LOS TRINCONES
Hace poco escribíamos en el Arco un articulillo de esos que, de vez en cuando, nos salen por las teclas cuando el colmillo se nos retuerce demasiado a fuerza de ver tontolinadas y atracos mil. Allí, entre otras cosas, clamábamos al cielo (en vano) porque la Unión Ciclista Internacional exige el impuesto revolucionario del 70 % anual a los ciclistas que dan positivo en un control antidoping, lo cual –viendo la porquería de alimentación que hay hoy en día y las porquerías específicas que se meten en el cuerpo los tíos de las dos ruedas para poder subir el Mortirolo a velocidad de liebre- es garantía de réditos multimillonarios para la mencionada Desorganización Ciclera. ¡A más positivos más engorda sus arcas y sus bolsillos la dichosa UCI!
Sin embargo, el record de trincar por todo el morro se lo lleva la UEFA, esa Unión de Especuladores que ya citaba Jose María García cuando el Puñetas era un veinteañero. Porque el trinque eufero de estos días es de los que merecen figurar en cualquier Manual al uso, además de ser recompensado con el Premio Nobel del Mamoneo. Vean si no: el Realísimo Madrid –al que ya le toman el pelo hasta en los despachos- acaba de ser multado por los trincones de la UEFA con 215.000 euros (casi 40 millones de las antiguas pesetuelas) simplemente por perder el tiempo durante un minuto de la basura en el partido de Champions contra el Ajax disputado hace una semana. Nadie podrá argumentar a partir de esta golosa decisión eufera que el tiempo no es oro. Un minutejo, repartido en dos pérdidas de tiempo de 30 segundos, cuarenta millones de calas, pelas o rubias. Y todo porque en vez de hacer bien las cosas, es decir, que Sergio Ramos le arrease por la espalda y sin avisar un puntuapié a un jugador rival o que Xabi Alonso le diese a la pelota con la mano en plan pelota vasca, ambos jugadores le echaron un pésimo teatro al asunto y perdieron unos preciosos segundos en poner de nuevo el balón en juego a ver si el árbitro, cual perrillo de Pavlov, les sacaba tarjeta amarilla y el próximo partido lo veían desde la grada y, de paso, se compraban un nuevo tarjetero.
¿Y qué, amiguitos trincones? ¿Qué pasa por perder unos segundos de tiempo en un partido que está prácticamente acabado, con victoria visitante bien holgada, y en donde los espectadores ya están haciendo cola para desalojar el campo? Vale que a los “infractores” se les saque la tarjetita amarilla, que es lo que buscaban, pero ir más allá de esta pobre actuación teatral y meter la mano en el bolsillo de estos, de su entrenador, de los porteros del equipo y de la propia entidad, para sacarles cuarenta millones de rupias, sólo invita a llamar a estos tipos del Comité de Competición Uefero de una manera: trincones. (En el diccionario hay sinónimos más fuertes y soeces pero ya saben que aquí no gustamos de las palabras gruesas, salvo cuando la mano penetra directamente en nuestras carteras).
Que el Irreal Madrid y sus millonarios obreretes del balón y el entreno tengan que aflojar la pasta gansa a los trincones de turno es un problema que no me afecta. Lo que sí me molesta es el hecho objetivo, en sí, porque de un tiempo a esta parte (en realidad, siempre) hay una funesta manía en sacarle la manteca y la pasta gansa al ciudadano, o sea, a usted y a mí, con la misma arbitrariedad y cara dura con que la UEFA ha actuado ahora. Si a los idolillos de barro del futboleo les trincan miles de euros por un quítame allá esas pajas, no quiero ni pensar qué no serán capaces de hacer, qué inventarán todavía los que nos hurgan el sueldo ganado a golpe de sangre, sudor y lágrimas para llevárselo calentito a su covachuela y disponer luego de él con la arbitrariedad más absoluta. Bancos, Hacienda, políticos de todos los pelajes, DGT, Ayuntamientos, Timofónicas, Endesas, Repsoles, Iberias, ecétera son UEFAS instaladas en nuestra vida cotidiana que viven gracias a que nos chupan todos nuestros líquidos vitales a cambio de un servicio manifiestamente mejorable cuando no muy dudoso. Por eso me molesta el trinque uefero, porque temo que a su socaire los grandes dráculas del mamoneo y el apalancamiento propio nos estrujen todavía un poco más, ahora que ya estamos en los huesos más descarnados. En este sentido, atentos al próximo viernes en que el señorito Zapatero anunciará nuevas medidas económicas de ajuste que -¿adivinan?- van a ir directas a nuestras yugulares de pobres parias trabajadores.
Entre trincones anda el juego y cuando las barbas de tu millonario vecino veas pelar (Casillas o Mourinho, un suponer) pon las tuyas (y las mías) a remojar. El que avisa no es traidor y llegan tiempos en que, tras dilapidar nuestro dinero sacado a golpe de mangazo sin derecho a protestar, ahora han cogido directamente el trabuco y la navaja pues en los tiempos de crisis, tiempos duros, tiempos tristes, andarse con remilgos y buenos modales es una ordinariez. Lo único que no cambia, en verano o en invierno, es el trinque que hacen los amigos de lo ajeno.
2 comentarios:
No acabo de entender a qué llama la UEFA "fair play". Lo que hicieron los del Irreal Madrid está dentro del reglamento. Se autoperjudicaron para sacar un beneficio. Mira aquí, en los dos últimos párrafos de este artículo sobre autogoles famosos (goles en la propia portería). Te estoy enlazando una página de la propia web de la FIFA, donde ellos mismos lo celebran.
Así que sancionan a unos que se perjudican jugando con el reglamento para obtener un no tan claro beneficio y aplauden a otros por perjudicarse jugando en el reglamento para obtener un beneficio (que tampoco estaba tan claro).
Esto está más claro que el agua pero a los de la UEFA, qué quieres, lo que les pirra es el vino...
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