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10 de mayo de 2011

EL TONTO NACIONAL


Hay un tipo por las Catalunyas (que no tienen culpa de tener entre sus feligreses a un majadero de esta especie) que ha hecho de su vidorra una tontería. El pobre hombre deshonra la barretina y al país que le vio nacer cada vez que monta uno de sus estúpidos numeritos pero le debe ir muy bien (seguramente porque entre la tropa política y mediática tiene importantes protectores y adeptos) cuando la cosa le sale gratis. Incluso dudo que le salga gratis: debe ganar bastante dinero haciendo sus habituales payasadas. Se llama Jimmy Jump aunque su nombre de pila (más bien de pilón) es Jaume Marquet i Cot.

El otro día, en el último Barça-Madrid, saltó al campo para intentar ponerle la barretina a Cristiano Ronaldo. Si yo hubiera sido el luso, en vez de aguantar el numerito como si se lo esperase, le habría arreado una patada en los genitales al grito de ¡te vas a guasear de tu mami!

Digámoslo clarito como el chocolate espeso: igual que el tontícola del Cot saltó al campo a hacer el payaso, otro capullito de alhelí pudo hacer lo mismo sólo que en vez de barretina podría haber llevado un cuchillo o una piedra. ¿Qué hubiera pasado entonces? Cabe la posibilidad de que este otro capullito lo hubiera hecho disfrazado de tontícola Jimmy Jump para cumplir mejor sus malvadas intenciones. ¿De qué estaríamos hablando ahora?

Digámoslo todavía más clarito: tras el arsenal de majaderías que ha realizado semejante fantoche en su desnortada vidilla propagandística lo normal es que ya le hubieran puesto a la sombra durante una temporada (por cosas de menos importancia hay gente que está en el talego), pero se ve que entre los padrinos que le protegen y el parné que otros tontos del haba ingresan en su bolsillo, el tipo tiene para salir ileso de sus fantasmadas.

Digámoslo ya con todas las letras: si en vez de semejante carota saltara usted (pongamos que portando una pancarta diciendo: “Estoy en paro, busco trabajo”), ¿adivina el pelo que se le caería nada más destrozarle la pancarta los seguratas?

¿Qué tiene este tonto nacional que parece inmune a cualquier pena o correctivo? ¿Quién le protege, se ríe de sus gracias o le paga? Mientras alguien responde a preguntas tan idiotas escribamos aquí la necedad que en su página web manifiesta el susodicho en referencia a su afición, oficio y beneficio:

“Jimmy Jump es un 'saltador' y como tal ha estado presente en numerosos actos públicos 'saltándose' las barreras de entrada existentes e infiltrándose en una zona adecuada para actuar y, claro está, preparar su 'gran salto'. Su objetivo es que el mundo entero sonría con sus divertidas y geniales actuaciones. Para ello está dispuesto a escuchar cualquier tipo de proposición que si le gusta y lo ve conveniente realizará brillantemente. Su manera de actuar podrá ser objeto de debate, pero en ningún caso te mostrarás indiferente ante su causa universal del saber estar y sentirse implicado en lo que hace”.

El amigacho ni tiene abuela, ni vergüenza torera ni sentido del ridículo. ¡Su objetivo es que el mundo entero sonría con sus divertidas y geniales actuaciones! Pobre diablo.

PD. Hay una actitud bien pensante en alguna gente que dice más o menos lo siguiente: “¿Cuándo vais a aprender a no darle publicidad a este tipejo? Si no se publica, acabará por no saltar”. Cerrar los ojos no es la solución. La solución pasa porque tras su última bufonada no le queden ganas ni dinero para hacer otra. La solución pasa porque, como hoy hace el Puñetas, califiquemos a este tipo como lo que es: un tonto de tomo y lomo que aumenta su tontura porque se entrena concienzudamente para ello. ¡Que le den la medalla de oro de la idiotez!

29 de abril de 2011

EL PUTO FÚTBOL

Todavía está por explicar científicamente el enorme exitazo del fútbol, el deporte “rey”. Aquí lo vamos a hacer tirando de las cuatro neuronas que aún nos quedan vivas (ojo, tras presenciar el no-fútbol y las tanganas de los tres últimos clásicos churriguerescos).

¿Por qué es tan abracadabrantemente popular el futbolín? Pues por lo mismo que lo es Belén Esteban, un suponer: porque sale en las telecacas y medios de comunicación enseñando sus vergüenzas. La chica es más simple que el mecanismo de un chupete, pero eso es un mérito para mostrar el careto a todas horas en los mass media del grito, el encefalograma plano y la mangancia intelectual. Igual le ocurre al deporte rey: simplicidad para lelos, grito pelado y comedura de coco audiovisual hasta la náusea. ¿Ustedes han visto que escritores, sabios, médicos, investigadores, etc, gentes que tienen muchas cosas que decir y la mar de variadas, salgan en las telemierdas tanto como la Esteban, Mourinho o Guardiola? Pues eso, blanco y en botella.  Deje usted de hablar de fútbol y de mostrarlo día y noche al alienado y desnortado público y tendrá menos fuelle que un boxeador tísico.

Pero además de la publicidad y la propaganda a todas horas, hace falta otro ingrediente fundamental. Como la Esteban, el fútbol vive gracias a su esencia característica y prefabricada: la polémica más mema. De todos los deportes es el más discutido y discutible porque así lo quieren sus rectores y practicantes. Donde hay polémica, como donde hay pelo, hay alegría. Con la polémica que suscita –ampliamente difundida por unos medios que sacan buena tajada del negocio futbolero- no puede competir ningún otro deporte. Un partido de peloteros no dura noventa minutos: dura la semana previa y la posterior, con millones de panolis discutiendo si aquello fue o no penalti, si la expulsión fue o no merecida mientras que no conocen –ni les preocupa- el nombre de quienes todos los días les están robando la cartera y el cerebro. ¿Y cómo se llega a esa polémica esencial y estructural? Con unas reglas de juego de la señorita Pepis y un reglamento del hombre de Cromagnon. Ya lo hemos escrito en el Arco en varias ocasiones y no volveremos a repetirnos como el ajo (que, por cierto, es lo que hace el futbolín).

¿Alguien se imagina un fútbol regulado por una especie de “ojo de halcón” al modo del tenis? ¡Se acabaría gran parte de la polémica y el personal dejaría de hablar y discutir días, semanas o años porque a ver quien polemiza sobre lo que es indiscutible o evidente!  Da igual que las nuevas tecnologías permitan que el espectador que está en el campo compruebe inmediatamente que lo que el árbitro ha pitado como fuera de juego no lo ha sido. Mandará la opinión del árbitro (que no es precisamente un robot dotado de ojo de precisión milimétrica), un tipo que en cuestión de microsegundos debe intentar ver y descifrar lo que le muestran 22 actores de teatro que trotan a su alrededor más pendientes de engañarle que de jugar al fútbol. Tipos que ya en los entrenamientos son aleccionados en la práctica  de revolcones, alaridos, descogorzamientos y otras expresividades corporales para así engañar mejor al trencilla en el día del partido. Claro, la  expulsión de un rival o provocar un penalti es garantía de tener la victoria casi en el bolsillo. (No hay ningún otro deporte en que haya dos jugadas tan determinantes). De ahí la preocupación de muchos jugadores en provocar este tipo de jugadas. Da igual que haya cámaras delante que luego puedan sacarles los colores de farsantes, mentirosos,  caraduras y sinvergüenzas por tanto teatro barato y chungo. Al final lo único que vale –aunque vaya en contra de la realidad más palmaria- es lo que pita el árbitro pues el fin (la victoria al precio que sea, incluido engañar al arbitrucho) justifica todos los medios.

En el último clásico majaderil entre merengues y culés, el caso de la expulsión del sargento Pepe, ese jugador del Madrid al que deberían suministrarle un ansiolítico en todos los partidos, ha sido muy elocuente. Hay tropecientas mil imágenes sobre la posible falta (o no) y nadie se aclara. Si desde múltiples perspectivas videográficas, vistas a cámara lenta, no hay unanimidad ni claridad en lo que se ve, ya me dirán qué credibilidad podemos dar a lo que “vio” el árbitro cuando la patada (o no) ocurrió en milésimas de segundo y, tras ella, se armó el cristo que se armó. ¿Para qué leches debería estar la tecnología moderna si no para ayudar a desentrañar -en el propio campo- estas vulgaridades millonarias?

Es un axioma: si no hay polémica no hay fútbol. Mira que hubiera sido sencillo que el árbitro alemán, ante los alaridos y revolcones del defensa del Barça (un experto teatrero desde hace años), se le hubiera acercado, le mirara la pierna y viera el cuerpo del delito: los restos sangrantes del presunto planchazo del sargento Pepe. Ni actitud tan simple se le ocurrió al pardillo ni –seguramente- estaría autorizado a realizarla. O que un médico revisara la pierna del teatrero para determinar si había razón o no para sus alaridos. Tampoco: sentido común y razón…¡para qué os quiero!   

En fin, el puto fútbol lo han hecho así  para mayor gloria del negociete económico e ideológico de quienes viven del mismo. Un sarao privadísimo pero que chupa enormes recursos públicos. Y que conste, por último, que hablamos del fútbol de élite y profesional, no de ese que juegan cuatro chavales en un parque arreándole patadas a una pelota de goma, aunque si se observa bien la escena verán ustedes muy pronto como la chavalería –a sus pocos años- ya ha sido pervertida y contaminada por el circo del fútbol de los grandes. Un asco, vaya. Por eso tiene tanto éxito el puto fútbol, el puto amo de nuestras vidas, vidillas y vidorras.

