27 de marzo de 2011

EN TIERRAS DE LA PREMIER

El bueno de Pepe Pi, nuestro barman de guardia, ha tenido que hacer lo que muchos: coger la maleta y largarse de este país llamado Spain. La crisis económica no perdona y el bueno de Pepe ha visto como su pub cerraba por falta de clientes ya que éstos, a su vez, tenían falta de pasta y la pasta no está en los bolsillos del personal sino en las cajas fuertes de los bancos y cajas, que ni dan créditos ni tienen vergüenza.

Nuestro Pepe Pi, a primeros de año, hizo lo que su padre había hecho de joven: cogió la maleta y se fue a Londres en busca de trabajo. La única diferencia con su progenitor es que este, cuando se largó a Alemania, llevaba una maleta de cartón y Pepe se llevó una Samsonite de plástico. Sin embargo, en ambas maletas viajaba el mismo equipaje, salvando los sesenta años de distancia: la misma frustración, idéntica ansiedad por un futuro incierto, igual rabia.

Por esa razón, Pepe Pi no ha publicado ningún cuento de los suyos en esta temporada arquera. El otro día, cuando le comuniqué que a finales de junio cerramos también el kiosko, me dijo que me enviaría un cuento. Algo divertido, para no llorar. Y aquí está. Dice que los ingleses son tan o más fanáticos que los españoles en esto del fútbol, aunque lo disimulan con mejor humor. El rollo macabeo de la Premier lo inunda todo y en esa idea se inspiró para escribir el siguiente cuento paródico. Gracias, Pepito.
La otra noche era día de partido de Champions. El pub estaba casi vacío. La avalancha se esperaba a la finalización pero acodados a la barra había dos tipos bien trajeados, bien alimentados y probablemente muy bien follados. El caso es que –en la soledad del mostrador- pegué la oreja a ver qué decían pues los gachones no se andaban con reservas.


—¿Cómo vas con tus trabajadores?
—Mal. No estoy contento con el rendimiento que me dan. El albañil se presenta cada día con una pega. Que si ha sufrido un esguince mientras subía las escaleras, que si tiene unas molestias en la rótula… El tipo incluso me ha dicho que si quiero alinearlo en el tejado tendré que pagarle el doble.
—¿Y qué actitud disciplinaria vas a adoptar?
—Pues le rescindiré el contrato y me procuraré otro fichaje. Me lo traje para la empresa pensando que era un crack y resulta que es un bluf. Siempre está lesionado, no ha cuajado con el resto de la plantilla y me tiene el vestuario muy dividido.
—Ten en cuenta que las fichas de los albañiles de primera han subido mucho en esta temporada por culpa de la crisis de talentos…
—Ya lo sé, querido, ya lo sé… Tendré que  buscar en el mercado de primavera  entre los descartes de las principales empresas del sector. Ya me he hecho a la idea de que tendrá que ser extranjero, con los problemas añadidos que eso comporta. Que si adaptación a nuestras costumbres, filosofía empresarial y esas cosas.
—Pues tu máxima competencia, Mutiservicios Chinder, me he enterado que acaba de fichar a dos portentos de la fontanería y de la electricidad. Os va a dar sopas con ondas y vais a perder este año la liga de las diez mejores empresas del sector.
—Ya estoy hecho a la idea. Con los millones que tienen los de Chinder, así cualquiera ocupa el primer puesto… Si es que no hacen más que fichar superfiguras…
—Lo mejorcito de cada país. El electricista es rumano y el fontanero alemán. No te digo más.
—Debería prohibirse tanto personal foráneo. Desvirtúa el espíritu nacional porque no es lo mismo que llegue a tu casa un alemán que no sabe ni torta de inglés y que carece de humor inteligente que te atienda  un fulano natural del país. Los clientes lo agradecen…
—Sí, pero la gente lo primero que quiere es que le resuelvan la papeleta rápida y eficazmente, no que le hablen en su idioma entreteniéndole con un mal juego y oficio mientras el calentador sigue sin funcionar o se caen a pedazos los azulejos del baño. Los clientes quieren ganar el partido de la avería y les importa un bledo de donde sea oriundo el profesional.
—Ya… de todas formas… además de una excelente plantilla de trabajadores, equilibrada en todas las líneas y con ambición y buena técnica, es primordial un buen entrenador, alguien que sepa repartir juego entre todos y eso, por fortuna, les falla a los Chinder. Nuestro jefe de personal tiene más recursos técnicos y está más preparado.
—Pues ojito, macho, que corren rumores de que te lo quieren fichar. Medio de millón de libras le ponen encima de la mesa, más primas por cada avería perfectamente resuelta, sea quien sea el operario que mande al terreno de juego. Y todo libre de impuestos…
—Entonces vamos a estar muy jodidos… Por si acaso, cuando lo fichamos, le pusimos una cláusula de rescisión de un cuarto de millón. Quizás nuestra única baza sea nacionalizarlo…
—¡Qué barbaridad! Le va a quitar el puesto a uno de los nuestros… Así no se hace país y luego pasa que hacemos el ridículo cuando salimos al extranjero a competir.
—Lo importante son los títulos, macho, déjate de monsergas nacionalistas. Desde que lo fichamos para dirigir el equipo de empleados siempre hemos cosechado algún título… Las acciones han subido, hemos repartido beneficios en las dos últimas temporadas y estamos pensando en una ampliación de capital.
—Quizás tengas razón. Aunque es un maleducado y siempre se está metiendo con el resto de colegas, lo cierto es que empresa a la que va, empresa a la que le aporta éxitos y campeonatos. Qué pena que en este país no tengamos gente de su nivelazo y haya que importarla…
—Esperemos que en esta segunda vuelta del calendario los resultados mejoren porque no basta con tener un buen capataz y una plantilla más o menos aceptable. Se necesita algo de suerte y hasta ahora nos está siendo más negada que a los Chinder. Claro que parte de culpa la tienen las autoridades locales que actúan de árbitros de la situación y siempre barren para ellos. ¡Cómo los propietarios de Chinder son paisanos suyos!”

