LO QUE FALTABA
Éramos pocos y parió la abuela. “En la localidad Jesús María –900 kms al noroeste de Buenos Aires- hay un club social y deportivo “Che Guevara”. Tiene entidad jurídica y sus equipos compiten en las categorías de primera, reserva, sub 17 y sub 12 de la liga de provincia de Córdoba. Tiene unos 70 jugadores que entrenan dos veces a la semana y juegan los sábados o domingos”.
Como no podía ser de otro modo, las camisetas son rojas y lucen la inconfundible estampa del Che en el pecho. En su espalda, su famosa leyenda “Hasta la Victoria, siempre”. La presidenta del club, doña Mónica Nielsen, es una guevarista total. Faltaría más. “Siempre trato de inculcar el Che y sus ideales a los pibes. Él era un apasionado de los deportes, jugaba al fútbol, al golf y era un gran jugador de rugby. Hasta hizo las veces de periodista deportivo”. Joé, qué bien.
Esto de que el deporte se use para comer el coco de los pibes y chaveas me resulta bastante obsceno, pero deben ser recelos de viejo. Al fin y al cabo todos los gobernantes que en el mundo han sido, fuesen revolucionarios –ninguno- o conservadores –todos- (un revolucionario deja de serlo en cuanto se dedica a gobernar un país y una sociedad), siempre han intentado arrimar el ascua educativa a su sardina ideológica. Eso sí, unos lo han hecho por lo bajini y otros no han tenido el más mínimo pudor en expresarlo a voz en grito. Si ya lo dijo el mismo Ché, según la presidenta: “La arcilla fundamental de nuestra obra, es la juventud”. Arcilla… Te doblo por aquí, te estiro por allá y et voilá, ya tenemos un monigote a nuestra imagen y semejanza. De eso también saben mucho los señores de la sotana. A ellos también “les gratifica el alma”, como a doña Mónica, el conseguir chavalotes con sus mismas particulares ideas.
No había caído el Puñetas en el enorme campo que tiene el deporte para la manipulación del cerebrín infantil, tan moldeable, tan arcilloso. El sistema educativo y los medios propagandísticos, junto a la industria del ocio, no son bastantes. El deporte podría dejar de ser el pariente pobre, ideológicamente hablando, e ir hacia niveles más ambiciosos de adoctrinamiento y modelamiento de las ideas. Hace unos años alguien del Vaticano, al comprar un club para hacerlo más “ético”, dijo: "Deseamos resaltar el verdadero significado del deporte. El fútbol debe volver a ser un instrumento de la educación y no apuntar a intereses económicos". No lo dijo pero todo el mundo entendió que se refería a la educación católica, porque no creo que estuviera pensando en una educación laica, aconfesional, atea o simplemente plural y abierta a todas las ideas y religiones.
Dice doña Mónica una cosa muy interesante: ”El deporte es un derecho humano: practiquémoslo”. Claro que, luego, aclara: "Acá viene cualquiera y no se le exige que comparta la ideología". Pues le alabo el detalle porque ya estaba echando leches sobre su manera tan peculiar de concebir un club de infantes y jóvenes. Uno, en su ingenuidad, preferiría pertenecer a un club deportivo donde la ideología política tuviera que aparcarse en la puerta. Francamente, no creo que para meter un gol haya que hacerse guevarista o leninista o liberal. Sí, ya sé que algunos opinan que todo es política, pero deberían hacérselo mirar en el psiquiatra: obsesión enfermiza con delirios de grandeza.