3 de abril de 2011

UNA MANITA


1-0 : ESA PRENSA SECTARIA

En los años de vida del Arco le hemos dado estopa de vez en cuando a la prensa deportivesca española. Por sectaria y propagandista.  Nos hemos reído tanto de ella, que le debemos algunos de los momentos más gratos de los últimos tiempos. Probablemente no sea muy diferente a la existente fuera de España pero resulta alentador que algunos ya empiecen a sacarle los colores al AS, Marca, Sport y EL Mundo Deportivo fuera de nuestras fronteras. Aquí hay un enlace a un articulillo de Sports Illustrated, que no es moco de pavo dentro de las publicaciones deportivas mundiales. Como el articulín está en inglés le he pedido al Ardilla (que habla y escribe fatal en cinco idiomas) que me lo traduzca. Tras ello se ve que el articulista ha llegado a la misma conclusión que el muá, sólo que mucho más tarde: “los cuatro principales diarios deportivos españoles no tienen objetividad alguna pues unos son pro-Barça y otros siempre están a favor del Real Madrid. Son diarios fanáticos y manipuladores. Y no tienen reparo alguno en que así se les vea. Es más, ganan en ventas cuando se les ve mejor el plumero. Se han convertido en medios de propaganda, no periódicos”. Lo que no dice el articulista es que a estos cuatro diarios habría que sumar las televisiones y radios. Eso sí, algunas intentan mantenerse en la equidistancia: son al mismo tiempo del Madrid y del Barça porque para ellas el resto de los equipos no existen por sí mismos sino en función de aquellos.


2-0 : ESOS TÍOS DEL DESPACHO

La semana pasada el atleta Sergio Sánchez tuvo un calentón en la radio y por su boquita de piñón salieron palabras muy gruesas contra el Consejo Superior de Deportes y el ya ex jefe de la cosa, un tal Lizzaqué. Sus razones personales tendrá para decir lo que ha dicho pero me quedo con el meollo de la cuestión, al que doy credibilidad: las autoridades deportivas apuestan por un atleta extranjero en detrimento de los españoles, se le nacionalice por la vía rápida, se le pagan sus gastos mientras a otros españoles como Sánchez no y cuando se le pilla con las manos en la masa del dopaje se le levanta la sanción muy sospechosamente.  La Federación Española de Atletismo le ha abierto un expediente disciplinario al atleta criticón (aquí sólo se acepta la libertad de expresión ajena cuando es para alabar) y el CSD critica que un deportista se meta con don Lizzaqué, uno de los suyos hasta hace unos días. Encima, con todo el morro, tilda a Sergio Sánchez de “racista y xenófobo”. Desde aquí brindo un calificativo a Sergio para que se defienda de estos mariachis. Uno que les viene al pelo: parásitos.

3-0 : ESOS NOSTRADAMUS DEL FUTBOLEO

Ha sido muy comentada la bravuconada del presidente del Barça, un tal Rosell, por predecir un cinco a cero a favor de su equipo en la próxima final de Copa contra el Madrid. Si es que son como niños. Llegan a los despachos, se sientan en el sillón, les aplauden los palmeros de turno (prensa y aficionados) y les da por sentirse Nostradamus. Cinco a cero… Como si Rosell fuera el que mete los goles en el campo. ¿Y qué argumentos científicos dio para vaticinio tan redondo? ¿Se apoyó en la ley de Newton, el teorema de Pitágoras o las leyes de Kepler? No, simplemente dijo lo que le salió del níspero y los periodistos lo publicaron porque estos publican cualquier tontería. Luego don Sandro ha pedido disculpas, cosa que le honra. En cambio, mire usted, el señorito Mas (el muy honorable president de la Generalitat)  dijo tras Rosell que él firmaba un cuatro a cero pero como es un político y estamos muy acostumbrados a oír a los de su profesión decir las mayores gilipolleces,  nadie le ha pedido cuentas ni disculpas públicas. Don Mas debería llamarse don Menos.


4-0 : ESA HISTORIA QUE SE VENGA

La Historia se escribe con renglones torcidos y, tarde o temprano, acaba tomándose la revancha. Había puesto Mourinho de vuelta y media al entrenador Manuel Preciado del Sporting de Gijón allá por noviembre cuando aquel le acusó de tirar un partido contra el Barcelona. ¿Se acuerdan de la respuesta tan diplomática de Preciado? Razón no le faltaba aunque quizás podía haber sido más educado y fino usando sinónimos e ingenio. Luego, don Manuel estuvo a punto de ser defenestrado de su puesto porque el Sporting no funcionaba pero, ya digo, la Historia sabe montárselo bien. Preciado fue salvándose por los pelos, el equipo remontó y ahora está en una posición más o menos desahogada. Su última hazaña ha sido ganarle al Madrid de Mourinho en el propio Bernabéu, haciéndole perder prácticamente la Liga al equipo merengue, además de romper una increíble racha de don Mou: 9 años y 150 partidos sin perder en casa. Ahí es nada. Hay venganzas que la Historia sirve cuando menos te lo esperas. Así que, si el entrenador luso es inteligente (que se le supone) aprenderá de ahora en adelante a hablar poco y, sobre todo, a soltar  menos cosas grasientas por su boca. Al menos, al final del partido, tuvo el detalle de felicitar a Preciado por su victoria.

5-0 : PATRONOS CON MUCHO MORRO

La semana pasada transcurrió en un “vivo sin vivir en mí” por culpa de la mayoría de los patrones de la Liga de Fútbol Profesional. Pretendían hacer huelga de estadios. Las razones, las de siempre: la pasta. Gastan más que ingresan, tiran el dinero a espuertas, andan con el agua al cuello por su mala cabeza y sólo se les ocurre llamar a las puertas de papá Estado para que les dé más parné. Quieren que no haya partidos en abierto, como si por emitir tales partidos no cobrasen ya su buen dinerini. Y que las quinielas aumenten su contribución a los equipos. Y otras cosas inconfesables, claro. En otras ligas europeas se lo montan mejor pero en Spain es que tenemos los patrones que tenemos y así nos va. Al final, en el colmo de los despropósitos, una jueza tuvo que impedir el paro patronal. Los mismos que afirmaban no hace mucho –ante una posible huelga de los futbolistas- que no había posibilidad de retorcer el calendario, cambiaron cínicamente las tornas y ahora el calendario podía soportar perfectamente el paro. Es que tienen un morro… Y ahí siguen, luciéndolo.

27 de febrero de 2011

UNA BELLA HISTORIA DE CHAMPIONS (QUE PAGAMOS LOS CONTRIBUYENTES, CLARO)


Televisión Española siempre ha sido el juguete preferido de todos aquellos que han gobernado en este país, desde el primero, el tío Paco allá en la dictadura franquista hasta el último, el actual señorito Zapatético, ya en plena democracia la mar de progresista, social y finolis. Aquella televisión que muchos criticábamos porque usaba el fútbol para distraer al personal en los momentos duros o conflictivos de la autarquía, sigue empeñada en lo mismo sólo que ahora no está sola: la acompaña una competencia experta en hacer telecaca aunque, eso sí, a coste mucho más barato.

Hace unos cuantos años, para disminuir el déficit tan descomunal que tenía el Ente, don Zetapé tuvo la genial idea de aplicarle uno de esos numeritos mágicos en los que es un consumado experto. El buen hombre dijo:

—El déficit se va a acabar porque si se hunde la niña de mis ojos se acabó el juguetito. Así que hagamos una prejubilación masiva y verás qué pronto vendemos la burra del superávit y la biblia progresista en verso.

Dicho y hecho. Un total de 4.150 profesionales (el 44,3% de la plantilla) se acogió al plan de prejubilaciones, unos encantados de la vida (llevaban sin dar golpe desde que se metieron en TVE) y otros muy cabreados porque en la flor de su vida profesional les daban la patada. Tantísimo personal, prejubilado a los 52 años y con el 92 % de su salario, tenía que costar un potosí al erario público pero eso a don Zapa le importaba poco. La gente que vota es burra y analfabeta –y no digamos la oposición política- así que si se reducía el déficit de TVE por aquí y se inflaba el déficit del Estado por allá, de eso nadie se iba a enterar ni protestar. Cerca de 1300 millones de euros se desembolsarán en 15 años sólo para cubrir esta parte del plan de saneamiento de la televisión pública. ¿Qué es eso comparado con la inmensidad del mar? En 2007 se destinaron 120 millones a este fin y en 2009 unos 169 millones de euros. Una bagatela. La mayoría de la tela marinera financiada a través de los Presupuestos Generales del Estado, o sea, de todos. Eso sin contar los 555 millones de euros que –sólo en 2009- el Estado aportó al juguetito televisivo mientras que el resto del presupuesto del ente público se lo pagaba éste con sus ingresos publicitarios.

El año 2010 llegó a la televisión pública (que habría que llamar púbica: la tele del pubis de quien ocupa la Moncloa en cada momento) otro juego de magia del divino Zapatético. ¡Fuera publicidad! La telecaca pública debería mantenerse sólo con los ingresos del Estado dejando que las telemierdas privadas se embolsasen todo el enorme pastel publicitario (¡y sin compromiso alguno de adecentar su programación!) aunque de él darían un porcentaje a la telele pública.  Así que en estos momentos tenemos una de las televisiones públicas más caras del mundo porque cuesta al erario público una sangría de pasta por las prejubilaciones, unos presupuestos propios que pagamos todos los españolitos y ni un duro de ingresos por publicidad, excepto las propinas que -a regañadientes- se ven obligadas a aportar algunas empresas de la cosa.


 Todo este cantamañaneo de ingresos y gastos ha derivado en que el modelo de financiación de TVE ande estudiándose con lupa en la Unión Europea, donde desde hace años ya tienen calado –y más que calado- al Señor Zapatético de las Prestidigitaciones. Pese a lo cual, en palabras del mandatario máximo de la corporación –un señor que ya debería estar prejubilado hace varios siglos- “cerraremos el 2010 con un déficit entre 40 y 50 millones”. (Dicho el 22 de febrero en la comisión de control a RTVE, según leí en el diario El Mundo, pag 57 de la edición del día 23). Bah, entre 40 y 50 millones de eurillos… A estas alturas del 2011 no se nos va a exigir que tengamos la cifra exacta, ¿verdad? El jubilable Oliart, el mandatario, estaba de buen humor en esa reunión de control y dijo en otro momento: “No hemos gastado más, hemos logrado ahorrar 11 millones en 2010”. ¡Otro amigacho de la prestidigitación y la magia potagia, como su jefe zapatético!

—Vale, señor Puñetas. Ya nos hemos enterado de lo que vale un peine en casa tan poco grata como la televisión púbica esa. Se lo agradezco porque yo es que no leo los periódicos. Pero, querido saltimbanqui, ¿qué tiene esto que ver con el deporte?

Ahora viene, caballero (o caballera). Era imprescindible tan larga introducción para entrar a rematar en los próximos renglones. Resulta que el jubilable ha puesto 105 millones de euros (no suyos precisamente) para que TVE emita (otros 15 los ha puesto la telecaquita TV3 de la Generalitat catalana, entrampada también hasta las cejas menos para estas cosas)… emita… ¡la Champions League durante los próximos tres añitos!