21 de marzo de 2011

TUTTI FRUTI DE DOPAJE (2 DE 2)

Si más pronto escribíamos la semana pasada sobre el tutti fruti del dopaje, mostrando cómo la tienen tomada casi exclusivamente con el ciclismo y cómo el asuntejo –para muchos políticos y jueces- es más importante que la propia seguridad ciudadana (ya saben, crimen organizado, corrupción, violencias varias, etc), más pronto aparecen en los medios algunas veladas referencias al dopaje ¡futbolero! Y para llamar la atención, el foco se puso en el Barça galáctico. Estaba claro que quienes lanzaban semejante globo sonda sabían muy bien lo que hacían.


AL CICLISMO Y ATLETISMO LOS TOMAN POR EL PITO DEL SERENO

¿Qué tienen el ciclismo  y el atletismo para que sean los deportes en que más aparece el dopaje? Aunque ambos son dos deportes muy duros, nadie nos convencerá que el resto son peritas en dulce. Hasta para jugar profesionalmente al ajedrez hay que tener un corazón a prueba de bombas y jaques mate. ¿Hay alguna predisposición genética en los ciclistas y atletas para meterse porquería en el cuerpo, mientras que el resto de los deportistas son unos “angelicos del Señor”? Nadie, salvo que sea un ser puro y virginal (o sea, idiota) podrá creer semejante sandez. La cosa, pues, está clara: en la lucha contra el dopaje se viene apuntando y disparando básicamente contra estos dos deportes. Los ciclistas y atletas suelen ser gente indidualista, procedente del tercer mundo o de las clases bajas, personal muy sacrificado y de poco tirón social y mediático.  Detrás de ellos no hay grandes clubes ni multinacionales ni cientos de televisiones ni millones de aficionados. Oiga, gente estupenda para servir de pim-pam-pum contra el dopaje, de chivo expiatorio. Comparen la mayoritaria procedencia social de los deportistas de otros deportes "individuales"  (tenistas, golfistas, pilotos…) con la de los casi siempre modestos atletas y ciclistas. La igualdad social de oportunidades, en algunos deportes todavía está por descubrir. Sí, hay deportes como el fútbol donde muchos de sus practicantes exitosos proceden de estratos sociales y países de la cola del mundo pero ellos no están solos ante el peligro sino que forman parte de un engranaje bien engrasado en forma de prestigioso club. El potencial económico, social y tal y cual de cualquier entidad, llámese Barça, Madrid, Chelsea, Los Ángeles Lakers, etc, actúa de pantalla de protección de sus integrantes más aventajados y glamourosos. El que a buen árbol se arrima, ya se sabe...

Es tan burdo y evidente el sistema selectivo en relación al dopaje que una vulgar pregunta lo pone patas arriba. ¿Cómo es posible que haya más casos de dopaje en deportes minoritarios en  practicantes (y en espectadores) respecto a deportes tan mayoritarios como el fútbol o el baloncesto, un suponé? Sólo por el número extenso de practicantes, por el altísimo nivel de exigencia deportiva y social, por el impresionante negocio económico y publicitario que mueven, sólo por eso, estos dos  deportes deberían figurar en el ranking de los que tienen más casos de jugadores dopados. Nada de eso. Algo huele a podrido en esta pirámide invertida.

