30 de septiembre de 2005

RONALDINHO SE PONE LAS BOTAS

Como aquí (en esta su casa deportiva, atrevido lector), estamos a la que salta, nos ha llamado mucho la atención el detalle del astro rey del Barcelona, el amigo Ronaldinho. Como ya sabrá pues lo han repetido hasta en el Libro de Petete, el sol brasileño jugará su próximo partido con unas botas exclusivas que –como un homenaje a su talento deportivo- le ha proporcionado Nike, esa empresa que fabrica a precios de saldo material deportivo en algunos países asiáticos, gracias a la ridiculez de los salarios que paga y que luego vende a precio de petróleo en todo el mundo. Lo original y cochambroso del asunto es que a dichos botines Nike le ha aplicado oro de 24 quilates en la lengüeta, el talón y el logotipo, pues unas zapatillas sin logotipo son como un jardín sin flores o un coche sin ruedas. Sólo se han creado dos pares de estas zapatillas para Ronaldinho, aunque a partir del 15 de octubre estará disponible en todo el mundo un número limitado pero sin el oro auténtico. (Todavía hay clases, que diría don Carlitos Marx). Y, claro, cómo dejar pasar una cosa tan tierna y cariñosa como este amor nikeano hacia el solete blaugrana, quien además ha participado en el diseño. Cómo no soltar unas lágrimas de felicidad comercial viendo como Nike se humaniza y Ronaldinho se deifica. -Me muero de ganas de llevar las botas doradas contra el Zaragoza –ha dicho desde las alturas del Olimpo el bueno y sonriente del Ronal. Recomiendo a todo aquel que vea el partido (yo lo haré por Canal Sur) el uso de unas gafas de protección solar, no vaya a ser que los destellos del astro culé le provoquen lesiones oculares. Y espero que los chicos del Zaragoza sepan estar en su papel histórico y no se le ocurra a ninguno pegarle una patadita en el talón, no vaya a ser que la áurea bota del dios futbolero salga lastimada en alguno de sus quilates. Lo que no dicen las crónicas es que el Barcelona y Nike (como buenos hermanos) han contratado a varios guardias de seguridad para que vigilen como oro en paño el rico calzado de Ronaldinho. Unos lo harán fuera del terreno de juego y otros dentro, así que Milito y compañía, cuidadín con lo que hacéis, que Prosegur vigila con cámaras infrarrojas y otra alta tecnología. Que ya sería el colmo que después de tanto esfuerzo, tras una melé en el área zaragocista, se levantara el Apolo barcelonino y horrorizado comprobara que, aprovechando el barullo, le había desaparecido una bota. Ya sólo nos faltaba que al coñazo del Estatut se incorporara también un serial policiaco sobre la busca y captura de la bota de oro de Ronaldinho. Más dejemos el cachondeo y pongámonos serios. Las estrellas y estrellitas del firmamento famosil futbolero (al que pertenece Ronaldinho en un puesto de máximo honor) es que sirven “pa tó”. Lo mismo te hacen un anuncio con la mamá despiojándote, que se convierten en guerreros de la edad media disparando con un balón de reglamento (¡!!), que se ponen en mitad de la calle a echarse un partido con la poli tomándose unas cervezas, que se van a visitar las chabolas de su país para hacerse unas fotos muy majas con los desnutridos chavales, que se ponen el traje y se peinan para desfilar ante los más poderosos del planeta, que se calzan unas botas dignas de protagonizar el famoso cuento del gato con ídem. Estos chicos valen para todo y son de todo: solidarios cuando hay que serlo, presumidos cuando toca, elitistas cuando les sale del parné o exclusivos en caso de necesidad. Como el que nos convoca aquí en estos momentos, paciente lector. Pero el Puñetas, que además de sátiro es algo vidente, intuye que al final el rey sol volverá a mostrar su otra carita más comercial, la de chico bondadoso, siempre sonriente, modesto y caritativo. Una de las dos botas de oro las pondrá en subasta para una buena causa (una catástrofe, una necesidad social, la aprobación del Estatut…). El otro par de botas se lo guardará en la caja fuerte para enseñárselas de mayor a sus nietos y darles cochina envidia. Gracias, Ronaldinho, por hacernos felices con tu felicidad. -¡Joder, qué final de lujo te has marcado, Puñetas!