O sea: no tienen un puto duro sino déficit, se ganan la vida con el dinero de los contribuyentes, por su culpa hemos de acoquinar una deuda a 15 años vista de 1300 millones de euros del copón (que al final serán más) y se permiten los alegres jubilables de TVE en dar a la Unión de Especuladores Europeos (UEFA) la bonita y redonda cifra mágica de 105 millones de euros. ¡Una ganga, una miseria, una propinilla! Y todo ese dineral sin contrapartidas publicitarias a favor pues la telele de Oliart ya no emite anuncios, excepto los suyos, esos en que muestra que está encantada de haberse conocido.

Lo más grave y lo que ya clama al cielo, es que había una televisión privada, Telecinco o Telepingo, no sé muy bien, que aspiraba a hacerse con los derechos de la Champions en España desembolsando un buen parné que los contribuyentes nos habríamos ahorrado porque lo único bueno de las telecacas privadas es que son sus accionistas los que ponen la pasta. Fuentes de la cadena de don Berlusconi, ese viejo verde también jubilable, han precisado -y con razón-, que “los espectadores hubieran visto exactamente lo mismo si la Champions la hubiese ofrecido una privada, mientras que esos 35 millones anuales que se va a gastar un organismo estatal podrían haberse destinado a otras necesidades de servicio público”.


Así acaba esta bonita historia leída en los periódicos. Los contribuyentes haciendo el canelo y los dirigentes y directivos haciendo el capullo. A este paso hasta en Libia, Egipto o Túnez nos adelantarán en el arte del buen gobierno y de la sana protesta…

6 de febrero de 2011

EL FURBO COMO CIENCIA

El Puñetas iba a escribir esta semanita sobre la entrada del fútbol como elemento de estudio en nuestras universidades (donde ya se estudia cualquier cosa) y su consideración en sesudos estudios económicos y hasta filosóficos, cuando me encuentro en el diario El Mundo un artículo de mi admirado Jose Antonio Gómez Marín que trata sobre el particular mucho mejor que lo pudiera hacer yo. Aquí va el mencionado artículo, sin desperdicio alguno, completado con la viñeta de rigor, en la que derramamos toda nuestra más mala baba criticona y satírica, como es habitual por estos pagos.


LA CIENCIA REDONDA

"La experiencia vivida en torno al Mundial de Fútbol no deja dudas sobre la relevancia de ese deporte en la vida social. Pocas veces hemos vivido una sublimación colectiva tan próxima a la histeria y en pocas hemos visto derivar el sentimiento nacionalista por derroteros semejantes. El fútbol es un deporte/negocio de primer orden, no hay duda, aunque no sé yo si ello justifica la atención académica que se le viene prestando en los últimos tiempos, en especial desde que esas universidades han incorporado su estudio poco menos que convirtiendo la materia en una inconcebible disciplina tan definitivamente lejana ya del trivium y el cuadrivium como de nuestros planes de estudio convencionales. Un estudio reciente presentado en la universidad de Castilla-La Mancha se enfrasca en una reflexión comparativa entre los modelos que encarnan entrenadores como Mouriño y Guardiola, cuyos liderazgos son cuidadosamente valorados en él y propuestos como ejemplo a la generalidad de los mortales afectados por la necesidad de liderazgo. Ya ven. Por su parte, en la Universidad de Valencia se ha convocado un Máster de Fútbol de cuyo programa entresaco epígrafes intelectualmente tan sugestivos como el que versa sobre “Tácticas, estrategias y sistemas de juego” o “Elementos tácticos individuales y colectivos del portero de fútbol”, interesantes materias aunque no más que la del arbitraje femenino de los partidos, que ha sido premiada no hace tanto en la Universidad de Cantabria. La broma de que el fútbol es una ciencia exacta puede que acabe tomando cuerpo en este contexto cultural tan preocupado por incorporar materias extravagantes como resignado a vivir en la lamentable mediocridad que tanto en sus aulas como en sus campus detectan los observadores internacionales y, por supuesto, los propios. Como ven hay innumerables maneras de dinamitar la cultura sin salir de la universidad.

No somos pocos los que pensamos que la regeneración de nuestra enseñanza superior deberá pasar por el abandono de estas fantasías programáticas que han convertido nuestra clásica oferta cultural y nuestro repertorio de saberes genuinos en la huerta sin vallar a la que acabo de asomar al lector, una vez superada esta etapa infantiloide de las enseñanzas inventadas o de aventuras tan audaces como la que supone meter el fútbol de hoz y coz en unas aulas de las que, sin prisa ni pausa, se viene procurando alejar hace años la historia o las lenguas clásicas. Mientras nuestras universidades se entretengan, como ahora, estudiando el márketing deportivo o los problemas del césped en las canchas no parece verosímil, en todo caso, el sueño de esa recuperación".

Publicado en el diario El Mundo el 1/2/2011

16 de enero de 2011

EL BALONCETE DE ORO

Dos meses dando la vara con la concesión del dichoso “Balón de Oro” tenían que hacer su efecto. Así que el lunes 10 de enero allí que estaba clavado el Puñetas delante del televisor para ver en qué quedaba tanta comedura de coco y tanta tonelada de papel y video sobre si el famoso baloncete se lo llevaba Xavi o Iniesta o Messi. Millones de repeticiones de goles marcados por estos jugadores, tropecientas mil biografías de los susodichos, oras pro nobis televisuales a San Barça C.F. y así hasta el hartazgo. ¿Cómo no íbamos a estar ese día millones de inocentes ignorantes delante de la caja tonta para ver el desenlace final de una película de intriga publicitada por los medios (“publicitada” viene de “publicidad”, claro) durante días y días?

Vergüenza ajena. Eso sentí cuando acabó aquel aburrido momio de la Fifa. Pero no por el resultado de las votaciones, que me importaron un higo, sino porque tras dos meses de estar dando la tabarra por tierra, mar y aire; tras sesenta días de comer el tarro a los futboleros y no futboleros de medio mundo; tras llevarse a Zurich a los más famosos protagonistas del mundo de la pelotita mundial… en un par de minutos se despachaba el hecho histórico, devenido ahora en un mero coitus interruptus balompédico tras días y semanas de tenaz y sistemático precalentamiento. ¿Tanto montaje y tanta gaita para dos minutos decadentes donde un Guardiola en plan casi funerario leía una cartulina con el nombre de Messi, donde éste se levantaba sin saludar siquiera a sus amiguetes de terna –ay, el ego freudiano de los futbolistas-  y acudía al estrado para –echándose sobre él como si estuviese en la barra de un bar- soltar cuatro palabrejas insulsas y archisabidas, dignas de un alumno de Primaria,  y luego aquí paz y allí –en la Fifa- gloria? ¿Para esta memez mediática, para ese momento “cumbre”, estuvieron lamiéndonos y comiéndonos el cerebrín durante miles de horas?

Humo. La conclusión es que durante semanas nos estuvieron vendiendo humo y al final la puesta en escena ha sido infumable. (Como ocurre, por otra parte, en este tipo de festejos, en cuya lista destacan los premios Óscar del Jolivú ese y raleas de parecida especie).  Un premio que venía organizando un diario deportivo francés, que premiaba a quien le salía de las gónadas con los criterios deportivescos que su empresa periodística tenía a bien de acuerdo a sus intereses empresariales, y que este año había sido “comprado” por la FIFA, esa organización del futbolín mundial donde el primer interés es la pasta gansa, el segundo el dinero y en tercer lugar el parné. Money, money, money… Al final (tras lograr que todo el mundo picase en el anzuelo) la gala resultó una vulgarota filfa destinada casi en exclusiva al lucimiento de la propia Fifa y de su máximo jefezuelo, un tal Blatter, mientras que los deportistas y personal invitado se limitaban a formar parte del insípido decorado, aplaudiendo cuando así se lo requerían.

Nunca tanto bombo dio para menos platillo. Sobraba reunir a tanta gente y concitar tantas expectativas para elegir a quienes eligieron y darles coba durante un minuto publicitario. Estas cosas se hacen empleando la mayor economía de medios –estamos en tiempos de crisis, ¿no?-, enviando un correo electrónico a los elegidos (sin ternas previas para evitar vencedores y vencidos), remitiendo luego por Seur o MRW el ridículo trofeíllo y pagando a los medios la inserción de la noticia propagandística en sus telediarios, carruseles deportivos o páginas de deportes. Nos habríamos ahorrado toda la tinta corrida, todas las comeduras de coco televisuales, los tropecientos vuelos del personal allí reunido y hasta los smokings de algunos (a quienes vemos ridículos cuando su traje de faena habitual son los calzones cortos y el sudor corriéndoles por el careto), por no hablar de las sanas o insanas envidias entre gentes del mismo equipo o país por ver quién se llevaba el baloncípedo a casa para colocarlo en una vitrina haciendo juego y rima con las cortinas.

Además, nos habríamos evitado el absurdo de premiar individualmente a deportistas cuya razón de ser y trabajo se desarrolla dentro de un colectivo, de un equipo. Sólo la estúpida manía de pensar siempre en “buenos y malos”, en “mejores y peores”, en “jefes y sulbaternos” lleva a creer que, por ejemplo, Messi es el mejor jugador del mundo. Como si él jugase solo en el campo. Ya se ve lo estupendo que es el hispano-argentino cuando juega con su selección, donde suele rendir muy por debajo de cómo lo hace en el Barça. Pero, en fin, vivimos de ficciones permanentes, así que hacer recaer los méritos y los triunfos en un solo personaje viste mucho a los ignorantes y cantamañanas de siempre.

