21 de abril de 2010

CATEDRÁTICAS DE LA DERROTA


Hace unas semanas leía en el dominical XLSemanal una carta bajo el título de más arriba. Ya el mero titular me llamó poderosamente la atención. Confieso que al finalizar su lectura, no me defraudó. Es más, recorté la página y aquí la pongo para compartirla con los lectores. Ganar está muy bien, es muy bonito y maravilloso. En fin, esas cosas que se dicen cuando la alegría y la satisfacción rebosan tras una victoria. El triunfo suele llegar tras un trabajo meticuloso, duro y tenaz pero –en el deporte y en otros órdenes de la vida- suele admitirse solamente a un ganador, así que el concienzudo trabajo no siempre garantiza el éxito. Aunque es condición sine qua non, no basta al ser unos pocos los elegidos. Hace falta también suerte, ayudas externas y una buena genética de origen.

Le gusta más al Puñetas la estética del perdedor, del derrotado, que la parafernalia y el glamour de los vencedores. En realidad todos somos perdedores excepto unos escasísimos elegidos de los dioses. Es fácil ser un caballero o una señora en las victorias pero cuando se demuestra verdaderamente la calidad humana que cada cual lleva encima es en las derrotas. Aprender a perder (nuestro sino) debería enseñarse en las escuelas. Sin dramatismos ni tonterías: es ley de vida. Lo que es natural y nos va a acompañar a la inmensa mayoría a lo largo de nuestra vida, nunca puede ser tomado como algo negativo ni a la ligera. Por eso hay que aprender a “disfrutar” con las derrotas. Lo importante es estar ahí, luchar, mantener la ilusión de que –aunque sólo sea durante escasos segundos- nos llegará algún instante de gloria en cualquier momento de nuestra dura batalla contra el prójimo y, especialmente, contra nosotros mismos, nuestro peor enemigo.

Me gustó esta carta, qué quieren que les diga. Y aquí está, como un pequeño homenaje del ARCO a quienes nunca saldrán en las portadas de los periódicos ni abriendo los telediarios. Ni puñetera falta que les hace…
“¡Victoria! Quiero comenzar así este texto, en estos tiempos en que perder está a la orden del día. Perdemos el empleo, la casa; perdemos pueblos enteros bajo la ira de la naturaleza; perdemos la cabeza… Yo conozco a unas expertas en esto de perder, a unas catedráticas de la derrota: mi equipo de baloncesto. Durante cinco años hemos perdido todos los partidos que hemos jugado. Hemos sido objeto de burla, de compasión, de bromas continuas, de admiración… Este fin de semana, por fin, ¡hemos ganado! Ha sido como ganar las Olimpiadas o conseguir el hito más grande en la historia del deporte. Yo quiero homenajear, desde aquí, a esas trece chicas, dos entrenadores y una afición incondicional que jamás se ha dado por vencida. Quiero reconocer y destacar su fuerza, sus ganas, su capacidad de reponerse de la derrota, su alegría y su confianza en sí mismas. Y felicitarlas no por la victoria, sino porque, pese a haber perdido tantas veces, nadie ha derrotado jamás sus ilusiones. Su nombre: el Goratu. XANDRA C.I. VITORIA-GASTEIZ”

2 comentarios:

la aguja 2/5/10, 21:52  

Se aprende más de una derrota que de una victoria. Cuando uno gana tiende a olvidar lo que hizo. Cuando uno pierde repasa una y otra vez qué hizo mal o qué dejo de hacer.

La derrota es el camino que hay que andar para obtener la victoria. Pero ésta no puede ser el objetivo, sino el medio para alcanzar otros fines.

Juan Puñetas 2/5/10, 23:52  

Ahí, ahí les duele... "la derrota es el camino que hay que andar para obtener la victoria, pero ésta no puede ser el objetivo, sino el medio para alcanzar otros fines".

Lo he repetido y lo repetiría cien veces, tal que si un viejo profesor me mandara copiar cien veces una cosa por no portarme bien. Sólo que aquí sabemos quienes son los que se portan mal, pero que muy mal...

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¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).