y enredar…

13 de mayo de 2010

DEL PUPAS, DE LA CRISIS Y DE OTRAS HIERBAS


-Leyendo el título celebro, señor Puñetas, que  no abuse usted de originalidad  y que haga lo que todo el mundo: hablar del memorable triunfo del Atlético de Madrid en la Europa League. Si hasta muchos medios le han dado más cobertura que a la otra gran noticia del día, los recortes del señorito Zapatero (antes Manoslargas y ahora Manostijeras) contra la crisis...

No, ñores y ñoras. No cometeré semejante osadía porque uno no es de piedra, tiene su corazoncito y sabe guardar las debidas formas. Ganar una copichuela europea después de llevar 48 años sin rascar bola fuera de España, merece cuando menos un irónico titular: “¡ALELUYA, YA ERA HORA!” Claro que si el club colchonero no le ganaba al Fulham, equipo al que muchos analfabetos situábamos en Groenlandia, ya no sé a quién hubiera sido capaz de ganarle.

Como era previsible la hazaña rojiblanca ha hecho saltar la euforia de medio país (el otro medio la soporta estoicamente) y en unas cuantas horas el Puñetas ha descubierto en su entorno cercano y lejano más seguidores atléticos que piedras hay en el camino. ¡Cuántos amigachos tiene el éxito y cuántos enemigos el fracaso! Bien por el Atlético, quien por mucho que se empeñen algunos que ahora levitan en el frenesí, siempre será el querido Pupas. Cuarenta y ocho años sin comerse una rosca europea y catorce sin merendarse  el buñuelo de un título liguero no invitan a pensar que, de la noche a la mañana, su historia se dé la vuelta como si fuera un calcetín.  Que el tercer club español con más títulos de Liga sólo tenga en su palmarés nueve  (cuando le adornan 103 años de existencia) es un dato que debería bajar los humos a cualquier palmero de última generación. 

Sabemos que los momentos de mayor gloria y despiporre son propicios a la amnesia y al propósito de enmienda, pero la natural alegría no puede oscurecer tanto la inteligencia, siempre tan artificial. Precisamente por su carácter “pupero” es por lo que el Atlético goza de más simpatías de las que objetivamente le corresponderían en el mercado del futbolín.  Tan es así que sólo hace unos meses (septiembre de 2009) en el Vicente Calderón se ponía a caldo de cocido a los mandatarios del equipo. Tras la llegada del actual entrenador (Quique, en octubre) hubo facas y dagas revoloteando por doquier hasta hace cuatro días.  Más dejemos de hurgar en la pupa colchonera pues han llegado días de fiesta a la casa del pobre y no es cosa de que algunos seamos tomados, con razón, como unos aguafiestas del divino tesoro.

-No esconda el conejo en la chistera. ¡Mira que acordarse de los truenos y relámpagos cuando ahora todo son besos y arrumacos..!

Una cosa es la buena educación, oiga, y otra perder la chaveta y el sentido crítico. (Y entro ahora en la segunda cuestión de este articulillo del copón hermoso). Todavía recuerdo las colas kilométricas que hubo entre los seguidores atléticos con objeto de sacar una entrada para la final de Hamburgo. Eso ocurría en un país donde hay cinco millones de parados y la gran mayoría estamos con el agua al cuello. Lo cual parece demostrar, contra la lógica y la razón, que uno de los pocos sectores económicos  a los que todavía no ha llegado la crisis económica… es el fútbol. Sabemos que se precia de ser el opio del pueblo pero de opio no se vive cuando la cartera anda rácana o vacía. Parece que algo no cuadra en las cuentas (como se indica en el presente enlace): “En el primer trimestre de 2010 la presencia de aficionados en los estadios de Primera división ha crecido alrededor del 15 %, en comparación con el mismo periodo del 2009. Y esto llega en un año en el que la oferta futbolística televisiva es insuperable y en el que los partidos se reparten de lunes a domingo”. ¿Qué pasa aquí? ¿Preferimos ver en directo a nuestro equipo del alma y almeja, cueste lo que cueste, antes que gastarnos la poca pasta que tenemos en un buen bocata de jamón? ¿De qué capítulos presupuestarios se priva el personal forofil antes que del gasto dedicado a don Balón? ¿Cuánto habrá costado la broma dineraria a cada aficionado atlético de los 12.000 previstos que iban a ir a Hamburgo, cuando en casita podían ver el mismo partido, pasando menos frío, ahorrando un buen perraje  y, encima, rodeados de cervezas y güisquis para acompañar el éxito del club de sus amores? Que para muchos el drama fuese quedarse en Madrid ante la eventualidad del  cierre del tráfico aéreo a consecuencia de la nube volcánica esa (“lo único que podemos hacer por los aficionados es rezar” –dixit  el consejero delegado, un tal Gil), demuestra al Puñetas que lo que está en verdadera crisis es la inteligencia y el sentido común. 

