28 de febrero de 2005

LA INTERNACIONAL FUTBOLERA

Andan los chicos de la Internacional Futbolera (esos viejecitos y no tan viejecitos que viven como reyes a costa de los pringaos que pagan un potosí por ver un partido de fútbol oficial) buscando cambiar algunas reglas del juego para que el invento siga funcionando a pleno gas. La Internacional Board se está reuniendo estos días en un suburbio de Irlanda para ver qué se les ocurre a las mentes algo decrépitas y obtusas que la componen.

Ya podemos imaginar que los chicos de la Board no son precisamente unos revolucionarios. Incluso yo diría que aborrecen el fútbol y que lo ven de higos a brevas cuando no les queda más remedio por la obligación del carguete. Así pues, lo que están intentando parir quedará una vez más en un pequeño abortito. Por ejemplo, siguen emperrados en mantener el fuera de juego posicional para que los árbitros se hagan la picha un lío y se arme la marimorena un montón de veces en cada partido. Así, a más follón más morbo, a más morbo más televisión, más publicidad y más moneis pal bolsillo. Reducir el fuera de juego sólo al área también les parece mal, con lo que seguiremos asistiendo a esos bellos encuentros en que veinte tíos se mueven en un palmo de terreno para evitar el fuero de juego y porque allí juntitos en el círculo central se está la mar de calentito. Eso sí, los paquidermos de la Board van a permitir que en los amistosos internacionales pueda haber un máximo de seis cambios, lo que imagino que le hará mucha gracia al espectador que ha pagado 200 euros por ver a sus figuras nacionales jugar los 90 minutos y comprueba que al cuarto de hora el entrenador las releva para que no se resientan de su antigua lesión en la punta del dedo meñique de la mano izquierda. También han ideado que un jugador deberá estar al menos a dos metros de distancia del rival que pone el balón en juego. Una tontería viendo que las distancias de las barreras, de los saques de banda y otras virguerías del juego no se respetan casi nunca. Otra nueva norma escrita para saltársela a la comba.

Aunque lo mejor viene ahora: los camaradas de la Internacional, con el güisqui saliéndoles ya hasta por las orejas, acordaron partiéndose de risa que de ahora en adelante el payaso de las bofetadas (o sea, el árbitro) deberá sancionar con tarjeta roja no solo las entradas por detrás sino todas las entradas violentas. Y yéndose cada mochuelo a su olivo, dijeron con un bonito corte de mangas: ¡ahí queda eso! Ya me imagino que las entradas serán consideradas violentas cuando produzcan el corte en cuatro trozos de la tibia del delantero centro, o que merecerá roja directa el dejar sin un ojo al extremo izquierdo, porque ¿qué es violento? Viendo muchos partidos parecería que es más violento dar a la pelota con la mano o decirle un piropo al árbitro que sacarle los higadillos al rival.

El día que los arbitruchos se tomen a sí mismos en serio (haciendo que nadie les tome a cachondeo) más de diez partidos van a finalizar antes de tiempo por ausencia de jugadores en el campo de juego. Claro que siempre podrán continuarlo jugándose el resultado a las siete y media en la caseta.

Y lo último. Para que el personal de baja estofa veamos que los de la Board futbolera no se chupan el dedo del pie (o sea, que están en forma) su última decisión por ahora ha sido dar luz verde al uso experimental de balones con un microchip para que permita determinar si la línea de gol ha sido o no superada. Eso sí, el balón tiene que ser de la marca Adidas porque las restantes marcas no saben fabricar microchips. Y es que estos tíos donde ponen el balón y el microchip, ponen el ojo y… la cartera. Por lo menos, si al final se ponen de acuerdo (unos milloncejos extra de Adidas lo conseguirán), se obrará el milagro tecnológico en nuestros campos de fútbol de que todo el mundo comparta una decisión arbitral, aunque haya sido precedida por un pic, pic informático en la oreja izquierda del trencilla. Todo preferible a escenas tan ridículas como las que se dan ahora en que las pantallas de video del campo muestran claramente que la pelota ha traspasado la portería y el árbitro de allá abajo sigue emperrado en que el esférico salió volando.

La Internacional futbolera se ha juntado para echar unas canitas balompédicas al aire. ¡Qué bien viven algunos, que hasta por no hacer nada, cobran una pasta gansa! Hasta el güisqui les sale gratis.

25 de febrero de 2005

EL AJEDREZ, TAN CERCA Y TAN LEJOS

Está disputándose en Linares (Jaén) la XXII edición del Torneo de Ajedrez, Ciudad de Linares. El Torneo más importante del mundo dentro de este deporte-juego o juego-deporte, que tanto da que da lo mismo.

¿Cómo es posible que una ciudad de 60.000 habitantes, situada fuera de los círculos de mangoneo y gobierneo del planeta, sea capaz de organizar semejante evento desde hace tantos años? Pues ya se sabe: cuestión de quijotismo. Para qué vamos a decir otra cosa. Hace ya la tira de años a un empresario local amante del ajedrez, le dio por organizar un torneillo en la ciudad convenciendo a unos cuantos de los mejores jugadores. Arriesgó su dinero, le fue bien, siguió cada año apostando más fuerte, construyó un hotel especialmente para el torneo, fue involucrando también a la ciudad, al Ayuntamiento… y así llegamos hasta hoy. Parece fácil, ¿verdad?, pero uno ha vivido de cerca –algo tendrá que ver el ser linarense- la evolución del torneo y sus peripecias, incluidas las envidiosas, las politiqueras, las dificultades económicas y el mismo discurrir del tiempo. Afortunadamente la gente del ajedrez es gente sana y fiel y los mejores jugadores del mundo han comprendido bien que el quijotismo de Linares era una apuesta ganadora para este deporte y para ellos mismos, independientemente del resultado particular de cada torneo.