28 de septiembre de 2005

MUCHO BAILE Y POCO FÚTBOL

Ya que juegan poquito al fútbol, al menos que bailen. Hablo, claro, de los jugadores más emblemáticos del Madrid galáctico devenido en chatarra espacial. Para hacer este breve comentario me he chupado los últimos cinco encuentros del club merengue y me ha entrado una diabetes mental y deportiva del carajo. ¿Pero cómo pueden estos tíos jugar tan pésimamente? Hoy mismo acaban de enfrentarse al Olimpiakos griego y les ha tenido que salvar un chaval de la cantera que juega en segunda división. ¿Pero estos jugadores se ven luego en los vídeos? Así que ya que juegan al futbolín con menos ánimos, fuerzas y tino que un equipo de parapléjicos cerebrales, al menos que se den unos bailoteos en el césped cada vez que de higos a brevas metan un golito. Y que se una todo el equipo al espectáculo. Parece ser que el clan brasileño (“los brasileños somos así, de la música, de la samba, de divertirnos. El mejor momento de un partido es cuando metes un gol y los goles los celebras como te da la gana –ha dicho Robertito Carlos, echándole todos los tópicos del mundo a su procedencia geográfica) tiene intenciones de hacer el ganso cada vez que marque un golete uno de sus integrantes, variando en cada partido el repertorio. Si es que ya me imagino los reclamos publicitarios: -Málaga-Real Madrid. ¡Disfrute de la samba en directo! -Real Madrid-Mallorca. ¡Sin incremento de precio, una sardana en directo a cargo de Ronaldo y el trío Ji, Jo, Ju! En eso parece que se están entreteniendo ahora estos genios aburridos del balón. Algún mal pensado creerá que la mayor parte del tiempo de entrenamiento lo dedican a preparar sus futuros numeritos musicales. No llegamos a tanto en esta bitácora, pero sí que mejor harían en dejarse de tanto cachondeo, ponerse serios, currar a tope y justificar el injustificable sueldo que se llevan calentito todos los días. Y si ya no pueden con las botas, como antaño, se nos ocurre que se podrían extender los numeritos do-re-mi-solescos a los otros clanes o jugadores del “equipo”. ¿Qué tal si Sergio Ramos se baila unas sevillanas, Raúl un chotis madrileño con el árbitro, Beckham se marca una balada y Casillas un rapeo? Para Zidanne dejaríamos una melódica chanson, que éste es muy fino. Menos mal que don Florentín se ha cabreado (el hombre por las mañanas se dedica a sus Fenosas, su ACS ladrillesco y otras empresas de postín, y por las tardes deja el smoking y la chequera y se pasa al folklore futbolero: un cambio demasiado dramático como para no acabar más sonado que las añoradas maracas de Machín). Así que ha dicho que nanai de la nana, que él preside un club de fútbol y no un cabaret. Que ya vale de tanto cachondeo y risitas y que como saque el látigo no va a quedar vivo ni el conserje del diario AS. Así que todos chitón, a callar y a intentar recuperar aquellos momentos de ilusión, carreras, esplendor en la hierba y otras bellas monsergas que tanto nos hicieron disfrutar hace varios siglos pero que –me temo- ya no volverán. Chicos, como diría Joaquín Prat de seguir viviendo... -¡¡¡ A JUGAAAAAAAAARRRRRR !!! Dejad el baile para los profesionales, que para eso todavía no os pagan.

26 de septiembre de 2005

FERNANDO ALONSO: DOBLE CAMPEÓN

Pues ya tenemos a nuestro flamante Premio Príncipe de Asturias del deporte hecho todo un brazo de mar y campeón del mundo de la cosa de la Fórmula I. Ha llegado el premio antes de lo previsto (francamente, pensé a inicios de la temporada que todavía le quedarían un par de años de espera), pero a caballo regalado no le mires el diente, que dicen los que saben de las cosas mundanas. En verdad os digo que, pasada la euforia tras la conquista del título, no me gustaría estar en el pellejo de Alonso. Y, por las primeras manifestaciones que Fernando realizó ya incluso en la misma pista brasileña, me parece que a él tampoco. Quiero decir que el listón se lo ha puesto tan alto que temo los años próximos, de no seguir en la misma línea de éxitos. Digámoslo bien clarito y alto porque estamos hablando de un deporte donde el ruido es ensordecedor: en la fórmula I no sólo cuenta el factor del piloto. Es importantísimo el coche, como se ha visto este año, donde el Schumacher campeonísimo no se ha comido ni una rosca ni victoria, salvo en aquella patochada del premio de los EEUU. ¿Se le ha olvidado conducir a Ralf o es que –como mucho me temo- el factor coche suma un tanto por ciento demasiado importante? Contemplando las dificultades de Alonso en las últimas carreras para desbancar a los coches MacLaren-Mercedes, mucho me temo que durante el invierno Renault y todo el equipazo que ha trabajado para Alonso van a tener que consumir millones de neuronas para buscar un mejoramiento ostensible del coche. De no lograrlo, ahí es donde quiero ver a tantísimo seguidor de nuevo cuño como ha ganado la Fórmula I gracias al efecto “Alonso”. ¿Serán capaces los nuevos creyentes y forofos de aguantar estoicamente los futuros reveses de nuestro joven campeón? ¿Pasará Fernando –como se suele hacer con otros tantos deportistas estupendos- a ser considerado un incapaz después de todas las toneladas de incienso que se le están echando estos días gracias a su espléndido triunfo? Adelanto que aquí seguiremos huérfanos de ebriedad y excesivo alborozo, considerando al piloto asturiano un campeonísimo de alto nivel, gane o pierda, le funcione el coche o le deje tirado en mitad del asfalto. Ya ha demostrado de lo que es capaz y no ha sido por casualidad. Además, tengo la sensación o casi certeza, que el bueno de Alonso va a mejorar esa excesiva capacidad dicharachera de la que ha hecho gala en algunas ocasiones y que ha llevado a que muchos, el Puñetas incluido, le llamásemos alguna vez con el apelativo de “bocazas”. Sus declaraciones valientes, sensatas y bastante equilibradas minutos después de proclamarse campeón me hacen sospechar que Fernando intuye que a partir de ahora empieza el camino más duro y que debe afrontarlo desde la mayor de las humildades y las valentías. Asumir que su triunfo es una consecuencia del trabajo de las mil personas del equipo Renault, que el coche es muy mejorable y que son especialmente cuatro las personas (su familia) a las que está profundamente agradecido es sentar los cimientos de un deportista que sabe que la euforia actual se la puede llevar el viento pero que siempre tendrá detrás a sus padres y abuelos, en los triunfos y en las derrotas, y que la mejor manera de seguir en el número uno es haciéndose una piña con su equipo de mecánicos, preparadores, técnicos, etc. Otra muestra que me ha gustado es que cuando acuda a Asturias a celebrar con la afición su triunfo deportivo, le gustaría que los políticos de turno se la envainen y estén donde deberían estar, si quieren también celebrarlo: con la gente, en la calle o en el bar. Y si no (esto lo digo yo) que se vayan a hacer Puñetas (mejorando lo presente). Empiezo a descubrir que Fernando Alonso no sólo es un gran campeón en lo deportivo sino que también lo es en el plano más humano. No todos los campeonísimos pueden decir lo mismo.