Sólo faltó en el festejo que la FIFA se concediera a sí misma otro Balón de Oro, pero el cinismo de sus miembros todavía no ha llegado a su máximo nivel. Quizás en las próximas ediciones… Por otro lado, que sólo 400 tipos participasen en las votaciones demuestra que el baloncete de oro y el resto de los premios sólo responden a lo que piensa una minoría seleccionada a mano por la Fifa. Pero qué más da. Lo importante se ha conseguido en este primer año de baloncete de oro fifosón: que millones de personas en el mundo estuviéramos haciendo el panoli ante el televisor contemplando cómo los fifosuelos se montaban un acto publicitario bastante cutre pero efectivo mediáticamente. Hasta el Puñetas cayó en la trampa y se zampó atónito aquella estupidez. Y es que no somos “nadie”…

28 de noviembre de 2010

ALIMENTACIÓN Y EJERCICIO FÍSICO: MUCHO PREDICAR Y POCO DAR TRIGO

Dicen que en España cada día comemos peor, que somos uno de los países con mayores problemas de obesidad, que nuestra juventud practica menos ejercicio físico que un difunto… Vamos, que somos una calamidad en el tándem alimentación-ejercicio. Lo de la dieta mediterránea es pura imaginación virtual (carísima, por otra parte). Lo de mover el esqueleto es una vieja costumbre ahora pasada de moda. El vaso, pues, está medio vacío o vacío del todo y lleno de telarañas.

Nueve de cada diez progenitores defienden que sus hijos realicen ejercicio físico a diario y admiten que una alimentación saludable se consigue con una dieta equilibrada, pero una cosa es pensarlo y otra muy distinta el hacer que se haga realidad. Las estadísticas más optimistas afirman que una cuarta parte de los chaveas de este país andan fatal en asuntos alimentarios y físicos por culpa de los malos hábitos. Quizás el vaso tampoco esté medio lleno, como afirman estos padres de tan buenas intenciones.
Lo cierto, dejando a un lado vasos semivacíos o medio llenos, es que el sobrepeso y la obesidad infantil se notan demasiado en nuestras calles y plazas, lo que quiere decir que cuando el río suena… grasas lleva. ¿Cómo explicar que sabiendo como sabemos que el tipo de alimentación y la falta de práctica deportiva son nocivas para la salud, no nos apliquemos el cuento en la vida cotidiana, pasando a la acción? ¿Por qué pensamos una cosa y luego hacemos otra? ¿O por qué realizamos cosas negativas para nuestra salud si ya lo sabemos? ¿Masoquismo? ¿Pasotismo? ¿Idiotismo? Si la mayoría del personal ambulante pensamos que los niños deben hacer más actividad física, ¿por qué ni siquiera el 50 % de los chaveas entre seis y doce años realiza una hora de ejercicio al día? (Y eso que en esta hora se incluyen los paseos rutinarios). Demasiadas preguntas y una única respuesta clara: porque somos así de incongruentes, de contradictorios y de simples.

Hoy quería plantear esta cuestión con la crudeza en mí habitual. ¿No sería mejor hablar menos y hacer más? ¿Hemos perdido el norte y los otros tres puntos cardinales de manera que hasta los vegetales se alimentan y se mueven más que muchos humanoides pequeños y grandes? Francamente, estoy muy preocupado sobre este particular. Pero un momento que viene mi hijo a no sé qué cosa…
—Papi, anda, vamos al parque que tengo ganas de subirme a los columpios y luego pegarle patadas a la pelota…
—Pepito, dejémoslo para mañana porque ahora es que echan un partido de fútbol americano por el Canal Pus.
—Pues cuando acabe, papi…
—Es que luego empieza por ParcaTV un partido de ping pong entre Chiquito de la Morería y el chinito Wuang Wueng Wuong…
—Pues aluego, papuchi, cuando acaben la partida…
—Es que a continuación empieza la final del campeonato de España de petanca y ahí juega un viejo amigo mío…
—Bueno, vale, pa. Después de comer bajamos…
—Verás, es que en Plastadeporte retransmiten una interesantísima partida de ajedrez del Torneo de Leningrado.
—Pero es que luego, padre, empezarán los partidos de fútbol… y entonces ya sí que no podrá ser…
—Ya sabes, soy un enamorado de la Premier, de las ligas italiana, argentina y alemana. Y como tengo que amortizar la cuota mensual del Digital Pus… Además los partidos los echan en HD, hijo de mis entretelas…
—¿Entonces…?
—Verás, te he comprado un par de bolsas de patatas, tengo en el microondas un montón de palomitas esperándote, quiero que veas el nuevo juego que me he bajado de interné para la Play, luego llamaremos a Telepicha para que nos traiga dos pizzas tamaño familiar de sobrasada y queso con mortadela y tras darnos el atracón, mientras yo dedico la tarde a hacer deporte en el sofá, te he preparado una gran sorpresa: ¡la última peli de Disney, chocolate con churros y un saco de caramelos!

Con estos sabrosones planes, mi hijo Pepito se ha ido a guardar la pelota. Lo veo coger el camino de la puerta y, no sé, veo a este chico cada vez más gordo y fofo. Y es que no hace ejercicio alguno excepto ir andando al colegio. 

Bueno, como les decía antes de la interrupción del niño: del dicho al hecho hay mucho trecho y si no damos una buena alimentación a los chaveas junto con una buena ración de deporte, al final acabará pagándolo su salud y la nuestra. Es increíble como un asunto tan claro y fácil no somos capaces de llevarlo a la práctica. Si es que no tenemos perdón…

27 de octubre de 2010

LOS BOBOS SE QUEDAN SIN PULPO


Mundial futbolero de Sudáfrica. Nada comentamos en el Arco cuando toda aquella soplapollez del vidente pulpo Paul. Recordarán las infinitas memeces que se dijeron y contaron en torno al bicho. Y todo porque –decían- adivinaba lo que iba a ocurrir.

Leo que el pulpejo ha estirado la pata y los tentáculos. Con su fallecimiento acaba uno de los momentos más estúpidos, cretinos y gilipollescos que uno recuerda en muchos siglos. Le han fabricado biografías, poesías, le han declarado hijo adoptivo, le han llamado “asceta” (señor, señor…), hasta 600 cadenas de televisión llegaron a retransmitir su bobada adivinatoria, algún periodistillo se quedó con ganas de que el pulpejo le concediera una entrevista, pueblo hubo que llegó a ofrecer hasta 300.000 euros (en plena crisis, ojo) por su fichaje. En fin, una mamarrachada detrás de otra, protagonizada por pobres diablos, memos hasta reventar, gentes sin dos dedos de frente, majaderos hasta las uñas y tipos que no merecen tener un micrófono en la mano, excepto para rascarse la entrepierna. Nada diferente de lo comúnmente habitual pero tan concentrado en el tiempo –ay, aquel mundial sudafricano del futbolín- que deberá quedar como ejemplo de la estupidez  a que hemos llegado en estos desnortados e idioticráticos tiempos. Antes del evento pensábamos que no cabía un gilipollas más en este mundo pero éramos unos optimistas.

Parece que ahora el pulpejo la ha palmado. Y si uno revisa en la internet del detritus (que es muy abundante) encontrará majaderías a cuentas del bicho que –vistas a toro pasado- hacen enrojecer todavía más a cualquier animalejo humano que se crea dotado de cierto sentido común. Como el pulpón nos importó siempre un cojín, en su momento no hablamos del mismo ni un cajón. Sólo ahora, cuando lo llevan a enterrar, elevamos las teclas al firmamento para enarbolar un RIP. Pero, ojo, no por el pulpón, que nos importa un cojón, si no por todos aquellos capullitos y capullones que nos dieron la vara y la “información” con el insípido cefalópodo demostrando que estaban a la misma altura del animalejo, lo cual es un enorme piropo hacia éste. Descansen en paz todos los que nos vendieron el pulpo tomándonos por gilipollas e imbéciles. Quede aquí escrito que para ídem, ellos…

¡¡¡ RIP !!!

“El acuario alemán ha anunciado que levantará un monumento en honor a este pequeño pulpo marrón que conquistó al mundo con sus poderes de predicción, convirtiéndose en una estrella que casi eclipsó a Lionel Messi, Wayne Rooney o Andrés Iniesta”. ¡Que lo declaren héroe nacional, hombre!   

13 de octubre de 2010

DE MAYOR, QUIERO SER DE LA UEFA

Espeluznantes las imágenes y las noticias que llegaron desde Génova el martes 12 acerca del Italia-Serbia. Cómo estaría la cosa que a los seis minutillos el árbitro dio por cancelado el partido. Tras el paso de las horas empiezan las lamentaciones y la petición de responsabilidades. Natural. Ya que casi nadie se encarga de poner los medios para prevenir este tipo de cosas, lógico que al menos se les saquen los colores después a los ineptos. Nadie aprenderá lección alguna de cara al futuro pero al menos algunos dormirán unas cuantas noches con los nervios a flor de piel. Eso, siendo muy optimista…

Es sabido desde hace tiempo que el fútbol se ha convertido en un refugio de gamberros, ultras, descerebrados y tarugos. Son una minoría pero, con los medios potencialmente destructivos que hoy día tenemos, pueden hacer mucha pupa. Un suponer: bastan unos cuantos sprays que se pueden comprar en cualquier tenderete a precios irrisorios  para que –en un par de horas- una piara de gamberros dé un colorido especial a las piedras centenarias de una catedral.  Y eso sin emplear más violencia que la de unos churretes. No hablemos cuando la idea es destrozar mobiliario urbano, reventar escaparates o sembrar el terror en la calle o el estadio. Miel sobre hojuelas y a precio bien barato. Para ello, el pretexto puede ser algo insustancial o baladí: la celebración de un pírrico campeonato, el ascenso o descenso del equipo, la visita a otra ciudad o país.