Y en esas estamos. Hasta hay importantes jugadores extranjeros que se han ido a vivir a Linares. Vaya usted por las Rusias, donde el ajedrez es una asignatura en las escuelas y el primer deporte en práctica, y pronuncie el nombre de Linares. Le hablarán de esta ciudad con más sapiencia que muchos analfabetos españoles. En fin, las cosas hispanas de toda la vida, que no valoramos lo nuestro aunque sea fetén y nos corremos de gustirrinín por cualquier medianía o estupidez que venga de fuera.

Dicho todo lo cual, también será preciso afirmar que la mayoría de los mortales se creen que el deporte del ajedrez es tan ligero como tomarse unas cervezas. Pura ignorancia. En pocos deportes te entrenas entre 6 y 8 horas diarias, incluyendo un par de ellas al entrenamiento físico. No digamos de la preparación psicológica y mental para soportar horas y horas de tensión jugando siempre al borde del error por un exceso de confianza o un defecto de concentración. Ya decía aquel loco genial de Bobby Fischer, el primer norteamericano que logró abrir brecha en el telón de acero soviético, que el desgaste que sufría en un torneo, tanto física como mentalmente, era parecido al de un combate de boxeo. Y si para muestra basta un botón, ahí va. En la jornada inaugural del torneo linarense de este año el actual campeón del mundo, Gary Kasparov, tardó una hora en hacer el movimiento de una jugada, aparentemente sencilla o lógica. Estoy seguro que don Gary gastó en esos 60 minutos más calorías que Ronaldo en toda la Champion Li y que sus pulsaciones estuvieron más altas que las de Ronaldinho cuando tira una falta.

Visto desde fuera, parecería que un torneo de ajedrez –o incluso, una partida- sólo es entretenido/a para quienes juegan, pero hay que estar alrededor, mirar los tableros, hablar con unos y otros para darse cuenta la vidilla que hay en el asunto. Todavía no comprendo como no se televisa alguna partida importante. Ciertamente que ello permitiría que los ajenos a este mundillo cogieran el sueño ante la pequeña pantalla con una facilidad nunca vista antes (sería buena medicina), pero entre comentarios, entrevistas, desarrollo de alternativas al juego y otras menudencias inteligentes, estoy seguro que la partida televisiva provocaría a una gran mayoría menos aburrimiento que algunos partidos futbolísticos pretendidamente del siglo.

Jolín, si hasta se televisan horas y horas las procesiones de semana santa, que mira que son peñazo, no sé porqué se tiene tanto miedo a enchufar las cámaras a los caballos y los alfiles. Claro que el despiporre sería mayor si la partida se radiase. Pero la imaginación de nuestros currantes de las ondas hertzianas no da para tanto. Ellos sólo saben, como sus homónimos de la teletonta, gritar como energúmenos: GOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOL!

23 de febrero de 2005

CUANDO EL BALONCESTO LE PUEDE AL FÚTBOL

El deporte rey por excelencia es el fútbol, gracias a la prédica constante de la santa madre iglesia que es la televisión y a que dotado de unas reglas bastante caducas, le permiten estar siempre en el centro de la polémica y el cachondeo. Ese es su atractivo y de ahí que todos le echemos siempre una mirada curiosona, por mucho que a menudo despotriquemos sanamente de él: no del juego en sí, sino del montaje, de la representación y de su servicio postventa. Pero si hay una ciudad española donde existe otro deporte que le pueda mojar la oreja a nivel popular los 365 días del año, esa es Málaga. Ese deporte tan altanero no es otro que el baloncesto. Alguien se preguntará porqué esta rara excepción. ¿Casualidad? ¿Excentricidad? ¿Chi lo sá?

Quitemos interrogantes. El fútbol malagueño viene dando históricamente más penas que glorias. Equipo ascensorista (dos años en Primera, otros en Segunda y vuelta a empezar), nunca ha prendido en el ámbito empresarial pues mucho gol y mucha gaita, pero si no hay un capital detrás que lo financie todo, “rien de rien” que dicen los franchutes. Tan mal ha ido la cosa que recuerdo que el club desapareció hace ya años por problemas económicos y tuvo que remontar vuelo con otro nombre desde los niveles más bajos del fútbol competitivo español. La ciudad, ciertamente, ha evolucionado económica y poblacionalmente y ello ha motivado que en los últimos ocho años el equipo esté en Primera codeándose con los reyes del mambo (ya saben, Madrid, Barcelona…), aunque cada año tiene que vender a sus jugadores más destacados, rehaciéndose a sí mismo como la mítica Penélope, para casi volver a empezar. Hasta que un año de estos se pegue la torta padre y vuelva a descender. “Tenemos que hacer ingeniería financiera”, brama su presidente, más solo que la una, largando por su boquita que el club no tiene ayudas de las instituciones, que es una vergüenza y que bla, bla, bla.

