29 de junio de 2005

MILAGROS, A LOURDES

Cuando algún equipo gana algo, aunque sea una copichuela de coñac, lo primero que hace es ir a visitar a la patrona de la ciudad, villorrio o aldea para agradecerle la consecución de tan importante trofeo. Este uso y abuso de la religión para lo bueno (si se pierde, la virgen no tiene culpa: fue cosa del árbitro, de la mala suerte o de que ese día el horóscopo pintaba mal), hace que las imágenes consiguientes resulten de lo más irrespetuosas...

-Virgencita, gracias por hacer que el Herreros viera la canasta del Tau cuando faltaban cinco segundos para el harakiri baloncestístico

... dado que la religión religiosa tiene que ver con la religión futbolera lo mismo que un huevo con una castaña pilonga. Pero en fin, así son las cosas de nuestro deporte y así las recogemos, con el debido buen humor y la sana crítica no vaya a ser que después resulte que es verdad todo lo que nos cuentan y un triste día lleguemos al más allá y nos encontremos al Dios Maradona impartiendo justicia celestial a diestro y siniestro. NO quiero ni pensar la de calorías que nos íbamos a tragar por ateos y descastados.

Pero metámonos en faena, que últimamente tengo una facilidad para la disgresión y la palabrería que cada día me voy pareciendo más a mi querido presidente Zapatero, al que en la intimidad llamo Zetapé. Decía pues que la recurrencia a la virgen respectiva (ha pasado recientemente con el Real Madrid de Baloncesto, pasó con el Barcelona de balonmano y fútbol y así sucesivamente…) es muy frecuente en este país. Pero por mucho que nos eche una mano el cielo divino a través de sus múltiples habitantes (incluido San Balón), hay cosas que son imposibles. Vamos, que ni un milagro de todo el santoral junto. Me he puesto a pensar (cosa que hago de vez en cuando, pues tengo esa fea costumbre) y he encontrado al menos diez eventos, éxitos o carambolas deportivas que los españolitos aficionados al deporte nunca lograremos alcanzar, es decir, que no podremos ofrecer a nuestra virgen respectiva en agradecimiento agradecido. Aquí los detallo, animando a los ocasionales lectores a que prolonguen la lista con otros ejemplillos que mi amplia inteligencia aún no logra abarcar.

NI UN MILAGRO DE LA VIRGEN DE LOURDES permitirá ….

… que la selección española de fútbol gane un mundial.
… que un tenista español llegue a las semifinales de Wimbledon.
… que Fernando Alonso cierre el pico.
… que Ballesteros resucite para el golf.
… que Robinho fiche por el Atlético de Madrid.
… que se cierre el estadio del Barcelona por el cochillinazo del 2002.
… que un atleta español gane el oro de los cien metros lisos olímpicos.
… que Lopera y Del Nido me caigan simpáticos.
… que el Puñetas acuda a un campo de fútbol pagando.
… los éxitos del balonmano español sean celebrados como se merecen.

Yo comprendo que mucha gente necesita creer en los milagros. Como que la Liga española de fútbol es la mejor competición del mundo o que el Real Madrid o el Barcelona se van a quedar todos los años campeones de algo. La gente es que es muy crédula y fantasiosa porque necesita alegrías pal cuerpo en este valle de lágrimas. Pero para un racionalista tan poco milagrero como el que suscribe, hay cosas que no se pueden lograr por muchas toneladas de velas y quintales de rezos que dediquemos a nuestro santo más venerado o virgen más idolatrada. Hasta mi amigo Zetapé, que es muy creyente y fantasioso, piensa que consigue el milagro de la Alianza de las Civilizaciones antes que el patriota Luis consiga de la selección española de Raúl, Torres y restante pólvora quemada el pase a la siguiente ronda del campeonato de la cosa que tenemos ahora entre manos y pies.

Si es que hay cosas que no pueden ser y además son imposibles.

27 de junio de 2005

EL ÁRBITRO, ESA OVEJA NEGRA DE UN REBAÑO DE ORO

Haciendo limpieza de papeles, pues se acerca el final de temporada para esta bitácora (hasta que en septiembre comience el nuevo curso), me he encontrado con un artículo de Angel Antonio Herrera, un tipo que escribe muy bien y habla muy mal. Con decir que sale o salía en ese bodrio de “Tómbola”, un programa cutre sobre el mundo de los famosuelos de este país, ya está dicho todo. Pero el mister cuando coge la pluma, el boli o la tecla lo hace francamente muy bien, y encima arreando estopa, que eso a la plebe nos gusta mucho.

Así que, como hoy ando escaso de neuronas porque las tengo medio derretidas de tanta calorina y bochorno sanjuanero, dejemos que el bueno/malo del Angel Antonio nos ilustre sobre ese personaje tan singular y raro como es el árbitro. O sea, sobre ese ser al que yo llamo cariñosamente “el payaso de las bofetadas”. El que las recibe, claro.

“Creo habérselo oído entristecidamente a un árbitro de raza negra, vocacional de Tercera, con el que la grada se ensaña cada domingo, bajo griterío racista: “Y, encima, no tenemos afición”. En efecto, el árbitro, negro o blanco, de Primera o de Tercera, es el único en el césped que no tiene afición. El árbitro, en rigor, es un huérfano entre los 22 que juegan, porque la grada no es su familia y porque ni siquiera su familia suele estar en la grada, como sí ocurre con las mujeres o amantes de los futbolistas. (…)

Al árbitro, con suerte, le cita la grada adornándole de maricuela o cabrón, que son las maneras que la afición tiene de acordarse de la familia de estos señores. (…) Van al fútbol a que se les insulte, como van los famosos de garrafón a las telerrosas. Sólo que los árbitros no son tan famosos y encima cobran menos que los famosos propiamente dichos. Hubo un tiempo, antaño, en que los árbitros vestían siempre de negro y esto, leído metafóricamente, no era si no el modo de guardar en público luto por ellos mismos, porque de algún modo son un muerto pendiente para la grada palabrona, que dispara contra el árbitro adjetivos homicidas como no dispara contra su jefe o contra su suegra.

Es verdad que la grada no perdona, pero sobre todo no perdona al árbitro. Se ha hablado mucho de la soledad del portero ante el penalti, pero no se ha hablado tanto de la soledad del árbitro, que es un mozo trotador y entregado que no toca bola y que, si acaso, tiene por colegas de equipo a dos linieres con los que no siempre está de acuerdo. El árbitro cumple kilómetros, pero nadie le dedica una ovación. Si alguien le hace caso es para pegarle el broncazo. (…) Al árbitro no se le aplaude ni cuando acierta, con un par, porque quien acierta es siempre el equipo, que en esta temporada va que lo remonta todo. Lo de los árbitros es oficiar justicia, pero al árbitro no le hacemos justicia nunca. Ahora ya no visten de negro, o no siempre, pero da igual, porque el luto va por dentro. (…)

Son los árbitros, en fin, el pariente pobre de este mercado millonario y la oveja negra de un rebaño de oro donde no se tiene la costumbre de hablar del árbitro, empezando o acabando por los entrenadores. No tienen los pobres más premio que el silencio. Eso, y una afición que suele acordarse de la madre que los parió. Una madre, por cierto, que más de una tarde habrá deseado que el chico hubiera salido notario o algo de provecho. Futbolista”.

