DONDE SE HABLA DE FUTBOLISTAS QUE ESTARÍAN MÁS GUAPOS CALLADITOS Y DE AFICIONADOS QUE DESCONOCEN EL SENTIDO DEL DEPORTE
Habituados como estamos a disfrutar de las mayores sandeces y paparruchadas (basta darse un paseíto por las tropecientas telecacas que ensucian el paisaje), en el espectáculo preferido de las masas –el fúrbo, claro- hay que ir acostumbrándose a que las miserias florezcan como las setas.
Las cometen los jugadores, desquiciados por la presión mediática, del entorno y de sus cortas entendederas. (Una preguntilla sin mala intención: de todos los jugadores que militan en la primera división del fútbol español, ¿cuántos han acabado la ESO, cuántos el Bachillerato y cuántos han realizado o realizan estudios universitarios, aunque sea por la Universidad a Distancia? Haber si algún periodista sagaz e investigador de los que abundan por el firmamento peloteril es capaz de afrontar el reto que planteo). Una de las mayores barbaridades que el Puñetas ha escuchado en los últimos tiempos la dijo Michel Salgado, a primeros de mayo: “Que el Barça juegue la final de Copa en el Bernabéu es una provocación”. Todavía no había actuado el hacha del Getafe eliminando al equipo culé de la competición copera, cuando el lateral derecho del Irreal Madrid tuvo un ataque de visceralidad carpetovetónica: "Lo que no hay que hacer en la vida es provocar a la gente y hay más estadios. Es como si nosotros vamos a jugar una final al Camp Nou. No sería positivo". Días más tarde se tuvo que tragar “positivamente” las palabritas de marras porque resulta que era el mismo Madrid quien había ofrecido su campo para la final copera. Sin embargo, la parida de Salgado fue aplaudida por más de uno. La vieron lógica y razonable.
A nadie extraña tampoco que en una rueda de prensa salga un jugador que siempre parece estar cabreado (Etoo, por ejemplo) y se dedique a soltar frases tan lindas como “hay que echar a todos los que echan mierda del vestuario” o “¿tú crees que le puedo hacer una putada a Laporta” o “no sabes las ganas que tengo de meter un gol, sólo para joder” o “no nos faltan goles, nos falta echarle más cojones”. Este chico necesita que le compren un diccionario para ampliar su vocabulario o un profesor particular para que le enseñe a refinar sus expresiones. Y mientras tanto, o pensar bien las cosas antes de largarlas por la sin hueso, o callarse cuando le pongan un micrófono ante la boca. Sus palabrotas las he visto repetidas en muchas ocasiones en las telecacas y, sobre todo, en boca de chaveas y mozalbetes que imitan dentro y fuera del campo a sus idolillos de la pelotita. Si éstos –como el tal Etoo- fuesen algo más responsables y conscientes del papel mediático y social en que los ha situado el sistema y el mercado, deberían cuidar mejor su lenguaje oral y sus gestos. Dentro y fuera del césped.
Pero las mayores tropelías y memeces las suelen cometer los aficionados, esos intelectuales de medio pelo cuyo tema de conversación día y noche, semana tras semana y año tras año gira en torno al gran problema filosófico de la nada: gol por aquí, gol por allá. Estamos acostumbrados en casi todo el orbe a que de vez en cuando se fabriquen algunos fiambres tras las grescas y peleas de rigor entre las aficiones rivales. Habituales son las escenas de burda violencia en los prolegómenos de algunos encuentros de “alta tensión” o a la finalización de los mismos. A veces la memez sólo obra de pensamiento y gritos, como ha ocurrido en las dos últimas semanas ligueras, cuando algunos seguidores y socios preferían que su equipo perdiera un encuentro. En un caso (At.Madrid-Barcelona) para fastidiar al equipo rival de la ciudad, el Real Madrid. En otro (Osasuna-Real Sociedad), para que el equipo visitante pudiera salvarse del descenso a Segunda, por aquello de que es del mismo “terruño” y la sangre y la boina tira mucho de los sentimientos gregarios.
Cuando predomina más el odio al rival que el amor a los propios colores y cuando se pretende adulterar antideportivamente una competición regalando un partido al otro equipo en perjuicio de terceros, se acaba el deporte y lo que éste representa. Yo lo así lo veo de claro, aunque quizás el problema de visión lo tenga el Puñetas…