En cambio, el baloncesto ha caído de pie en la ciudad desde que hace ya la tira de años un tal Javier Imbroda entrenara a un equipo de aficionados patrocinado por la empresa de ropa juvenil Mayoral. Quizás aquí empezó el germen del actual éxito pues es especialmente la gente joven quien está detrás del que luego sería el Unicaja. A diferencia del fútbol, tener las espaldas cubiertas con la primera Caja de Ahorros de Andalucía, hace mucho y bien. Y en esas estamos. Pero el verdadero éxito estriba no sólo en tener una afición amplia y joven, que llena a rebosar el palacio de deportes, sino que junto a la Caja de Ahorros hay también muchas empresas colaboradoras y un caldo de cultivo en una cantera de más de cinco mil chavales (algunos traídos de fuera) a los que se forma para un futuro perfectamente planificado por unos cuadros técnicos bien engrasados con ideas claras y un futuro bien cubierto. Únase a ello el marketing, la propaganda y los éxitos deportivos que poco a poco han ido llegando y, et voilá, ya tenemos un equipo del que poder presumir, no como esos del fútbol que encima cuando viene el Madrid a Málaga te clavan 300 euros para ver a Ronaldo atarse los cordones de la bota.

Y si a eso se une que a los jugadores de la élite les pagan bien, los tratan de maravilla y pasan unos inviernos la mar de calentitos con este clima divino que la geografía nos ha dado, pues miel sobre hojuelas, que decía mi abuela. No extrañará por ello que el hijo de aquel gigantón ucraniano llamado Sabonis juegue en la cantera del Unicaja mientras que el papá toma el sol en la playa, o que el amigo Garbajosa ya se esté pensando en quedarse a vivir en Málaga cuando se retire cansado de hacer pasar la pelotita por el aro.

Total, que cuando hay dinero, gente con ideas, se currela a los jóvenes y se entra emocionalmente en el entramado de la ciudad mediante campañas escolares, escuelas de baloncesto y otras saludables ideas, luego pasa lo que pasa: que a Florentino se le queda congelado el careto viendo perder la final a su equipo (formado con varios jugadores traídos del Unicaja a golpe de talonario). Claro que, seamos serios, una cosa es la Copa y otra la Liga española y europea, donde para ser un peso pesado no basta sólo con hacer cantera y tener una libreta de ahorro. Para ser un grande en estos torneos mayores, hay que ser algo más que un club o estar poblado de galácticos. Pero como de sueños también se vive, tal como vemos en las películas, pues eso: que a los del Unicaja les quiten ya la Copa bailada y lo soñado por bailar…

21 de febrero de 2005

LO QUE NO SALE EN LA TELE, NO EXISTE.

Pues sí. Eso parece. Lo que no se publicita en la caja tonta nunca sucedió y si ocurrió tararí que te vi. Sólo existe el furbo sobre hierba. Lo demás, pura filfa.

Mira que ayer domingo fue un día espectacular. Se jugó la final de la Copa de Baloncesto, con triunfo del Unicaja de Málaga, por primera vez en su historia. La esquiadora española María José Rienda ganó el slalom gigante de la Copa del Mundo, catorce años después de otro triunfo similar por otra deportista española. Rafael Nadal ganó el Torneo de tenis de Brasil. La selección española de fútbol-sala se proclamó campeona de Europa. El atleta David Canal batió el record de 400 metros, que llevaba 15 años de vigencia. El español Raga obtuvo su séptimo triunfo consecutivo en la Copa del Mundo de Trial. Se inauguró el Torneo de Ajedrez de Linares con los mejores jugadores del mundo (de hecho es el torneo más importante del mundo).

Pues bien, salvo unos segundos dedicados al Unicaja y a la selección de fútbol-sala, en las teles no se ha contado hoy lunes nada más que lo de siempre: los partidos de Liga del domingo, la repetición por enésima vez de sus goles, que el Beckham ha tenido un hijo y pare usted de contar. Yo no sé, francamente, como hay gente en este país de las Españas que pierde el tiempo jugando a otra cosa que no sea el fútbol. Nunca te sacarán en las teles, salvo que te mueras en un accidente garrafal. Y si no te sacan en la caja tonta, nadie te conoce, y si no te conocen, nadie te apoya, y sin apoyo no hay pelas para entrenar y si no hay pasta mejor que te dediques a ver el fútbol que echan por la tele. Un ciclo infernal, sólo roto cuando llegan las Olimpiadas en que –entonces sí- todas las teles pierden el culo pidiendo tropecientas medallas de oro del que cagó el moro. Si no fuese porque hay cierta política deportiva desde las alturas gubernamentales –escasa, pero menos da una piedra- de protección a los deportistas de otros deportes que no sean el fútbol, los aficionados a otros deportes nos comeríamos las piedras. ¡Si ni siquiera el baloncesto, el segundo deporte en asistencia de aficionados, tiene un puesto asegurado en las parrillas televisivas!

Así que démonos con un canto en los dientes viendo como los éxitos en las disciplinas más insospechadas llegan de vez en cuando, aunque de ellos tengamos que enterarnos en un rinconcito de los periódicos. Porque en las teles, casi nada de nada. Sólo fútbol y más fútbol. Precisamente el deporte del que sólo nos comemos una rosca cada dos siglos (en la selección española, ni eso).

Eso sí, del dedo artrítico del pie de Ronaldo nos hemos enterado esta semana hasta la saciedad. Cualquier día nos informan de los pelos que tiene en el culo o en las orejas. De Laporta, presidente del Barcelona, nos han repetido ad infinitum sus gestos victoriosos por la derrota de su rival, el Madrid. El día menos pensado las cámaras se meten en el vestuario del Atlético para ver si el cerebrín Torres mea colonia o agua bendita. Y, en fin, de la Juventus y el Chelsea, próximos rivales del Madrid y Barça en la Champion Li, sabemos más historias que de la última guerra civil. Eso sí, dices en la tele “Kasparov” y los muy burros se creen que es una marca de vodka. Pronuncias el bendito nombre de David Barrufet (portero de la selección española, reciente campeona del mundo de balonmano) y los asnalfabetos de Antena 3 o Tele 5 se creen que estás hablando de un humorista. Al deportista español con más títulos, sesenta y cinco, no lo conocen nada más que en su casa a la hora de comer. Claro que si hablamos de científicos, escritores, médicos famosos y gente interesante de esta sociedad que nunca sale en la pequeña pantalla, entonces es que no acabamos nunca. Y digo yo, ¿no será que sólo lo que no existe es lo que sale publicado en la televisión?