Chicos buenos estos árbitros. Oye, ni una queja, ni una huelga, ni una denuncia en el juzgado a tanto forofo agresivo, ni un desplante torero ante esos niñatos millonarios que se dedican todo el partido a buscarle las cosquillas. Sólo recuerdo un árbitro de por ahí, las Américas, que harto de tanta historia y persecución, decidió por una vez ser él quien llevara la voz agresora en el partido. Supongo que si ya no está criando malvas, andará redimiendo pena en una cárcel de alta seguridad. Y es que hay tradiciones que jamás deben romperse. Aunque uno, tan heterodoxo para algunas cosas, desearía más de una vez que el trencilla de turno le arrease un buen soplamocos a ese tonto del haba que sólo sabe protestar y fingir delante de sus narices buscando que pite un decisivo penalti, aunque sea injusto y en el último minuto. Pero siempre me quedo con las ganas. Será que a estos huérfanos del pito les va demasiado la marcha.

24 de junio de 2005

EL FUTBOLISTA INVISIBLE

El otro día leía en un diario deportivo una noticia que, como soy en el fondo un sentimental, me llegó a un rinconcito del alma. La cosa estaba explicada muy malamente, pero no se puede pedir peras al olmo. “El fichaje fantasma se machaca bajo el calor madrileño con la ilusión de hacer la pretemporada. WOODGATE más solo que la una”.

Sé que los chicos (y la chica buenorra) del AS ese día no tenían noticia alguna de Robinho –al que un día, sí y el otro también- le colocan en portada: “Ya viene Robinho”. “Por el camino viene”. “Ya está aquí”. “Oh, no, el Santos se pone duro”. “Cago en la leche, la cosa se fastidia”. “Robinho, ya”. “Queríamos decir ayer que ya debería estar fichado”. “Se ve que lo de Robinho va para largo”…. De modo que ese día los lectores del AS (no yo, que le echo sólo una ojeada digital, pues no quiero hacer más rico a Polanco de lo que ya lo es), tuvieron la sorpresa de que el periódico polanquil les hablase un poco sobre el futbolista invisible y dejase aparcado en la linotipia (o como ahora se llame) al pesado del Robinho.

Pero volvamos de nuevo a Woody, que con estos calores atorrantes el cerebro se va de la ceca a la meca en cuanto me descuido y así no hay forma de hacer un comentario coherente. Decía, pues, que en la portada “asiana” se hablaba del machaqueo solitario de Woodgate, ese chico inglés fichado por el Madrid de don Florentín en el verano pasado y cuyas palabras aún me martillean en los oídos, cuando lo trajo a los madriles: “Con Woody y Samuel tendremos la defensa más impenetrable del mundo”. Como siempre, no dio ni una. Encima se le olvidó referirse al portero Casillas, que ese se basta y sobra él solito para hacer de portero, defensa lateral derecho, lateral izquierdo, defensa central y hasta de vez en cuando reparte juego. Pero regresemos nuevamente al chico inglés, que si no, no acabaré nunca.

La mala suerte de este chaval y, sobre todo, su ilusión y su trabajo en el anonimato me han hecho tilín emocional. Lleva ya más de 420 días lesionado, pese a lo cual el Madrid lo fichó procedente del Newcastle, cuyo presidente presumió de haber vendido una chatarra. Ha recaído unas cuantas veces y si de esta no sale, mucho me temo que el fútbol habrá acabado para el muchacho. Y no se lo merece. Tengo para mí que si logra recuperarse, se partirá el pecho por un equipo que le está ayudando en lo humano y en lo deportivo como quizás no lo haría ningún otro. Aquí sí que el Madrid y su Florentín se están portando como el mejor equipo y presi del mundo.

“Está loco de contento. Le da igual las vacaciones o trabajar seís días a la semana, mañana y tarde. Lo ha pasado tan mal, a veces tan deprimido, que ahora le hace una ilusión tremenda verse evolucionar” –ha comentado una persona de confianza del jugador. Los mejores doctores mundiales lo han visto y están colaborando en su rehabilitación física. El Madrid intenta esconderlo del gran público y mantiene en secreto los informes médicos antes y después de su fichaje. Evidentemente casi nadie se acuerda de él, pero presiento que su esfuerzo y coraje personal no va a caer en saco roto y que pronto veremos a este mocetón defender la camisola del Madrid. Quizás entonces tampoco demuestre nada del otro jueves, a semejanza de su compañero Samuel, pero para mí –ya he dicho que soy un sentimental- el sólo hecho de jugar unos cuantos partidos sin molestias físicas y con un rendimiento normal en el Bernabéu o cualquier otro campo del diablo, ya será una muestra suficiente de que el bueno de Woody habrá triunfado.

Ya ve, ocasional lector, qué poquitas cosas pido a veces a este disparatado mundo del deporte.

22 de junio de 2005

LA SUCIA TOALLA DE MIKE TYSON

El comedor de orejas ajenas, allá por los 80 famoso boxeador, llamado Mike Tyson dice que deja definitivamente el pugilato. Vamos, que se retira del ring para meterse a misionero. La conversión a la bondad puede ocurrirnos en cualquier instante, pero pasar de ogro universal a cuidar negritos famélicos allá por África, es un salto cualitativo tan importante que –para darlo- hay que tenerlos bien puestos, cosa que no se adivina en don Mike.

Releo los datos biográficos más destacados del amigo y es que se podría hacer una película con ellos. Supongo que se hará cuando estire la pata un día cualquiera de éstos. Del antiguo y admirado “Hombre de Hierro", campeón de los pesos pesados y repartidor de mandobles a diestro y siniestro dentro de las cuatro cuerdas, sólo queda un abotargado fantasma. El otro día un boxeador del montón lo envió a la lona. En realidad ya estaba en ella desde hace casi quince años, una vez pasados sus momentos de máxima gloria, aquellos en que los músculos acompañan, la mente está despierta, el sacrificio se impone y la gente te dice guapo, guapo. Desde hace años el malo de Tyson tiene los músculos de estaño, suficientes para descargar contenedores en el puerto, pero insuficientes para defenderse ante obreros del ring como el último, un tal McBride, conocido sólo en su casa a la hora de comer.

Es una pena que la gente no sepa retirarse a tiempo, cuando el éxito acompaña, las buenas mozas o mozos te doran la bragueta y la cuenta corriente la tienes repleta de billetitos que te pueden garantizar una buena y larga jubilación. Es en el mundo del boxeo, donde hay tanta épica y tanta trola, donde más se cuece este tipo de gente. Será que los boxeadores llegan con escasa formación y la poca que tienen la pierden con las batallas en el cuadrilátero, o será que a su alrededor hay mucho sacamantecas suelto o quien sabe si es una maldición más de las que acompañan a un “deporte” que siempre está rozando el fuera de la ley.

Cuentan sus cronistas que ha dilapidado más de 300 millones de doláres y que ahora está arruinado y endeudado hasta las orejas, esas que tanto le gusta arrancar, como demostró con luz y taquígrafos en una pelea para olvidar. En su última batalla ha dilapidado hasta lo que no tenía: la dignidad. Desesperado, el ex campeón golpeó deliberadamente con la cabeza a McBride, viendo que lo suyo era un desastre anunciado. "No puedo soportar más esto", dijo Tyson. "Lo más probable es que no pelee jamás. No voy a faltarle al respeto a este deporte perdiendo contra boxeadores de este calibre". A buenas horas mangas verdes. El cabezazo llegó después de que Tyson trató aparentemente de romperle el brazo a McBride, mientras lo sujetaba, tal como lo hizo alguna vez contra otros rivales. Además, el ex campeón lanzó varios golpes bajos contra su oponente. Así que el paquete irlandés que tenía enfrente se puso rojo de ira y lo mandó a la lona a comer alfalfa. Y ahí se acabó la fantasmada Tysoniana, a la que puso remate deportivo McBride dándole un beso en la mejilla izquierda cuando el ex campeón de los pesados se levantó para felicitar a su oponente, una vez vuelto a la cruda realidad. Unas bellas imágenes de despedida que quizás algún día veremos reflejadas en los fotogramas de alguna película biográfica sobre “el boxeador más grande que ha creado Dios”, según sus propias palabras de cretino engordado por los dólares y fama que nunca tuvo antes.