PREGUNTITAS CON MUCHA GUASA

Riámonos un rato porque tanta seriedad nos acongoja. ¿Se aplican las mismas normas, los mismos análisis, idénticos controles y celo a todos los deportistas? Je, je, permítame que me ría a mandíbula batiente. Ji, ji, jo, jo. A Contador (un tipo al que en un año le realizan más controles clínicos que a usted o yo en toda nuestra vida) le quieren crucificar porque en un análisis aparecieron unas cantidades irrisorias y minúsculas de clembuterol. El análisis fue realizado por uno de los laboratorios más avanzados del mundo, preparado para encontrar rastros infinitesimales de cualquier porquería. ¿Se imaginan llevando a dicho laboratorio, todas las semanas, las muestras de los más afamados futbolistas mundiales? Ji, ji, ja, ja. Sigan imaginando cosas risibles. ¿Puede decir alguien bien informado –don Lissaqué, por ejemplo- cuántos controles pasó Contador el año pasado y cuántos Cristiano Ronaldo o Messi o cualquier jugador afamado de la Liga española, o inglesa o alemana? Si contesta que un número equivalente,  algunos somos capaces de morirnos de la risa.  Y otra preguntilla más: ¿tienen la misma profundidad investigadora los análisis que se realizan a los ciclistas y a los futbolistas, baloncestistas, etc? Ji, ji, jo, jo. ¿Ha escuchado quejarse a algún futbolero de que, a las cinco de la mañana, en el día del partido, le han despertado para enchufarle una jeringa y sacarle sangre? Ju, ju, es que me meo de la risa. ¡Que me meoooo!

Seamos serios, ji, ji. Hay deportistas privilegiados que reciben trato de favor, usted perdone, si no le sabe mal me orina aquí un poco, y luego, no se moleste, necesito pincharle un poquito para sacarle una gota de su millonaria sangre. Es sólo un paripé, oiga.Exigencias del guioncillo para que gente como el Puñetas no larguen tanto por ahí...

¿Qué pasa, que los futbolistas no comen solomillos? ¿Son todos tan serios y responsables en tomar todas las precauciones posibles que a casi ninguno se les detecta alguna cosilla inconveniente entre sus leucocitos y plaquetas? Eso no se lo cree ni el que asó la manteca. ¿No será que el control que se les realiza es mínimo, chapucerillo y poco exigente… comparado con lo que se hace a los ciclistas o atletas?  ¿Hay que ser un lumbreras para llegar a semejante convicción?


TORQUEMADAS DEPORTIVESCOS 

Otra cosa bien diferente de las dudas y convicciones arriba expuestas de manera general, es  acusar directamente a determinados clubes y futbolistas de que se dopan y hacerlo sin aportar prueba alguna. A esa actitud se le llama calumniar, difamar y otras cosas igualmente venenosas. Es a eso a lo que se dedican algunos periodistuchos deportivescos,  gente que gana sus buenas perras moviendo la mierdecilla ajena para mayor gloria de los señoritos que les pagan. Acusar de doparse a los chicos del Barça o del Valencia (o de cualquier otro club) sin poner a disposición del respetable los resultados analíticos correspondientes, debería estar penalizado con años de suspensión profesional, multa estratosférica y poner el careto de los difamadores en las paredes de todos los aeropuertos del país y parte del extranjero.

Acabemos de una vez con este tutti fruti del dopaje. Sentada la presunción de inocencia como principio inviolable, otra cosa es que algunos no nos chupamos los dedos de las manos ni de los pies. Es indudable que no se trata con el mismo rasero en el control y análisis a todos los deportistas. En base al más elemental principio de igualdad entre los unos y otros, debería ser exigible en, por y desde todas las instancias. Y ya me largo. Dejaremos para un siglo de estos otro tipo de dopajes tanto o más sangrantes que los de la EPO, Clembuterol y otras mierdas.  Empezando por los económicos. Ja, ja, je, je, ji, ji, jo, jo, ju, ju...    

13 de marzo de 2011

TUTTI FRUTI DE DOPAJE (1 DE 2)

El ciclista italiano Riccardo Riccò ha anunciado que abandona el ciclismo profesional tras estar implicado en varios casos de dopaje. "El ciclismo me da ganas de vomitar. No vuelvo más", ha dicho el corredor de 27 años en una entrevista que publicó ayer un diario italiano. El camarada es aquel que hará cosa de un mes tuvo que ser ingresado en un hospital en estado crítico.  Según algunas habladurías porque se había metido en el cuerpo no un buen bocadillo de jamón ibérico sino una autotransfusión de sangre mal conservada. El amigo ha tenido más de una vez problemas de dopaje así que parece que lo suyo ya pasa de castaño oscuro. Ahora se larga despotricando contra el ciclismo pero en vez de tirar de la manta se va con el rabo entre las piernas. Esta actitud me ha traído a la memoria un caso contrario que, en su tiempo, fue muy comentado: el de Jesús Manzano, el ciclista español que allá por 2004 desgranó en el diario AS toda la serie de porquerías que algunos corredores –él, entre ellos- solían meterse en el cuerpo. Ser tan valiente le costó caro pero hoy lo traigo como ejemplo ejemplarizante frente al italiano que ahora se va tan cobardemente. Arrivederci, cantamañanas…


Buscando en mi hemeroteca bloguera, he encontrado el siguiente articulillo que dediqué a la cosa del doping en una bitácora anterior a esta del Arco.

