-Camarero, venga usted pacá…
-Dígame, señor…
-En esta sopa hay un anuncio de la Eurocopa.
-Sí, es un regalo de la casa. Ya sabe…
-Pues dígale al chef que se lleve esta porquería de mi vista y me traiga una sopa como la guía Michelin manda…¡Abrase visto semejante horterada…!
-Pues se va a enfadar, oiga… Todo el mundo se queda muy contento por el detalle…
-Bueno, pues llévese la sopa y tráigame la cuenta.
-¡Pero si no ha tomado nada más que una ración de gambas!
-Por eso. Se me ha quitado el hambre con tanto anuncio pelotero…
-¿Y no quiere unos riquísimos boquerones fritos acompañados por una guarnición de sabia hortaliza y con un chorrito de vino Torres?
-No, no quiero nada que me haga recordar que se está celebrando la maldita Eurocopa. No me gusta el fútbol, lo odio, oiga, y en todos los lugares y sitios, en casa, en la calle y en la oficina, a todas horas me están dando la paliza con el puto gol y la maldita Eurocopa. ¡Es un lavado de cerebro infumable!
-Sí, aquí no se puede fumar, pero cuando echamos los partidos de la Eurocopa, se permite el fumeteo por un eurillo más. ¿De verdad que no quiere ni siquiera nuestro postre más afamado? Se trata de unas tortitas de Suecia aderezadas con unos granos de caviar ruso y un poquito de yogur griego. Todo ello acompañado de…
-¡Nooooo, noooo y noooo! ¿Es que no había otros países del mundo de los que traer su dichoso postre?
-Bueno, sí, pero el chef que, entre nosotros le diré que es muy futbolero, quería preparar una sorpresa eurocopera a nuestros clientes. Si España pasa a los cuartos, el postre lo hará con artículos típicos de nuestros rivales. Y así hasta que lleguemos a la final.
-Porque podemos, ¿no?
-¡Sí, podeeeeeemooooos! Eso disen en la Cuatro…
-La madre que los parió. Ya salen a relucir los cuatreros esos… Mire, déme la cuenta y le dice al chef que se meta el balón donde le quepa…
-Pero si ya se lo ha metido… Y dice que da un gustirrinín…
-Aquí no hay tu tía. ¡Qué se debe y a tomar por saco!
-Al menos permítanos que la casa le ofrezca gratuitamente un número para participar en el sorteo de un viaje a Austria a ver la final…
-¡Me cago en la leche…! ¿No le he dicho que me traiga la cuenta….?
-Sí, señor, a sus órdenes, señor…
-Señor, señor…, lo que tenemos que aguantar los que no queremos ver una pelotita de fútbol ni en pintura. ¡Ostras, Pedrín…!
(En esos momentos entra en el establecimiento el guitarrista de turno que empieza a entonar por soleares, o por seguiriyas…, bueno, da igual….)
-¡Me encaaaaanta el furbo y olé! ¡Me encaaaanta ver meté los goléeee! ...
(Nunca me he ido sin pagar de un sitio, pero la decisión estaba clara: o salía pitando del local sin esperar la cuenta o allí mismo cometía una locura de la que toda mi vida me tendría que arrepentir. Esta es la historia, señor policía… Yo pago encantado la minuta que adeudo al restaurante, pero es que en aquel momento… Oiga, oiga, señor policía…)
-¡Gooooooolllll, gol de Villa!
-¿Cómo dice, señoría de la autoridad?
-¡Que hemos ganao a Suecia en el último minuto! ¡Que ya estamos en los cuartos de final de la Eurocopa….! Oiga, oiga por el pinganillo…
-¡Me cago en diez y me llevo una…!
-¡Déme un abrazo, hombre, y firme el finiquito aquí! ¡Su cuenta la pago yo! Uy, ¡qué contento estoy….!
(Y allí lo dejé, besando a las paredes y a dos chorizos que esperaban turno. Todo el mundo más contento que unas castañuelas porque habían ganado un puñetero partido. Y yo, alejándome con tristeza de aquella alborozada comisaría. Directamente me fui al psiquiatra).
-Doctor, tengo una pena muy gorda o un problema muy esaborío…
-Pues vuelva otro día porque hoy es para que todo el mundo esté supercontento; ¡hemos ganao a Suecia y ya estamos en cuartos!
(No sé, señor juez, qué rayo pasó por mi cabeza, ya traspuesta. Sólo sé que agarré al psiquiatra por el pescuezo y que si no llega a entrar su enfermera, una gachí buenísima, experta en judo y artes marciales, allí mismo causo un psiquiatricidio.)
-Su caso, señor mío, está visto para sentencia. El psiquiatra comprende su drama personal pero solicita, y yo corroboro, que sea usted internado en un manicomio durante un mes, dos días y tres horas. Será sometido a un tratamiento de choque para recuperar la cordura.
-¿Y en qué consistirá, señor juez?
-En ver mil veces repetidos todos los goles que se marquen en el torneo. ¡Está usted como un cencerro! ¡Mira que no gustarle el fútbol ni la Eurocopa…! ¡Loco…, pero loooooco de ataaaaar!