23 de septiembre de 2005

UNA CAMPEONA COMO LA COPA DE UN PINO

Hay deportes que practicarlos supone un enorme sacrificio diario. Siempre pongo como ejemplo y modelo al ciclismo. Cuando entrenas por esas carreteras del diablo, llevas el corazón en un puño porque cualquier automovilista puede llevarse por delante tu caja torácica. Cuando logras entrar en una pequeña élite, esa que te permite cobijarte en un equipo profesional y poder disputar las grandes carreras, debes andarte con muchísimo ojo ante médicos y preparadores sin escrúpulos que intentarán sacar de tu cuerpo lo que no está escrito en los análisis de sangre y de orina. Las carreras serán muy importantes, pero los hoteles miserables y el ninguneo y sadismo de los organizadores no te los quitará nadie. Si, encima, tu sexo es el vaginal, apaga y vámonos. El sábado se retirará de la alta competición (o se despidió, si lees ésto días después) Joane Somarriba. Estoy seguro que millones de españoles no saben siquiera quien es, cuanto más si son de otros países. Refresquemos brevemente la memoria. Joane es una ciclista española que ha ganado 3 veces el Tour de Francia, dos Giros de Italia, tres medallas (oro, plata y bronce) en Mundiales de ciclismo y un montón de premios más. La plata mundial la conquistó ayer mismo, tres días antes de su adiós. O sea, que salvo Indurain, en este país no hay un practicante de las dos ruedas con el historial de doña Joane. Sólo le han faltado las medallas olímpicas, pero si no tienes un buen equipo nacional que te eche dos manos, ya me dirán como se logra. Pero este enorme historial me la repampinfla. Quiero decir que su historial humano me parece aún mejor. Hay que tener lo que muy pocos tienen para subirse a una bicicleta hace ya 25 años (empezó a los ocho añitos) cuando el resto de tus amigas se dedican a algo tan poco arriesgado como jugar a las casitas o a las muñecas. Hay que tener bemoles para superar una hernia discal sin ceder a la clásica opinión de los sabihondos médicos (chica, hay que operarse y lo mismo te quedas para vender cupones), chuparse más de un mes de silla de ruedas y más de un año con un corsé a ver si hay suerte. Y, como pionera, hay que jugársela y emigrar de tu país hacia Italia en busca de un equipo, de un cariño y de una protección que aquí se le negaba. Con todos estos redaños ha logrado alcanzar ese fantástico palmarés y ser durante varias temporadas la mejor ciclista del mundo. Escuchaba hace tiempo una anécdota de Joane que ilustra perfectamente su carácter aguerrido y ganador. Cuando lo pasó tan mal a raíz de la hernia, su madre la consoló con las palabras socorridas para estos casos de que “esto es que Dios no quiere que montes más en bicicleta”. La respuesta de Somarriba debería figurar en cualquier antología del deporte: “Pues Dios va a tener que cambiar de opinión”. Así que, siempre que he podido y han sido pocas porque las televisiones españolas han pasado siempre de ella (sí, esas mismas que a todas horas sacan a meretrices, famosillas y demás cornúpetas), he intentado animarla en directo desde la distancia. Especialmente en las grandes citas. Ayer consiguió la plata en el mundial de contrarreloj que se disputó en Madrid. Mereció el oro pero da igual. Podría intentarlo otro año porque fuerza tiene para rato, pero ya ha tomado su decisión de despedirse y le alabo el gusto. Los grandes campeones deben irse cuando aún lo siguen siendo en la lucha diaria. Nos deja Joane un ciclismo femenino español alejado de la élite (excepto por su caso), aunque más organizado. Pero como ella misma afirmaba tras su último éxito: “hace falta el apoyo de patrocinadores e instituciones públicas”. Ese que nunca tuvo y que, mucho me temo, no van a tener sus seguidoras. Otro enorme campeón (éste no se va, sino que llega), Fernando Alonso, lo va a dejar claro el próximo domingo tras su probable victoria en el campeonato del mundo de Fórmula I. En muchos deportes hispánicos, o te lo guisas y te lo comes tú solito o te mueres de asco. Eso sí, de llegar los éxitos, te darán un abrazo hasta las ánimas del purgatorio.