18 de febrero de 2005

EL NIÑO ES UN TRAMPOSO

Los medios publicitarios de Madrid (las teles, las radios y los periódicos) son expertos en fabricar mitos deportivos –también en hundirlos- para vender más y conseguir mejorar la cuenta de resultados de sus respectivas empresas.

El niño Torres (delantero del Atlético de Madrid) es un ejemplo perfecto. No digo que sea mal futbolista, sino que está siendo supervalorado. Para empezar, en lo del calificativo “Niño”, porque hace ya unos añitos que dejó de serlo. Aunque vista su irregularidad sobre el campo, sus reacciones a menudo poco inteligentes y sus frecuentes trampas en las áreas rivales, el calificativo de “niño” no le viene muy mal. De niño malcriado, quiero decir.

En las últimas semanas se han hecho famosos dos piscinazos del niñato Torres. Dos caídas en las áreas del Barcelona y del Numancia que sólo existieron en su imaginación y en la del árbitro engañado. Quizás es que el chaval tiene la base muscular todavía poco formada (y también la mental), pero se cae más de lo normal sin que ningún defensa le roce la camiseta. ¿Falla la psicomotricidad, la lateralidad o la deportividad?

Conseguido el penalti, él marca su golito, el equipo queda tan contento y después que se quejen los rivales que ni él ni su entrenador, ni sus compañeros ni nadie del Atletic abrirá el piquito para decir que hubo algo de tongo, que no fue penalti, que el niño resbaló o que se fue al suelo porque creyó ver entre el césped una moneda de dos euros. Nada de nada. Aquí el personal sólo se queja cuando la injusticia se la hace el vecino o rival. Da gusto gente tan deportista, tan bien entrenada en el fair play, tan excelentemente educada en la urbanidad.

Claro que no es cosa sólo del niño Torres. Cada equipo que se precie suele tener su piscinero y cada año caen un par de goletes gracias a sus malas artes. Y no sólo pasa en la histriónica España sino en todos los sitios. Lo que demuestra que en el fútbol abundan demasiado los niños y niñatos con instrucción educativa deficiente. Keane, centrocampista del Manchester United pide que se hagan pulseras antipiscineros, ahora que están de moda las pulseras reivindicativas. A lo mejor lo que hace falta no son pulseras sino castigos ejemplares. Tirar de video y suspender a los tramposos por varios encuentros. O condenarles a asistir a clases de Educación Cívico Deportiva. O que paguen la mitad de su sueldo para la construcción de escuelas en el Tercer Mundo. Yo que sé, alguna medida ejemplar que les rasque el bolsillo. Todo menos mirar para otro lado. Pero esto sería pedir peras al olmo. En el mundo del fútbol se consienten todas las trampas y polémicas posibles porque gracias a ellas se vive estupendamente. ¿Cabe imaginar un fútbol limpio de polvo y paja? Váyanse a muchos campos de entrenamiento de equipos infantiles y juveniles (estos sí que son niños de verdad) y verán que lo primero que se enseña es a trampear, a mentir, a engañar al árbitro, a ganar como sea. Y encima, los papaítos de las criaturas, los primeros en inculcarles tan bellas artes. Tiene bemoles la cosa.

16 de febrero de 2005

CLAUDIO RANIERI: R.I.P.

Está cantado. Cuando los medios escritos, radiofónicos y televisuales emiten su veredicto, no hay tu tía. Las bestias viven de la sangre ajena derramada. Suena un poco cruel pero es la cruda realidad y verdad. Así que Ranieri, tío, date por muerto.

Don Ranieri es el entrenador del Valencia C.F. Este curso futbolístico llegó a la ciudad de las fallas tras una campaña anterior absolutamente antológica por parte del club levantino. Y como los milagros no existen (o sea, que no se repiten dos veces, salvo que seas el Real Madrid o el Barcelona), estaba cantado que viniese quien viniese a entrenar al Valencia, se iba a estrellar.

El anterior entrenador, Benitez, se tuvo que largar en pleno éxito porque estaba hasta los mismísimos cataplines de una afición, de una directiva y hasta de algunos jugadores que lo ninguneaban incluso cuando el barco viajaba a todo trapo. El bueno de Rafa había llevado a la cúspide al Valencia pero estaba siendo cuestionado a todas horas. Así que ahí os quedáis, majaderos. Me piro pa la Gran Bretaña donde serán muy raros y se desayunan todos los días con huevo y beicon pero al menos tienen la cabeza sobre los hombros. Y se fue y se llevó a medio equipo de emigrantes españoles. Pues no le va mal. Tampoco al Valencia, seamos serios. O sea que el amigo Ranieri no lo está haciendo fatal. Va cuarto en la Liga y se mantiene en la Copa de la UEFA. Juega a rachas pero ahí anda batallando en los primeros puestos. Pero ya han puesto precio a su cabeza los listos de siempre.