Para acabar con Manostijeras, tan ciego que sólo ayer miércoles cayó en la cuenta de que llevamos dos años de crisis galopante (quizás porque él, desde que es Presi del Gobierno, está en la gloria), va a ser cosa de promover  a don Florentín y Laporta al frente de un urgente gobierno de coalición, a ver si nos sacan del atolladero y hacen que nuestras cuentas como país sean tan boyantes como las de sus respectivos clubes. 

Claro que quizás no haga falta tan revolucionaria medida. En junio/julio es el Mundial y si la selección española (otro Pupas) logra la copichuela en disputa, lo mismo la crisis se acaba de un plumazo. Por de pronto, con el cuento chino del Mundial, los comercios y empresas se van a poner las botas vendiendo teleles de plasma, camisetas y zarandajas varias.  La marea "Roja" amenaza con enrojarnos y sonrojarnos a algunos más de lo debido. Todo sea porque el opio del pueblo alivia los dolores de la crisis, del paro, de los recortes zapaterinos y de lo que el viento se llevó. Al menos eso dicen los entendidos…

-Vale, ya nos ha dado usted el coñazo con el Pupas, la crisis y la no crisis. ¿Y las “otras hierbas” de que hablaba en el titulín de este artículo tan abyecto?

Los hierbajos son los que pululan por toda la red y medios de comunicación en relación al posible despido de un conocido periodista de la Cadena Ser. A Paco González no solemos escucharlo en “Carrusel Deportivo” porque tenemos la sana costumbre de pasar olímpicamente de la Cadena Ser, de la Cadena No Ser y de la información deportiva de las radios. (Nosotros sólo escuchamos Radio Macuto). Eso sí, nos llama la atención (o sea, que no nos llama) que todo este pifostio se monte por un periodista dedicado al puro y duro entretenimiento opiáceo. Seguro que si lo suyo fuese algo mucho más serio y vital para el gentío, ni la señora de la limpieza habría izado la escoba para defender su causa. 

-Es usted tan maligno que ni siquiera le van a aceptar en el infierno…

9 de mayo de 2010

PREGUNTAS PUÑETERAS

¿Por qué las telecacas, ante los “grandes” partidos, enchufan las cámaras a los seguidores de ambos equipos para que emitan su opinión (perdón: rebuznen) ante tan transcendental encuentro?

¿Para ser deportista de elite hay que estar bastante “loco” o excesivamente “cuerdo”?

¿Son el Barcelona y el Real Madrid los tuertos en el país de los ciegos futboleros?

Dado que la inmensa mayoría de los goles que se marcan hoy día en los estadios son catalogados por los periodistas deportivescos como auténticas obras de arte, geniales y maravillosas, ¿no sería estupendo que a alguien se le ocurriese montar un Museo de Golazos?

Otrosí: ¿Han desaparecido los goletes, los golecillos, los goluchos y los goles de chorra y potra?

Si las nuevas generaciones siguen incrementado su estatura, como viene pasando en las últimas décadas, ¿habrá que colocar aún más altas las canastas de baloncesto?