26 marzo 2004
El deporte profesional está dejando de ser un espectáculo saleroso para asemejarse cada vez más a una burda burrez. O sea, que cada vez parece la vida misma. De ahí mi renovado interés por sus tejemanejes, que ya creía superados tras el entierro de mi adolescencia hace bastantes años. Quien dijo que el tinglado vital en el que andamos metidos es un eterno retorno se equivocó en lo de “eterno” pero dio en el clavo con lo del “retorno”. Los adultos humanoides andamos cada vez más infantiles y cavernícolas, retrocedemos alegremente a etapas históricas finiquitadas prematuramente y con un poco de suerte volveremos a fabricar el bing-bang, pero esta vez con la marca registrada del homo atomicus-burrensis.

Más dejémonos de coñas filosóficas y vayamos a lo que iba. En esto del deporte ahora estoy enganchado –y la palabra viene al dedillo- con el serial que el ciclista Jesús Manzano está desgranando en el diario AS, donde explica el arsenal de porquería que se ha tomado y le han dado para que no se cayese de la bicicleta y lograse esos éxitos que nunca llegaron. No sé si me podré volver a peinar pues su acojonante declaración me ha puesto los pelos de punta.

“Yo sólo conozco la Oxiglobin, que tiene hemoglobina para los animales. Se usa para perros que tienen anemia y cosas así. Esto lo he tomado dos veces, ambas en la temporada 2003. Una vez fue en el Campeonato de España de contrarreloj y la otra en el pasado Tour, aquel día que terminé perdiendo el conocimiento y retirándome. (…) Luego he utilizado el producto Actovegin, que es plasma de ternera joven. En el argot ciclista se llama gas bus. Es un producto que oxigena más la sangre y es indetectable. Su efecto es de un día. Se pone para una etapa que sea complicada. Se inyecta en la vena. (…) La nandrolona se usa en invierno para el gimnasio. Se usa para la musculatura. Antes de diciembre se deja de tomar.” (AS, 26/03).

El ciclista desgrana en una larga entrevista todo un recetario de drogas y medicamentos que circulan por el pelotón ciclista, de los cuales afirma haber tomado algunos. Jesús Manzano más que un ciclista parece un médico… o un veterinario, de los conocimientos que demuestra acerca de los múltiples potingues que existen en el mercado legal e ilegal para hacer más resistente el cuerpo. Y eso, está claro, se lo han enseñado. Y se lo han dado. Algunos ciclistas es posible que vayan por libre, pero los conocimientos básicos de tanta farmacopea alguien se los ha tenido que enseñar y mostrar primero.

En fin, que Jesús Manzano está armando la marimorena porque aquí hay mucho pringao por medio y ya le han empezado a llegar las amenazas de muerte. El jefe médico del equipo Kelme, al que pertenecía el ciclista, se ha sentido aludido y afirma categórico que “si Manzano hizo esas cosas, será a escondidas del equipo”. Esto de que un ciclista hable de la hormona del crecimiento, la cortisona, los parches de testosterona o de la pomada de cortisona con más familiaridad que la que hablaría nuestro médico del seguro sólo significa dos cosas: que muchos ciclistas se entretienen en las aburridas etapas alpinas leyendo gordos manuales médicos o que quienes vigilan por su salud y rendimiento son impresentables matasanos. Matasanos.

No nos caeremos del guindo. Se dopa todo quisque, desde el ciclista al jugador de parchís pasando por el policía, el cura y el político. Nos dopamos con el café de las cinco, el cubata con ginebra de las nueve y las Crónicas Marcianas de las doce. Pero por no desviarnos del tema, lo que ya no tiene nombre es lo que denuncia Jesús Manzano. “El caso se tratará por vía judicial”, afirma el Secretario de Estado para el deporte. Los ciclistas que están corriendo en la Semana Catalana se han negado a firmar un documento contra Manzano presentado por los burócratas de la Asociación de Ciclistas Profesionales “porque lo que está contando Manzano es la verdad”, según refiere AS. El diario L’Equipe, el que mangonea en el Tour, se ocupa también del asunto. Al diario AS llegan cartas atacando al ciclista delator (“los que denuncian, se autoinculpan”, escribe un cretino) o dándole ánimos (“todavía hay gente que se atreve a llamar a las cosas por su nombre”).