A don Claudio quieren darle el matarile. Sobre todo los medios, que necesitan diariamente su ración de sangre para dar de comer al personal y forrarse a cambio. Y los medios -ya digo- lo han decidido. Un día sí y el otro también sacan al ya por pocos días entrenador del Valencia para mostrar que tiene la soga al cuello, que la gente está en contra, que la directiva lo tiene atravesado y que sólo le defiende el tío que le tiene alquilado el apartamento, por razones obvias. La caza está a punto de lograr su objetivo. Le quedan dos telediarios, un carrusel deportivo y unos chistes del de la Morena o del Abellán. Y es que llueve sobre mojado. Pura tradición de la cabra hispánica. Recuerdo como emblemática la caza y captura de Van Gaal, en su segunda etapa del Barça. También la de García Remón, hace dos días como quien dice. Sólo el ínclito Camacho se les adelanta siempre: se va antes de que levanten la veda.

Pobrecicos entrenadores y jugadores. Porque la cacería no se dedica sólo a los que se sientan en el banquillo. También afecta a quienes dan pataditas al balón. Lee uno el AS, el MARCA o ve las teleles, y ya tienen confeccionadas las listas de quienes se irán del Madrid o Barça la próxima temporada y hasta de quienes vendrán. Pura ciencia-ficción que se hará realidad porque la prensa y los medios mandan mucho. De modo que chao, don Claudio. Váyase a la Bretaña británica que allí son muy brutos pero destilan más seriedad. ¡Si hasta hay entrenadores que llevan décadas en el mismo equipo! Se hacen apuestas sobre el día en que le decapitarán. Ya digo, no le quedan más de dos telediarios.

14 de febrero de 2005

PISOTEADOS Y NINGUNEADOS

No quiero ser cruel pero no tengo más remedio. Los ciclistas profesionales me dan pena. Pobres. Mira que hay deportistas de todos los calibres que son tratados a patadas, pisoteados y hasta maltratados. Como el colectivo ciclista, ninguno.

Ya es duro que para dar espectáculo a las masas hambrientas y a los sádicos dirigentes, les hagan correr carreras de tres semanas subiendo a donde no llegan ni las águilas y bajando por desfiladeros con más curvas peligrosas que las de Jennifer López. Ellos todo lo aceptan porque son conscientes que practican uno de los deportes más duros, peligrosos y menos protegidos del mundo mundial. A su lado, el resto de los deportistas son señoritos endomingados. Basta ver la cara de los ciclistas para darse cuenta de lo que digo. Y cómo suelen llegar a la meta, tras más de 200 kilómetros a las espaldas. Ni un fórmula I hace tanto kilometraje.

Como todo lo aguantan, las tropelías del público –que los emparedan y achuchan cuando más necesitan el oxígeno- y las charranadas de sus dirigentes –que los exprimen como limones para dar carnaza al respetable-, al final pasa que los susodichos les pierden el respeto completamente.

Otro suponer: el famoso doping. Parece que sólo los ciclistas son los que le dan al frasco. Como si no hubiera accidentes y muertes en otros deportes, a consecuencia de tomar sustancias prohibidas. Es más, muchos deportes no pasan el famoso control. Pero a los ciclistas, duro y al cuello. Todos son sospechosos. Se les levanta a las tres de la mañana, cuando acaban de hacerse 200 kilómetros y dentro de unas horas se harán otros 200, para pincharles en la vena y sacarles sangre. Se les lleva a la cárcel a tomarles declaración. La policía se sube a sus carromatos y se montan los números que ya sabemos por parte de los impresentables del Tour o del Giro. Y los pobres, oye, sin levantar una voz. Todo lo aguantan con infinita paciencia. Y, claro, como siempre andan con las orejas gachas, los mercaderes del deporte –incluidos los políticos que viven también del mismo cuento- les arrean cada vez más fuerte. Leña al mono.

La última se la oigo decir a Oscar Freire, nuestro campeón del mundo. Se queja (¡qué raro!) de que a los ciclistas nadie les consulta nada, que los estamentos varios les ignoran y que ahora quieren obligarles a “tener que decir donde vas a estar en todo momento y a dar el teléfono de terceras personas para que se les localice”. Lo dice un poco cabreado y representando a muchos ciclistas, pero me parece que poco durará el enfado. Los esforzados de la ruta tragarán con todo lo que les echen. Hace tiempo que perdieron bastantes grados de dignidad y a algunos ya no les queda ninguna. El día que cojan a los principales dirigentes de las federaciones nacionales, del Tour y otras macrocarreras, y a muchos de los directores y médicos de los equipos y los despeñen desfiladero abajo desde lo alto del Tourmalet, ese día los ciclistas profesionales habrán escrito su mayor gesta deportiva de todos los tiempos. Claro que también tienen otra solución más pacífica: declararse en huelga de pedales indefinida hasta que alguien los tome en consideración y empiece por respetar sus más elementales derechos cívicos. Y si no, a casa y que se vayan al paro los cagamandurrias que les chupan la sangre y sus derechos ciudadanos. Pero pa mí que esto es pedirle peras al olmo.

11 de febrero de 2005

LA CHICA DEL "AS"



Varios días a la semana don Jesús de Polanco, el monopolista mayor del reino, propietario del diario AS, me lo regala en mi puesto de trabajo. El periódico no vale un duro, con perdón, si lo comparamos con el rival directo a nivel nacional: el MARCA. Y es que los chicos de don Jesús sólo trabajan con ímpetu, ideas y motivación cuando no tienen más competencia que ellos mismos. O sea, cuando hacen el cine español, o el Canal +, o el Digital + o tantos y tantos negocios en casi exclusiva nacional.