21 de septiembre de 2005

EL HOMBRE ANUNCIO

Empieza su tercera temporada en el Real Madrid el Ilustrísimo Señor don David Beckham y a estas alturas de la película sólo sabe del idioma castellano dos palabras: jamón y tiki-tiki. Todo lo que tiene de listo para los negocios lo tiene de torpe para los idiomas. O será que el chico (lo dice él, ojo) tiene tres hijos, juega muchos partidos y es muy tímido. Tanto que a todas horas está posando para las cámaras de fotos y de teleles. Eso sí, previo pago de los royalties correspondientes. Cuando no es la maquinilla de afeitar es el coche o cualquier artilugio de lujo. Todos los que lo conocen (yo no tengo ese enorme placer, ni ganas) dicen que el hombre es muy natural, muy modesto y cosas así. Yo lo único que sé es que siempre anda de aquí para allá poniendo el careto para multitud de anuncios. El último, una colonia con su nombre. ¡Si ya tiene colonia propia hasta el gato! Pero lo que más turulato me deja son algunas de las pocas cosas que dice. Por ejemplo: “Nunca me quejaría de mi vida pero, si tuviese que elegir otra, sería la de mi amigo Tom Cruise. ¡El sabe montar en moto y yo no!” ¿No es enternecedor? Ya cuando llegó a Spain, en su primer año, se descolgó con aquella antológica parida de “España huele a flores”. O era un cumplido hacia sus nuevos huéspedes o es que acababa de descubrir lo bonitas que son las macetas de geranios. Meses más tarde posó para un vídeo en el que aparecía durmiendo durante más de una hora. El bodrio se exhibió en la Galería Nacional de Londres, desfilando por allí miles y miles de paletos para observar al paleto mayor del Reino… Unido. Cerca de las navidades el buenazo del Be se descolgó diciendo: “Mis vecinos invitan a merendar a mis hijos”. En España es que somos muy solidarios con los desheredados de la tierra. Señor, señor, cada vez que este hombre abre la boca sube el pan. En febrero del 2004 Beckham fue puesto como ejemplo de un nuevo modelo de hombre, el metrosexual. Un no sé qué hermoso que podría utilizar su bella belleza lo mismo para conquistar a una mujer, que a un camionero de Buitrago, que al perrito mascota del presidente de Gas Natural. Un dandi viril. Un guerrero romántico. Una flor de pitiminí. Una gota de colonia en un basurero. En fin… Meses más tarde se hicieron famosos sus polvos (no los de la cara sino los del pito) pues una lagartona largó a la prensa sus acostadas extramaritales con el amigo. Toda Inglaterra y media España quedó obsesionada por saber cómo se lo montaba Beckham cuando salía al terreno de juego: la cama. Al final, ni chicha ni limoná, seguramente todo mentira. La pijarona o lagartona cogió la pasta de la prensa sensacionalista y desapareció del mapa. Poco más tarde, junto a su querida esposa, estuvo en un portal de belén disfrazado de Jesús, aunque sólo en estado de cera. Y el otro día leo en “Periodista digital” que “en el mundo académico inglés se le considera un icono pseudocristiano. Que su historia es parecida a la de Jesús, que se relaciona a la idea de resurrección y que es un dios que trasciende la raza y la sexualidad”. Claro que Jesús no anunciaba colonias ni maquinillas de afeitar, pero claro, eran otros tiempos más andrajosos. Y a todo esto, verán mis ocasionales lectores que del hombre anuncio, o sea, de Beckham, no he dicho nada relacionado con el fútbol. ¿Que juega a quééééééé?