Cosas peores vendrán que lo ocurrido en Génova. No hace falta ser muy adivino para saber que cualquier día de estos se inmola un gilipollas dentro de un estadio, llevándose al otro barrio –sin huríes- a felices hinchas que acudieron allí para entretenerse un rato. O que, como ocurre a menudo en colegios e hipermercados yanquis, un subnormal se líe a tiros con todo el que tenga alrededor. Para evitar todo esto se supone que tiene que trabajar determinada gente: gobiernos, policías, uefas, federaciones, clubes… Uy, me he equivocado: de este mochuelo se quitan de en medio todos aquellos que precisamente  viven del negocio y sacan jugosos beneficios. O sea, las organizaciones futboleras. Ellas mercadean, hacen su agosto, se forran, y los ciudadanos –a través de sus impuestos- pagan para que el espectáculo esté más o menos controlado a través de la policía, servicios sanitarios, etc. En realidad, es mucha gente la que chupa del fútbol, desde el sector transportes al hostelero pasando por bares y vendedores de humo, pero lo innegable es que todo parte de unos tíos –y no sé si alguna tía- que organizan unas competiciones deportivas de alto fuste y riesgo y de las que en materia de seguridad no quieren saber nada ni ponen un duro de su bolsillo para financiarla. Que se sepa…

Así que los palos ya están lloviendo por Serbia e Italia. En el país balcánico -¿o debería escribir “volcánico”?- porque tienen a una pandilla de cafres cuyo destino debería ser una camisa de fuerza. Lo mismo les vale el fútbol que el baloncesto que la política para demostrar que son más brutos que un arado. ¿Por qué les dejan salir de su país? ¿Qué hacen las autoridades que nos los tienen ya encamisados? En Italia se ve que las autoridades tampoco se han dado por enteradas de la caterva de gentuza que tienen allí mismo, a la que en ocasiones como ésta se suma la que viene de otros lugares. Es inadmisible que la policía sea más permisiva con estos brutazos que ante una manifestación de obreretes pidiendo aumento salarial o ante un grupo de ciudadanos exigiendo a grito pelado que al Berlusco la justicia le haga un traje. Y las autoridades de Génova, ¿qué hicieron por preservar su ciudad ante la llegada de los vándalos serbios? No hablemos ya del enorme sigilo y control que se hizo de los atilas serbios cuando entraron al estadio.

—¿Algo que declarar, señor cafre?
—Sí, capullo, llevo veinte bengalas y un cohete teledirigido por si la ocasión lo requiere. ¿Pasa algo, mequetrefe?
—¡Tós pa dentro!

Luego, ya se ha visto una y mil veces, pasa lo que pasa.

Pero hay gentes a las que nunca se les pedirán responsabilidades. Yo quiero ser como ellas. Yo, mamá, cuando sea mayor quiero ser de la Uefa, o de la Fifa, o un alto cargo de cualquier federación de la Cosa. Cada una en su nivel, organiza en los despachos una competición la mar de resultona, se muestra más o menos inflexible en el control de lo que pasa dentro del campo ... y lo que rodea al evento se lo cede al tonto de siempre: papá Estado. Él será quien ponga los policías, quien organice los follones de tráfico, quien prevea los planes de seguridad y emergencia, quien guíe a los jugadores hasta el estadio y mil cosas más. ¡Así quiero yo montar también mis negocios particulares!  

Si el Estado italiano y el Ayuntamiento de Génova pasase a la organizadora UEFA la factura de los destrozos, de los gastos en seguridad, de las horas extras llevadas a cabo por empleados públicos –policías, sanitarios,etc- para que el partiducho Italia-Serbia se celebrase,  seguro que los uefosos se tentarían la ropa y empezarían a organizar su negociejo particular de otra manera. ¡A su lado los bancos son unas hermanas ursulinas!  Pero ya verán cómo, salvo este menda lerenda y otros cuantos zancandiles como él, nadie de los que viven del cuento deportivesco y estatal abrirán el piquito para protestar. Unos porque no les interesa y otros porque les encantan los réditos propagandísticos que el futbolín les reporta de cara a sus mezquinos politiqueos. Además, los gastos corren a cargo del Estado, o sea, de todos, o sea, de nadie en particular. Dicho de otra manera, robar o sisar dinero a los contribuyentes no está considerado ni pecadillo venial. Es, simplemente, una golfería la mar de inteligente con la que muchos listos se han montado una gran vidorra.

3 de octubre de 2010

EL GRAN HERMANO TE VIGILA


¿Qué diría usted si le ordenasen estar localizado las 24 horas de todos los días del año y, cada dos por tres (seis), le obligasen a hacerse análisis de sangre y orina, a veces a horas intempestivas? No, no lo diga, lo escribiré yo: se ciscaría en la madre que parió a todos aquellos que interviniesen en esta sinvergonzonería dictadorzuela.

Esta situación -George Orwell, “1984, el Gran Hermano te vigila”- es la que vienen padeciendo muchos deportistas profesionales, y en mayor medida, los ciclistas. Pese a ello, nadie ha  puesto el asunto en los tribunales, ni se ha montado una huelga contra los alegres vividores del COI, la UCI y restantes malas madres, ni los gobiernos presuntamente democráticos han movido un dedo para evitar que estos deportistas –por muy ricachos o populares que sean- pierdan derechos tan elementales como el disfrutar del anonimato cuando les salga de sus gónadas o que les pinchen unos fulanos en contra de su voluntad.

Esos  gobiernos presuntamente democráticos no hacen nada. Sin embargo, cuando esos mismos deportistas consiguen algún éxito internacional glorioso, les agasajan, les dan palmaditas en la espalda, se hacen fotos con ellos y les  venden la burra de que representan al país y de que son sus mejores embajadores en el mundo mundial. Fuera de las fotos, y en la oscuridad de las cloacas,  permiten que federaciones nacionales e internacionales plagadas de chorizos y salchichones con dos patas traten a esos mismos “triunfadores”  como si fueran pura mercancía, objetos de usar y tirar.

¿Cómo se ha llegado a estos extremos de saqueo de la libertad individual? Pues porque hay algunos “deportistas” que hacen trampas, tomándose productos farmacológicos que pueden mejorar su rendimiento y, por tanto, alterar los resultados de las competiciones así como la pasta gansa que se mueve alrededor. Para legisladores y directivos, la salud  de los deportistas es lo de menos porque si así fuese ya se encargarían de humanizar el deporte profesional en cuanto a esfuerzo, viajes, competiciones, exigencias añadidas, etc. Bajo el pretexto de atrapar a una minoría de deportistas tramposos, siembran el miedo y eliminan derechos a todos los deportistas, esos que les dan de comer. Les cercenan derechos individuales sagrados que de eliminarse o disminuirse en la vida ordinaria de la ciudadanía  haría que los juzgados se llenasen de querellas y denuncias, que los políticos hablasen de fascismo cotidiano, de esclavitud, de recortes sociales y privados intolerables, etc.

Pero no ocurre nada de todo esto. Los deportistas, hasta los más puteados y ninguneados, ven bastante normal esa situación. Ayer, en el programa “La Noria” de Telepingo, Alberto Contador defendía y justificaba esas malas prácticas del COI. Nadie, que se sepa, se ha ido a los tribunales para denunciar una situación que cualquier juez, con la Constitución en la mano, calificaría probablemente de punible. Los gobiernos miran para otra parte aprovechando que los deportistas están más preocupados por ganar mucho dinero en poco tiempo aunque sea a costa de ceder en ámbitos personales que rozan la línea de flotación de la decencia y la dignidad propias.

A cuentas del publicado positivo del ciclista Contador, muy pocos denuncian la actitud de una Unión Ciclista Internacional  que filtra los resultados de un control antidoping sin esperar a la finalización de la investigación. Lo normal sería que, a cuenta de un hipotético dopaje, todo el tejemaneje de análisis, contraanálisis  y guerras médicas –cada cual tiene su recetilla, como en botica- fuera tratado con la más absoluta de las privacidades hasta el desenlace final. Así suele hacerse con los ciudadanos cuando se ponen en manos de los médicos o los jueces, ¿no? Se ve que la UCI –por citar a la federación internacional más huevona- pasa de privacidades ajenas, de respeto a las investigaciones y de presunciones de inocencia hasta que el  resultado sea concluyente y definitivo. Mientras tanto, el honor y la decencia del ciclista o deportista afectado viaja de boca en boca y de portada en portada. Jo, anda que no hay gente que disfruta con estas cosas… Luego, si al final el presunto positivo no fue tal, o no hubo garantías en los protocolos,  o tiene una explicación convincente, aquí paz y después gloria. Los platos rotos que los pague Rita. 

Volviendo a citar a Contador. El Puñetas no pone la mano en el fuego por nadie, pero lo que nunca hará será tomarse a inventario la presunción de inocencia de un deportista cuando la investigación médica está en curso. Y, aún llegada a su final, cuando se compruebe que se han dado todas las garantías en cuanto a los procedimientos y pruebas seguidas en el proceso, de acuerdo a las normas básicas del ordenamiento jurídico vigente, que no es sólo el estrictamente deportivo, sino también el civil,  el penal... Claro que aquí pinchamos en hueso cuando se trata del deporte porque quienes lo dirigen y mangonean ya se han preocupado, y mucho, de mantener bien diferenciada la legislación deportiva de la que rige en el resto de los ámbitos de la vida ciudadana. Si algún díscolo, sea club o deportista, amenaza con recurrir a los tribunales ordinarios, la expulsión del paraíso celestial deportivesco será fulminante. Por eso ni dios recurre: aguanta, agacha la cerviz, cumple las sanciones y… a seguir viviendo del cuento. La historia del Mallorca, privado este verano de poder participar en competición europea por culpa de una rigurosa norma económica particular de la UEFA, es un ejemplo clarísimo: o aceptas o desapareces del mapa.

Así dicen que actúa la mafia…
EL JEFEZUELO DE LA UCI APUNTA CONTRA EL GOBIERNO ESPAÑOL Y CONTRA LOS DIRECTORES DEPORTIVOS Y MANAGERS.  

"El 50% de nuestros... no sé el porcentaje exacto, pero un alto de nuestros casos de dopaje vienen de España y allí no parece existir la voluntad de abordar este problema. Esa voluntad debe provenir del Gobierno. Pero espero que tomen nota y comprendan que algo debe hacerse. El ciclismo es deporte importante en España. Este deporte merece el apoyo del Gobierno".

"Algunos no están siendo lo suficientemente responsables. Dejan toda la responsabilidad a los deportistas diciendo: 'Bien, estos deportistas viven en puntos muy diferentes del planeta y no podemos controlarlos 24 horas al día”. Eso no puedo aceptarlo. Creo que necesitan controlarles más, vigilar con quien se juntan, qué hacen en ese tiempo. Y creo que en cosas como las transfusiones de sangre o lo que suceda en los equipos, a quien hay que culpar en última instancia es al mánager".

22 de septiembre de 2010

PARA ESFUERZO, EL DEL CICLISTA.