En vez de canciones fervorosas y patrióticas en los estadios, ¿no deberían amenizarse los prolegómenos de los encuentros con música relajante?

¿Habrá alguien en el planeta que no se haya enterado todavía –y eso que falta un mes- de que en junio empieza el Mundial de fútbol? ¡Dios, la que se nos viene encima!

En vista de que los mimadísimos coches de Fórmula I tienen un sinfín de fallos mecánicos y de ruedas, ¿podemos fiarnos seriamente de nuestros simplones y destartalados utilitarios?

Yo que él no me preocuparía mucho por ganar o no la Liga. Los dos últimos entrenadores que la ganaron fueron despedidos del club. ¿Adivinan a qué entrenador de fútbol me estoy refiriendo y a qué equipo?

Un tío entra al bar. Allí están viendo un partido de fútbol:  “¿Cómo vamos?”-pregunta.“Perdemos uno a cero”-le responden. “¡Árbitroooo, capullooooo!” ¿A qué deporte se refiere el siguiente chistecillo, tan real como la vida misma? Sólo hay una solución posible y lógica.

5 de mayo de 2010

A VECES LLEGAN CARTAS

(Nota del editor: Esta carta me la ha enviado Pepe Pi en estos días. No es un cuento suyo, que era lo acordado, pero lo parece. Y es que los límites entre la realidad y la ficción son muy borrosos. Aunque esto, más que ficción, a algunos pueda parecerles ciencia-ficción).

"Señor Puñetas.  Le escribo estas 1.073 palabras para exponerle mi caso, bien curioso e increíble. Recurro a usted porque presiento que es el único que será capaz de publicarlas. Y es que le sigo desde hace tiempo y presiento  que mi carta hasta le hará ilusión. Se la envío a través de Pepe Pi, con el que hablo a menudo cuando voy a su pub.

Soy aficionado al fútbol desde mi más tierna infancia gracias a un ama de cría que era fiel seguidora  de aquel Real Madrid de Di Stéfano. Con este simple dato ya adivinará dos cosas: que yo era un niño rico y que ahora soy un viejo a punto de palmarla cualquier día. Mis padres eran empresarios de alto copete  y casi siempre estaban de viaje fuera de España  así que bien se puede decir que yo me crié a los pechos de Humberta.

En aquellos años ser del Real Madrid era lo más natural del mundo porque ganaba como rosquillas las Ligas y las Copas de Europa y eso siempre gusta mucho al personal, sea rico o pobre. Quizás si el equipo triunfador de aquellos años hubiera sido uno de Ciudad Real, todos hubiéramos sido seguidores del club manchego. Quiero decir con esto que la gente suele apuntarse siempre a caballo ganador. 

El otro día escuchaba decir a un embajador extranjero en España que, además de creer en la religión mayoritaria de su país, tenía también una religión laica: el fútbol. Y afirmaba, muy serio, que lo único que nadie cambia en la vida es a su madre y a su equipo de fútbol. De esto precisamente quería hablarle.

Contradiciendo al embajador, debo ser el único ser vivo de este planeta que ha renegado de su madre (de hecho la he cambiado) y de su antiguo equipo del alma (de hecho me he pasado a la otra orilla). Como ya puede imaginar, de padres tan descastados con su hijo sólo pudo crecer un chaval resentido contra el dinero, el mercado, los viajes al extranjero y todo lo que acompaña a la gente que presume de poder, gloria y pasta gansa.  Como era un mozo inteligente, tras acabar los estudios universitarios, rompí con mis padres originales y adopté como madre a Humberta. Intenté devolverle todo el cariño y amor que me había dado desde zagal, pese a que mis progenitores le pagaban una miseria. Me costó muchos quebraderos de cabeza aquella decisión tan insólita pues quise que se borrasen todas las huellas burocráticas que me unían con mis pésimos padres. No lo conseguí y, mucho menos, que apareciese como “mi” nueva madre aquella santa mujer que siempre había estado a mi lado desde pequeñito. Por supuesto que me desheredaron los muy canallas, pero a mí el dinero, plim. Yo, con un bocadillo de calamares ya estoy más contento que unas castañuelas. Y a mi nueva madre, le basta y sobra con verme feliz así. (Bueno, y con otro bocata, pero de mortadela).

