27 de septiembre de 2009

DOS FORMAS DE ENTENDER EL TABLERO Y LA VIDA



Han estado estos días por Valencia los dos monstruos vivos del ajedrez del siglo XX, muerto ya el mejor: Boby Fischer. Me refiero, claro está, a Anatoly Karpov y Gary Kasparov, conocidos enemigos del tablero y de la política, que mira tú por dónde –por esas jugarretas del destino- se han hecho un poco amigos y hasta se atreven a disputar un torneo de exhibición por tierras levantinas.

Los dos excampeones del mundo (hace ya 25 años que se enfrentaron por última vez) fueron referentes de un modo de entender el tablero -y por tanto, la vida y la supervivencia- bien diferente. Mientras Karpov basaba toda su estrategia en la solidez de sus posiciones, en el cuidado exquisito de la defensa y en no cometer errores (posicionamiento acorde con su conservadurismo personal y político en la vieja y retrógrada URSS), don Gary jugaba con el ímpetu del que quiere asaltar el palacio de invierno de su rival, con imaginación, rompiendo moldes ya trillados. Su inconformismo no estuvo sólo en el tablero de juego y, naturalmente, lo pagó caro aunque no todo lo que sus enemigos hubieran querido.

Mientras hoy Anatoly es un alto funcionario del nuevo régimen soviético, a don Gary le siguen dando más palos que a una estera pues es una de las caras más combativas de la oposición a ese nuevo-viejo régimen que vegeta en Rusia y alrededores. Precisamente Karpov tuvo el detalle de echar una manita a su viejo enemigo cuando a éste lo metieron en la cárcel no hace mucho. Por fortuna el ajedrez hace más amigos que enemigos y es lo que ha permitido que el funcionario se interesase por el activista. No es que ahora se dediquen a darse besitos en la boca (a lo que tan aficionados son los dirigentes rusos, o al menos, eran) pero han sido capaces –por dinero, también- de volver a verse las caras delante de un tablero. Lo de menos es que Kasparov haya barrido a Karpov: siempre fue mejor jugador. Lo importante es que el ajedrez, considerado como deporte, los sigue necesitando pues -coinciden en el diagnóstico- anda de capa caída por falta de grandes maestros, de cierto glamour y de unas políticas nefastas por parte de la FIDE y las Federaciones más importantes (la rusa, entre ellas).  Como juego de mesa –sin embargo- sigue siendo uno de los preferidos entre los que gustan de las batallitas y de estrujarse el cerebrín.

-Amigo lector, no crea que me he ido ya a freír espárragos. Antes quiero plantearle un problemilla ajedrecístico, si tiene a bien. ¿A que no sabe cual ha sido el mejor ajedrecista de toda la historia? ¡No me diga que no tiene ni idea! Pues, Moisés, hombre… ¡Hizo tablas con Dios! Pero descendiendo a terrenos más mundanos, hay quien piensa que el ajedrez “es el más grande desperdicio de la inteligencia humana después de la publicidad”  (Raymond T. Chandler) y quizás tenga razón, aunque el amigo Guevara, el Ché, además de un pasatiempo lo consideraba un educador del raciocinio, cosa que también es cierta. Como ve hay gente para todos los gustos, aunque el Puñetas se inclina más por la cosa jocosa, pongamos de un tal  Quevedo: “El hombre va como los peones: de casilla en casilla sin poder atrapar a la dama”.

2 comentarios:

capanegra 1/10/09, 23:44  

Pues al ajedrez jugará mejor Kasparov, pero a pasar la vida sin complicársela le gana Karpov.

Algunos es que no aprendemos a vivir tranquilos, jolín.

Juan Puñetas 2/10/09, 22:31  

Porque somos tontos, amigo. ¿Quién le manda al Gary meterse en camisa de once varas, opositar al férreo régimen soviético y recibir palos a mansalva cuando podría estar tan ricamente viviendo del ajedrez?

Quizás, con los últimos golpes recibidos, se haya caído del caballo y -chico inteligente- se dé cuenta que a Putin no hay forma de hacerle la puñeta.

En cuanto a nosotros, además de tontos somos masoquistas porque encima no sacamos un duro del invento. Claro que lo que nos reímos, eso no nos lo quita nadie...

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¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).