 Acabo de leer la que ha empezado a ser una de mis bitácoras de cabecera, si es que se le puede llamar bitácora: “Crónicas de Mospintoles”. Esta semana publican un cuento extra titulado “En la Bola del Mundo” donde el protagonista, un “ciclista gregario, callado y disciplinado, capaz de darlo todo por el equipo y por el líder”, disputa la penúltima etapa de alta competición de su vida, antes de retirarse del ciclismo. Y mira tú por dónde, lo hace ascendiendo -¿o debería decirse “escalando”?- a ese nuevo invento de los organizadores para masacrar aún más a los ciclistas: la subida a la Bola citada, una pendiente de algo más de tres kilómetros con rampas medias del 12,5 % y un piso de hormigón irregular y lleno de baches, poco apropiado para las bicicletas de carrera. De hecho, en la etapa, que se disputó el día 18, sólo se permitió el acceso a las motos y a los ciclistas.

El cuento refleja el estado anímico de un hombre en el ocaso de su carrera, a sólo 24 horas de abandonar la bicicleta de competición, más quemado que el palo de un churrero, mascullando sapos y culebras mientras asciende dificultosamente por la puñetera Bola. Como se dice en el mismo cuento, y reflejó la cruda realidad de la etapa, en sólo tres kilómetros de subida la gran mayoría de los ciclistas perdieron entre 4 y 30 minutos respecto a los primeros clasificados. Un dato verdaderamente escalofriante que refleja la extrema dureza de la subida, precedida por 170 kilómetros donde hubo que subir  dos veces el Puerto de Navacerrada y alguna que otra cota montañosa. O sea que la Bolita del Copón era la guinda sádica que le faltaba a la etapa. Eso sin contar que los ciclistas ya llevaban entre las piernas 20 días de competición y unas 80 horas sobre la bici. ¡Y menos mal que la tarde fue agradable, sin viento, lluvia y frío!

No haré más sangre sobre el particular porque el cuento refleja con claridad todas estas cuestiones y porque en el Arco ya hemos escrito en otras ocasiones sobre el asunto, pero aprovechamos la ocasión para referir a algunos indocumentados que, comparado con el ciclismo, el esfuerzo de otros deportes, entre ellos el aclamadísimo fútbol o el baloncesto, no tienen ni punto de comparación. El articulillo que así lo refleja muy didácticamente lo he encontrado en el desván de mi ordenata y responde al título de “Ciclismo vs fútbol”, con los datos de “sport.es” y la fecha de “6/7/2007”. He buscado en la mencionada página deportiva para ver de encontrarlo y poner un enlace pero no lo he hallado, así que lo pongo aquí íntegro dado que ilustra muy lo que decimos en el titular de hoy y lo que estupendamente refleja el cuento de las crónicas mospintoleñas. Léalo, querido lector, y si se atreve a seguir diciendo que los señoritos del fútbol son unos esclavos del esfuerzo físico, yo me atreveré a decirle entonces que no entiende muy bien lo que lee. Seguro que no es ese su caso, pero el que avisa no es traidor, ji, ji.
Siempre se ha dicho que las comparaciones son odiosas. Pero no está de más echar un vistazo a las diferencias existentes entre el ciclismo y deportes de equipo como el baloncesto y el fútbol. Empezamos por las horas de entrenamiento. Quim Rodríguez entrena cada día pero realiza dos sesiones por semana de siete horas diarias. Casi lo mismo que la plantilla del Barça de fútbol, que entrena 5 días a la semana (después del partido tienen descanso) durante hora y media. Las dos jornadas de siete horas y los 400 kilómetros recorridos también sirven para superar en horas los entrenamientos de los jugadores del DKV Joventut, que trabajan unas dos horas al día.

Pero Quim no se queja: “Entreno por lo que hago. Si entrenara dos horas diarias no haría nada”. El ciclista catalán no quiere compararse con otros deportes. “Me gusta el ciclismo. ¿Qué tienen que pensar atletas o nadadores?”. A tenor de las palabras de ‘El Purito’, se nota que ser ciclista se lleva en la sangre.

Si sumamos las horas de competición entre el ciclismo y los otros deportes las diferencias son abismales. El FC Barcelona jugó 59 partidos oficiales durante la temporada 2006-07. Un ejemplo de derroche físico como Carles Puyol, que ha sido uno de los jugadores más utilizados por Frank Rijkaard, habría sumado 88,5 horas de competición oficial de haber disputado todos los minutos. Ferran Laviña, otro ejemplo de profesionalidad en el DKV Joventut, habría jugado un total de 44 horas en los 66 partidos que ha disputado el equipo verdinegro la pasada campaña. Vamos con el ciclismo. Un corredor que disputa el Tour de Francia y la Vuelta a España hace un total de 338 horas de competición en tan sólo cinco meses. Y traducido en kilómetros (13.730) nos permitiría ir y volver desde Barcelona a Moscú dos veces.

Para poder resistir tal desgaste físico, los ciclistas tienen que cuidarse también fuera de la carretera. La comida y el reposo juegan un papel fundamental. No en vano, un corredor consume una media de 6.000 kilocalorías durante una etapa ‘normal’ del Tour mientras que una persona ‘quema’ de media unas 2.000 kilocalorías durante 24 horas. Un jugador de basket gasta entre 300 y 500 kilocalorías por partido mientras que un futbolista puede llegar hasta las 1.200. Las interrupciones en un encuentro de basket hacen que se requiera menos gasto calórico que en otras especialidades deportivas.

La clave para el ciclista consiste en dormir diez horas diarias para recuperar fuerzas. No existe el ‘fin de semana’ o el descanso. Para Quim Rodríguez, el día de reposo consiste en correr ‘sólo’ 80 kilómetros. Para que luego digan que se puede correr el Tour tomando una pastilla. Ingenuos. El ciclismo es esfuerzo, esfuerzo y más esfuerzo.

12 de septiembre de 2010

DEMASIADOS HOMENAJES

Este veranillo, cuando el Arco estaba cerrado durmiendo la siesta, conocí a un tipo la mar de interesante. Fue en el ascensor de casa. Un anciano de unos 80 años muy bien llevados, pelo blanco, elegancia natural, discurso fácil e ilustrado. Era el padre de una nueva vecina y venía a pasar unas semanas con ella. Se le notaba con ganas de entablar conversación cuando ambos coincidimos en la puerta del ascensor. En días posteriores nos encontramos, de modo casual o a conciencia, para charlar y matar el tiempo. Me contó que tuvo que exiliarse en sus años mozos antes de que la poli franquista le echase el guante. Todo porque, con una herencia paterna, montó una pequeña librería donde se puso a vender clandestinamente libros y autores prohibidos: Bakunin, Malatesta y hasta Carlitos Marx. Libros que conseguía importar desde Francia con mil triquiñuelas.  Se largó a Suiza y luego estuvo por Alemania, Inglaterra y Francia. Trabajó en diversas profesiones y disfrutó de la vida lo que pudo. Regresó a España unos años después de que el dictador Franco se fuese a cultivar gusanos debajo de una lápida del Valle de los Caídos.  Cuando regresó de nuevo a su país sufrió tal desilusión que a punto estuvo de largarse otra vez pero ya andaba por el medio siglo de vida y si salía otra vez huyendo quizás ya nunca volvería. Su hija había decidido quedarse así que él acabó convenciéndose de que el final de sus días debía pasarlo en el país donde su madre lo había parido. 

Desencantado de tantas cosas, ahora contemplaba la vida con gran serenidad, aunque me reconocía que demasiadas cosas de las que ve y oye le repatean los higadillos. Si traigo a colación hoy a Romualdo –que así se llama este viejecito tan resultón- es porque hace un par de días me enteré que el seleccionador Vicente del Bosque había recibido el enésimo homenaje por la victoria mundialesca de Sudáfrica. Recuerdo que un día de agosto, sentados en un refrescante banco del parque, estuvimos hablando precisamente de estas cosas.

—Mire, vecino. Yo he sido un deportista vocacional. Soy de los que creen a pie juntillas que un cuerpo sano produce una mente sana. Y para que haya un cuerpo sano hacen falta saludables hábitos, alimentación frugal pero variada y mover el esqueleto de manera correcta. O sea, haciendo un poquito de ejercicio físico, desde andar bastante a poner prietas las carnes. Todas estas cosas ya las sabían los griegos y los romanos o sea que fíjese usted lo ignorantes que nos hemos vuelto la mayoría. Porque se habrá dado cuenta que hoy mucho personal ha abandonado estas bellas costumbres, empezando por bastantes jóvenes, a los que ver ya tripudos me causa pasmo y desolación.

Me soltó una larga parrafada sobre las bondades del ejercicio físico y cómo, gracias a haberlo practicado de manera continuada y rutinaria durante muchos años, ahora se encontraba con menos achaques de salud de los previstos. Estaba convencido de ello.

—Frente a esa gente que lo único que mueve es la mandíbula, pues a todas horas está masticando algo, está el otro extremo: el de los que machacan su cuerpo a niveles casi prohibitivos, sea a nivel profesional o de aficionado. Gente a la que todos han convertido en ídolos, dioses, seres de otra galaxia pues hoy sólo se valora el triunfo espectacular y el ser número uno en las cosas más insustanciales, incluyendo el deporte ultra competitivo. Eso no tiene nada que ver con desarrollar unos hábitos físicos y saludables, claro. Usted me entiende, ¿o no?

Cómo no le iba a entender si es algo que vengo pensando desde que era un mocoso con chupete.