Abandonado por su padre, un obrero de la construcción, siendo un niño, tras cometer varios robos y atracos, fue internado en un reformatorio, donde conoció al entrenador de boxeo Cus D'Amato, quien se convirtió en su tutor legal. Tras una brillante carrera como amateur se hizo profesional en 1985. Para 1989 su récord profesional era de 37-0, con 33 victorias por K.O. A pesar de su éxito profesional, volvió a tener problemas personales y legales. Se separó turbulentamente de su mujer, demandó a su mánager y despidió a su entrenador de siempre. Un bala perdida el Tyson. En 1990 perdió inesperadamente el título de los pesos pesados. Dos años más tarde fue acusado de violar a una joven que participaba en un concurso de belleza y fue sentenciado a diez años de cárcel. Tras ser remitida su pena por buena conducta, quiso reemprender su carrera de boxeador. En 1997 Tyson protagonizó una de las más desagradables burradas de la historia del boxeo cuando resultó descalificado tras arrancar de un mordisco parte de la oreja de su oponente.

Burrada tras otra, hasta aquí ha llegado el que tuvo todo (menos la inteligencia y el ser buena persona) y ahora no tiene nada. Lo de mala persona lo ha dicho él mismo, que conste. “Mi vida ha sido una pérdida de tiempo. Soy frío, cruel y mala persona. No reconozco a quien fui en 1986 ó 1987”. Si cumple su palabra (que no lo creo), tira la sucia toalla del boxeo y se va de misionero al África tropical, a lo mejor allí se acabaron los mosquitos. Éste es capaz de matarlos a todos a puñetazos, cabezazos o mordiscos. Mientras no se lleve a ninguna negrita por delante…

20 de junio de 2005

EL AVISPERO DE LA FORMULA I

Supongo ya informado al lector sobre el guirigay que se ha montado con el último carrerón de la Fórmula I, allá por las Indianápolis, que caen más o menos conforme se escupe en el mapa hacia los Estados Unidos. Sólo 6 utilitarios salieron a la arena a batirse el cobre y los alerones pues el resto de la camada automovilística hizo mutis por el foro, tras dar una vuelta de reconocimiento y retirarse a los toriles pues el cornúpeta (en forma de curva con peralte) amenazaba la integridad física de los toreros.

Llegados a este punto, pido perdón por si el lector es de ERC, ya que me consta que los amiguitos de don Carod i Rovira son enemigos acérrimos de la fiesta del toreo, en cuyo caso –y para no perder un respetable- cambiaré de palabrería y símiles. Decía pues que salieron al césped sólo 6 jugadores, vestidos de rojo todos ellos, mientras que los azulillos michelinos decidieron retirarse al vestuario dado que sus botas no tenían suficiente agarre y corrían el riesgo de pegarse unos tortazos morrocotudos en el sembrado.

El lío que se ha montado con el numerito de unos y otros ha sido monumental.

-Tú, capullito, lo que quieres es que me mate y así te haces de nuevo con el Mundial.
-Os creéis alguien porque habéis ganado este año varios grandes premios. ¡Si no sabéis hacer más que trampas!
-Estos franchutes, desde lo de Irak, nos la tienen jurada, los jodíos. Siempre dándonos por saco a los americanos, hasta que a nuestro presi se le inflen los cataplines y verás a donde va a ir la torre eiffel esa….

Total, que el pollo está montado. Mejor dicho, el avispero porque al pobre plumífero se le da un golpe en el cogote y se queda tieso, pero a ver quien reparte leches a una manada de avispas. Ferrari manda mucho, pero en esta ocasión parece que no tiene culpa de nada. Sus neumáticos eran malos de solemnidad en la actual temporada, pero por una vez funcionan cantidubi. Así que el Schumacher no iba a desaprovechar la oportunidad, si los lelos de la Michelin se lo ponían a huevo. Los chicos que calzan la conocida marca de gomas francesa (que tiene más de propaganda que otra cosa –yo no la uso ni para mi bicicleta), empezando por don Alonso el bocazas, han querido salir de íntegros y buenecitos en el affaire pero ya se les empieza a ver el plumero de Les Folies Bergere. Como las chicas de tan afamada atracción gala, se han quedado con el culo al aire después de montar el numerito musical. Y los capos del tinglado (esos meapilas millonarios de la FIA, de la que el Puñetas no se fía ni un pelo), han jugado a lo que son los pobrecitos: unos inútiles integrales, incapaces de poner de acuerdo a nadie y –sobre todo- muy capaces de mearse encima del que paga y viaja para ver el circo avisperil, esos sufridos y sordos aficionados, que se merecían una solución pactada que defendiera por encima de todo su derecho a ver un espectáculo programado o –cuando menos- a la devolución del dinero pagado. Al final se han quedado sin lo uno y sin lo otro, para vergüenza (de la que carece) del dueño del negocio y del invento, un tal Al Ecclestone.

Vale que la seguridad de los pilotos era lo primero. Vale que los de Michelín han demostrado que lo suyo debería ser fabricar otro tipo de gomas: preservativos, por ejemplo. Vale que Ferrari y el alemán hosco hicieron lo que tenían que hacer, correr y no mucho, porque en el fondo tampoco se fiaban de sus neumáticos. Vale que el Fernandito Alonso está resultando demasiado lenguaraz, es así el chico y a lo que se ve la lengua la tiene más rápida que la conducción con el monoplaza. Pero lo que no vale es que se pretenda cambiar las pésimas reglas de juego por parte de los equipos Michelín ni que los dirigentes de la FIA no sepan salir dignamente del atolladero, cogiéndolos del cuello o poniéndolos contra las cuerdas ANTES de la carrera. Todos debieron correr, pero cada uno a la velocidad aconsejada por la seguridad: los unos a 300 por hora al pasar por la famosa curva peraltada y los otros a 40 por hora o a lo que les pidiese el neumático churril. Se objetará que esto hubiese provocado seguramente un sin fin de accidentes pues ni en las autovías se permite transitar a los caracoles. Pues no, como dice la DGT lo peligroso es el exceso de velocidad, así que no me cambien ahora el argumento. ¿O a ver si va a resultar que los Trulli, Alonso y compañía no saben ir en coche más que echando leches? De este modo, habría habido competitividad, los puntos de la carrera se hubieran repartido justamente y la gente se habría divertido un hartazgo viendo como un flamante bólido Fórmula I –en una curva peraltada como las miles y miles que pueblan la geografía mundial- trota a 40 por hora por riesgo de reventón de sus carísimos neumáticos.

El avispero de la fórmula I se va matar a sí mismo. Curiosamente, por no correr.

17 de junio de 2005

SELECCIONES NACIONALES…PA QUÉ…

En uno de sus últimos comentarios, Luis R. Míguez (Aguja de Bitácora) ponía el dedo en la llaga eterna: “Nunca he entendido por qué un jugador tiene la obligación de jugar en la selección nacional”. Ni yo tampoco entiendo como a estas alturas de la película no se cierra el kiosko de las selecciones, sean nacionales, autonómicas, provinciales o barriobajeras. El fútbol ha derivado en un negocio como la copa de cien mil pinos, los jugadores se arrastran por el campo con la lengua fuera de tantos partidos como tienen que jugar los “pobres” a lo largo del año, todo se ha internacionalizado y -un suponer- resulta pintoresco que un jugador inglés dispute la liga española durante 40 semanas y luego tenga que enfrentarse a sus mismos compañeros de equipo y contra los propios intereses del club que le paga en un torneo de selecciones.