19 de septiembre de 2005

LEÑA AL MONO

Los jugadores del Osasuna y del Sevilla, cuando se enfrentan entre sí varias veces a lo largo del año, se declaran la guerra. Es un caso típico de falta de sintonía, de ausencia de química. No se sabe porqué pero entre estos dos equipos hay unas relaciones futbolísticas de lo más cochambrosas. Así que los que juegan se aferran a la tradición y entre balón perdido o recuperado y entre tiro a puerta o a la novena fila de preferencia, se aplican a la bella práctica de darse leña hasta hartarse. Al grito de “leña al mono, que es de goma”, los unos y los otros transforman el césped en una selva donde vale todo con tal de lograr que el rival se parta las muelas. Acabo de ver un breve reportaje del estupendo programa “El día después” de Canal Plus en el que durante unos minutos sobre el partido citado se han visto varias decenas de entradas violentas y escalofriantes, de una mala leche impresionante y con una persistencia increíble. Así que me he ido a ver las estadísticas del partido y veo que el árbitro sacó 8 tarjetas, de las que 6 fueron amarillas y dos rojas directas. Pocas para lo que allí hubo. Si el trencilla llega a serlo de boxeo, hubiera descalificado a los dos rivales al completo, pero como los árbitros futboleros tienen más tragaderas que la Madonna, sólo sacan la roja o amarilla cuando algún jugador coge la pelota con la mano, o les aplaude en las orejas o pierde tiempo. Eso sí, tienen que ver poco menos que el hueso saliéndose de la pierna de un jugador para sacar la tarjeta roja al señor infractor. Una grave descompensación. Algo así como lo que ocurre en la vida real (¿pero no quedamos que el deporte está para olvidarnos de la vida real?). A una señora la multan con 6.000 euros porque molió a un burro a palos y a un niñato el trencilla o juez de lo social le pone tres padres nuestros y dos avemarías a pesar de que zurró la badana bien zurrada a un pobre chico que pasaba a su lado y al que quiso robarle el reloj y las zapatillas Nike. Más no desvariemos. En el susodicho partido se jugaron de tiempo real 51 minutos y, pese a la manga anchísima del permisivo árbitro, se pitaron 47 faltas, 19 al local y 28 al equipo visitante. O sea, que casi tocamos a una falta por minuto. Un auténtico robo para el ingenuo que fuese al Sadar a ver un partido de “fútbol”. -Jodé, si a esto lo llaman fútbol, ¿qué leña no habrá en un rugby, fútbol americano o boxeo? Alguien debería bajar de la inopia al ingenuo. Más no seré yo, no vaya a ser que encima me procesen por abuso de menores. Por cierto que, viendo el panorama, habría que ir planteándose si los menores de edad no deberían quedarse en casita jugando a la Play, pues no parece que sea muy edificante ni educativo para ellos el presenciar un encuentro de fútbol en directo. (Profundizaremos en el tema próximamente para horror de los bien pensantes). Lo curioso es que lee uno varias crónicas del partido de marras (de marranos, quiero decir) y no se ve que los periodistas –menos los del Plus- critiquen mucho el exceso de violencia por parte de los jugadores. Se ve que ya están acostumbrados a tales mimbres. De modo que la cosa todavía es susceptible de ir a peor. Menos mal que las aficiones del Osasuna y del Sevilla son bastantes tranquilotas, que si no… -Oiga, Puñetas, ¿no cree usted que igual que en las plazas de toros es obligatoria la existencia de una enfermería y todo el material instrumental por si hay que intervenir raudamente al torero o al toro, no cree usted que también debería ser obligatoria otra en los campos de fútbol? -Pues no sería mala idea, compadre…

16 de septiembre de 2005

UN DEPORTE DE ALTURA

Acabo de ver hace unas horas el partido inaugural del europeo de baloncesto, disputado en Novi Sad (Serbia) entre la selección anfitriona, una Serbia campeona del mundo y acostumbrada a merendarse todo plato que se le ponga por delante a los Bodiroga, Rakocevic, etc y la selección española de los Calderón, Navarro y cía, que lleva unos añitos poniéndonos los dientes largos en las principales competiciones, aunque después falla en un partido crucial (normalmente, a los postres) y nos quedamos todos con acidez en el estómago. Demonios, si todavía me dura el éxtasis! Y es que los 40 minutos de juego de ensueño de la selección española en dicho partido, difícil será que se vuelvan a repetir en otra ocasión. Un trabajo excepcional en defensa y un ataque muy apañadito han hecho que Serbia desapareciese del mapa, con 19 puntos por debajo en el marcador. Tan poco acostumbrado estoy a las alabanzas, que debo confesar que en mi estómago sólo está bailando una manzanilla con anís y que no me ha dado un ataque de zapateritis aguda. Pero es que ver a estos tíos de la “sele” del baloncesto me ha reconfortado con lo que uno espera del deporte: entrega, espectáculo y superación del equipo pequeño para que así el grande las pase canutas para ganar o, incluso, pierda. Que la cosa ocurra con los chicos del básquet está muy bien y casi no sorprende. El día que los del fútbol hagan una hazaña similar, los frenopáticos y casas de locura se llenarán a reventar. Pasa que el baloncesto es un deporte de altura. No es un chiste ni una obviedad. Es que los tíos se lo curran bien currado. Los jugadores (salvo algunas excepciones) saben comportarse, les oyes hablar y hablan bien, se saben las tácticas y estrategias de su equipo con los ojos cerrados, son estudiosos por tanto, y pese a que en el campo están chorreando sudor a todas horas, ninguno escupe al suelo y su deportividad suele ser muy alta. Teniendo la fuerza que tienen, la velocidad y los codos que les cuelgan, es extrañísimo que en todos los partidos no haya más de un diente rodando por los suelos, a pesar de los protectores. No es por señalar, pero hay una distancia sideral entre esta buena gente y la pobre (otra vez salvemos las excepciones) que se dedica al fútbol. Quizás este buen rollo de los jugadores de baloncesto estribe en que una gran mayoría comprende a sus rivales porque casi todos tienen los mismos problemas, no sólo en la cancha si no, sobre todo, en la vida común: la altura. Ver a un jugador de baloncesto en una cancha impresiona, pero más si te cruzas con él en la acera. Y eso me pasa a mí frecuentemente con los chicos del Unicaja, del primer equipo y de otras categorías inferiores. El Puñetas no es un enano (1,86 cm le adornan, aunque bajando con la edad), pero cuando se cruza con uno de estos gigantes deportivos (en lo físico y en otras vertientes) se pregunta por lo complicado de la existencia de esta gente. Si cuando el Puñetas se monta en un avión, a veces tiene dificultad para no meterle los pies en la boca al pasajero que va delante, diganme los problemas de vuelo de esta gente, sobre todo cuando viajen a nivel particular, en clase turista. ¿Y dormir? ¿Y los zapatos? ¿Y la ropa? ¿Y el techo? Es que viendo las dificultades que a veces pasa uno con las cosas más nimias por un pequeño exceso de estatura en un mundo de enanos, las penurias y dificultades de estos mocetones no quiero ni imaginármelas. Quizás a estas cosillas particulares se deba el que estas gentes del baloncesto sea tan buenas personas, en general. Y se comprendan unos a otros y se cuiden mutuamente pese a tanta competitividad. Gente de altura a la que admiro dentro y, sobre todo, fuera de los palacios de deportes. Y en estas que pronto veremos en el Real Madrid a un chico de 22 años y ¡¡2,20!! de estatura, que acaba de ser fichado por el equipo de don Florentín, aunque sin ningún bombo ni alharacas. Se llama Sinanovic y viene de tierras bosnias. Uno de sus nuevos compañeros ha dicho: "Es un jugador que me gusta mucho. Es muy alto. Nunca he visto un tío tan grande como él, pero puede hacer muchas cosas. Puede correr como un cinco de 2,05, salta mucho y tiene la cabeza muy bien. Siempre quiere trabajar y sabe tirar de lejos. Quizá le falte un poquito de técnica, pero trabaja mucho en este aspecto y seguro que va a aprender mucho con Boza. Va a ser un muy buen jugador". Lo que estoy casi seguro es que será una buena persona.

