10 de marzo de 2006

LOS FANÁTICOS DEL MICRO



El martes y miércoles pasados, días en que tres equipos españoles se jugaban las habichuelas en la Champion Li, rompí una de mis normas de audición habituales: ver el partido de fútbol en el más absoluto de los silencios, con la voz desaparecida. Llevo años haciéndolo harto como estoy de la falta de neutralidad y objetividad de los locutores y comentaristas. Que prefiera que gane un equipo cercano no significa que no anteponga primero el espectáculo y la honradez torera. Debe ganar quien mejor juegue y sea más deportivo. Y dejarme de apasionamientos absurdos y comeduras de coco de bocas deslenguadas.


Ya digo, los otros días rompí con la rutina para hacer una ligera evaluación del estado actual de la cuestión y mortificarme de paso. Nunca más. Iba zapeando de la Ser a la Cope pasando por Radio Nacional, Onda Cero y alguna otra. Si en vez de goles, camisetas y pelotas, hubieran hablado de energía nuclear, islamismo u odio a América, estaríamos refiriéndonos al feísimo y horrible señor de la afoto de más arriba. Menos mal que hablaban (peor, gritaban y aullaban) de furbo. Como soy un exagerao quizás me pase un poco, pero se me ponían los pelos como escarpias cada vez que había un gol (menos mal que hubo pocos): GOOOOOOL, GOOOOOOOL… y así dos minutos insufribles. “¿Ha sido gol?” –pregunté a mi chaval que bostezaba frente a la tele por el aburridísimo espectáculo que estaban dando el Villarreal y el Rangers. “Sí, papuchi, ha sido SÓLO un gol” –me respondió el mozuelo, echando ya las muelas satíricas igual que su padre. –“Menos mal (rematé de lengua) que suele haber pocos goles en un partido que si no estos tíos acaban afónicos y los oyentes con dolor de oídos”.



Pero lo peor no es el folklore narrativo si no las opiniones sectarias pretendidamente técnicas de los tertulianos y la mala costumbre de narrar lo que “debe ser” frente a lo que “es” y se ve. Cuando el Arsenal dio un tiro al poste, pues bueno, pues vale. Cuando lo hizo el Madrid, “ahí está la eliminatoria”. Si el portero del Villarreal se tiraba al suelo para ganar tiempo, la cosa era estupenda. Si lo hacía el del Arsenal frente al Madrid, era de tarjeta. “¡Que acabe ésto pronto!”, gritaban desaforados cuando interesaba que terminase el encuentro y “¡Qué poco ha descontado el árbitro!” cuando el Madrid tenía la soga al cuello. Y lo de meterse con Maurinho, de juzgado de guardia en algunos casos. Ya digo, puro fanatismo. A lo peor eso es lo que quieren los sufridos oyentes, pero si es así, entonces la cosa todavía es más grave. ¿No habrá un par de locutores sensatos que relaten un partido de fútbol con objetividad y sin apasionamiento absurdo, con mesura y relajación, pese a que en su fuero interno les haga ilusión o prefieran que gane el partido uno de los dos equipos? Por lo visto de lo que se trata es de echar fuera adrenalina y testosterona, gritar como demonios, contar trolas enfrentadas con lo que se ve en el campo y demostrar que son más patriotas que nadie. ¡Qué fácil es poner el cerebrín en huelga, amigos del micro! Conmigo que no cuenten. Nunca más volveré a escuchar a estos fanáticos de la alcachofa que sólo respiran por la sangre del terruño y del alarido.

1 comentarios:

la aguja 12/3/06, 1:44  

Estaría bueno en un partido de baloncesto: CANASTAAAAAAAAAAA. Para cuando acabaran ya habrían metido otra. Quedarían afónicos, lo cual sería un suspiro.

Lo bueno del caso de estos abrebocas es que creen que encima lo hacen bien.

A mí me da mucha rabia cuando se ponen en plan técnico-futurista y dicen lo que va a pasar. Pues claro, no suelen acertar. Hay veces que no aciertan ni los del tiempo con todas las máquinas que tienen por ahí tomando datos, como para acertar lo que van a hacer con una pelota redonda veintidós genios anárquicos dirigidos por dos mentes que se oponen y se contraponen constantemente.

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