Esto del romanticismo en el deporte es una memez visto lo que se ve. Y lo del nacionalismo, memez al cuadrado, que sólo sirve para que vivan a costa del fútbol una pandilla de federativos nacionales e internacionales que deberían estar cuidando cabras en el campo, respirando aire puro. En un deporte super-profesionalizado, donde los equipos más importantes empiezan a ser equiparables a las clásicas multinacionales y donde se cuentan con los dedos de una mano los jugadores que permanecen fieles a un equipo (unas veces los echan y otras se van), las selecciones nacionales están dejando de tener sentido. Sí, a los que les gusta la parafernalia nacionalista y patrioteril, esto les parecerá una herejía (¡vade retro, Satanás!), pero cuando ya ni siquiera los mismísimos ejércitos de muchos países están formados si no por gente a sueldo, a veces extranjera o mercenaria, no deja de ser algo risible que a unos millonarios que se dedican a entretener a las masas muchísimos días al año, también les hagan ponerse a la fuerza el traje de faena para “defender” a su país. ¿Defender de qué? ¿Jugar para qué, para demostrar que Alemania es superior futbolísticamente hablando a Nigeria? Por no hablar de los frecuentes conflictos políticos, cuando no guerreros, que ha originado el enfrentamiento deportivo entre naciones.

Si los encuentros de selecciones nacionales me resultan ya bastante innecesarios (el que quiera hacer patria, que afloje la cartera y se retrate pródigamente ante Hacienda o que invite a sus conciudadanos a unas cañas) qué decir de esas charlotadas tan novedosas de las selecciones autonómicas. Resulta ridículo ver a un jugador que toda su vida está portando los colores de un equipo andaluz, "defender" la camisola de la selección catalana (o viceversa), sólo porque un buen día la cigüeña le trajo al mundo en un determinado lugar y así lo registraron en el registro civil.

Vale que si hablamos de naciones o países, todavía hay fronteras por medio, idiomas específicos y otras gaitas coñeras, pero dentro de un mismo país la separación autonómica, regional o local me resulta sencillamente ridícula. Sí, ya sé que soy un descastado y que los amores geográficos y cigüeñiles me los paso por el arco del triunfo. Comprendo que muchísima gente pierda la chaveta por salir detrás de una bandera, un himno o una pandereta, y por eso imagino que lo de las famosas selecciones nacionales o tal les resulta una cosa simpática, necesaria y hasta imprescindible. Yo sólo digo aquí que hay gente rara a la que esto les da igual o que incluso lo considera arcaico. Hablamos, que conste, de deporte. (Por extensión, en unos juegos olímpicos los deportistas deberían representarse simplemente a sí mismos. Ni pabellones olímpicos nacionales, ni himnos tras las victorias ni coñas marineras. También en este tema mantengo cierta coherencia dentro de mi desmadre habitual).

Pero, cuidadín, que nadie espere que el Puñetas vaya más allá de estas opiniones tan raritas y esperpénticas. Que haya selecciones o no tanto me da que me da lo mismo. Simplemente expongo una opinión personal algo calenturienta (afuera hace un bochorno del carajo) a ver si así se refresca el ambiente. Agarro el AS para abanicarme un rato y sólo veo mundanzas de piernas: “Cristiano Ronaldo aprieta las clavijas al Manchester – Málaga: rotas las negociaciones con Baiano – Pablo García: el Madrid ofrecerá 5 millones – Sergio Ramos: el mercado veraniego lo ha colocado como protagonista principal – Owen: Manchester o Arsenal – Riquelme: decidiré mi futuro cuando se acabe esta Copa – El Barça pretende al Niño a través del Chelsea – Baptista rechaza negociar con su club – Milito: para seguir en Zaragoza deberár malgunas cosas – El Mallorca quiere a Rivera ”….. (Y miles de noticias como estas).

Los jugadores se venden y compran como si fueran ropa. El único motor es el euro o el dólar, ni sentimientos ni pimientos. La pela es la pela. Ni contratos en vigor ni éxitos ni fracasos anteriores. El día que no sea obligatorio jugar con la selección, con estos mimbres, se acabó el tingladillo de tanto patriotismo y espíritu nacional. Al tiempo.

15 de junio de 2005

EL HOMBRE RAYO

Hoy me he desayunado, además de con mi habitual pan con aceite e infusión de hierbajos varios, con la noticia de que se ha batido el record del mundo de velocidad. El autor de tal desaguisado es un tal Asafa Powell, un jamaicano que pasó sin pena ni gloria por los recientes Juegos Olímpicos de Grecia, pero que estos días ha actuado en Atenas en una prueba internacional de atletismo. El amigo (del que cuentan que odia a las tortugas) hizo los 100 metros en unos chiripitifláuticos 9.77 segundos, una centésima menos que el registro anterior, en poder del desacreditado y siempre dopado Tim Montgomery.

Como pasa siempre con estas cosas, al amigo lo han coronado con una rapidez inusitada: “El hombre más rápido de todos los tiempos”, “El rey de la velocidad” y otros titulares escasamente ingeniosos. La cosa, a lo que parece, estaba cantada. El jamaicano lo había anunciado a bombo y platillo y hasta le dieron un dorsal con el número 100 para que se motivara aún más. Francamente, la cosa me huele a chamusquina, pero será que tengo un olfato bastante descreído y mal acostumbrado.

Como ahora hay que re-escribir la historia deprisa y corriendo, resulta que Powell ya era favorito en los pasados Juegos Olímpicos, pero que sólo pudo terminar quinto. También se veía venir al velocípedo pues en este mismo año ya había conseguido 9.84 y 9.85 (este último registro, con lluvia). Así que todo quisque estaba avisado de la posible hazaña, excepto el Puñetas, que es siempre bastante lento de reflejos para estas cosas de la novedades y las exclusivas.

Francamente, yo he conocido gente más rápida que el tal Powell y que su predecesor, el Montgomery. Un día un gachó me robó un billete suelto que llevaba en el bolsillo trasero del pantalón. Fue darme cuenta de sus dedos, me giré y el tío ya se había perdido de mi vista. El tío y el billete. Aquél ladronzuelo estoy seguro que cogió al menos los 200 por hora y que los cien metros los hizo en algo menos de 9.50. Pero ya se sabe que unos crían la fama y otros cardan la lana y que nadie va a dar crédito a un tipejo pequeñazo y delgaducho como aquel chorizo frente a una pantera negra de 1,90 de talla y 88 kilos de peso. Y mira que el caco debía entrenarse cada día…. Cuando meses más tarde fue detenido, se le acusó de robar diariamente al menos siete u ocho veces. Así que di por bien empleado su hurto, pensando que otros –como ahora el tal Powell- por correr menos pero salir en la tele, se van a forrar de billetes de una manera digna y perfectamente legal.

Pero volvamos al nuevo hombre bala. Frente a la euforia con que la prensa ha acogido el nuevo hallazgo, hay mucha gente mortal que está –como yo- con la mosca detrás de la oreja. Y es que llevamos ya demasiados fiascos con las grandes figuras del atletismo, algunas nunca pilladas in fraganti pero muchas bajo sospecha. Siempre ha corrido el rumor de que el famoso Carl Lewis fue un montaje de laboratorio, una preparación casi cibernética. O sea, una cirugía por aquí, un reforzamiento de este tendón, un remiendo de ese musculito, varios parches por allá y como había unas condiciones genéticas espléndidas, la cirugía obra milagros. Todo muy limpio y sin mácula. Más o menos como esas gachises que vemos en el celuloide, a las que habría que poner no un 10 sino un 12, aunque si se les retirase todo lo artificial (lo añadido y lo quitado) a su mapa corporal, tales ricuras quedarían echas unas piltrafas. Milagros de la dermoestética, que te coge hoy día a la madrastra de Blancanieves y te la deja más maciza que a la mismísima y pavosa heroína del cuento.