—Es que estamos tan descerebrados que ya poca gente entiende este discursito mío. Perdone la pedantería, pero es que me duelen las muelas cada vez que veo lo que veo. Por ejemplo, eso de la Roja o Amarilla. Vale, los chicos esos de la selección han ganado un  difícil Mundial de fútbol, además de una millonada de euros. Puedo entender que los periódicos y televisiones los retraten hasta cuándo van a mear al retrete. Pero, ¿quiere usted decirme a qué viene tantísimo homenaje popular como les están dando? Ya ve que todos los jugadores han sido homenajeados en sus pueblos y barrios, han sido recibidos por las autoridades, agasajados con regalos, nombrados hijos adoptivos y predilectos, ecétera. ¿Usted cree que esto es normal?
—Será que en este país somos muy agradecidos… —le contesté a ver por donde salía.
—¡Y una mierda, con perdón! Este es uno de los países más desagradecidos del mundo. No le hablo de cuando yo era joven en medio de una dictadura asquerosa. Le hablo de ahora, en que muchos compatriotas tienen que irse fuera para poder comer caliente o que los aprecien en su trabajo. Le hablo de miles y miles de ciudadanos que trabajan de sol a sol y son ninguneados y hasta puteados sin que nadie les reconozca su buen hacer y su sacrificio. Por eso me extraña que en todos los rincones se estén dando tantos homenajes a unos tíos que no creo que se lo merezcan. Porque, a ver, ¿qué bien han hecho al país, han inventado un remedio médico eficaz, han creado puestos de trabajo, son líderes de opinión intelectual? Esta gente, jugadores y técnicos, no tiene la culpa de nada, claro, incluso algunos de ellos pueden estar sintiéndose muy incómodos con tanto agasajo absurdo, pero tanto homenaje popular no logro entenderlo.
—No sé, don Romualdo, quizás han hecho felices a millones de personas gracias a su triunfo…
—Vaya forma más idiota de felicidad… Estoy hasta el gorro de tanto homenaje a los campeones del mundo. No se lo merecen, amigo mío. Así de claro. Ya tienen suficiente premio con la millonada de pasta que le han dado a cada uno. Esto parece una charlotada, a ver qué ciudad y corporación municipal muestra más énfasis en el homenaje y el peloteo. ¡Hay tanta gente de la ciudad o pueblo mucho más merecedora de homenajes que estos cantamañanas! El pobre basurero que lleva 40 años recogiendo la porquería de la vecindad y que acabará jubilándose uno de estos días sin que nadie le haya dado ni las gracias. O ese profesor del viejo colegio de las afueras, que durante muchos años se ha desvivido porque los jóvenes de la ciudad fuesen gentes preparadas y más o menos cultas. O el tendero de la esquina, con tres décadas tras el mostrador, sirviendo mercancías a la pobre gente, o el peluquero Francisco, por cuyas manos han pasado todas las cabezas de la barriada. Amigo mío, ¿usted ha visto algún ayuntamiento que haya homenajeado a la gente que se ha desvivido, durante varias decenas de años, por servir decentemente a sus vecinos sea cortándoles el pelo, vendiéndoles pescado, limpiando las calles, enseñando a los chaveas, o cosas así? ¿Ha leído en algún periódico algún agradecimiento, una crónica de despedida, una referencia amistosa a años y años de modesto pero necesario trabajo hacia la comunidad? ¡Y ahora nos vienen a tocar las narices a algunos con tanto homenaje y tanto bombo a unos futbolistas cuya única ocupación consiste en alimentar de olvido y gansadas a las masas para que así no piensen en cosas menos estúpidas!

Noté que Romualdo empezaba a acalorarse pero fue una falsa alarma. Le indiqué mi total acuerdo con lo que afirmaba pero que las cosas son lo que son y que no es fácil cambiarlas. Si hasta criticarlas está mal visto... Luego nos pusimos a charlar de otros temas llegando casi a la misma conclusión.: parece que en estos tiempos de globalización lo único que se ha generalizado a nivel planetario es la idiotez. Eso piensa don Romualdo y eso mismo piensa el muá.

2 de junio de 2010

ZAPATEROS, A VUESTROS ZAPATOS...

Si algún siglo de éstos el Puñetas consigue el Campeonato Europeo de Tiro al Plato de Jamón Ibérico (llevo años siendo subcampeón) juro ante las teclas que tengo aquí delante que no me dejaré embaucar por el señor Zapatero (o quien le suceda), aceptando ser recibido en Moncloa para que allí el tipo se  haga fotos y propaganda a mi costa pariendo un almibarado y cursi discurso. Juro igualmente que daré calabazas a la máxima autoridad de mi cortijillo autonómico así como al alcalde de la ciudad donde me ha tocado vivir si me llaman para ganar votos a mi costa. Los que viven de la política, que se dediquen a la política, y a los deportistas (yo mismo, en este caso jamonero) que nos dejen en paz.

Quizás es que el Puñetas es un mal patriota, un descastado, un tipejo que no sabe agradecer a sus Ilustrísimas y sus Excelencias esos desvelos, ese sin vivir que se traen en defensa del bien común, del prójimo y del pueblo que tanto les ama y al que gobiernan con sabiduría, mano maestra y arte magistral. (Vale reírse, chicos: eso no se lo cree ni el que asó la manteca…). El escribiente es poseedor de  una rara enfermedad congénita que consiste en la imposibilidad emotiva e intelectual de adorar a becerros de oro y a tipos que se creen adornados por el don de los dioses simplemente porque ganaron unas elecciones (habitualmente con truco) o porque (lo más frecuente) algún dedo amigo les puso allí, al frente de la cofradía. No hablemos si sus únicos méritos son haber ganado una guerra, una revolución o un cartón de bingo.

Toda esta matraca introductoria viene a cuento porque, por enésima vez, don Zapatético ha salido en los periódicos luciendo su más blanca sonrisa (para mí, más falsa que Judas) al lado de Edurne Pasaban, una dama encaprichada en subir montañas muy altas para, una vez que llega allí pasando cientos de penalidades, perder el culo bajándolas de nuevo no vaya a ser que la tormenta o la avalancha que se avecina fastidie el invento. No sé cuantos “ocho miles” lleva alcanzados la doña. De sus hazañas (y las de otros camaradas de “profesión”) sólo me interesa quién se las paga (porque me temo que hay por ahí dinero público, de todos) y qué pobre gente (esos sherpas de los que nadie habla) le ayuda cobrando una miseria por jugarse la vida sin más recompensa que unos cuantos dólares, euros o rupias. Supongo que la afición de doña Pasaban tiene sus ventajas (ver de cerca cielos limpísimos, nieves relucientes, vagar la mirada en un paisaje casi infinito….) pero alguien debería comprender también que hay algunos a los que nos la trae fría tanta épica, tanta subida escarpada y tanta bajada hacia el campo base. Sobre gustos, ya lo dijo el clásico, no hay nada escrito.

Por enésima vez, otros politicastros vivales (pongamos que hablo de Monteseirín , alcalde de Sevilla), aprovecharon que el equipo que se entrena en su ciudad disputa una final para viajar a costa del erario público, incluyendo avión y coche oficial con chófer y escoltas (los escoltas supongo que serán para defender a los ciudadanos de la presencia pública del político correspondiente). En Barcelona, en la última final de la Copichuela del Monarca, sentaditos en primera fila en el palco del Nou Camp, estaban los mandamases de los ayuntamientos de Madrid y Sevilla, los genios y genias que desgobiernan los cortijos autonómicos de Andalucía y Madrid, también los propietarios del terruño receptor de tan ilustres huéspedes (me refiero a los honorabilísimos jerarcas de Barcelona y Catalunya). En fin, había allí gente de tanto peso (sin olvidar ministros, presidentes futboleros y gente de la farándula guay y requeteguay) que no sé cómo el apretadísimo palco del campo del Barça no se vino abajo.  Y no me olvido, claro, del Monarca, que presidía el acontecimiento planetario, aunque quizás su presencia fuese más justificable pues al fin y al cabo la Copichuela a disputar entre el Atlético de Madrid y el Sevilla llevaba su nombre. (A ver cuando dejan de llamar al torneo “la copa del Rey”, más que nada porque la copa no es del Monarca). Mucha gente de la alta y baja política estuvo allí reunida en tan insigne evento deportivo, chupando cámara, pero me apuesto un centavo de euro a que ninguna autoridad “competente” pagó de su propio bolsillo ni el viaje, ni la estancia ni la entrada al campo y al palco.

Ya es habitual que en cualquier acontecimiento deportivo de medio pelo (y no digamos si es de cabellera completa) aparezcan por los palcos y asientos de postín monarcas, príncipes, presidentes de gobierno, autoridades regionales, alcaldes, concejales y otras altas estirpes politiqueras. Gratis total porque ellos no ponen un duro. Y todo con el loable propósito de sacar réditos del trabajo ajeno, dándose de paso un garbeo viajero a costa del contribuyente, al tiempo que logran hacer visible una de las mejores triquiñuelas que han parido los siglos: que están allí porque “representan” a los gladiadores que se baten el cobre en el césped, la pista o el circuito. Pues no, camaradas. Menos viajes, menos palcos, menos representaciones con la fotogenia al fondo y más trabajo de despacho, más austeridad y –sobre todo- más respeto al deportista, que no se logra haciéndose fotillos con él en los momentos de máxima gloria sino dejándolo en paz en los momentos triunfales o dándole ánimo (sin protocolos ni gaitas) cuando llegan los fracasos. El deporte, incluso el de élite, es un juego y los gobernantes deberían dedicar su tiempo a otras cosas mucho más serias.  O sea, zapateros, a vuestros zapatos…

18 de abril de 2010

POBRES DIABLOS...

El viernes pasado tenía lugar en Madrid una de esas ceremonias o ritos propagandísticos a los que tan dados son en la UEFA y otros organismos federativos nacionales e internacionales. El Barcelona entregaba a la susodicha el trofeo de la Champions que el año pasado ganó y ésta se lo traspasaba a don Gallardón, alcalde de Madrid, para que lo custodie hasta que se celebre la final el próximo 22 de mayo. Custodia que no saldrá gratis a los madrileños, aunque nunca se sabrá su coste exacto ni todos los gastos que conllevará la organización de la famosa final. En cambio el alcalde ya tiene clarísimo que la misma "supondrá a la ciudad de Madrid unos ingresos aproximados de 70 millones de euros”. Ya saben: ocupación hotelera, publicidad y resonancia del partido a nivel mundial. Sería bueno que alguna vez nos explicasen con calculadora en mano cómo demonios sacan estas cuentas tan fantasiosas. Y, encima, antes de que se produzcan. Nuestros politicastros se creen listísimos y ya hasta adivinan el futuro. Dicho de otra manera: toman a la ciudadanía por imbécil.

Para el sarao del trofeo se juntaron los grandes jefes de ambas casas futbolísticas, la del Madrid y la del Barcelona. Para satisfacción de los presentes y de la gente de bien, hubo flores y galanteos por ambas partes. Don Florentín soltó aquello de que el Real Madrid, “como anfitrión hará todo lo posible para que el Barcelona se encuentre como en su propia casa" si llega a la final de la Liga de Campeones y don Joan se mostró “muy agradecido” por el trato recibido en estos años pues “desde que soy presidente del Barça, siempre he notado, aparte de la hospitalidad y cordialidad que corresponde, un cierto afecto, con lo que estoy muy contento. Si llegamos a la final nos sentiremos como en casa”. Sólo faltó que los presidentes se dieran un beso en la boca pero al Puñetas le basta y sobra con la cordialidad, buena educación y maneras con que los unos y otros han celebrado el ritual uefero. Un sano compadreo que viene de perlas para enfriar un poco la temperatura del país, elevada a niveles preocupantes por culpa de tanto extremista, fanático y maleducado como abundan por doquier.

