24 de enero de 2006

INFLACIÓN DEPORTIVA

En la revista “EL SEMANAL XL” del grupo Vocento (del 15 al 21 de enero) publicaba Juan Manuel de Prada un artículo muy interesante sobre el mundo del deporte, que suscribo punto por punto. Espero que no le siente mal que lo divulgue a través de esta modesta bitácora. Plantea varios temas a los que más satíricamente volveremos en alguna ocasión. Que aproveche. “Creo que empecé a cogerle manía al deporte cuando advertí que su tratamiento informativo no obedecía a las mismas leyes que rigen el periodismo convencional. Aquel recurso retórico que los latinos denominaron amplificatio, consistente en inflar hasta la hipertrofia cualquier asunto, por inane o baladí que sea, ha encontrado en el periodismo deportivo su apoteosis. Basta, por ejemplo, que dos compañeros de equipo balompédico se sacudan un sopapo en un entrenamiento, al calor de una rebatiña, o que el entrenador de tal equipo haya cruzado unas palabras agrias con uno de sus pupilos, para que los telediarios inauguren su emisión con las declaraciones balbucientes de los implicados, relegando a la condición de comparsa cualquier otro asunto de la política doméstica o internacional. Si alguien se dedicara a calcular el espacio que los noticiarios radiofónicos y los periódicos dedican a las desavenencias pijas de nuestras estrellitas o asteroides del césped, descubriría con perplejidad u horror que es mucho mayor que el consagrado a alumbrar las tragedias más encarnizadas en las que se debate el planeta. Un resfriado de Ronaldinho o un esguince de Raúl acaparan a la postre más titulares que un atentado terrorista en Israel o Irak con decenas de muertos. Aquí podría oponerse que, lamentablemente, el público concede más importancia a los alifafes de las estrellitas o los asteroides balompédicos que a las calamidades que afligen Oriente Medio; pero no creo que la misión del periodismo consista meramente en satisfacer una demanda de curiosidad, sino más bien en despertarla y alentarla. Otra circunstancia que me desagrada de la información deportiva es su carácter ciclotímico; en ella se alternan los periódicos arrebatos de euforia y las incursiones depresivas también periódicas. Este comportamiento ciclotímico adquiere especial preponderancia en la información que se nos ofrece sobre la selección balompédica autóctona (no me atrevo a escribir ‘española’, por no herir sensibilidades plurinacionales). Al concluir cualquier campeonato internacional, después de haber sido vapuleada con derrotas ignominiosas, los informadores deportivos coinciden en afirmar que nuestra selección la componen un hatajo de vagos y señoritingos de mierda, más dispuestos a forrarse que a sudar la camiseta. Una vez extinguidos los ecos del cataclismo, y a medida que la selección autóctona se repone del varapalo recibido con victorias en fases clasificatorias ante potencias del calibre de San Marino o Bielorrusia, comienzan las tibias palinodias: «Hay que reconocer que contamos con un equipo sólido», leemos o escuchamos; y luego: «En honor a la verdad, nuestra selección cuenta con alguna de las individualidades más valiosas del concierto europeo»; y ya por último, cuando se aproxima la celebración del siguiente campeonato internacional, irrumpe el triunfalismo: «Somos favoritos al título». A la hora de la verdad, nos elimina Paraguay o Corea y se reproducen las lamentaciones jeremiacas. Y así hasta el infinito o la náusea. El patrioterismo, en fin, es otra circunstancia que infla la información deportiva hasta extremos paroxísticos. Basta que un español obtenga un éxito en tal o cual disciplina deportiva, por marginal o exótica que sea (o incluso cuando se trata de una disciplina dudosamente deportiva), para que de inmediato dicha disciplina adquiera una preponderancia aplastante sobre otras que tradicionalmente suscitaban mayor interés. Ocurrió, hace unos años, con las carreras de rallies: hasta que Carlos Sainz no empezó a ganar trofeos, los avatares de este (llamémoslo piadosamente) deporte suscitaban los mismos entusiasmos que los documentales sobre la reproducción de los mejillones. Naturalmente, ha bastado que el mencionado Sainz dejara de ganar carreras para que las carreras de rallies, que habían llegado a acaparar portadas, sólo merezcan esquinadas gacetillas en los periódicos. Lo mismo ocurrirá con las carreras de fórmula 1, ese videojuego de alto presupuesto: cuando nuestro compatriota Alonso deje de ser el más rápido, por desgana o jubilación anticipada, las vicisitudes del circuito automovilístico, que ahora nos mantienen en vilo, volverán a convertirse en un galimatías soporífero.

