ENTRENADORES DE USAR Y TIRAR
Esto del fútbol ha pasado de ser un cachondeo para convertirse en un regodeo, un golfeo y un pitorreo absoluto. Hasta ahora era clásico que los futbolistas cambiasen de club con la misma facilidad que Madonna cambia de bragas o que Beckam lo hace de peinado. En un mundillo lleno de peloteros mercenarios y de presidentes ricachones y caprichosos, siempre lucían como un sol los… entrenadores, tipos serios y responsables. Al menos, pensábamos algunos puñeteros, he ahí a unos cuantos señores que mantienen la sesera y el sentido común en este mundo ramplón y casquivano de la pelotita de cuero. Pero hete aquí que también a los “misters” les ha dado por meterse de lleno en el tiovivo. Y ahora no sólo se dedican a entrenar a los pichalargas que salen de corto a intentar meter un golito en la portería contraria (que a veces se ven negros para conseguirlo…) sino que también quieren ser protagonistas virtuales y famosiles del invento.
Todos los días, los entrenadores de los equipos más importantes del país, desfilan ante los periodistas con los comentarios más ingeniosos y esperados sobre el entrenamiento del día o el próximo partido. No sé como los políticos no han denunciado ya a estos competidores de la cuota de pantalla, a esos entrenadores del Madrid, Barcelona, Coruña, Valencia, Atlético..., mientras que ellos –pobres parias que sólo están para aburrir a las ovejas cuando toca el momento de las elecciones- no tienen nada que hacer frente a estos nuevos grandes dioses mediáticos.
Todos los días, los entrenadores de los equipos más importantes del país, desfilan ante los periodistas con los comentarios más ingeniosos y esperados sobre el entrenamiento del día o el próximo partido. No sé como los políticos no han denunciado ya a estos competidores de la cuota de pantalla, a esos entrenadores del Madrid, Barcelona, Coruña, Valencia, Atlético..., mientras que ellos –pobres parias que sólo están para aburrir a las ovejas cuando toca el momento de las elecciones- no tienen nada que hacer frente a estos nuevos grandes dioses mediáticos.
Pero, claro, la fama tiene sus riesgos. El personal te conoce muy pronto y sabe de qué pie cojeas. Llega el aburrimiento: todos los días el mismo careto por la tele, en el periódico, en el banquillo… Y en esta sociedad de consumo y de consumación, los productos deben ser perecederos. Así que los otrora cateturrios entrenadores han perdido la timidez y han dado el último salto a la modernidad: duran menos en un club de fútbol que una espuerta de caramelos a la entrada de un colegio. A muchos los echan los presidentes o los consejos de administración (fino nombre para designar a una pandilla de vivales que disfrutan a cuerpo de rey gracias a los tontícolas que pagan sesenta del ala por ver un partido de fútbol con menos goles que un combate de boxeo). Otros, ya procuran que los echen para seguir haciendo turismo por otros lares y hacerse hombres de mundo. Y ya los hay que se van ellos solos, sin que les den la patada, aunque incluso tengan contrato. Benítez, ex entrenador del Valencia, es un ejemplillo bien ejemplificador. Unas lagrimitas, qué buena es la afición, soy un incomprendido, he llegado a mi nivel de incompetencia, adiós burros, que en otro sitio me pagan más, y así asao.
De modo que ya empieza a ser raro que un entrenador futbolero dure un curso escolar, aunque gane Ligas, Copas, Champions o al mus. O los echan, o se van, o se pierden, o se esconden. ¡Mientras haya miles de pazguatos que pongan la pasta para que la feria les vaya tan bien…! Porque hay que ver la cantidad de perras que se meten en el bolsillo... Alguno hay con ganas de batir un record y pasar por quince o veinte capitales españolas y sus respectivos primeros o segundos equipos. Ahora, además, ya no viajan solos. Porque los actuales entrenadores parecen reyes, con su séquito y todo. Preparador físico, informático, chico de los recados, el recogepelotas… ¡Hasta la nutricionista, en el caso de Luxemburgo, el entrena del Madrid! Menuda “corte” llevan algunos a sus espaldas. No extraña así que los más afamados y troleros pidan un pastón por enseñar a los jugadores a ponerse en el campo mirando a la Meca.
Acabo de encontrar en un recodo de mi biblioteca, un recorte de primeros de junio del año pasado. “Ya van 23 técnicos que han abandonado el cargo”, decía el Marca, ese periódico destinado sólo a los intelectuales. (En este curso futbolístico, desconozco cómo van los números). Algunos, no contentos con recorrerse media España, ya han empezado a encontrar el filón del extranjero: Benítez, Del Bosque, Víctor Fernández… Pues nada, amiguitos, a chupar del balón mientras que se pueda. Mientras que haya gente que prefiera despilfarrar un pastón viendo a 22 tíos correr como locos tras una pelotita a veces más inteligente que ellos. Yo prefiero inflarme de gambas. Qué le voy a hacer, si soy así de rarito...
1 comentarios:
No sería de extrañar que cualquier día uno de estos entrenadores mediáticos salgan anunciando algo. No veo la tele (de verdad, no la veo), pero sí creo recordar que hacían una parodia de Camacho en un anuncio con el "vamos vamos que nos vamos".
Seguro que el caché de un entrenador para hacer un anuncio de desodorante es todavía más bajo que el de un modelo o un actor.
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