Pero yo creo que esta vez los mal pensados hemos pinchado en hueso. Vamos, que don Asafa es cien por cien natural, sin aditivos añadidos, ni conservantes ni colorantes. Un poquito de color sí tiene, pero es que hay que tenerlo para correr como una liebre. Cuentan que es el sexto hijo de un humilde pastor, quien a fuerza de exprimir las tetas de su modesto ganado y con la ayuda de algunas becas, logró que Powell acabase en la Universidad americana, donde en la actualidad dicen que estudia medicina deportiva. Esperemos que no le pase (por su bien, y por el crédito del maltrecho atletismo) lo que a su antecesor, el Montgomery, quien anda arrastrándose por las pistas y los juzgados, acusado de dopaje y otras maravillas de la técnica moderna. ¡Digo yo que, como en Sodoma y Gomorra, al menos habrá algún justo en esto del atletismo moderno! (Es broma, porque si hay un deporte que requiere más esfuerzo y dedicación, desde la soledad y casi la pobreza, ese es el atletismo, Quizá no en los USA, pero sí a las afueras del Imperio). Claro que donde se ponga aquel ratero malagueño que me birló el billete, que se quite el Montgomery y el mismísimo Powell. Palabra.

13 de junio de 2005

JESÚS DEL GRAN PODER 2 - SAN FERMÍN 1

Es habitual en España (no sé si en otros países) que los equipos vencedores de algo (la Liga, la Copa o algún torneo de prestigio) acudan a la Iglesia a brindarle el trofeo al patrón o la patrona de la ciudad. Se supone que para agradecerle los servicios prestados o, simplemente, porque es un ritual más de la celebración. Personalmente me resulta bastante pintoresca la ceremonia pues no entra en mi cartesiano raciocinio el que las vírgenes, cristos y santos tengan predilección por unos equipos u otros o preferencia por unas ciudades o países frente a la competencia. El discurso religioso me parece respetabilísimo siempre que no choque frontalmente con el discurso de la razón y, francamente, se me hace cuesta arriba pensar que la Moreneta sea del Barça, la Virgen del Pilar del Zaragoza o que San Leopoldo interceda futbolísticamente por el Granada C.F.

Con ocasión de la final de la Copa del rey, disputada este sábado entre el Betis y el Osasuna, se ha dado un paso más en esta unión (para algunos creyentes, totalmente irrespetuosa) entre los clubes de fútbol y el santoral. Como el presidente del Betis es un forofo nato del Cristo de Jesús del Gran Poder, todos los jugadores del equipo, cuerpo técnico y hasta afición también se han contagiado de los mismos gustos y preferencias religiosas. Así que antes del partido, todos invocaron ante la famosísima Imagen que intercediera a favor del Betis para que la final de la Copa cayese de su parte. Pues bueno, pues vale, pues no lo entiendo. Pero hete aquí que los del Osasuna también se aplicaron al mismo afán, pero con el patrón de Pamplona, el famoso San Fermín. Y el mismo día del partido le hicieron una ofrenda y misa para a ver si así el famoso santo les echaba una manita en el partido.

Reflejando esta bitácora una visión satírica del deporte, se me ocurren decenas de comentarios sobre estas rogatorias cuasi-religiosas del Betis y Osasuna, pero para no herir susceptibilidades ajenas (algunos es que, además de picajosos en exceso, tienen un escaso sentido del humor y de la crítica) y para mantener la ironía limitada sólo al ámbito estrictamente deportivo, despejaré este balón tan poco racional mandándolo a la cosa celestial y que allí se peleen San Fermín con la Moreneta, el Cristo del Gran Poder con la Virgen del Pilar y que cada santo haga lo que más le parezca, aunque no me imagino acaloradas discusiones en el cielo entre semejantes personajes. Para ser más exactos es que ni me imagino cielo, ni santos ni historias. Pero esta es otra historia.

Volviendo a terrenos más terrenales, si algo me gustó del partido fue que sus aficiones se portaron como dos auténticas señoras: educadas, corteses y respetuosas. Llama la atención el hecho –resaltado por la policía- que hasta la hora de comienzo del partido no se produjera en Madrid ningún incidente entre ellas y también se desconoce que lo hubiera al término del partido, una vez que el Cristo del Gran Poder ganó la partida a San Fermín (supongo que por simple cuestión de jerarquía). Mucho circo, eso sí, mucha guasa, mucho folklore y mucha gaita típica de estos partidos, pero pedirle a las aficiones respectivas que encima muestren un cierto rigor intelectual ya es pedir demasiado. Así que hay que proclamar (por lo raro) que los seguidores del Osasuna y del Betis son estupendos, que hubo buen rollo entre ellos y que si esa fuese la tónica habitual de todos los partidos, el fútbol sería siempre un deporte de señores en vez de cafres, como lo es a menudo.

Pero como todas las dichas no pueden venir juntas, en el partido descubrimos lo que ya sabíamos: que muchos futbolistas son más brutos que un arao, que a algunos les hace falta ir de nuevo a la escuela y que es de juzgado de guardia que cuando las aficiones demuestran un comportamiento colectivo exquisito, vengan estos tíos y monten el potaje por tener serrín en vez de cerebro. Sobró violencia en el campo (ese Pablo García, que sería un excelente carnicero), sobraron jugadores tramposos y mentirosos (esos Dani o Joaquín haciendo excesivo teatro ante las entradas de la defensa osasunista) y esos suplentes que no saben guardar las formas ni sentados en el banquillo. Con otras aficiones, los excesos de dureza y de embustes de unos jugadores y otros, hubieran provocado una reyerta de campeonato entre los aficionados rivales, pero gracias a Dios (o a San Fermín y al Cristo del Gran Poder) los seguidores pamplonicas y béticos demostraron que mientras ellos y ellas se visten por los pies, sus adorados jugadores no saben lo que es ir decentemente vestidos.

Y para terminar, ese Joaquín y algún otro, con el sombrero de ala ancha y el capote dando verónicas al aire al final del partido. Me repatean estos folklóricos ignorantes y antiguos que siguen dando esa imagen tan cutre y esperpéntica del pueblo andaluz. Me repatean y me repugnan. Sólo faltó que los capullos se pusieran a bailar por sevillanas. Merecen que los metan en una caseta de feria y les obliguen a hacer el ganso hasta que llegue el día del juicio final (o sea, cuando bajen a la Tierra el Cristo del Gran Poder y San Fermín, entre otras celebridades del más allá).

10 de junio de 2005

¿LA SELECCIÓN? ¡¡¡ COMO SIEMPRE !!!



En nuestra futbolera vida de equipo nacional hemos ganado nada, ni siquiera la pedrea. (Bueno sí, está aquella final contra la pérfida URSS, con aquel gol de Marcelino. Una casualidad de esas que ocurren sólo cada mil años). No somos nadie, pero siempre vamos de favoritos. Nuestros equipos de la Liga, plagados de extranjeros hasta las orejas, se las ven y desean para ganar de vez en cuando alguna final europea. Pero somos favoritos. Quitemos los galácticos al Real y nos quedará un equipillo de segunda división de la Liga inglesa. Pero somos favoritos. Nos tienen tan acostumbrados, que cualquier embuste, farsa o estupidez creen que nos la podemos tragar hasta la bola.De acuerdo: Zapatero tiene buen talante, Aznar era un señor simpatiquísimo, el Barça es un equipo catalán, ahora estoy durmiendo, el 11-M no existió, Schumacher no sabe conducir, el cine español es maravilloso, etc, etc. Todo me lo creo. En los deportes y en todo lo demás. Pero que la selección española de fútbol es favorita para algo… ji, ji. ¡Hasta ahí podíamos llegar, mamoncillos!