12 comentarios:

Anónimo 25/1/06, 15:10  

La mania que le tienes al fútbol es culpa de los medios de comunicación más que del propio fútbol. Que culpa tienen los futbolistas del tratamiento informativo que se hace de su actividad. Das por hecho el fútbol es el deporte más popular gracias a los medios cuando el fútbol era ya el deporte más popular antes de la llegada de la televisión.

la aguja 25/1/06, 22:05  

Permítasame discrepar cordialmente con el lector anónimo de más arriba. Él parece presuponer una correspondencia unidireccional entre medios y televisión.

El fútbol y en general el movimiento deportivo adquirió rápida popularidad gracias a las gacetillas y medios de comunicación impresos allá por el siglo XIX; se relataban las crónicas deportivas y las gestas de los campeones y se observó que eran muy del gusto de los lectores.

Sí es cierto que gracias a la televisión el fútbol ha adquirido una mayor popularidad aún. Prueba del influjo de la televsión es que las modalidades que no aparecen en televisión "no existen".

Y prueba de la influencia televisiva en el público es también que cuando la televisión apadrina un deporte, éste sube como la espuma tanto en la atención del público como en practicantes.

Comparto totalmente el texto del artículo. De las crónicas deportivas y las gestas de los campeones del siglo XIX hemos pasado al papiloma de Ronaldo y a las encías de Ronaldinho.

Yo también le tengo manía a los futboleros. Porque padecen un mal endémico: creen que deben ser siempre los chicos de la portada. Pero cuando alguien es más "gallo" que ellos, se incomodan y no llevan bien ser relegados en popularidad. Pasa en todos los pueblos de España.

Anónimo 26/1/06, 10:19  

Estás suponiendo que todo el mundo es tonto y que se le puede manipular para que siga un determinado deporte. Supongo que los demás deportes también tendrían su espacio en los medios y no se han comvertido en tan populares.

la aguja 27/1/06, 1:25  

No, no, perdona. No estoy suponiendo nada. Digo lo que otros han demostrado. Que todo el mundo es tonto (que somos tontos) es algo que tengo claro hablando del mundo de la publicidad.

¿Recuerdas hace años un programa de Emilio Aragón hijo que hablaba de algo así como el Cacao Maravillao? Era una canción de unas samberas brasileñas, creo recordar. Mucha gente fue a los supermercados preguntando por el famoso Cacao Maravillao para comprarlo. Nunca existió ningún producto llamado así. Esa es la fuerza de la televisión como pantalla publicitaria.

Puedo darte muchos ejemplos sobre el mundo de la publicidad. Como el de mi amigo Sete que trabajaba en una cadena de supermercados. Tenían unas sardinas que costaban (pongamos) 89 pesetas. El caso es que no eran de una marca conocida y no estaban teniendo salida. La empresa corría el riesgo de que le llegara la fecha de la caducidad al producto y optaron por una estrategia comercial. Lo pusieron en oferta, anunciándola con grandes carteles encima del producto y llevaron las latas a una zona adecuada. Se agotaron en un solo día todas las latas.

La oferta había dejado las latas de sardinas en ¡¡¡88 pesetas!!!

¿Que si somos tontos? PUES SÍ.

El fútbol y la televisión... PUES SÍ. Se nos puede manipular.

Piensa en ciencias como la Psicología Social puestas al servicio de una empresa de ventas o de una empresa de televisión. Es manipulación lo que hacen con nosotros.

Con el mayor de los respetos, creo haberte contestado a tu afirmación-pregunta de que doy por sentado que todo el mundo es tonto y que se le puede manipular.

Por cierto, y dado que a Juan le considero un amigo me haré autopromoción, si estás al tanto de mi bitácora la semana que viene intentaré sacar un artículo sobre la publicidad televisiva en eventos deportivos. Si me acuerdo te lo dedicaré, comentarista anónimo. [Lo que se escribe en mi bitácora deportiva no es apto para todos los espíritus por ser altamente cáustico; luego no digas que no te he advertido].