Pero dejemos a don Polanco para mi otra personalidad, la grillesca. Decía que veo el periódico deportivo AS varios días a la semana y, por tanto, empiezo a acusar ya esa rara enfermedad llamada “madriditis”. El libelo (porque llamarlo periódico sería una ofensa) habla del Real Madrid futbolero en la mayor parte de sus páginas, cuando lo hace del Barcelona es para ridiculizarlo y los demás equipos sólo desfilan por ahí de vez en cuando. Tres cuartas partes de las páginas se las dedica al fútbol, al menos cuatro o cinco al motor (haya o no haya noticias, lo que parece que de lo que se trata es de hacer publicidad y cobrarla) y las hojas que restan –una miseria- las emplea en deportes tan insignificantes y minoritarios como el baloncesto, el balonmano, el tenis y unos cuantos más. Cuando se escribe de baloncesto, por supuesto es casi siempre para hablar del equipo de don Flo y la sección de cartas al director bien podría cambiar el título por “cartas al R. Madrid”.

Así que de seguir así, cualquier día de estos me convierto en un confeso madridista hasta las cachas y se va a freír espárragos esta puñetera bitácora. Más tengo el antídoto para ataque tan virulento: la chica del AS.

Es, ciertamente, lo mejor del periódico. Viene en la última página, a todo color y a todo tetamen o culamen. A veces es una novia de un famoso jugador. Otras veces es una prima o vecina de un afamado deportista. Y cuando no está la familia o la comunidad vecinal de por medio, se lo inventa el pervertido de la redacción. De modo que malamente podré ser presa de la “madriditis” del AS si mis ojitos y lo que no son ojitos sólo atienden a la señora o señorita que los asalariados de Polanco me plantan en las narices en la contraportada. Y sin codificar.

Sólo por ello el Consejo Superior de Deportes debería otorgar a tan informativo diario alguna medalla de esas que le sobran por falta de clientela. Gracias a la chica del AS muchos asalariados y obreretes se atreven a leer unas cuantas líneas de papel prensa y, por tanto, a enriquecer su vasta “curtura”, plena de cantos y loas al Real Madrid. ¿Será ese el truco que utiliza el nuevo entrenador madridista y con el que ha logrado que los galácticos suden la camiseta? O sea, prometerles que verán la chica del AS si son aplicados en el entrenamiento. En cualquier caso, espero que estas letras no lleguen a don Jesús del Gran Poder y me corte el grifo del regalo de su periódico un par de días a la semana. Porque entonces, ¿qué va a ser de mis pupilas sin la grata presencia de la chica AS? Sí, ya sé que podría verla de reojo en el kiosco del barrio, pero lo que al final he descubierto –tras hablar con mi psiquiatra- es que lo que de verdad me pone a cien no es la chiquita de la contraportada si no que don Polanco me regale su periódico varios días a la semana, con lo tacaño y ávaro que es. Se empieza regalando el diario y se puede acabar haciendo suspensión de pagos.

9 de febrero de 2005

LAS OLIMPIADAS YA SON NUESTRAS

Han estado por los Madriles los miembros de la Comisión de Evaluación del Comité Olímpico Internacional. Esos señores (y alguna señora) que viven como dios a costa del esfuerzo de miles y miles de deportistas del mundo, y no hablo de los privilegiados que ganan millonadas si no de la inmensa mayoría que sólo puede entrenarse medianamente bien gracias a las ayudas de los gobiernos, de las casas comerciales, pidiendo en la puerta de la iglesia o vendiendo participaciones en el sorteo de Navidad.

¡Qué simpáticos estos tipos del Comité Olímpico! Ya quisiera yo y usted…, ciudadanos vulgares de a pie, ser tratados – linsojeados - babeados - y mimados- como lo han sido estos caballeros (y alguna caballera). Comida especial todos los días, masajes, regalos…. Hasta les han dado el privilegio de meter golitos en la mismísima portería casillera del Real Madrid. Seguro que más de uno (y una) habrá echado un buen polvo brindándoselo a los españolitos de a pie, que son quienes les hemos pagado estos buenos y excelentísimos ratos y favores.

Madrid era la primera ciudad que visitaban (aún les faltan Londres, Nueva York, París y Moscú) para decidir a cual le conceden los Juegos del 2012. O sea, que todavía tienen tela que cortar, masajes que recibir, polvetes que echar y comistrajos que engullir. Pero aquí ya lo tenemos claro. “Madrid ha dejado el listón muy alto”, dice uno de los jefes que se dedica a la candidatura madrileña. “Esto es pan comido”, ha venido a decir otro más optimista. Y es que con ese espíritu crítico que caracteriza a nuestra clase dirigente política y deportiva, las Olimpiadas ya están en el bote. “Semos” los mejores. Al fin y al cabo Londres, Nueva York, París y Moscú son unas insignificantes ciudades que cortan poco el bacalao en el concierto internacional político y deportivo. ¿Cómo no nos van a dar las Olimpiadas con lo guapos que somos (basta mirar a ZP), lo cultos que andamos (basta oír tocar el piano a Gallardón), lo bien que hacemos la tortilla de patatas o la generosa pasta gansa que nos estamos gastando para que todo esté en su punto? “Garantizamos que Madrid será la ciudad más segura del mundo”, dijo el alcalde. Días después ETA demuestra que en unas horas puede masacrar si se lo propone a un montón de anónimos madrileños. “Madrid será la primera ciudad sin humos de tabaco”. Que se lo digan a los del Comité cuando estuvieron en el palco del Santiago Bernabeú, que por pocas tienen que llamar a los bomberos. “Casi todos los desplazamientos se harán en metro o serán de corta distancia”. Nadie les negará que fe, tienen. Más que el Alcoyano. Pero con los mendas lerendas del Comité ese no basta la fe, ni siquiera el trabajo perfecto, incluso ni el jamón ibérico que cada uno se ha llevado en la mochila. La decisión se mueve y tomará en el resbaladizo terreno de la política, de la economía, de las influencias y los chanchullos. Sí, sabemos que nuestros preclaros gobernantes y dirigentes son expertos en ello, pero mucho me temo que también lo son en el cantamañanismo, en vender el oso antes de cazarlo, en las promesas que luego no pueden cumplir, en poner escasamente los zapatos en la tierra, mucho más dura que la alfombrada moqueta de los ministerios, ayuntamientos y sedes federativas que sempiternamente pisan.