Una cosa es que la política quiera aprovecharse del deporte para llevar el agua a su molino en algunas situaciones y otra muy distinta es que éste deba dejarse hacer e, incluso, convertirse en una variante más de la política, como ha ocurrido y ocurre en los países totalitarios (algunos democráticos están empezando a imitarles: deporte de Estado). Ya bastantes zorros y zorras hay en el gallinero del deporte más o menos aséptico como para que encima le añadamos una ideología concreta. Quizás en un futuro, quien sabe, la Champions la jueguen el PSOE C.F, el Real PP y el Racing de Izquierda Unida. Sólo eso nos faltaba para echar la pota y los higadillos por nuestra boquita de piñón. Por lo demás, aplaudimos la labor social de doña Mónica, a la que animamos a que se deje de politiquerías y zarandajas e inculque en sus retoños sólo simplezas. Por ejemplo, la importancia del deporte para lograr mejorar la salud, fomentar la amistad y conseguir el placer del entretenimiento. Todo lo demás son cuentos.
2 comentarios:
Esto del deporte no es más que una herramienta.
Mucho me reí en su día de un tipo inculto (señor mayor, la verdad, pero que tampoco había hecho mucho por instruirse, aunque posibles tuvo) y con cierto peso específico en el pueblo. Es más, con buen peso específico en el partido que dominaba con mayoría absoluta desde hacía legislaturas en el pueblo... (el tipo era o estaba en vías de serlo en aquel momento el presidente de una asociación de jubilados, y el partido le había pedido que se "inmiscuyera en ese sector del tejido social", artera táctica antigua que aún sigue dando resultados... no hay como los clásicos...).
Pues resulta que estaba yo invitado a una de esas reuniones que de vez en cuando organizan los partidos políticos de los pueblos cuando se acercan comicios municipales y quieren pulsar la opinión de la ciudadanía y extraer ideas que luego harán propias si les conviene (no si son interesantes).
El hombre, como digo, de cierta edad, ya jubilado, pero con bastante energía aún, como cabe a quien ha vivido una vida de escasos excesos laborales, pedía a voces que se hiciera una piscina cubierta en el municipio (localidad de unos cinco mil habitantes). No estaba el alcalde y futuro re-candidato por la labor y la oposición a esa propuesta empezaba a ser ya abierta... Después de todo se hubiera despacho al viejo con un "lo estudiaremos" y hubiera quedado tan contento.
Pues no tuvo otros bemoles el viejo —aún recuerdo su cara, con un rictus de cabreo contenido— que soltar: "es que la piscina es salud".
Me callé... Pero era para haberle contestado: "no señor, la piscina en todo caso será un edificio".
Bueno, al en esa misma legislatura el pueblo tuvo la piscina que este tipo pedía, lo que prueba que no están los políticos por la labor de negarse a peticiones populares aunque les asista la razón.
Adonde quiero llegar es a ese latiguillo: "el deporte es salud". Pues no señora mía, el deporte en todo caso será una herramienta para alcanzar unos logros u objetivos. Del uso que usted le dé a esa herramienta deduciremos cuales han sido sus intereses ocultos, si es que los ha habido.
Pero que no se escuden en esa maida cantinela porque estoy constatando que al final todo lo que huele a deporte acaba teniendo patente de corso en esta sociedad de pusilánimes plegadizos y acartonados.
Siento haberme extendido, y más con una anécdota personal. Sé que sabrás disculparme... no así, quizá tus lectores a los que pido excusas.
Efectivamente, Aguja, el deporte es sólo una herramienta. Y ya se sabe lo que pasa con las herramientas: que nos pueden ayudar a hacernos la vida más grata o hacernosla más difícil todavía en cuanto las utilicemos mal o inadecuadamente.
Señalaba el muá tres posibilidades que puede otorgar la práctica deportiva: la salud, la amistad y el placer. Que "puede" porque a menudo la amistad se troca en odio o enemistad, el placer en puro sufrimiento y la salud en lesión va, lesión viene.
O sea, que eso de que el deporte es salud no deja de ser una boutade. ¡Depende! Lo que sí creo es que la actividad física (que no toda tiene que ser considerada deporte) sí que es mayoritariamente beneficiosa, aunque cargar y descargar bultos en un puerto marítimo no puede decirse que sea una actividad física muy benéfica para el tronco.
Ah, supongo que el abuelete ese de la piscina no habrá acabado ahogándose en la misma... Demostraría lo que en estos dos comentarios hemos sostenido: que depende...
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