Anónimo 27/1/06, 11:15  

Me parece un poco exagerado. Todos somos tontos menos los que estudian Psicología Social que nos manejan como marionetas. Que la gente fuera a los supermercados preguntando por el famoso Cacao Maravillao pudo ser una simple confusión. No creo que se puede generalizar tanto.

la aguja 3/2/06, 16:33  

Ya tienes dedicado el artículo.

Y no es que todos seamos tontos menos los de la Psicología Social. Ellos también son manipulados jaja.

Evidentemente, cuando uno es consciente de que está siendo manipulado le es dado elegir entre aceptar o declinar la oferta que recibe. Puedes leer el comentario que le hago a Juan Puñetas en mi blog sobre estrategias comerciales que rayan en lo infame.

Anónimo 26/11/07, 15:43  

Gracias a esta persona que escribio este artículo taaan interesante.... me lo han puesto como texto para comentar en el examen de lengua de 2º de bachiller... oh! mil gracias por escribir con ese vocabulario tan claramente comprensible y facil de definir como son las palabras: ignominiosa, soporífero, me has quitado 1 punto del examen! =D

Anónimo 23/4/08, 19:29  

buaaaaa
jajajajajjaja
somos unas xikjas de 2 baxiller..
buskamos comntarios d st texto exos
ajajajajaj
mil gracias
abajo arbizu!!!!

Anónimo 14/4/09, 18:35  

Oh estoy con anonimo! me estoy volviendo loc@ para hacer el comentario de este textoo! un vocabulario especialmente facil jaja!

Juan Puñetas 17/4/09, 2:12  

Veo que desde el 2006 sigue coleando este artículo del Prada y que hay numerosos profes por ahí que se dedican a ponerle las cosas difíciles a sus alumnos de Lengua con el análisis del mismo. Desde aquí poco os puedo ayudar salvo recomendaros que:
1) Si no hay más remedio, uséis un diccionario y una pastilla contra el dolor de cabeza.
2) Digáis a vuestros profes que el tal Prada está ya muy visto (le veréis el careto en Intereconomía TV algunas noches) y que mejor y más fácil es analizar un cuento de Blancanieves y los 80 enanitos.
3) Francamente, no sé qué es más difícil, si entender lo que dice el tal Prada en el artículo que reproduzco o entender lo que habéis escrito un poco más arriba, encabezado por ese buaaaa que me parte el alma y la almeja.

Disfrutad de la vida ahora que podeis y pensad que peor que Prada es el artículo que he reproducido hace poco:
http://porelarcodeltriunfo.blogspot.com/2009/03/deporte-y-represion.html

Les podríais proponer a vuestros profes algunos artículos de esta bitácora, especialmente los firmados por El Ardilla, al que seguro estoy que sí entendéis perfectamente. Haced la prueba...

Besitos, cachondos míos, que sois unos cachondos...

La estudiante 15/2/11, 22:42  

Yo también estudio Bachiller y estoy de acuerdo en que es un texto difícil a la hora de su comprensión,pero me ha ayudado mucho leer vuestros comentarios e incluso me he interesado.Ah! Yo también comparto la idea de "La Aguja" es por eso que tengo pensado estudiar Marketing o algo relacionado con la publicidad jaja.Gracias, me habéis sido de gran ayuda.

Juan Puñetas 20/2/11, 19:20  

Hubo un tiempo en que los que estudiaban Bachiller sabían hasta latín...Claro que hoy en día no se puede pedir peras al olmo sabiendo que las naranjas son de la China y a ti te encontré en el paro.

En fin, que me alegro que el personal estudie (para luego tener que emigrar a Alemania, Pepe)pues mejor tener luces (aunque alumbren poco y consideren difícil un texto "pradiano" que tampoco es para tanto) que andar siempre a oscuras dándose porrazos contra las esquinas.

Celebro que estudies algo relacionado con el marketing o la publicidad. De eso, en esta santa casa, entendemos muy poco, por no decir nada, así que así nos luce el poco pelo que aún nos queda...

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