Recuerdo el año pasado por estas fechas. Estábamos en la antesala de la Eurocopa de Portugal. Entonces (si es que tengo una memoria de elefante….) pretendieron los periodistas, los federativos, los jugadores y cuerpos técnicos…. engañar una vez más al personal con el humo de siempre. Pero, señor, señor, ¿dónde se ha visto que un favorito se enfrente a Andorra una semana antes del torneo, como ocurrió? Aquella elección ya era todo un presagio. Y la historia. Y los problemas mentales y físicos de algunos. Así que al final, al cabo de tres lamentables partidos, mandaron a nuestros millonarios futbolistas a casita a disfrutar de las vacaciones. Contra Andorra eramos estupendos, pero con potencias potentísimas como Portugal, Grecia o Rusia no tuvimos nada que hacer.

Recuerdo que la prensa engañabobos, la que vive del cuento y del embuste, estuvo en lo suyo. Agarro el periódico de aquel entonces y leo el titular del Marca del día 13 de junio de 2004: “España 1 Rusia 0. Salió GENIAL”. ¿Genial, cuando nuestros multimillonarios chicos tuvieron más suerte que Matusalem? ¿Genial aquel partido en que se aburrió hasta el terrorista islámico que estaba en la grada dispuesto a inmolarse por Alá y Allá? Gracias al atroz aburrimiento, el tipo se durmió y evitamos una catástrofe. Y en las páginas 4 y 5, unas letras así de gordas: “SOMOS UNA PIÑA”. Clarines, timbales y trompetas más falsas que Judas sonaban en las televisiones y periódicos patrios con aquello de la Eurocopa. Pero con el mismo desenfado y desvergüenza de tanto exceso y embuste tras una pírrica y engañosa victoria, el 22 de junio, los mismos capullos que escribían lo de GENIAL y la PIÑA, trocaban los adjetivos sin el más mínimo rubor: “Villar y Sáez piensan seguir como si nada. Este FRACASO tiene dos caras”. Y más abajo el Marca mostraba las jetas de estos caballeros, como si los jugadores no hubiesen participado en el invento. Lo de la “piña” ahora ya era historia: “Fue un equipo, volvió una BANDA”. La piña derivó en piñazo.

Pero regresemos del pasado, aunque sea semilla lamentable del presente. En pocos días la selección española de fútbol ha jugado dos “partidazos” de clasificación para el mundial de Alemania del año que viene. Los rivales, dos potencias mundiales: Lituania y Bosnia. El resultado, de pena. El juego, de asco. Sí, mucho dominar todo el partido, mucho corner y mucho regatillo, pero con eso no se come. Lo que vale es el gol y los nuestros (quiero decir, los suyos) tienen una sequía más histórica que la que padecemos de agua. Quizás es que están secos de gol porque tienen demasiado llenos los bolsillos.

Así que, más claro, el aguita fresca que empieza a escasear. Con la selección española futbolera las cosas están claras desde los tiempos de María Castaña. Tenemos lo que tenemos, nuestro fútbol propio (no el de los Ronaldos, los Riquelme, los Ronaldiños y otros ases foráneos) es enormemente mediocre, aunque una patulea de cantamañanas y victimistas (muchos escondidos detrás de una cámara, un micrófono o un periódico) siempre estén con las justificaciones eternas de siempre: no entró la pelotita, no hubo suerte, el penalti injusto, la ansiedad y el bla, bla, bla.

Hala muchachos, coged ya las vacaciones que os las tenéis bien merecidas. No pasa nada, no sois unos lumbreras ni unos genios. Simplemente gente del montón, que cumple unas veces mejor que otras y que no se merece el engaño de tanta falsa expectativa, tanta propaganda y tanto embuste como nos largan los medios de incomunicación cotidiana. Al único triunfo que podría aspirar esta selección de fútbol es a ganar el Campeonato del Mundo de la frustración futbolística, pero todavía los mangantes de la FIFA no lo se han inventado. No sé a qué esperan.

8 de junio de 2005

LAMENTO LAMENTABLE

Oye tronco, es que se acaba el currele del futboleo y se acaba la chicha y la limoná, coñe. Es que bajan la audiencias que es un primor, y disminuyen las ojeadas a la chica del AS y se evaporan los enchufados al tubo catódico del Digital Infraplus y emigran los oyentes nocturnos morenescos o abellanescos en dirección a bares y calles a tomar el aire fresco de la huérfana medianoche. Es que si antes entraban cincuenta en la bitácora ahora, que no hay fúrbo, sólo entran cuatro gatos y el cuñao.

Pues sí. Se acabó el fútbol, se jodió la marrana. Los desayunos son la mar de aburridos, sin tema de conversación (ese gol que entró por la escuadra y barrió la porquería allí acumulada, ese penaltón que se sacó el árbitro de la mismísima matriz….). En el lugar de trabajo, entre descansillo y descansillo, es que parece que estés al lado de extraños. Nadie habla, nadie dice más que tonterías: que si mira que hoy hace mucho calor, que estoy sudando la gota gorda, que con lo de la sequía que tenemos encima vamos a ver a las ranas llevando cantimploras…. Un hastío, un cansancio, un perendengue insufrible lo de no tener balón futbolero que chupar, ni ver, ni oír ni deglutir.

-Sí, el chico ese que se parece a Gerónimo, ese que lleva siempre una raqueta a cuestas, parece que le pega bien a la garrota… –me dice al fin mi compañero de mesa, por decir algo inteligente.

-Oye, que todavía están los gigantes esos del baloncesto pegándose unos saltos de aúpa con lo de los pleioff, o algo así. Como son tan altos y fuertes los tíos es que no se cansan ni cuando juegan en verano. –oigo comentar al enchufao del jefe, que está dos metros más allá de mi augusta persona.

Y es que esto del mono del fútbol es difícil de aguantar. ¿No habrá por ahí alguna clínica, con una psicóloga de pan y moja, o sea, más buena que el pan y con posibilidades de mojar, que se dedique a desintoxicar a los que sin el fútbol no somos naide? ¡Pero si ya hay psicolocos para todo! Porque otros años teníamos el campeonato de la Europa o del Mundo, pero es que en este lamentable 05 la sequía no sólo afecta al grifo.

La cosa está negra y chunga. Y perdón por lo de negra, que ya sé que no debe decirse. O sea, que no se ofendan las gentes de color. Porque pa mal color el mío, ayuno de goles, de himnos, de repeticiones de la jugada, de moviolas y de saludables cabreos. Porque yo es que sin cabreo, no valgo nada. Necesito estar enfadao (aunque sólo sean unos minutos) para ser alguien. No quiero que pague el pato de mi lamentable situación la señora, el chaval o el perro. ¿¿Pero dónde coño están esos psicólogos que acuden como moscas ante la miel de cualquier catástrofe humana para auxiliar y socorrer a las víctimas?? ¿¿Es que un verano sin fútbol no es una catástrofe mayúscula, la mayor de las catástrofes??

Aquí me tienen, pobre de mí, recurriendo al video enlatado, viendo por enésima vez esa cinta en que le metimos cuatro a los de la otra acera, rememorando con el abuelo que se sienta en el banco del parque aquellas jugadas trotonas del legendario Zarra y Marcelino, a los que no tuve el gusto de conocer, pero cuyas referencias de oídas (aunque el abuelo esté algo sordo) alivian mis aburridas tardes de verano. ¡Si hasta –a escondidas- le he quitado la colección de cromos al chaval para ver los caretos de mis jugadores predilectos, ahora que el tío dice que el álbum ya no sirve para nada porque se acabó la Liga de este año! ¿Y si yo mismo estudiase Psicología para intentar solucionar mi caso y el de otros muchos como yo? ¡Si me podría forrar a costa del fútbol, como es mi sueño más soñador!