Tomada tan crucial decisión (la de cambiar de madre y abandonar al padre), decidí emprender mi segunda gesta: cambiar de equipo de fútbol. El Real Madrid seguía cosechando éxitos, al menos en España, pero me parecía que, ahora que yo ya era un buen mozo, aquel seguidismo era absurdo: nada me unía al Paseo de la Castellana ni a Madrid ni a aquel equipo de gente bien. Empecé a cabrearme cada vez más con las cosas que se hacían en el club, con sus políticas erráticas, con la añoranza de tiempos más esplendorosos. Estuve en un tris de abandonar el fútbol como religión laica, pero pensé que de algo tendría que hablar con mis amigos y colegas. Aquello era demasiado sacrificio. Así que una tarde de invierno en que caían chuzos de punta en la calle me armé de valor y le dije a mi madre (la nueva):

-Mamita, tengo algo muy importante que decirte. Tú me inoculaste el amor por el fútbol y por el Real Madrid. Sí, ya sé que seguías la tradición de tus hermanos y hasta de tu padre. Yo la he mantenido estos años pero ya no puedo más. Necesito cambiar. Ya no me siento emocionalmente vinculado con ese equipo. Respecto a él tengo las mismas sensaciones que con mis padres nativos: indiferencia, un puntito de rencor, nulo interés personal. He pensado, ya que no puedo dejar de lado el fútbol por imperativo social y profesional, en pasarme a un equipo más cercano a mis ideas progresistas, a mis ideales de comunión con los pobres de la tierra, a mi cercanía a un ser a quien quiero mucho, ya sabes, mi novia… En fin, quiero decirte, mamita, que lo tengo ya decidido: mi nuevo equipo va a ser el Bollollos C.F.
    
Aquella decisión mía le costó una semana de lloros a mi madre adoptiva. No quería verla sufrir pero mi cambio de equipo ya estaba decidido. De modo que Humberta, que seguía siendo una fiel seguidora del Real Madrid, comprendió que no merecía la pena darse tanta llantina por nada. Me seguiría queriendo igual, fuese yo del Bollollos o del mismísimo Barcelona. Eso me dijo con enorme ternura. Y añadió, con una pizca de retintín, que no me restregaría los triunfos de su equipo ni las derrotas del mío.

Ya ve, señor Puñetas. Hay vida inteligente en este planeta, aunque no mucha. (Dígaselo, de paso, a Jacinto RX). Yo puedo presumir de haber cambiado de madre y de equipo futbolero usando la razón, los sentimientos y cierto arrojo quijotesco. Y no me ha pasado nada. Sigo feliz, tengo buena salud dentro lo que cabe, almuerzo todos los días (alguno que otro cae un bocata de jamón ibérico) y contemplo la vida con el distanciamiento suficiente para no amargarme el espíritu ni provocarme una úlcera estomacal por no haber ganado la Liga o la Champions. El Bollollos C.F. está en categoría regional y de vez en cuando acudo a verlo al campo de tierra donde sus chavales intentan emular a los Ronaldo, Messi y compañía. 

Espero que, a través del señor Pepe Pi, publique esta carta a ver si más seres inteligentes siguen mi ejemplo y cambiamos un poco la rutina acomodaticia de este puñetero mundo. A veces sueño con que varios miles de culés se hacen merengues y viceversa. Lo malo es que los sueños, casi siempre sueños son. Qué le vamos a hacer si el mundo está lleno de gente conservadora, pero que muy conservadora…"

2 de mayo de 2010

ÉTICA Y ESTÉTICA CON EL BARÇA-INTER DE FONDO

Le presento a Eleuterio Picatoste, catedrático de ética y estética por la Universidad budista de  Guan Tibeguan.  De visita familiar por las Españas (era vecino mío antes de exiliarse hace bastantes años), he aprovechado unos momentos que tenía libres para preguntarle sobre uno de los temas que más le apasionan dentro de su especialización académica: el deporte.

