14 de septiembre de 2008

EL BALLET YA NO ES COSA DE FINOLIS

 
Por si no teníamos bastante con 24 horas de furbo al día, tropecientos partidos a la semana y los futbolistas encarnados como los nuevos héroes del siglo, pronto el resto de las artes (sí, en el colmo del mal gusto, han convertido al deporte “rey” en arte) empezarán a darnos la tabarra sobre el particular  y de paso… hacer caja.

En la Inglaterra de siempre, el fútbol acaba de incorporarse al ballet. La compañía nacional de danza británica, a falta de buena literatura, de excelente música y de imaginación, ha llegado a la conclusión de que lo fetén y moderno es dedicarle una obra al fútbol. El éxito, como es de imaginar, ha sido inmediato. Y tras él, ya verán, vendrán las adaptaciones nacionales en los diferentes países y la extensión a todo tipo de manifestación artística, sea plástica (cuadros, esculturas…), audiovisual (cine, música…) y hasta política –también catalogan como un arte el mangonear a los demás-,  donde más pronto que tarde veremos a algún rey mago del balón llevar las riendas de su país. 

La idea de equiparar el ballet con el fútbol resulta la mar de chocante y estrafalaria (aunque es muy vendible, claro) porque la finura, la elegancia, la delicadeza de los mozos y mozas que sobre un escenario realizan movimientos estilizados y musicales, no se compadece con la habitual burrez de los jugadores de fútbol, muchos de los cuales tratan al balón como si fuera un pedrusco. No digamos a los rivales, cuyas espinillas, tobillos y glúteos –como mínimo- sufren las consecuencias de una impericia en el uso de la pelota que a veces roza lo patológico. Sí, de vez en cuando aparece algún mago del esférico que permite enmascarar la cruda realidad, pero gente así son habas contadas.

Dada la escasa imaginación de los guionistas de la compañía inglesa (que, presumiblemente, deben ser unos forofos de la pelotita, cuando no unos hooligans), han tirado de archivo para seleccionar los momentos más gloriosos del fútbol…. inglés, que es el único que existe para ellos y para cualquier purista futbolero. Cabe imaginar, por muy poco imaginativo que sea uno, que alguna jugada excelsa del Beckham  (icono perfecto de la simpleza) desfilará por la obra.  Yo sugeriría a los guionistas el reparto de una tonelada de cerveza en cada representación, para hacerla más realista y atractiva.

Desconozco (aunque ya nos sacarán de dudas aquellos que, entre sus intereses turísticos en la Inglaterra inglesa, incorporarán de ahora en adelante la asistencia a una obra de ballet, je, je) si en la representación aparece el malo de la película, el árbitro de turno. Lo digo porque éste sí que tiene que hacer auténtico encaje de bolillos en plan fino para sortear las trampas de aquellos a los que tiene que pitar: lo suyo sí que es hacer ballet. En cualquier caso, bienvenida la incorporación futbolera a otras merendolas artísticas. Se ve que el personal todavía no ha alcanzado el empacho futbolero  y que su estómago todavía admite más de lo mismo. También empieza a verse que el deporte del balonazo y tentetieso encierra en su interior unas posibilidades artísticas que analfabetos como el muá  nunca llegaremos a imaginar.

Confiemos en que pronto en España algún listillo compre los derechos de autor de la obra y la adapte a nuestra maravillosa realidad. Sólo de pensarlo ya tengo palpitaciones…

PD: (Si tienen curiosidad y saben inglés, claro, aquí tienen la página dedicada al evento y hasta es posible que hurgando en ella encuentren los vídeos de los “diez momentos estelares del fútbol… inglés”).  

2 comentarios:

Anónimo 17/9/08, 0:25  

Esto es la decadencia, señor mío. La decadencia del ballet y también del fútbol. Los unos por horteras y mal gusto, los otros por el amaneramiento y la sensibilidad a flor de piel.

Y mire usted si a lo mejor dan con un central omnipotente y lo fichan, que con esos saltos del ballet estos danzarines deben de ir muy bien de cabeza... Salto en suspensión, salto en suspensión...

Juan Puñetas 23/9/08, 21:49  

Es que hablamos de dos cosas prácticamente antitéticas: la finura, la delicadeza, la flor de pitiminí del ballet con la rudeza, la burrez y el palo y tentetieso del furbo. Es como mezclar o comparar el aceite de oliva con la gasolina...

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¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).