En fin, que a falta de pan, buenas son tortas y que ya llegará agosto y con él se acabará la sequía goleadora, anímica y parlanchina. Me tendré que conformar –mientras tanto- con las trolas que me contarán en estos dos meses sobre si fichamos a Rigoberto, si daremos la carta de libertad para que se largue con viento fresco al inútil de Mariano, si Rasquillas será renovado hasta el año 3.000 o si a Ernesto le suben la ficha al seis doble para que así no se vaya a otro equipo. Mentiras cochinas que me irán contando durante estos meses. Todo para entretenerme, para que no me dé un ataque de amnesia y me pase al enemigo. Menos da una piedra, pero menudo pedrisco que me espera durante estos dos meses de calor achicharrante por culpa de la sequía... futbolera.

6 de junio de 2005

FELIZ NADAL

¿Quién no habla hoy de Rafaelito Nadal en un día en que es portada de los principales periódicos del mundo con titulares tan originales como "Don Quichotte de la Mancha” o "Nadal, l'extraterrestre"? El The New York Times le dedica, con un espacio reservado en portada, un sobrio artículo en el que afirma que "Nadal ha jugado mejor que nadie en los últimos dos meses" y le apunta como “el futuro más grande del tenis”. Sin salir de los USA, el Sport Ilustrated titula en la portada de su digital "Youth Served" (Juventud Servida) y califica a Nadal como un "prodigio adolescente”. El rotativo Liberation titula: "Nadal por las nubes”. En el Reino Unido, el The Times califica al joven de Manacor de "Ferrari brillante". La Gazzeta dello Sport escribe "Roland Garros corona a Nadal".

En Spain, el AS titula en portada: “España tiene dos reyes” con una fotografía de saludo entre Juan Carlos I y Rafael I de las Raquetas. Y en Marca: “Rafa, eres el rey de la tierra”. Mundo Deportivo: “Súper Nadal”. “Épica victoria de Nadal sobre Puerta y el público francés”, titula EL MUNDO. Y así todos los periódicos, menos ese bodrio llamado EL PAIS (periódico aburrido y con menos imaginación que una oveja lacaya del poder) que escribe “Nadal gana en Roland Garros en su primera participación”. (Vergüenza ajena debería darle a sus irresponsables que los periódicos más prestigiosos del mundo le dediquen en portada más espacio y elogios al muchacho de la raqueta que la miseria de renglones que le dedica el órgano oficial zapateril. Para este periodicucho servil al poder el notición del domingo es que “El PSOE concluye que hubo imprevisión antes del 11-M y engaño después”. Como si eso fuese noticia y eso le interesase ya a alguien a estas alturas de la película. En fin, regresemos al deporte y pasémonos las miserias polanquiles por el arco del triunfo).

Aunque el Puñetas sea algo rarín en esto del deporte, sería un desprecio al sentido común no escribir cuatro letras sobre este chaval al que todos elevan a los altares y del que espero que esté mucho tiempo en ellos (mas que nada para que los envidiosos de siempre no lo abatan a pedruscos al menor fracaso). Pero antes de acabar con la prensa de medio mundo, citaré el titular que más me ha gustado. Precisamente porque alaba a Nadal como ningún otro, pero haciéndolo desde el reconocimiento al perdedor, un argentino llamado Mariano Puerta que aún tocado físicamente fue capaz de hacer un partidazo y ante quien (excepto Nadal) cualquier otro jugador actual hubiera sucumbido. Titula el diario Clarín: “Puerta dejó el alma en Roland Garros”. Sí, señor, tuvo que dejarse el alma y medio físico para intentar ponerle las cosas difíciles a Rafaelito, quien hubo momentos en que las pasó canutas. Vaya desde aquí un sencillo homenaje a este argentino granítico y caballero que jugó un tenis de altísimo nivel.

Porque eso es lo que, desde hacía bastante tiempo, no veía en una cancha de tenis. O sea, en tierra, porque en la hierba el tenis ya es otra historia. Latigazos que no darían para dos jugadas, en la pista terráquea francesa permitían ver como dos gatos panza arriba se desplazaban incansablemente de un lado a otro de la pista y cómo hacían malabarismos con la bola loca. Jó, qué dejadas, esos globos ajustados a la línea, esos zurriagazos creando ángulos increíbles y casi imposibles que en muchas ocasiones eran devueltos como si tal cosa. Un soberbio espectáculo en el que ganó el más genial, el más consistente, pero en el que nadie perdió porque ¿cómo dar por perdedor a quien –como Puerta- se jugó el alma, el cuerpo, la sangre y todo su ser para intentar detener a aquella locomotora de 19 años recién cumplidos?

¿Y qué decir de la deportividad de los dos jugadores y sus equipos técnicos? Nadal reconociendo bolas correctas de Puerta, entrenadores aplaudiendo bellas jugadas de sus rivales… ¡Si hasta el público se divirtió sin tener que insultar a nadie! (A ver si aprenden de una puñetera vez los jugadores, técnicos y público de ese putiferio en que han convertido entre todos al querido fútbol).

Así que, para ser más original que nadie, citaré a Puerta. Su juego y palabras hacen aún más grande el triunfo de Nadal y el suyo propio. “No me puedo ir amargado: he resucitado, he jugado la final de Roland Garros, al que no sé cuando volveré, y me ha ganado el mejor del mundo en tierra batida. (…) Nadal será toda una leyenda. (…) Sentía que tenía que jugar muy a las líneas, arriesgando bastante para desacomodarlo. Desde posición de parado, es capaz de llegar dos metros a cada lado, sin dificultad. Si le tiras a metro, o metro y medio de donde está, la va a coger y te va ganar el punto al primer o segundo passing. Me di cuenta de porqué la gente comete tantos errores ante él. No se puede aspirar a ganarle pasando pelotas. Llega a las bolas con una fuerza increíble, en una explosión de potencia”.

Esas pelotas increíbles a las que llega Nadal y que encima es capaz de devolver al rival colocándolas donde no puede alcanzarlas, leía hace un mes que viene en parte de los sistemas modernísimos de entrenamiento a que es sometido: “Se intenta que su cuerpo pueda moverse en todos los planos para los que funcionalmente ha sido diseñado, utilizando en cada caso la carga y el tipo de resistencia adecuados. Sobre la cancha, esto le permite transformar súbitamente circunstancias adversas, lances de franca inferioridad, en puntos para su cosecha, aprovechando el peso de la pelota del contrario”. ¡Joder, con el niño, con su tío-entrenador y con la madre que lo parió!

3 de junio de 2005

LOS TÍOS DEL DESPACHO

Corre por ahí la vieja teoría (en la que colaboro con el mayor de los entusiasmos) de que al que no sirve para otra cosa se le pone un despacho, se le da grasa al dedo para que tome decisiones digitales (por que me sale de los cataplines, oiga), se le hormigonea un poco más el rostro y se le sienta en un sillón aparente para que el tío farde ante las visitas. Ya tenemos al directivo, o dirigente o abrazafarolas, que decía el irrepetible Jose María García.

A un tonto le pones un despacho y, por arte de magia, de la moqueta o del parquet, del sillón y de las dietas, se convierte en un listo del carajo que ya sabe de todo y que está capacitado para tomar las decisiones más audaces o sensatas por el bien de los que han quedado por debajo de sus hombros y altura: esa pobre gente que pasea por la calle, trabaja a cambio de un vil salario o se entrena para darle a él éxitos. Buuueeeeno, ya he llegado a donde quería llegar: al listezas que se encarga de mangonear, dirigir (es un decir) y (en el fondo) putear a los deportistas. Y que, de paso, vive como un señor a costa de ellos. A veces se trata de una señora, pero en esto del trinque despachil suele predominar el homo machus.