Sin embargo, la cordial entente de ambos clubes a nivel institucional choca con la actitud de algunos pobres diablos, socios y seguidores del club blanco mayormente (los del Barça se callan por ahora aunque ya sacarán también los pies del plato, en su momento), quienes han visto en este sano compadreo un ataque directo e intolerable a lo que ellos entienden por “madridismo”. Y es que los irreductibles de uno y otro equipo (espero que no sean muchos) entienden que además de defender a muerte a su equipo del alma, están en la obligación de atacar a muerte al equipo rival. Son gente tan estúpida que no sólo se alegran por la felicidad propia sino también por la desgracia ajena. Viven en permanente estado de guerra: o conmigo o contra mí. He aquí algunas perlas de estos “intelectuales” sin intelecto, recogidas de las páginas web de los principales diarios españoles (respetaré su pésima escritura, faltas de ortografía incluidas, fiel reflejo de su patético discursillo):

“Florentino en su afan de "buenismo" no dice más que chorradas. Si juega la final el Barcelona, lodseable pro los madridistas es QUE LA PIERDA. Alguien se imagina lo que sería si el madrid la jugase en Barcelona??? Pues eso”. “Ante todo soy del Madrid, y anti Barsa (…) Hace poco estuve en el Nou Camp, y no me levanté en ninguno de los dos goles del Barcelona. Aplaudí el gol del Getafe, aunque ya no tenía nada que hacer. Como gane el Barsa la final, creo que no voy a poder superar el trauma. Y lo digo muy en serio....”. “Por favor, Florentino que se deje de lo políticamente correcto, que es una bobada. A los madridistas de corazón, lo peor que nos puede pasar es que el Barsa juegue la final de la Champions en el Bernabéu. Y lo peor, y lo más seguro que pase, que la gane.... Sr. Pérez, no me parece ningún orgullo, la verdad. Tampoco quiero que el eterno rival se sienta como en casa. Me parece hipócrita decir eso”. “D. Florentino Perez un Gentelman.lo dice de corazón ,ya lo demostro cuando vino a los funerales de Kubala....un señor, lastima que sea del Madrid....” “Estoy con todos@ los madrdistas de acuerdo, es imposible que florentino intente acojerlos como si de su casa se tratara,!!!!que gane el milan!!3-0 todos de eto”. “Si eso sucediera o sucediese, querido Florentino, claro que se iba a sentir como en casa, porque ni un solo madrileño (menos aún un madridista) asistiría a esa representación cómico-burlesca. Confío en que no llegue a producirse ese lamentabilísimo espectáculo”.

Ante semejantes acémilas sólo nos queda decir lo típico: ¡Arreee! A esta gente, de ardor tan guerrero, el Puñetas les daba un fusil y los enviaba a Afganistán a hacerse unos hombres (o mujeres) de provecho.

Menos mal que no todo el mundo piensa tan burda y fieramente. El resto, la gran mayoría, suele vivir el deporte con pasión pero con cerebro, con alegrías y soponcios pero con deportividad.

“No creo en la rivalidad Barça-Madrid. No es real. Es entretenimiento, como una peli de ficción. Es puro teatro para que el circo del fútbol siga funcionando. Al ser los dos grandes clubes de un mismo país, dependen en gran medida el uno del otro (sin uno de los dos "leones" no hay espectáculo de domadores) y la rivalidad se siembra para que sea el "opio" de las masas. Si uno de los dos no existiera, surgiría otro que ocuparía el lugar de esa rivalidad acérrima, pasaría a ser Barça-Valencia, o Madrid-Sevilla, o lo que fuera. Y la vida seguiría su curso!” “Qué mal estáis dejando al madridismo, que nada tiene que ver con los que aquí se expresan! ¿Dónde está vuestro espíritu deportivo? Soy madridista desde tiempos en los que seguramente ninguno de vosotros había nacido aún y por supuesto que me hubiera gustado que fuera el Real Madrid quien disputara la final de la Champions; pero como el Barcelona (detesto lo de Barça) no tiene ninguna culpa de que nos eliminaran, me alegraría que fuera el campeón antes que cualquier otro equipo y poder verlo para disfrutarlo, porque, nos guste o no, se lo merece y así hay que reconocerlo”.

De acuerdo que en esto del furbo hay bastante teatro, cantamañaneo y taruguez, pero aunque no sean muchos los portadores de tales virtudes, ya se encargan los periodistas del corazón y la bragueta de darles cancha y pábulo para que, pobrecicos, sigan manteniendo bien alto el discursín de la inanidad, que es lo que da de comer hoy a tantísimo analfabeto y asnalfabeto. Desde aquí felicito a sus contrarios, a esa enorme mayoría de aficionados que cumplen con el fair play de felicitar a los vencedores en buena lid, aunque no sean sus equipos del alma. Y felicito doblemente si uno de esos triunfadores resulta que es el equipo de la “máxima rivalidad”. Por fortuna, todavía hay mucha gente de bien por esos mundos del carajo y del deporte. Los pobres diablos se están quemando vivos en su absurdo infierno. Angelicos… (Mejor aprendieran de los profesionales, que ven las cosas más serenamente… dentro y fuera de la tempestad).

14 de marzo de 2010

PARADOJAS DEL DEPORTE

Pepiño Puñetas, zapatero jubilado y tío mío por parte de padre, vino el otro día a casa y me trajo un regalillo:

-Toma, sobrino mío, dos hojas que he encontrao al hacer limpieza de papeles de cuando yo leía algo. Ahora sólo veo la maldita televisión. Lo mismo te vienen bien para esa chorrada de cosa que tienes en la interné dichosa…
-Pues no sabes cuánto te lo agradezco… Debe ser una cosa del Pleistoceno o algo así…
-Mu gracioso el sobrino cincuentón… Pues que sepas que los papeles son de un librillo de ensayo sobre el deporte cuyo nombre no recuerdo. Tampoco su autor ni la editorial. Tras leerlo lo tiré al contenedor, como tantos libros rollo que he leío en mi vía, pero debí arrancá esas dos páginas. Las traigo por si te sirven…

Mis ojillos miopes echaron una rápida visual a aquellas dos hojuelas y lo que leyeron me dejó maravillado. Que hace alrededor de 30 años alguien escribiera cosas tan certeras (y tan modernas y actuales), con tanta precisión y ahorro de palabras,  me maravilla cantidubi.  Di un casto beso a la frente de mi tío y me dispuse a digitalizar aquella hermosura. ¡Cómo me gustaría saber quien escribió tan magnífico texto!
El deporte  es una realidad social inmensa, desarrollada en una enorme complejidad. Por eso aparecen en su seno, cada vez más, los contrastes. Tanto que cualquier aficionado se pregunta más o menos: ¿El deporte ayuda al entendimiento internacional o lo desintegra? ¿Beneficia las capacidades corporales o las consume? ¿Es vuelta a una vida más natural o es una carrera hacia la súper tecnificación? ¿Educa hacia la comprensión o excita la rivalidad? ¿Relaja o produce tensión? ¿Equilibra o neurotiza? ¿Educa o deseduca? Estas y otras muchas perplejidades produce, en muchas gentes, la realidad deportiva de nuestro tiempo.

De manera análoga a lo que sucede en el fútbol hay también otros deportes que, según su popularidad  en unos u otros países, arrastran un alboroto de millones: tal es el ciclismo, boxeo, baloncesto, esquí, etc. Como consecuencia de ello alrededor de estas actividades se apiñan los intereses. El dinero, junto con la política, es el gran centro de poder; por eso, hay ambiciones, forcejeos, intrigas. Todo ello en el terreno de juego se traduce en “ganar como sea”, “comprar al adversario”, “primas a terceros”, “doparse”, presionar a organismos federativos, comprar árbitros, etc. (…) Interesa arrancar victorias, contabilizarlas, con la exclusiva preocupación de exhibir una buena gestión pública, la eficacia de un ministro, de un gobierno o la excelencia de un sistema político. Estas injerencias políticas, que llegan desde los más altos niveles, son acciones muy peligrosas de cara a la desnaturalización del deporte.

Con todo ello no se favorece el entendimiento humano por medio del deporte., las relaciones amistosas entre los pueblos. Tales presiones deportivas no distienden sino que excitan; no crean amigos, sino más bien enemigos. He aquí un primer contraste entre las utopías del deporte y sus realidades. Pero todo esto se refiere al deporte-espectáculo, a la alta competición oficial. Queda el otro deporte, de práctica espontánea, de expresión y divertimento personal, de higiene corporal o espiritual. Sin embargo, es aquí donde se advierte alarmante descomposición.

La imagen del deporte-espectáculo con sus tensiones y compra de victorias ha producido contagio en otros niveles de la práctica deportiva. Hoy, en cualquier competición colegial o vecinal, se ven niños y niñas no ya animados a dar el máximo esfuerzo por ganar, sino nerviosos, consumidos, psíquicamente empobrecidos por el miedo a perder. O, lo que es peor, se ve a sus padres maquinando al borde de la cancha o la piscina, excitados y embrutecidos por la exhibición de sus hijos, propensos a cualquier trampa.

He aquí el cuadro: los hijos víctimas de la angustia de ganar que les transmiten sus padres; en el colegio, en la escuela, en el club, dirigentes y “educadores” prestos a hacer trampas, incluso a falsificar documentos acerca de la edad de un muchacho, para que el equipo que ellos dirigen gane.

A los más sencillos niveles de práctica deportiva ha llegado el mal estilo del alto deporte corrompido; y esto es peor que las corrupciones en el deporte-espectáculo.

Quizás la cosa venga de lejos. El origen no está simplemente en el gran deporte manipulado, sino en las actitudes generales del hombre de nuestro tiempo. El viejo refrán “en la mesa y en el juego se conoce al caballero” se puede trasladar a la sociedad. En los juegos propios de su tiempo se manifiesta, se desnuda una sociedad determinada, Cuando ni siquiera en el juego, en la diversión, una persona o un gremio social son capaces de ser limpios, eso significa que han dejado definitivamente de ser limpios.

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¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).