14 de septiembre de 2005

GENEROSA




DOS MINUTOS Y 18 SEGUNDOS

Como hoy no sabía qué vampirizar en esta bitacorilla puñetera (las neuronas andan todavía algo remolonas tras el prolongado letargo estival), he tenido la genial idea de gastarme 0,90 € en la compra de un periódico deportivo. Como me los conozco todos (quiero decir que comprar cualquiera de ellos es como tirar el dinero a la papelera, por partidistas, obsesivos con el Madrid y/o el Barcelona, banales y un montón más de sabias virtudes), he optado –como en otras ocasiones- por engordar el bolsillo de don Jesús de Polanco y depredadores colindantes: he pedido a mi quiosquero de cabecera el diario AS. Cuando llegué a casa, tomé una aspirina por aquello de evitar el dolor de cabeza ante tanta majadería como generalmente esconde el periódico, me asenté bien asentado en un sillón de tortura que tengo para estas ocasiones, puse el cronómetro en marcha y comencé el partido. O sea, que intenté leer algo interesante, novedoso, serio y tal y cual. Oiga, en dos minutos y 18 segundos me había ventilado las 48 páginas asianas. No porque el menda tenga una velocidad lectora del copetín, sino porque las fruslerías que allí había no dieron para más. Y que conste que la mayor parte de ese tiempo lo estuve dedicando a dos fotos, una magnífica y otra horrorosa: las que figuran arriba y abajo de estas letrajas, aunque bajadas desde otras páginas interneteras pues los polancos son tan espléndidos (pese a tener forradas de euros hasta las orejas) que tienen un truquillo para impedir que el infeliz visitante de su página web se baje foto alguna por el morro. Ahí están los chicos del tenis con una vestimenta que les sienta peor que una victoria de Federer y la chica despelotada del día, sin la cual seguramente el AS no cubriría ni los gastos de tinta. Así que entre foticos y leña al mono, estoy acabando de parir este comentario de hoy cuando hace unas horas ya me veía con la soga al cuello por falta de imaginación y de entrenamiento. (Algo parecido a lo que les pasa a los galácticos del Real Madrid futbolero en este inicio de temporada). Espero que esta “puñetada” (versión deportiva de la clásica “jaimitada”) no me depare más efectos secundarios que unas saludables risitas de algunos compadres y visitantes, aunque tratándose de don Polanco y sus camaradas, oiga, es que la camisa no me llega al cuerpo. Más o menos como a la chica AS de hoy.

