EUROCOPA: ESPAÑA-ITALIA, EL PARTIDO DE LA MEDIOCRIDAD
Acaba de finalizar el partido de cuartos de la Eurocopa entre España e Italia, con triunfo final de España en los penaltis, y ahora mismo hay un sonido ensordecedor en la barriada: bocinazos de coches, cohetes, gritos de oé, oé y todas esas chilicuatreces que se le ocurre al personal cuando su equipo gana un partido superimportante. Y en medio de esta vorágine va el menda lerenda, o sea el Puñetas, y se planta con ese titular absolutamente provocativo sobre la mediocridad de un partido que, si no llega a ser por la emoción del marcador, hubiera abandonado a los 20 minutos de comenzado. Dicho de otra manera: si el partido hubiese sido amistoso, mis bostezos hubieran sido de campeonato y me habría largado de la televisión a las primeras de cambio.
Algo tiene el fútbol de religión laica o de comecocos cuando lo bendicen. Pienso que es el único deporte de los existentes (escribo a bote pronto, o sea que a lo mejor hay algún otro), en el que puedes tirarte 120 minutos haciendo el panoli como espectador que busca un espectáculo medio decente, incluyendo algún golete, y acaba el tinglado con la ruleta rusa de los penaltis. Un deporte que, visto lo visto, se sostiene fundamentalmente por la doble emoción: la del marcador y la de la torpe suposición de que los equipos nos representan, o sea, que jugamos nosotros mismos. Vistas así las cosas, el “espectáculo” funciona sin necesidad de espectáculo: ni goles, ni grandes jugadas, ni nada. Pura emoción y al final, casi por cansancio, alguien tiene que ganar. Esta vez, por fortuna, le tocó a España. Si hubiese sido al contrario, ni cohetes, ni bocinazos, ni gaitas. Tarari que te vi y otra vez será.
Francamente, ha sido un partido muy mediocre. Con escasas jugadas de gol. Con estrategias conservadoras. Con unos jugadores cagaditos de miedo por perder y también por ganar. Con un árbitro mediocre equivalente al policía que te pone una multa por circular hablando por el móvil y te deja sin sanción cuando vas por una autopista en dirección contraria. Con unos entrenadores cuyos cambios estratégicos les han salido por la culata. Con unos ases millonarios que son incapaces de meter un vulgar golillo en la portería contraria. Tanto Buffon como Casillas han sido otros espectadores más, quitando un par de actuaciones estelares porque no había más remedio que hacerlas. Así que los entrenadores, jugadores y el árbitro han recibido afortunadamente lo que se merecían esta noche: treinta minutos más de trotar errantemente por el campo de juego. Y digo errantemente porque las redes de la portería es que ni las olían.
Ver a Italia jugar un partido de futbolín es como contar ovejitas luceras. Defensa, defensa y defensa. Luego echan la caña y alguna vez cae algo en el anzuelo. A España la conocemos demasiado bien. Mucho toquecito, mucho tran-tran pero a la hora de dar un buen tortazo en la red contraria, se las ve y se las desea. Quien vaya buscando espectáculo, que se olvide. Claro que a los creyentes del invento eso les da igual. Si ya lo dicen: ganar es lo único importante, aunque sea en el último minuto y de penalti. Pues mismamente hoy, oiga…
Claro que ha habido alguien que viendo el partido (dejemos a un lado la emoción del resultado, porque para ese viaje no hacen falta tantas alforjas, tantas páginas de periódico, tantos telediarios y tanta martingala) que se ha debido aburrir tanto como el Puñetas: la reina Sofía. Cuando veía que todavía tenía que aguantar otros treinta minutos de aquel suplicio (el fútbol le repatea) ha debido ciscarse en todos los santos. En fin, que el próximo rival será Rusia y no quiero ni pensar las campanas que se van a echar al vuelo en este país ante el partidín del próximo jueves.
Mientras, los cohetes siguen sonando en la calle. Raro sería que algún descerebrado no pasase esta noche en el Hospital con la cabeza o la mano abierta. Por de pronto ya oigo al camión de los bomberos con sus sirenas a todo trapo. Y es que, tanta emoción contenida, acaba desahogándose de la peor manera posible. Así somos de burros los bípedos humanos, pero unos más que otros. Especialmente los que viven el fútbol como un desahogo de sus instintos o frustraciones. Ni siquiera cuando “ganan” saben hacerlo con hidalguía, mesura o fair play. ¡Al diablo con ellos!
Y a todo esto, el Puñetas tiene desplazado a Viena al Ardilla, pero el tío todavía no ha dado la cara en esta Eurocopa. Hoy le esperaba a estas horas para que añadiera algo más juicioso a esta rápida crónica, pero se ve que el tío estará mamándola en algún garito o en plena calle, celebrando también tan histórica victoria sobre Italia. Pues nada, le leeré la cartilla (buena falta le hace, con la cantidad de faltas de ortografía que peina) y espero que esté con ustedes el próximo jueves para cantar las loas epopéyicas y siderales de los boys de San Luis, el chico de los recados futboleros de Villar. Que ustedes lo pasen bien y que no se les suba la victoria a la cabeza. Al personal se le conoce mejor en los grandes momentos, en los de la euforia y el triunfo. Claro que algunos están tan poco acostumbrados…
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