Siempre sospeché que es imposible aguantar miles de kilómetros en veinte días de Tour, Giro o Vuelta a España, subiendo a dos mil metros y bajando a 80 kilómetros por hora, con lluvia de cara, viento de levante y sol de 35 grados, sin la ayuda llevadera de multitud de potingues que prometen hipotéticos éxitos hoy y aventuran seguros fracasos mañana (Jiménez y Pantani, sin ir más lejos). Seguro que muchos ciclistas utilizan lo indispensable (como la mayoría de los mortales), pero la gente del montón, los que le llevan el agua al líder, los que le esperan si se cae, la morrallita, señor, o pasa por el aro o se va al paro, donde hace mucho frío. No lo digo yo. Lo dice con dos cojines el arrepentido Manzano. “Si desobedezco y luego no ando, voy a la puta calle”.

Dos meses más tarde volví a la carga sobre el particular, esta vez para criticar duramente una gran redada que hizo la policía italiana durante el Giro. Aquel artículo no tenía desperdicio y sigue manteniendo plena actualidad.

31 mayo 2004
Todo el mundo sabe que el ciclismo es el único deporte de alta competición en el que la gente se mete en el cuerpo todo tipo de porquerías con el loable propósito de llegar a la meta antes que los demás y forrarse de euros. Algunas veces le acompaña el atletismo, pero el dopaje es típico del ciclismo.

Eso pretenden hacernos creer los que se creen muy listos tomándonos por imbéciles. Y a eso se dedican también ahora los que velan porque en el mundo haya menos delincuentes y chorizos. De modo que las redadas policiales empiezan a dirigirse contra quienes son ya más peligrosos que la mafia, que los etarras, que las telecos, que algunos consejos de administración de la banca, que algunos gobiernos.

“Italia declara la guerra al dopaje. Unos 700 policías participan en una operación contra el consumo y tráfico de sustancias prohibidas”. (El Mundo 27/05)

Cumpliendo con las valientes instrucciones del valerosísimo Fiscal de Roma, cerca de 700 agentes llevaban a cabo más de 140 registros en viviendas, oficinas y habitaciones de hoteles en busca de sustancias prohibidas. Entre los sospechosos había deportistas variados, aunque en su mayoría eran del mundo del ciclismo. No podía ser de otro modo. Los agentes no se fueron a visitar al Berlusconi, que seguramente se estaba chutando algún afrodisíaco de esos que le hacen decir y hacer los más vergonzantes dichos y hechos de gobierno. Tampoco fueron a visitar a los grandes ases del balompié, que a esas horas dormían a pierna suelta. Ni a famosos cantantes, actores o escritores que sólo funcionan si se han tomado diez pastillas de esas que ponen las neuronas a trabajar. Los carabinieri se fueron, en su mayoría, a los currantes de siempre: a los ciclistas. Esos tipos que se tiran ocho horas encima de una frágil bicicleta, subiendo y bajando puertos de montaña, porque unos señoritingos que van en coche y llevan corbata les diseñan carreras muy emocionantes para que luzcan cachas.

Los policías, a instancias del Fiscal romano, muy preocupado por el aumento de sustancias dopantes en deportistas amateurs, asaltaron las habitaciones de numerosos ciclistas del Giro de Italia, que en la madrugada del miércoles al jueves dormían de un tirón para reponerse de la paliza de los 200 kilómetros del día anterior y poder resistir la nueva de otros 200 del día siguiente. Así que a las cuatro o la cinco de la mañana, los polis les levantaron, cachearon y tal y tal. Después se fueron, no dieron ni las buenas noches y no hubo nada.

Al día siguiente los ciclistas siguieron la ruta marcada y hasta la próxima redada. Ninguno se plantó. Ninguno elevó la voz por encima del pelotón. Por eso los polis volverán en próximas noches. Porque estos tipos se lo merecen. No porque se dopen unos cuantos. Sí porque su dignidad como ciclistas y como personas la vienen tirando a espuertas por esas carreteras y puertos del diablo. Acabarán con el ciclismo, su profesión, y los tipos cogerán la bicicleta calladamente en dirección a sus casas para rumiar en silencio y seguir pedaleando en… la bici estática.

Ojito, que cualquier día de estos otro fiscal ansioso de fama y sadismo, es capaz de mandar a mil polis a nuestras casas particulares para ver si también nosotros nos dopamos con la estática. Y lo hará con un cigarrillo entre los dedos, chupando un caramelo de cien colorantes cancerígenos y bebiendo un trago largo de güisqui, mientras masculla por lo bajini que eso de las sustancias dopantes en el ciclismo es una tema de más alta seguridad nacional que la mafia, la corrupción, la inseguridad vial o cualquier otra nimiedad. 
 