VESTIDITOS DE GALA

12 de septiembre de 2005

TAMBIÉN EXISTEN OTROS DEPORTES

No creo que haya un solo ser vivo, incluidos los irracionales, que en este mundo nuestro tan satelizado e intercomunicado, no sepa que hace unos días al Madrid robinhiano un modesto equipo gallego le metió 3 golitos en su casillero. Sí, uno de ellos no entró pero yo mismo, que tengo una vista de lince, tuve que ver varias veces las repeticiones televisivas a cámara lenta para darme cuenta de ello. Así que el árbitro o el juez de línea, que estaban a decenas de metros en el campo y sin ayuda tecnológica, no debieron enterarse de nada. Follón que te crió (que es lo que se pretende), pero nadie sensato ha salido diciendo que estas cosas no pasarían si hubiera un tío detrás de cada portería, como pasa por ejemplo en el hockey sobre patines. Unos cuantos dólares o euros como gratificación a esta gente no arruinarían a los clubes ni a las federaciones y evitarían casos como el sucedido en el Madrid-Celta más reciente. Pero claro, de haber habido un gachó tras las porterías, no habría polémica, no se habría hablado tanto en las radios, teles y bares y la vida cotidiana de medio mundo habría sido de lo más aburrida. En cambio, en la última semana han ocurrido varios hechos placenteros, nada polémicos ni vulgares, y es probable que ni muchos familiares de los afectados se hayan enterado. A saber: clasificación para las semifinales del campeonato de Europa de la selección de voleibol; ganancia del campeonato de Europa de la selección de hockey; Jesús Roel, campeón del mundo de la clase Europa de vela; medalla de bronce de la selección española de baloncesto femenino en el campeonato de Europa. Minucias e insignificancias que apenas han cubierto varios renglones de los periódicos y algunos segundos de varias teleles. ¿Pero cómo puede haber gente que se dedica a jugar al voleibol o al hockey? ¿Están bien de la cabeza? ¿A quién pretenden engañar? ¿Cómo pueden existir seres humanos que se entrenen todos los días encima de un barquito velero para luego ganar un campeonato que a nadie le interesa y que dará cuatro perras y media de beneficio y un microsegundo de fama? Si es que hay gente más rara por el mundo…. Conozco familias que lo tienen muy claro: si al niño o niña les da por jugar al tenis o al fútbol, pues vale, pues qué bien, pues lo mismo hay suertecilla y nos salen unos ases y nos jubilan bien pronto. Pero si el muñeco o muñeca resulta que sale un poco rarito/a y dice que lo suyo es la piscina, la cancha de voley o el tenis de mesa, entonces faltan palabras en el diccionario para justificar que lo primero son los estudios, lo segundo el sentido común y lo tercero el nanay de la nana. -Niño, ¿el tiro con arco?, pero ¿tú estás majareta? Por supuesto que hay familias raritas que consienten a sus chavalotes gustos deportivos de idéntico rasero (-si quieres practicar triatlón, tú verás, machote, aunque me estás decepcionando….) pero la inmensa mayoría no sale, ya digo, del fútbol y fútbol y fútbol, junto a unas gotas de tenis por aquello del pedigrí y los atractivos dólares del Gran Slam. En los colegios, ni te cuento. Casi todos los enanos se pirran por darle patadas a una pelota mientras las canastas languidecen de asco y los juegos tradicionales o de ingenio guardan el sueño de los justos. Pero así son las cosas y el deporte rey sigue mandando y barriendo a todos los demás. Lo cual que no pasa nada, siempre que de vez en cuando pongamos el punto de mira en los éxitos, sacrificios y fracasos de otras prácticas merecedoras de más fortuna y atención por parte de todos, aunque comprendo que la pescadilla siempre esté mordiéndose la cola porque, un suponer, si aquí hablásemos muy a menudo de los deportes minoritarios haber quién demonios iba a leer dos veces seguidas las paridas del Puñetas, o comprar el Marca o suscribirse al Digital Plus.