Jo, hoy estoy de un demagogo que atufa. A mí, en realidad, me da igual que las Olimpiadas las organice Madrid que Paris. Incluso diría que si las organiza Londres nos ahorraremos cada españolito un buen montón de euros. Pero todo sea por facilitar el ego de tanto político de baja cuna y alta cama. Vengan los Juegos si con ellos logramos llenar el monedero a tantísimo especulador y emprendedor empresario, de esos que nos sisan y esquilman los días ordinarios, a ver si así nos dejan en paz durante una temporada. Mejor tener contenta a esta banda, aunque tengamos que rascarnos el bolsillo. Como diría el clásico, tapémonos la nariz aunque sólo sea por patriotismo barato. Porque lo de Madrid 2012 está ya echo, ¿no?

7 de febrero de 2005

OLÉ POR EL BALONMANO

Si hay dos grandes alegrías que hallamos recibido los aficionados y deportistas españoles en los últimos tiempos, esas han sido los triunfos alcanzados en los campeonatos del mundo de fútbol sala y, ayer domingo, en el campeonato del mundo de balonmano.

Como en este país de trileros y titiriteros sólo parece que existe el fútbol (o fútbolín, como a veces lo llamo), muchos se dan cuenta cuando llega alguna alegría de éstas, que también existen otros deportes en el escenario del espectáculo deportivo. Todavía estamos esperando como agua de lluvia que la selección española de futbolín gane algo en su prolongada existencia, salvando aquella Copa frente a la pérfida URSS gracias al cabezazo de Marcelino hace ya la friolera de siglos. Nunca gente tan bien pagada y tan bien considerada socialmente dio menos a quienes les pagan y les adulan. En cambio, selecciones modestas como las de baloncesto, waterpolo, natación sincronizada, ciclismo u otras nos vienen alegrando las pajarillas desde hace ya bastantes años. El fútbol, nada de nada, salvo el de sala, pero yo quisiera saber cuantos aficionados del Real o el Barça saben un solo nombre de un jugador del Interviú –campeón de la liga- o de la mismísima selección española.

Ahora, en esta racha de éxitos colectivos donde sólo fracasa eternamente el fútbol profesional, le ha tocado al balonmano. Y me alegro un montón porque parecía que tenía el cenizo encima. Desde hace bastantes años siempre ha habido un equipo muy apañadito que cuando llegaban las grandes citas históricas (olimpiadas, campeonatos…) prometía mucho pero siempre quedaba por debajo de su calidad. Salvo cuando se alcanzó una medalla de bronce hace un par de olimpiadas. Por eso, ya era hora que le tocara el premio gordo. Ver jugar a estos jugadores durante todo el mundial permite reencontrarse con un deporte que es pura fuerza, nervio, inspiración y emoción. El balonmano es durísimo en su práctica pero bellísimo en su contemplación. Estos sí que sudan la camiseta y no los que yo me sé. Y este sí que es un deporte con unas reglas modernas en que se prima al espectáculo (genial esa regla de pitar la “pasividad en el ataque”), y en que la violencia es prevenida y castigada al instante. Un deporte donde hay más caballeros en la sala que en un inmenso campo de fútbol. En las gradas y en el campo de batalla. Ver el comportamiento exquisitamente deportivo de Croacia en la final, tras perder honrosa pero muy abultadamente con España, invita al aplauso y al respeto, estando como estamos acostumbrados a ver comportamientos antideportivos en esos señoritos del balón de fútbol, que cuando no engañan a los árbitros, atizan con saña a los rivales, escupen como si fueran fumadores empedernidos o fingen lesiones para perder tiempo porque van ganando o empatando.

Más mucho me temo que el éxito será flor de un día en lo que respecta a la popularidad del balonmano y que los más de 3 millones y medio de espectadores de la final pocas veces más volverá a repetirse.

“Menos fútbol y más balonmano”, cantaban los alrededor de mil personas que esperaron en el aeropuerto de Barajas la llegada de la Selección. Tiene bemoles: sólo mil personas. Y eso que los tíos están más buenos que el pan comparados con los del futbolín. Las niñas y no tan niñas me parece que tienen el gusto en el culo. Hasta en eso son tienen mala suerte los que practican deportes minoritarios.

4 de febrero de 2005

PUBLICIDAD NO, GRACIAS

Estamos atrapados por la publicidad y la propaganda. O mejor: todo es publicidad y propaganda. La política, la economía, el espectáculo, los medios de comunicación y, por supuesto, el deporte. A veces, también lo es el amor, la solidaridad y tantos otros cuentos de los que vive tantísima gente. Pero centrémonos en el deporte.

Será por exasperación profesional, pero es que cada vez que veo un partido de lo que sea, se me van los ojos detrás de la publicidad directa y encubierta que lo anima. Da igual que sea de fútbol, baloncesto, balonmano o de parchís. Y en el ciclismo, atletismo, automovilismo, etc, no digamos. Ya sé que es el precio que hay que pagar (además de la entrada al evento) porque exista calidad, espectáculo y esas cosas, pero como el asunto reporta muchas pelas, algunos ya se pasan.