A finales de año le dio al Puñetas por inventarse este Arco del Triunfo que ahora entra en su recta final ya que todo lo que se empieza termina por acabarse alguna vez. Todavía faltan unos meses pero hoy deseaba reflejar cómo esto del deporte, hasta en sus aspectos más escabrosos, es una noria a la que siempre le estamos dando vueltas y vueltas gracias a nuestra falta de… memoria.

6 de marzo de 2011

LA PELI DE LA SEMANA: "EL BUENO, EL FEO Y EL MALO"


Si Sergio Leone, el director de spaghettis westerns tan famosos como  “Por un puñado de dólares” o “La muerte tenía un precio”, hubiese tenido que escoger protagonistas esta semana última para su otro famoso éxito, “El bueno, el feo y el malo”, aunque esta vez con asuntejo deportivo de fondo, probablemente habría coincidido con el Puñetas: Guardiola haría de bueno, Ecclestone de feo y Mouriño de malo malísimo.

El entrenador catalán del Barça (no llegan al 30 % los entrenadores del “país” que han dirigido al club culé) va de bueno por la vida. Se lo puede permitir porque desde que llegó de la mano de Laporta (ese hombre que presume de saber de dónde viene pero que no sabe a dónde va) todo han sido éxitos y títulos. Alguien debería recordar a Frank Rijkaard, su antecesor en el banquillo, quien durante casi cinco años fue sentando las bases de lo que ahora es la parte más importante de la plantilla blaugrana, pero la memoria es flaca y desagradecida. Como nadie suele mirar al pasado (de ahí los castañazos que luego nos trae el futuro), cerraremos este pequeño paréntesis nostálgico.

Don Pep tiene una imagen pública no sólo positiva en Cataluña si no, lo más importante, en el resto de España. Probablemente las simpatías –cada vez mayores- que el Barça despierta fuera de su cortijo se deban, junto a sus éxitos deportivos, (el éxito, como la miel, siempre atrae a todas las moscas y moscones), a un señor que sabe portarse como un ídem fuera y dentro de los terrenos de juego. Lo ha escrito hoy Antonio Soler en su columna del diario SUR: “El fútbol es la mayor, a veces la única, referencia para muchos jóvenes, niños y gente de escasa formación, y para ellos el respeto y la honestidad que en cada intervención deja sobre la mesa el entrenador del Barcelona suponen una enseñanza ética muy necesaria en una sociedad tan propensa a la banalidad que tiene al fútbol y a su trupe de mercachifles como referente moral”.    

La última hazaña de don Pep ha sido, y va a ser, acudir al banquillo cuando tiene una hernia discal que necesita hospitalización y vigilancia extrema. Del hospital al campo y del campo al hospital. Por lo menos hasta que pase el duro trago del Arsenal. Para el juntaletras Salvador Sostres, que ni sabe de dónde viene y mucho menos a donde va, lo de don Pep es de nota: “Dejando a un lado la parte del talento, si los españoles se hubieran dedicado los últimos años a trabajar en serio, a esforzarse, a comprometerse de verdad con su trabajo; si no hubieran fallado tantas veces, si no hubieran cogido bajas tan fraudulentas, por un resfriado, un dolor en la punta del dedo o una causa totalmente inventada con la complicidad de médicos funcionarios y jueces sindicalistas, esos que sentencian que todo despido es improcedente, España no estaría en el fondo de este pozo tan negro. Guardiola acudiendo a Mestalla destrozado de dolor fue la metáfora perfecta de la solución que España precisa”.  (Diario El Mundo, 5 de marzo).

¿Quién tiene  la más mínima duda de que don Josep Guardiola es el hombre bueno del deporte español, con permiso del seleccionador Del Bosque, aunque sus casos y cosas no son comparables? Si a éste lo han nombrado Marques de No sé Cuantos a don Pep acabarán nombrándolo San Guardiola (el Vaticano, Dios mediante) o Muy Honorable Entrenador (con permiso del también muy honorable president de la Generalitat).

El protagonismo feo, feísimo de nuestra semana deportivesca se lo ha ganado a pulso ese pobrísimo paria de la tierra que atiende al nombre de Bernie Ecclestone.  Ya saben: el capo, dueño, mandamás y  jerifalte de la Fórmula Guán (también llamada “I”). En el mundo de las finanzas y los tiburones  don Bernie es simplemente “el presidente y director ejecutivo de la Formula One Management y Formula One Administration”, carguete muy finolis y edulcorado al que desde el Arco le hacemos una sonora pedorreta. Sin embargo, la posible maldad que cargo tan rebuscado pueda tener queda en segundo lugar frente al feísmo  del camarada que lo ejerce. Con tal término se designa a “cierta tendencia artística o literaria que valora lo estéticamente feo, decadente o de mal gusto”. No tiene el paria de don Ecclestone nada de artista o literato pero sí de lumbrera sobrevenido a golpe de talonario y parné ganado a costa del sudor de los de enfrente. Y como no hay nada más importante que tener dinero (y poder) para creerse uno el ser más inteligente del orbe, don Eccles acaba de parir esta semanita unas cuantas ideas dignas del premio  Nobel de Física, Química, Literatura y Artes Plásticas a un tiempo.