-¿Piensa regresar alguna vez a su país de nacimiento?
-Antes muerto que vivo. Dígame una sola universidad española donde pudiera enseñar mi doble especialidad. Y dígame algún ejemplo de ética y estética en la reciente vida política, económica, social, etc de los españolitos y españolitas.
-Siempre ha sido usted muy exigente con el prójimo y con su país, con Eleuterio. Reconózcalo…
-En todas partes cuecen habas, vecino mío, pero aquí cocemos habones y encima nos creemos que somos los reyes de los fogones.
-¿Por qué afirma en su último libro, titulado “Ni pajolera idea”, que en el deporte competitivo no hay ética alguna?
-Porque un tinglado montado para crear y agasajar sólo a los ganadores es la antítesis de la ética y la estética. Para ganar hay que pasar por encima de los rivales, ser “mejores” que ellos de acuerdo a las reglas marcadas por la competición. No puede ser ético aquello que se destina a glorificar exclusivamente la superioridad.  Máxime cuando ni esas reglas ni el objetivo básico de toda competición llevan a una equidad entre las partes intervinientes.
-Pero, por esa misma regla de tres, no habría progreso en la humanidad. Siempre ha habido vanguardias, ganadores, gente más despierta o inteligente…
-Sí, pero sus descubrimientos han ido encaminados –normalmente- a mejorar la vida y la mente del conjunto de los mortales aunque a menudo el Mercado o los Estados se haya apropiado de ellos despojándolos o falseando su idea primitiva.
-Yo es que soy muy torpe, ya lo sabe usted, así que si no le importa preferiría bajar al terreno de las cosas concretas porque así me aclaro mejor. Por ejemplo, el partido del otro día entre el Barça y el Inter de Milán. Supongo que no lo habrá visto usted pero le habrán llegado algunos ecos…
-Lo he visionado a posteriori. Como objeto de estudio y disección sobre la irracionalidad del mundo balompédico a nivel de élite, créame, no tiene ningún desperdicio.
-Coincido con usted. Ganó el equipo que practica peor fútbol…
-Es la vida misma, en que casi siempre se imponen los mediocres, tontos e inútiles. Vea quienes gobiernan el mundo, el país y hasta su comunidad de vecinos.
-El Barça fue incapaz de superar a un equipo que en ningún momento hizo nada a favor del espectáculo…
-No hay espectáculo que valga, vecino. En el deporte de la alta competición sólo se trata de ganar, ganar y ganar. Como sea, a cualquier precio y sin ningún escrúpulo de conciencia. Fíjese que los jugadores y entrenadores, a pesar de que están siendo grabados hasta en sus más mínimos detalles gestuales, mienten, fingen, protestan y actúan con un primitivismo y descaro que haría sonrojar a cualquier persona inteligente que no participara de ese convencionalismo. Recuerde cómo Motta le dio un manotazo a Sergi, nada del otro jueves,  acostumbrados como están los jugadores a recibir  tremendos golpes y patadones, y cómo el futbolista barcelonino se llevó las manos a la cara empezando a hacer más teatro que Lope de Vega. Y todo para que el jugador interista fuera expulsado como si árbitro fuera idiota y necesitase de las artes interpretativas de Busquets para aplicar mejor el reglamento.  Nadie le recriminó, después del partido, por su mascarada en el campo. Como nadie recrimina los goles marcados en claro fuera de juego, los penaltis que han sido o no, etc. Sí, protestan los que “sufren” esas acciones injustas o presuntamente injustas, pero si ellos son los beneficiados callan como muertos.
-Bueno, es que todo vale dentro del campo pero luego no hay porqué extrapolarlo fuera de él.