Leo una entrevista al metrosexual Beckham, que debe ser un buen chico pero que es un panel publicitario andante. El MARCA saca unas fotografías del muchacho y desde el reloj al pantalón, pasando por el tatuaje, el anillo, las zapatillas o la gorra, no hay rincón de carne o trapo que no contenga alguna referencia publicitaria. Aunque afirma en la entrevista que ha disminuido sus patrocinadores, de once a cinco. Está moderándose.

Ahora muchos equipos llevan propaganda hasta en el culo. Tiene bemoles la cosa. Incluso hay prensa deportiva que es pura propaganda. El AS y el MARCA, del Real Madrid, del que todos los días se están inventando una noticia. El MUNDO DEPORTIVO y SPORT, del Barcelona, con ídem de ídem. Pa mí (tengo que averiguarlo) que hasta tiene propaganda el balón o la pelota con la que se juegan las competiciones.

Así que hoy que estoy de buen humor porque llega el fin de semana y no hay que trabajar a la fuerza, hablando de publicidad, propongo a algunos anunciantes que intenten pillar alguna cuota de mercado sondeando a famosos deportistas. Pasta no tengo, pero ideas luminosas me sobran.

Zidane podría anunciar un buen crecepelo. Ronaldo sería estupendo como propagandista de MacDonald. Torres le vendría al pelo a la compañía que fabrica los dodotis. Ronaldinho podría patrocinar a Colgate, famosa fabricante de pasta de dientes. Pujol le vendría al dedillo a la empresa que hace los muñecos Madelman. El entrenador Ferrando, del At. De Madrid, tan hosco, podría participar como portavoz de la Federación de Boxeo. El entrenador del Barça, el holandés de nombre impronunciable, le vendría muy bien a una ONG pues el hombre es todo un caballero.

Esto sólo si nos limitamos al mundillo peloteril futbolístico, que si pasamos a otros deportes la imaginación se dispara. Pero moderemos el entusiasmo. Viene a cuento todo esto porque me ha emocionado que todavía, a estas alturas de siglo y con la que está cayendo, un equipo como el Barcelona Club de Fútbol siga sin publicidad en la camiseta. Ofertas tuvo en su tiempo (una famosa Asociación de Psiquiatras), cuando lo presidía Gaspart, pero ahora que van bien las cosas aún no ha dado el paso definitivo a equipararse a los demás. Todavía hay un rayito de esperanza en este mundo superpublicitado. Y ahora perdón, pero voy a la cocina a beber Lanjarón, comer un Danone y tomar un té Hornimans. Coño, con la publicidad.

2 de febrero de 2005

UNA CASA DE LOCOS

Los que mandan en el club portugués del Oporto parece que se han vuelto locos. Sabemos que en el fútbol mundial falta cordura y sobra locura, pero entre medias debería caber la mesura como síntoma al menos de un cierto equilibrio mental y emocional. Pues ni eso.

Tras quedarse el año pasado campeones de la Champion Li, los tíos se volvieron tarumbas y arramblaron con medio equipo. Se largó el entrenador que tantos éxitos les había dado y se largaron algunos de los más importantes jugadores. La cosa acabó en record mundial: desde mayo del 2004 hasta la fecha, ha vendido a 16 jugadores de su primera plantilla: Carvalho, Ferreira, Deco, Mendes…

Cualquier equipo, con estos mimbres tan deshechos, hubiese tardado unos cuantos años en remontar el vuelo. Prácticamente ha tenido que empezar de cero nuevamente. Nuevo entrenador y casi nuevo equipo de jugadores.

A la fecha de hoy, sin embargo, había milagro: el Oporto está segundo de la Liga portuguesa, a sólo dos puntos del líder, y está clasificado para la Champion, teniendo que jugar en octavos con el Inter. Tan bien iban que los mandamases habían ofrecido ampliar el contrato al entrenador actual, el español Víctor Fernández, que decidió esperar para más adelante.

Y es que gente como Victor Fernández se conoce de memoria a los veletas que, en cantidades industriales, dirigen los clubes de fúrbo. Así que el domingo pasado, ya no había intenciones de renovación sino de echarlo a la calle. Y lo largaron con viento fresco.

¿Qué cosas gravísimas habían pasado? Sencillamente que el Oporto perdió el último partido (1-3) frente al Sporting de Braga, actual líder del campeonato. Durante el partido los seguidores del Oporto mostraron ruidosamente su malestar por el juego del equipo y reclamaron la vuelta del anterior entrenador, que si se fue lo hizo para no volver nunca más, claro. El presidente del Oporto, seguramente acojonado por el griterío, decidió que eso de ir los segundos en la Liga a sólo dos puntos del líder es demasiado duro y citó a don Víctor para mandarlo a paseo. Vamos, a tomar viento.

Y colorín colorado esta locura se ha acabado. Que se sepa el presidente portista no ha sido ingresado en un psiquiátrico ni se conocen noticias de aficionados del Oporto que se hayan suicidado por perder el último partido. Pero el entrenador ya no está a pesar de hacerlo bastante bien, después del tremendo descosido hecho al equipo tras ganar la última Champion y vender hasta al que riega la hierba del campo. De seguir el mismo ejemplo el resto de los equipos portugueses o españoles, habría que despedir a todos los entrenadores menos al que entrena al equipo que lidera la clasificación. Así son de majaderos y locatos algunos señoritingos del mangoneo futbolero.

Víctor: no les perdones ni un céntimo del contrato firmado. Que al menos estos necios sepan que hacer este tipo de locuras tiene un alto precio.

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