El feísmo del jefazo de las carreras de coches quiere acabar con el aburrimiento y somnolencia que su Fórmula One provoca en la mayoría del personal. Está empeñado en convertir en olímpico a su “deporte” y para irse haciendo a la idea piensa que lo mejor sería dar medallitas al final de las carreras. Eso de los medallones viste mucho. Pero antes de ganarse la de oro sugiere el capo que los pilotos en liza deberían correr con frenos menos potentes porque así se adelantaría más  (también habría más porrazos y accidentes, pero eso a don Bernie le importa poco, es más, le encanta pues da espectacularidad a su jodido y barato invento). Algunos circuitos deberían ser mojados artificialmente  (de improviso, para dar suspense y morbo al asuntejo). Debería haber más circuitos, nuevos países que acojan (y paguen) novísimas carreras llenas de escenarios espectaculares y de fuerte atractivo turístico y económico, tal como ese gran premio nocturno de Singapur que desde hace unos añitos se fabrica por la noche. Total, si el derroche de gasolina y energía es estratosférico en cada carrera, qué mejor que aumentarlo haciendo que se derrochen miles de kilovatios a la luz de luna y tropecientos mil grandes premios.

Las ideas de este feísimo lumbreras no se agotan. ¿Para qué tener morralla en las carreras, equipos que sólo salen al circuito a joder la marrana, sin posibilidades reales de ganar una medallita ni de brindar espectáculo del bueno? Mejor que las tres o cuatro escuderías más competitivas (siempre las mismas, las mismas de siempre) participen con tres coches o cuatro.  Más emoción y más pelea fraternal. (Algo así debería hacerse, digo yo, con la Liga española del futbolín: una liga de 15 equipos, tres del Madrid, tres del Barcelona y así…). Y lo mejor: a ver donde coño encuentro yo una mujer para la parrilla de salida… Una mujer no para enseñar las cachas al respetable al tiempo que conduce un paraguas bamboleante, no. Una mujer de pelo en pecho, capaz de poner firmes a Alonso y el resto de la tropa conduciendo su cuatro latas de Ferrari o Mercedes o Juanita. “A la Fórmula 1 le falta, si fuera por mis preferencias, tener en la parrilla a una mujer negra, que fuera judía y que ganase carreras”. Claro, y que te abanique por la noches, pillín…

Don Ecclestone está reñido con la hermosura. Por eso se rodea de despampanantes mujeres, aunque luego alguna se le divorcie y le saque de la chequera un potosí. Pero que le quiten lo bailao porque su negocio es de lo más seguro. Al fin y al cabo él siempre está trotando por las gradas y boxes mientras que otros son los que arriesgan el pellejo y los nervios apretando el acelerador en costosísimos cacharros (rebozados de cuatro latas) a los que el común de los mortales vemos pasar como demonios por delante de nuestros incrédulos ojos televidentes.   

¿Y dónde está el malo, hombre de dios? —se preguntará impaciente el sufrido lector.  Si no hay malo malísimo, no hay película que valga. Alguien tiene que haber para llevarse todas las tortas… Alguien que -a ser posible- se lo merezca muy merecidamente en cuanto que cada vez que asome el careto ante el público provoque el aumento en progresión geométrica del número de sus enemigos. Ese alguien sólo puede ser uno, y esta última semana, ha vuelto a demostrarlo. Con ustedes, don ¡Pepe Mourinho!

Esta vez el taimado portugués ha conseguido las iras de miles de tranquilotes malagueños tras señalar antes del partido con el Málaga: “La diferencia con Pellegrini es que si el Madrid me echa, yo no iré al Málaga”. Algunos, como el impresentable presidente de la Diputación malagueña, le han salido respondones, tildándolo de “payaso”. No es para tanto, don Pendón. El malo de la película dijo que “no iría al Málaga” y no “a Málaga”. Parece que hay cierta diferencia entre un equipo de futbolín y una ciudad pero se ve que algunos politicastros no entienden de matices ni filigranas. Más no abandonemos al malo, malísimo por culpa de los torpes, torpísimos politiqueros.

