13 de abril de 2008

LA FÓRMULA I, UN DEPORTE DE POBRES

Guardé el mes pasado dos artículos sobre la Fórmula I que publicaba el periódico económico “La Gaceta”. Curiosos, oyes. Trataban sobre el asuntejo nada baladí de la logística y de los costes financieros que conlleva un deporte cuya práctica debería estar sancionada por los Ministerios de Medio Ambiente de todos los Gobiernos del mundo. No digamos si encima nos pilla en época de crisis o “desaceleración” como la actual.



Como a veces las cifras hablan por sí solas evitándole a uno la incomodidad de hacer demagogia barata (que es de lo que me acusarían por hablar de despilfarro y prepotencia –y por eso hablo en el titular de “pobreza”), aquí va una selección de las más elocuentes:



* Viajes a Australia, Malasia, Bahrein, Turquía, Canadá, Singapur, Japón, China, Brasil…



* Cada escudería desplaza en un Gran Premio entre 100-130 personas: 50 montadores, 42 mecánicos, 20 ingenieros y jefes de fila, 10 cocineros, otros tantos responsables de comunicación, cuatro pilotos y un médico.



* Hasta 32 toneladas de material mecánico (motores, neumáticos, chasis, estructuras para el motorhome, la mansión desmontable a pie de pista…) mueve cada escudería en cada carrera. Todo ello queda embalado y precintado en containers que viajan en 15 camiones. Además, cada equipo dispone de otros 5 tráilers en los que transporta el material de montaje del hospitality y los 50 ordenadores. También cuentan con un camión adicional que hace las veces de estación meteorológica y centro de comunicaciones. A todo ello hay que sumar los 1200 litros de gasolina y los 100 de aceite que cada equipo suele consumir en la carrera.


* Cuando el destino está demasiado lejos, cada equipo lleva un Boeing 747 adaptado, un avión que en su versión comercial alberga a más de 500 pasajeros. Para las carrereas más lejanas el primer envío se hace por mar hasta con dos meses de antelación y el segundo con el avión una semana antes. Por si hubiera imprevistos, siempre hay preparado un avión en cada carrera para transportar cualquier pieza o recambio que halla podido fallar en los entrenamientos o para el traslado de personal de sustitución.



* El motorhome de cada escudería es un edificio de 1000 metros cuadrados divididos en 3 plantas para cuyo montaje hace falta el trabajo de 50 personas durante 5 días. Una vez levantado suele contar con 4 bares, 32 televisiones de plasma, sillones, futbolín, terraza y discoteca. Es tan acogedor que en él se hospedan los pilotos, en un habitáculo aparte de seis habitaciones y bañera hidromasaje.



* El transporte y la logística representa sobre un 10 % del total de los presupuestos anuales de cada escudería. Pese a lo cual, “los trabajadores de las escuderías menos pudientes vuelan con compañías de bajo coste y suelen alojarse en pensiones locales. Nada que ver con los empleados de Ferrari y Aclaren, que disfrutan de billetes en primera y de alojamientos cinco estrellas”.



* Los miembros de cada equipo pasan una media de 200 horas dentro de aviones por temporada y recorren más de 160.000 kilómetros al año, lo equivalente a dar 4 veces la vuelta al mundo.



* Un equipo de Fórmula I tiene un presupuesto medio de 209 millones de euros, aunque los de élite se van a los 305 millones. Entre los 11 competidores que conforman la parrilla (la mayoría de ellos, simples comparsas –Puñetas dixit) el montante asciende a unos 2.300 millones de euros. Casi al doble de esta cantidad se eleva el montante estimado que mueve la Fórmula I al año: 4000 millones. Aquí ya se incluyen los derechos comerciales, venta de las entradas, facturación de la organización… El coste de recorrer un fugaz kilómetro asciende a 419.000 euros para todas las escuderías y un GP supone un gasto de 127 millones. Un patrocinador oficial llega a sufragar hasta el 40 % del presupuesto de una escudería.



La Fórmula I, tal como señalaba en el título con total recochineo, es un deporte de pobres parias de la tierra a los que habría que echar una mano para que puedan seguir ofreciéndonos ese bello espectáculo que nos dan cada año casi una veintena de veces: dos galgos (Ferrari y MacLaren) corriendo como locos y unos cuantos podencos detrás suyo, con la lengua fuera. Me encantan los deportes pobretones e igualitarios, oyes…

2 comentarios:

la aguja 19/4/08, 1:29  

Y los Estados todavía tienen la cara de pedirnos que reciclemos porque nos vamos a cargar el medio ambiente.

No creo que por mucho que ensucie mi familia, y no reciclemos, nos vayamos a cargar el medio ambiente.

Sí, ya sé que somos muchas familias globales y que si todos ponemos nuestro granito de arena tal vez contribuyamos a no cargarnos el medio ambiente (si es que todas esas paparruchas algorelianas del cambio climático son ciertas, que es cosa que está aún por ver dado que ni los científicos se ponen de acuerdo —el Gore éste ya ha hecho caja con media docena de desventurados como los españoles, cuyo Gobierno le compró miles y miles de DVD para distribuir a cada centro escolar—).

Pero a mí todo esto me suena a que como no pueden acollonar a las grandes empresas, léase la formulaguán, pues nos asustan a los mediopolvos de los ciudadanos, curritos de a pie.

Y claro, ya que los demás reciclamos y ahorramos combustibles y energía, pues los avispados dueños de los circos de TODOS los come-carburantes deportes de motor (por tierra, mar y aire) ya tienen su cohartada: si ya están ahorrando los demás, dejad que nosotros derrochemos, y así mantenemos el nivel de consumo sin aumento.

Sólo falta ya que vengan a imponernos un canon por reciclaje indebido y derroche energético (como si no pagáramos ya una factura por lo que gastamos de más) para así legitimar el consumo excesivo de todas estas pruebas a motor.

Repito que es sólo una teoría, y muy mal desarrollada.

Juan Puñetas 20/4/08, 20:11  

Es una teoría tan válida como cualquier otra y, en mi opinión, no sólo acertada sino generalizable a otros ámbitos (por ejemplo, el de la Hacienda). O por ejemplo, el del agua, tan candente. Cuando está estudiado que la población consume apenas un 10 % del total del agua (la industria se lleva sobre un 30 % -si la hay- y la agricultura el resto), resulta que todos los esfuerzos propagandísticos van porque ahorre agua esa población que gasta la menor parte de la tarta. De acuerdo, hay que concienciar y tal y cual, pero lo prioritario debería ser ahorrar en otra dirección, ¿no?

En el mundo del deporte también se aplica dicha teoría. Ahora mismito, con la crisis en que empezamos a estar metidos, sea acelerada o desacelerada, cabe pensar que el personal en apuros debería ahorrar en cuestiones no básicas, esto es, el ocio fuera de casa (donde incluyo el pagar 70 euros por ver a tu equipo de fútbol -al menos en Inglaterra), la televisión de pago, la ropa, etc. Sin embargo, los primeros datos que empiezan a soltar los medios informativos o desinformativos es que la gente está dejando de consumir ciertos alimentos, como el pan, la fruta...

Andamos desnortados perdidos, los de arriba y los de abajo,aunque es a éstos a quienes siempre toca el perder y a quienes engañan. Y a quienes hacen responsables de todos los males del mundo, cuando en muchos de ellos no tienen ni arte ni parte.

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