-Eso no es ético, porque lo que ocurre en ese campo es retransmitido en forma de imágenes a medio mundo creando costumbres, ideas, sensaciones, emociones… Ideología, en suma.  Los hechos  -por esa altísima dimensión mediática y social que conlleva su retransmisión- se magnifican y adquieren unas connotaciones claramente extradeportivas.  Si no hay ética dentro del juego –aunque haya “legalidad”- no espere usted que la haya fuera. Si un jugador marca un gol clara y conscientemente con la mano, a pesar de que el árbitro lo haya dado por válido, fuera del campo debería ser recriminado por su actitud pues no es baladí la fuerte repercusión social y económica  que haya podido dar lugar con semejante acción. Las conductas de los contendientes tienen un valor que va más allá de cómo se manifiestan dentro del terreno de juego. Al menos mientras tengan tanta difusión mediática y social –pienso que inmerecida- como se les da.  
-¿Y qué le parece lo que dijo Piqué, antes del encuentro?: “Espero que los jugadores del Inter odien ser futbolistas”. 
-Esas declaraciones reflejaban lo que luego se vio en el campo: un estado nada saludable de ansiedad y acojono. Por mucho que luego explicase la frase, todos los medios la reflejaron en sus titulares. Escaso raciocinio el demostrado por alguien que también es futbolista y al que se le podría aplicar idéntico deseo en el futuro sin que tuviera entonces razón para quejarse. Es un ejemplo clarísimo de falta de ética y estética. También lo es el que todavía algunos cochinillos de dos patas sigan profiriendo insultos contra Luis Figo, llamándolo “traidor,  judas y pesetero”, cada vez que sale a la calle en Barcelona. Además de desconocer las más elementales reglas de convivencia y educación, demuestran no saber nada de fútbol porque en éste lo habitual es cambiarse de un equipo a otro para ganar más dinero. Algo que harían estos mismos mentecatos si la naturaleza les hubiera dotado de alguna capacidad para manejar un balón de reglamento o una pelota de trapo. Que todavía cierta gente permanezca instalada en el odio con esta anécdota cotidiana ocurrida hace ya sus añitos merece una seria reflexión psiquiátrica.
-No me negará, don Eleuterio, que el camarada Mourinho tiene un trago…
-Vive de eso y lo explota a su conveniencia, como hacen todos. Pero ya ve que le va muy bien, lo cual demuestra que está en su salsa y que su poder de adaptación a la miseria de la falta de ética y estética que reina en el fútbol y otros deportes mayoritarios es considerable. En ese sentido, es un tipo inteligente. Todo lo contrario que el portero ese del Barça que, cuando acabó el partido, le agarró para impedir que celebrase la victoria del Inter. Si no sabe perder, que se vaya a cultivar champiñones a su masía. Sabemos que los ganadores deportivos habitualmente tampoco saben ganar y que sus celebraciones no tienen en cuenta la amargura de los derrotados, pero de ahí a querer impedir el triunfo ajeno cuando tú haces lo mismo cuando ganas…
-¿Y qué le parece la frase de Guardiola sobre que “en el fútbol el que gana tiene razón”?
-Una boutade.
-No le veo yo a usted pagando 50 euros para ver un partido de esos donde el fútbol brilla por su ausencia…
-Ni loco. ¿Usted me imagina dentro del Bernabéu, a cincuenta o cien metros de donde está jugándose el balón, gritando al árbitro que ha sido penalti, cuando el tipo se entrena para eso y estaba sólo a un par de metros de la jugada? ¿Y me imagina todo cabreado porque el entrenador de mi equipo ha sacado al campo a un jugador que yo creo que no es el idóneo  para ese momento de juego, yo, que no soy entrenador ni nada que se le parezca?
-Por enésima vez, ni ética ni estética…
-En realidad, le seré sincero, y con eso retorno al inicio de nuestra conversación: la única ética y estética que yo conozco se da cuando imparto mis clases en la Universidad. Fuera de ellas sólo veo un inmenso desierto. En mí mismo también, por supuesto…
-Es usted un hipercrítico…
-Lo que soy es un gilipollas, vecino… Un bendito gilipollas…

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