Don Mou, cada vez que abre la boquita de piñón, hace que suba la gasolina. Por el bien de la economía del país deberían hacerlo callar. Sí, ya sé que la libertad de expresión es sagrada (para los que nunca tienen nada interesante que decir y para los que nunca llegarán a expresarse) pero el asunto puede derivar en algo muy gordo. En la actual Spain un gobierno nacional y tropecientos mil gobiernillos autonómicos y locales pueden hacer tropelías al por mayor que todo lo aceptarán resignada y cristianamente los ciudadanos, pero que nadie ose meterse con el Málaga C.F., el Racing de Santander, el entrenador del Gijón o el Deportivo de La Coruña. Entonces se puede armar la de San Quintín, Troya, el dos de mayo, la marimorena y la de dios. En el mundo del furbo abundan los tarados. Por de pronto, ahora se ha sabido que “Mourinho pudo ser apuñalado en La Coruña”.

Gente tan sensata como el escritor antes citado, Antonio Soler, pone el dedo en la llaga y en la lenguaraz lengua del luso: “Lo pernicioso es el personaje que ha elegido. La encarnación del desprecio, la no asunción de responsabilidades, la excusa permanente, el insulto como estrategia, la descalificación como estímulo.  (…) Para Mouriño todo es fuego amigo. Si alguien no está con él, es un hipócrita, si se le cuestiona se incurre en agresión, si llueve es un complot de los dioses contra su persona Es su juego. Pero es más que un juego. Es una desgracia para la sociedad en general tener que soportar la presencia continuada de un individuo que calculadamente ha optado por ese personaje como emblema: soberbia, ira, despotismo”. (Diario Sur 6/03)

Oyendo al malo malísimo (los árbitros le persiguen, los que hacen el calendario de partidos le acosan, los que entrenan a los equipos rivales le ponen las cosas fáciles al Barça, etc) cualquiera diría que don Mou entrena al equipo más pobre y miserable del planeta. Quizás don Florentín no le ha contado que ese equipo es el más rico del mundo, como acaba de reflejar el estudio de la Football Money League y que a los más poderosos nadie les tose, o se les trata infinitamente mejor que a los parias de las clasificaciones. Quizás don Valdano debería asumir otra enorme responsabilidad a sus espaldas: dar clases de diplomacia y saber estar a su entrenador favorito. Probablemente este hombre, digno de ser el malo de la película, con mucho más talento cinematográfico y teatrero que el mismísimo  Eli Wallach, se crea tan buen estratega dentro del campo de fútbol como fuera, pero alguien debería hacerle notar tan grave error. Cada vez que abre el pico, y conforme avanza la competición, se hace más patente su falta de espíritu  deportivo. Tiene de deportista lo que Belén Esteban de mujer ilustrada.

Hay mucha gente a la que le encantan más los personajes que actúan de malos que de buenos. Por eso salen más en las telecacas los delincuentes (asesinos, ladrones de guante blanco o negro,  políticos corruptos, banqueros del Caribe tiburoneando en los bolsillos ajenos, etc)  que la gente sencilla, seria y honrada. Será por eso que muchos periodistas disfrutan como cerditos en un charco poniendo el micro ante el morro de don Mou. Dónde va a parar el juego y el verbo del caballero comparado, un suponé, con su antecesor, un tal Pellegrini al que lapidaron toda la temporada anterior porque sólo de higos a brevas daba algún titular “caliente”.  Por eso mismo se pueden leer comentarios tales como este que he copiado de alguna página internetera, hablando sobre el ínclito señorito: “Se dice de él que es chulo, prepotente, directo, sin pelos en la lengua, y todo esto por decir lo que piensa. De los pocos entrenadores que deja de lado la cortesía (en muchos casos falsa), la modestia o todo tipo de acciones en las que se demuestra un ápice de educación. Lo que piensa lo expulsa, y espera quieto, viéndolas venir y rechazando cualquier ataque. Eso no es prepotencia, es sinceridad, sí, una sinceridad excesiva”.  Algunos confunden el culo con las témporas y la velocidad con el tocino. Al torpe e interesado ladrido llaman  sinceridad. “Lo que piensa, lo expulsa”. Sí, lo expele como si fuesen malos humores o excrementos. Algunos deberían hacérselo mirar (el cerebro y las ideas). Probablemente don Mou sea el mejor entrenador del mundo (si decir esto no es una boutade, claro) pero el personaje que se ha creado se le está escapando de las manos.

 El 30 de mayo de 2010 dábamos la bienvenida a don Mou fijando una fecha mágica: 15 de junio de 2011. Es la fecha tope que poníamos como salida del Real Madrid para el portugués, “el mejor entrenador del mundo”, “el técnico galáctico”, “el catedrático en táctica”, según  afirmaba el diario madridista Marca, fiel vasallo y palmero (o lameculos, usando la “sinceridad excesiva” en que se mueve don Mou) del club de sus amores. Para cuando llegue el verano la película deportivesca de “El Bueno, el Feo y el Malo” ya habrá sido rodada y será un nuevo superéxito en las pantallas.

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