Pero como aquí no estamos para elucubrar si no para descender a los infiernos de la sátira caiga quien caiga (incluido el apuntador), empecemos con ejemplillos bien concretos. A ver, ¿quienes son los zopenquines que han acordado eso de que los coches de la Fórmula I corran este año con los mismos zapatos en toda la carrera? ¿Es que no saben que todavía no hay neumáticos capaces de aguantar con seguridad el enorme esfuerzo a que se les somete en un gran premio? ¿Eran tontos los que permitían que en los años anteriores se pudiese cambiar de neumáticos? ¿Qué imagen estamos dando al automovilista analfabeto que sólo cambia los cauchos de su bólido cuando los ve con más arrugas que a la Brigitte Bardot? Ahora dirá que si los que saben de eso y se juegan la vida con sus locos cacharros, no los cambian nunca, pues él tampoco, que encima es pobre y no tiene un duro.

Otra para el saco. Los jugadores del Betis y del Osasuna, que van a disputar próximamente la final de Copa ladran, escupen y se tiran de los pelos viendo ese pedazo balón que les han puesto para disputar el partido. Algunos opinan que es mejor una pelota de plástico que "eso". Bueno, pues, el tontícola o tontuelos que han decidido desde un despachillo obtuso semejante majadería, no sólo están más contentos que unas castañuelas por joder a los jugadores si no que encima habrán pedido aumento de sueldo a sus superiores.

Más. El martes, a última hora de la noche, se decidía el ganador de la eliminatoria de baloncesto entre el Unicaja y el Etosa. Acababan de jugar cinco intensos partidos prácticamente en una semana. El jueves por la tarde, el triunfador Unicaja ha vuelto a disputar otro partido, con el TAU. El domingo vuelven a jugar. Y el martes y el jueves y otra vez el domingo si es menester. En dos semanas, probablemente diez partidos. Mientras tanto, los barrigones que vegetan en los despachos baloncestísticos de la ACB, estarán tomándose un piscolabis a la salud del esfuerzo ajeno. Un calendario bárbaro e incivilizado ideado por sádicos a los que habría que coger del cuello y meter de cabeza en el pilón hasta que se les refresquen y sensibilicen las neuronas.

Otro caso de repanocha. Hoy mismo, sin ir más lejos, me entero que el Valencia acaba de fichar al famoso duerme-césped, el ex-barcelonista Kluivert. La directiva valencianista o quien haya tomado la decisión en su nombre, deberían permanecer encerrados y sin comer en sus respectivos despachos hasta que el holandés de la hamaca marque un golito. Seguro que se mueren de hambre y de un ataque de claustrofobia antes de que ocurra semejante heroicidad. ¿Pero cómo se les ha ocurrido tan deprimente idea? Y es que lo de pasarse tantas horas en un despacho, alejado del aire puro y de las toses del prójimo, provoca un doble y mortal efecto: te crees el tío más listo del mundo, pero cuando pones en práctica tus paridas los demás te califican como un inútil integral. Afortunadamente para tanto despachista como hay por el mundo, la vanidad de fastidiar y el placer del buen vivir compensan tanta esquizofrenia.

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PD: Tras su victoria sobre Federer en el Roland Garros, sólo se me ocurre preguntar una cosa a Nadal: macho, ¿tú qué comes?

1 de junio de 2005

LA ERÓTICA DEL TENIS

(Entradilla puñetera: El único deporte que yo hacía antes era ver juegos de golf en la tele, pero mi médico me dijo que tenía que hacer más ejercicio, así que ahora veo partidos de tenis).

El 28 de enero publicaba en esta bitácora un articulillo titulado “El tenis del abuelo” en el que, con mucha sorna y bastante más nostalgia, satirizaba cantidubi sobre el tenis moderno: “Demasiado ruido.” “Esas vestimentas, que parece que los jugadores sean modelos de pasarela”. “Esos gritos, que no sabe uno si es que a alguna la están matando o follando”. “Pumba, servicio que va y tanto que te crió a 200 por hora. Pumba, otro punto sin rascar bola”.

Hablo del tenis desde mi práctica de más de veinte años y un día. Una feliz condena que ya empieza a pasarme factura en las rodillas, los codos y el dedo gordo del pie derecho, que es un vago. Me gusta ver un partido de tenis, pero de los buenos. De esos en los que hay emoción, miradas como puñales y tenis. Porque a menudo en un partido de tenis suele haber de todo menos tenis. Están los árbitros, los jugadores, la red, las pelotas y quienes las recogen, el público… Pero como cada jugador le pega a la bola a más velocidad que Fernando Alonso con su R25, pues eso, que tenis se ve bien poquito. A lo máximo, una ráfaga.

-Oye, ¿estos tíos es que juegan sin pelota?
-No, colega, es que va tan rápida que un miope como tú ni la huele ni la ve.

Así que estos días del Roland Garros disfruto como un enano desde mis 1,87 cm de altura (y bajando). Es una bendición para los ojos el que la pista sea de tierra batida. En ella la pelotilla amarilla va a menos velocidad (200 por hora, que tampoco está mal, leñe), ves algo más de táctica y estrategia que en un partido de hierba o de pista dura (casi tan dura como la chuleta de cordero que me comí hoy) y puedes disfrutar de la técnica de algunos jugadores (la mayoría españoles), que todavía saben hacer algunos globos y dejadas.

Me he tragado los partidos del Nadal y del Robredo y de todo bicho viviente que ha salido en la tele, incluido el imprevisible Moyá y el laborioso Ferrero, al que la TVE le está haciendo un mindundeo de mil pares de narices. Y espero como agua de mayo (de junio, quiero decir) el próximo partido entre el Nadal y el Federer, para el que ya estoy comprando provisiones de agua, cacahuetes y otras florituras, amén de un orinal pues no me pienso separar de la pequeña pantalla ni en los descansos entre juego y juego. ¡La próstata, amigos, que ya empieza a llamar a la puerta!

El partido del otro día entre el Robredo y el Safin fue como un orgasmo tántrico. Y si nos vamos a las jais (especialmente las rusas), pues qué quieren que les diga que no se supongan. Entre los grititos, el buen tenis y el porte físico de tan bellas atletas, se retrotrae uno a la juventud, divino tesoro.

Lo que no me gusta mucho es el tenis a dúo. Francamente, me parece demasiado robotizado, aunque no deja de ser emotivo cuando el marcador está muy igualado y ambas parejas se están jugando algo fuerte y atractivo: un cambio de parejas, por ejemplo. El tenis mixto ya me resulta menos lucido. En los partidos de parejas clásicas (zagal con zagal o moza con moza) uno espera siempre que se produzca un inesperado y sorpresivo morreo entre los jugadores, bajo la paternal mirada del juez árbitro. ¡Expectativas de la moderna igualdad homosexual! En el mixto esas sorpresas ni las espero, de lo sosos y sosas que son los jugadores y jugadoras. ¡Todavía no he visto un puñetero partido en que la pareja ganadora celebre la victoria con un cinematográfico beso de tornillo! ¡Con la de minutos de gloria que les daría en telediarios, revistas y papel de envolver los bocadillos!

En fin, que el tenis me recuerda mucho la cosa esa del erotismo y el AMORcillamiento. Por eso prefiero un partido terráqueo largo y denso, con su preámbulo, desarrollo y desenlace, a esos partidos herbáceos o de pista dura en que los chicos/as van directos al aquí te pillo, aquí te mato, cuando no directamente al coitus interruptus o la eyaculación precoz. Y ahora ruego me disculpen mis lectores ocasionales y sandungueros, porque voy a ver al Robredo y al ruso Davydenko a ver cómo se lo montan. El exsoviético amenaza merendarse a nuestro Tommy. Y eso que no parece que sea muy comilón, pero es que en el tenis siempre puede saltar la sorpresa donde menos te lo esperas.
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PD: Y saltó. En cinco sets, el Davy se comió al Tommy. A ver si el año que viene el gerundense tiene mejor apetito y le devuelve el bocado al fibroso ruso.

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¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).