6 de octubre de 2010

LAS PRESUNTAS BONDADES DEL DEPORTE


A primeros de agosto de este año, Eduardo Punset publicaba en XLSemanal —la magnífica revista del grupo Vocento—  un sabroso artículo, como todos los suyos, en el que se preguntaba:  “¿El deporte mejora el ánimo  y la memoria?”

La memoria, no sé, pero sobre el ánimo hay sobradas pruebas de que a muchos más que mejorárselo, se lo empeora. Claro que no es lo mismo que el deporte practicado sea profesional o amateur, por amor a la pasta que pueda ganarse con él o por amor al arte. Pero incluso cuando se practica deporte por simple placer, mi experiencia en estas lides me dice que mucho personal se toma demasiado en serio eso de ganar y perder, aunque la práctica deportiva sea simplemente para pasar un rato o mover el esqueleto. Los que saben de esto afirman que es una manifestación de la “suelta” de adrenalina que todo individuo lleva encima por culpa del estrés, el trabajo y esas cosas que nos amargan la existencia. No sé, hoy me he levantado sabiendo que sólo sé que no sé nada, pero hasta los jubilados que juegan a la petanca en nuestros barrios se pegan sus buenos cabreos si el día no lo tienen fino o si creen que uno de sus “competidores” hace alguna triquiñuela en el juego. El Puñetas ha visto a gente pelearse cuando solo estaba jugando… al parchís. O sea que esto del ánimo jubiloso no sé yo si es algo consustancial a la práctica deportiva. Incluso ahora mismo, cuando escribo estas letrajas, me llegan de la plazoleta que tengo cerca los gritos y aullidos de una bandada de chaveas que juegan al fútbol pero que en realidad lo único que hacen es pelearse, insultarse y llamarse de todo (con la pelotita al fondo).

Un tío que le dio mucho al coco con estas cosas fue Juvenal, poeta romano, autor de la famosa frase “mens sana in corpore sano” que viene a decir que el objetivo del humanoide que se quiera preciar de serlo es tener un espíritu y un cuerpo equilibrados, esto es, que si nuestro cerebrín está más pocho que una castaña llena de gusanos, nuestro corpachón será un hazmerreir por mucho músculo que luzca. Y viceversa: si disponemos de un esqueleto en estado ruinoso, raro será que nuestras neuronas estén muy preparadas para la vida moderna. Sin embargo, han pasado tantos siglos de aquello y nos hemos degradado tanto como especie (cualquier romano de entonces –si resucitase- nos tomaría por unos blandengues, unos pichafrías y unos inválidos) que dudo mucho que el aserto del famoso poeta tenga hoy día mucha validez. Basta observar el panorama mediático, sobre todo el telemierdítico, para darse cuenta que hay gente a la que le sobra la única neurona que tiene pese a que ésta se encuentra instalada en un cuerpo escultural, siliconas y horas de gimnasio al margen. Y al revés: hay por ahí algunas gentes más listillas que el hambre a las que un octavo de torta bastaría para tumbarlas boca abajo. O sea, que encontrar hoy día a alguien que reúna el ideal de Juvenal es para nota. Seguramente hay gente por ahí que lo cumple (yo mismo, sin ir más lejos, ji, ji) pero todo este personal suele ser bastante discreto y está alejado de los focos.

El bueno de Punset afirma contundentemente que hoy “contamos con numerosas pruebas experimentales que nos han convencido de que el cuidado de la salud física produce una mejor salud mental. Las horas pasadas en el gimnasio no sólo desarrollan los músculos, sino la memoria; un cuidado diario de la dieta –el otro soporte de la salud– mejora el ánimo y la capacidad cognitiva”. No sé (sigo hoy sin saber ni papa), pero conozco mucha gente que se sabe de memoria las alineaciones de todos los equipos de la primera división del fútbol español y no recuerdan qué comieron la noche de antes. O gente capaz de memorizarse todos los componentes mecánicos del utilitario de Fernando Alonso  (marca Ferrari, creo) mientras muestran una incapacidad manifiesta para aprenderse una docena de palabras del diccionario. Que yo sepa la inmensa mayoría de los deportistas de elite no destacan precisamente por su memoria elefantiaca excepto cuando se trata de recordar hazañas en torneos y competiciones de antaño, en plan abuelo Cebolleta.

