LENGUA DE TRAPO
En todas las lenguas hay un vocabulario general, que se refiere a realidades comunes a la mayoría de sus hablantes y que, por encima de todas las diferencias (edad, carácter, profesión, aficiones, cultura ...) facilita el que podamos comunicarnos unos con otros; también en todas las lenguas hay un vocabulario específico constituido por palabras propias de cada profesión, ciencia, arte, etc., cuyos significados desconocemos los no iniciados en ellos. A veces, palabras corrientes, pertenecientes al vocabulario general adquieren un significado peculiar cuando se apropia de ellas alguna ciencia o actividad específicas. También el deporte posee su vocabulario específico diferenciado según la especialidad deportiva, aunque no hay que ser un genio del idioma para en un par de horas –máximo- poder aprenderlo.
Otra cosa bien distinta es el tejemaneje palabreril, la lengua de trapo que usan la mayoría de los medios periodísticos, ajena a ese vocabulario específico que citaba más arriba. Es la descacharrante y absurda manera que tienen de retorcer el cuello al idioma común para convertirlo en una vulgar jerga sin orden ni concierto.
El otro día leía a Antonio Burgos en su columna habitual del diario “ABC” una anécdota al respecto que me pareció muy ilustrativa. La copio al no tener a mano el enlace: "…como lo que contaba don Fernando Lázaro Carreter sobre el lenguaje iniciático del fútbol y la jerga de sus cronistas. Decía Lázaro que con la jerga futbolística podía llegar a ser ininteligible nuestra propia lengua. Ponía como ejemplo un titular de la época en el “Marca”:
“Los colchoneros conquistaron un valioso positivo en La Rosaleda”. Don Fernando lo analizaba: “Yo sé lo que es un colchonero, un señor que fabrica colchones. Y sé lo que es conquistar, ganar mediante operación de guerra un territorio. Sé que valioso es lo que vale mucho. Positivo, lo cierto, útil o práctico. Y sé que rosaleda es jardín con muchos rosales. Bueno, pues aunque conozco todas y cada una de las palabras, no comprendo ese titular del “Marca”, ya que supongo que no querrá decir que “los fabricantes de colchones lograron mediante operación de guerra algo práctico y de mucho valor en el jardín donde se cultivan las rosas”.
Igual que le pasaba a don Lázaro les sucede a menudo a quienes no frecuentan la prensa deportiva, especialmente la futbolera: no se enteran de casi nada. El Puñetas ha hecho la prueba con un antiguo recorte que guardaba en un diccionario y que casualmente encontré el otro día. Pues bien, ni la señora Bernarda del 5º donde vivo, ni don Anselmo –catedrático de Literatura- ni mi quiosquero de guardia entienden ni papa. Claro que a ellos les resbala el fútbol y la prensa deportivesca. Y usted, querido lector, ¿qué tal anda de jerga futbolera?
“El Atlético de Madrid rompió al fin una larga sequía de treinta temporadas sin triunfar en el Luis Sitjar. Mallorca y Atlético cerraron su puerta con doble vuelta de llave y la concurrencia pronto comprendió que ningún equipo se iba a lanzar a sangre y fuego sobre el portal del rival. Los de Serra ponían en práctica un pressing marca de la casa, mientras el Atlético tocaba y tocaba el esférico ante la avalancha que se le echaba encima. Al margen de un lanzamiento seco de Pedraza (10 m) que Abel logró desviar a córner, fueron muy pocas las ocasiones que generaron tanto locales como visitantes. Idas y venidas del Mallorca, marcajes implacables, inocencia en ataque... Y en el Atlético, zurcidos en defensa e inoperancia ofensiva. A los rojiblancos no se les veía con ánimos para quitarse de encima la peonada de Lorenzo Serra, que vio tarjeta amarilla. No se mueven los banquillos en la reanudación. El Atlético parecía desarmado, mientras el Mallorca le atizaba de lleno a la caldera. Y entonces ocurrió que en dos zarpazos el Atlético perforó el portal de Ezaki. Fue práctico y tuvo la habilidad de no perdonar en esos metros en los que el Mallorca regaló el partido.”
2 comentarios:
Se comentaba días atrás en una tertulia de amigos que el periodista o/y locutor deportivo, en una sana búsqueda de sinónimos y en un reprobable intento de narrar épicamente cosas de lo más trivial, retuerce el lenguaje hasta el estrangulamiento.
Desde que copiaron el formato americano de retransmisión deportiva, incorporando los comentarios técnicos de un experto en el deporte en cuestión (que no experto en lides locutoras), los periodistas creen saber de todo.
Pero muy muy pocos de esos periodistas pasan por las escuelas de formación de técnicos de las federaciones deportivas.
En consecuencia, además de estirar, deformar y estrangular el lenguaje, cometen errores de bulto en definiciones de corte técnico, definidas en los manuales del deporte concreto.
Así —comentaban en la tertulia— el locutor de un partido de fútbol había confundido entre cobertura y permuta (me lo explicaron, pero no sabría traducirlo en dos líneas), con lo que confunde al público ávido de nuevos conocimientos.
En lo que me toca —los deportes de combate— diré que muchos son los que confunden finta con esquiva, que es como decir, confundir el culo con las témporas, o la gimnasia con la magnesia por utilizar un lenguaje más propio y menos soez.
Pones el dedo en la llaga y el puñetazo en el ojo. Así que me limitaré a asentir con la cabeza y a escribir la siguiente frase lapidaria para este personal mediático y mediatizado:
"Dime qué mal hablas y te diré lo poco que piensas".
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