Sigue escribiendo el bueno de Punset que “experimentos muy específicos efectuados recientemente tienden a demostrar que (…) en promedio, los feos y decrépitos son más tontos y los apuestos, más estudiosos.” O sea, que la gente guapa es más lista y capaz. Es lo último que me faltaba por oír y leer: que Sara Carbonero va para premio Nobel y que el cachas de mi vecino ligón (una mezcla hispana de Toni Curtis y Alain Delon) podría haber llegado a catedrático de Física Nuclear si no llega a ser porque el tío prefiere currárselo en la cama en vez de en el pupitre. No, si listo es cantidubi… Los feos, que se jodan ¿no? Eso ya se decía hace siglos y parece que ese es el enorme descubrimiento de los científicos de pacotilla que tenemos hoy día. Tantos años de civilización y evolución para llegar otra vez al principio, es decir, a la barbarie.

Y prosigue Punset: “En todos los casos estamos descubriendo, atónitos, que los ejercicios físicos y el cuidado de la dieta –los soportes básicos de la salud física– tienen una repercusión en la salud mental. Lo que están sugiriendo las pruebas efectuadas en distintos laboratorios es que la memoria y la capacidad cognitiva mejoran con los soportes de la salud física. Lo que todavía no sabemos es qué tipo de deporte es el más adecuado para mejorar el ánimo, la memoria o el grado de entendimiento. Tampoco estamos seguros de cuánto tiempo se debe dedicar a estos cuidados. Con toda probabilidad es mejor pasarse que quedarse corto”.

O sea, que sabemos menos de lo que presumimos, ¿eh, pillín? Y mejor que sea así, dicho sea de paso, porque dado cómo está evolucionando el pensamiento “científico” en estas cuestiones, uno le tiene un miedo considerable a las próximas investigaciones. Porque si hoy día ya se sabe que “en promedio, los feos y decrépitos son más tontos y los apuestos, más estudiosos”, mañana nos saldrán con que, total, para lo que servimos, mejor tirarnos a la basura.  Ya sé que el bueno de Punset no va por ahí (como divulgador sólo nos ilustra con las últimas bobadas científicas), máxime cuando él tampoco ha sido nunca un adonis, pero es que hay presuntas investigaciones que deberían guardarse en el cajón hasta que se sepa todo, todito todo. Más que nada para evitar la desmoralización de esos que hacen deporte por un tubo, que se machacan en el gimnasio, la piscina, la pista de tenis, el campo de golf o la cancha de futbito y que ven cómo no sólo no mejoran su ánimo, memoria y fisonomía sino que –encima- cada dos por tres andan lesionados y hechos polvo.  Algunos científicos guays deberían investigar la práctica del deporte desde otro punto de vista: ¿empeora la salud, el ánimo, la belleza de quienes lo practican? Tengo otra vecinita que está para desayunarla, merendársela y cenársela y la tía en su puta vida ha hecho más ejercicio físico que abrirse de piernas. Oye, y no veas lo bien que ha acabado complementándose con el otro vecinito, el ligón. Dios los cría, ellos se juntan y a los feos nos dan morcilla...

2 comentarios:

la aguja 27/10/10, 20:08  

Las supuestas bondades del deporte (no tan supuestas, que su práctica lúdica las tiene) no están al alcance del deporte de competición, cuando menos al alcance del deporte profesional (esto de deporte profesional es en esencia un oxímoron). Y en cuanto al deporte de dirigir clubes y federaciones creo que la Seguridad Social tiene una buena lista de úlceras y otras dolencias crónicas. Se perdió el concepto "juego" que dio origen al deporte y ahora todo lo que se mueve tiende a ser considerado deporte; recientemente hemos hablado del campeonato mundial de sauna (que se saldó con una muerte) y del campeonato nacional de siesta. Me extrañó que no hicieras una entrada con lo de este campeonato nacional...

Juan Puñetas 28/10/10, 23:50  

El deporte -ya lo hemos dicho alguna vez- se ha convertido en un circo. Se ha alejado del juego infantil para derivar en un espectáculo donde hay monstruos, payasos, equilibristas y gente que hace reír o llorar. Ya no lo reconoce (en relación a como era cuando nació) ni la madre que lo parió.

Respecto a lo de la siesta, no me había enterado. Asco me dan las televisiones, no escucho apenas la radio porque estoy sordo y en la internet viajo como alma en pena, así que se me ha pasado tal evento. ¡A mí, que fui el primer mortal -que yo sepa- que catalogó a la siesta como deporte! Y que encima lo publicó en esta santa casa.

Así que me pondré manos a la obra y me daré un articulillo de autoestima en cuanto recoja toda la información. ¡Que sepa el mundo mundial que aquí no nos chupamos el dedo!

  © Blogger template 'Greenery' by Ourblogtemplates.com 2008

¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).