9 de septiembre de 2005

UN RIDÍCULO GANADO A PULSO

El fracaso de la selección española de furbo es de los que hace época. Quiero decir, de los que dura ya casi una eternidad. Da igual que se clasifique o no para la fase final del Campeonato de Europa, del Mundo o de la Galaxia. Si no hace el ridículo en la fase clasificatoria, lo hará después en el último tramo del campeonato. Da igual qué equipos tenga enfrente: Alemania o San Marino. Si son fuertes y peleones, porque son fuertes y peleones. Si son blandengues y de pitiminí, porque es que tenemos muy mala suerte. Ante batacazos tan continuados, algunos ya proclaman abiertamente que en la selección hay jugadores que no dan la talla. No es un problema de estatura física (los españolitos siempre hemos sido bajitos y esmirriaos), si no de “sufrir, convivir con la presión y la crítica”. Al parecer sólo se salvan unos cuantos jugadores, habituados en sus clubes (Madrid y Barcelona, claro) a ser mirados con lupa las 24 horas del día y a jugarse el cuello en cada partido que disputan. Bah, siempre justificaciones. Seguramente los jugadores de Grecia, la última campeona de Europa, estaban muy acostumbrados a las grandes citas deportivas y su mentalidad deportiva era equivalente a la de los jugadores de la NBA. Será por eso que tras ganar dicho campeonato hace dos veranos, ahora están a punto de quedar eliminados. La realidad es que por tierras lusas les sonó la flauta por casualidad. A la selección española de furbo, ni eso. ¡Ya es difícil que ni la suerte te acompañe en alguno de los tropecientos torneos en que has participado desde que comenzó el invento, salvando aquel gol de Marcelino ante la pérfida URSS hace ya la intemerata de años! La triste realidad es que la Liga española de fútbol es “de las estrellas”, como dicen los papanatas de turno, gracias a los jugadores extranjeros que se contratan y a los miles y miles de divisas que derrochamos alegremente en el pago de sus fichajes. Si tan buenos son los jugadores de la selección del Madrid y del Barcelona, el seleccionador Luis lo tiene muy fácil: que sólo convoque a quienes visten ambas camisetas. Pero si descontamos los extranjeros, los lesionados y los que están de relleno, no sé si lograría componer un equipo… de baloncesto. Como he dicho en otra ocasión, quitadle los jugadores extranjeros al Madrid y Barcelona y ambos clubes podrían jugar en la segunda división sin desentonar mucho. Pero dejando aspectos estructurales, fijémonos sólo en un pequeño detalle diferenciador con otro gran deporte de selección: el baloncesto. Dentro de unos días se disputará el campeonato de Europa de basket. La selección española lleva varias semanas concentrada y para preparar dicha competición está siguiendo un meticuloso plan de entrenamiento y de enfrentamientos amistosos con importantes selecciones: Croacia, Alemania, Grecia… Por el contrario, ¿cómo planifica sus campeonatos la selección futbolera? Se convoca a los jugadores unos cuantos días antes, hacen cuatro carreras y dos declaraciones a la prensa y….¡a jugar! O sea, a lo que salga. A veces hay suerte y se programan algunos partidos amistosos, pero en vez de disputarlos contra equipos poderosos para que sirvan de motivación y referencia, se prefiere jugar con….Andorra o Canadá. Claro, después de jugar varios días antes contra la todopoderosa Canadá, a la que –pese a todo- le ganas de milagro, llegan los chicarrones serbios y te dan un meneo de narices. Después muchas lagrimitas, muchos pucheritos y hasta la próxima, que de la anterior ya ni me acuerdo. Y así hasta que algún siglo de éstos toque la famosa flauta del azar y se gane algún tercer o cuarto puesto de algo. Quedarnos campeones es una utopía. Para ser primeros, habría que nacionalizar a todos los extranjeros que juegan en nuestra Liga. Y, claro, no es plan. Así que –visto tan negro panorama- lo mejor sería que nos liásemos la manta progresista a la cabeza y fuésemos el primer país que hace desaparecer a su selección nacional, dentro del marco de la Alianza de Civilizaciones.

7 de septiembre de 2005

SIR FERNANDO ALONSO


Todavía nuestro Fernandito Alonso no ha ganado ni un título mundial de la cosa formulera y ya acaban de darle un premio tan insigne como el Príncipe de Asturias. En la sana competencia venció por goleada a a la saltadora de pértiga rusa Yelena Isinbayeva y anteriormente a los tenistas Andre Agassi y Rafael Nadal, al trece veces campeón del mundo de motociclismo Angel Nieto, al ex campeón del mundo de Rally Carlos Sainz, al piragüista David Cal y al campeón olímpico de 1.500 en Barcelona Fermín Cacho. Poner en la balanza en estos momentos a Fernando Alonso con Ángel Nieto es un insulto a la inteligencia y a las buenas costumbres. Nadie duda que nuestro as del volante, por su sapiencia, juventud y buena estrella nos dará muchas alegrías en los circuitos, pero se ve que el jurado del premio “Príncipe de Asturias” tenía mucha prisa por concederle el premio a Alonsito, antes de que se haga más mayor. Y si lo de las dos ruedas de Angel Nieto no le gustaba al jurado, tenían al piloto Carlos Sáinz que tampoco es manco de historial. Si al final ha primado lo de que Fernando es asturiano pues bueno, lo mismo el próximo año le dan el premio al ganador del Descenso del Sella. Hasta el propio piloto español ha calificado de sorpresa el anuncio del premio. Lo que le honra. Por cierto, que lo mismo diríamos a estas horas si el ganador hubiese sido el tenista Rafael Nadal. Para acabar de arreglar el asunto, el secretario de Estado para el Deporte, Jaime Lissavetzky, (un político) ha dicho que se ha valorado la trayectoria de Alonso "desde que tenía 3 años". ¿Incluidas las caquitas de tan tierna edad? Los únicos que no han dicho tonterías han sido el propio Alonso y Angel Nieto, que ha dicho que “me darán el premio a título póstumo”. No, Angelito, o te dan trece premios o serán unos tacaños.

5 de septiembre de 2005

EL LÍO DE LOS FICHAJES Y LOS CONTRATOS

Confieso que para algunas cosas soy bastante torpe. Para comer gambas, no, mira por donde. Para echarme un kilo al coleto cojo velocidades de Fernando Alonso. Pero para otras cosas es que –maldita sea mi alma- no hay manera de enterarme o hacerlo bien, ni aún recurriendo a CEAC o a la Universidad a Distancia. Una de las cosas que nunca entenderé en esto del deporte (y se da muchísimo, especialmente en el atribulado mundo del fútbol) es el asunto de los fichajes, su duración, cuando terminan o empiezan los contratos… No hablo de que se fichen jugadores que después no tienen sitio ni se les necesita. Lo que alguno diría “gastar por gastar”. ¡Quién no se compra lo primero que le entra por el ojo y después lo deja arramblado en un cajón! Lo más llamativo es el tejemaneje de algunos fichajes y contratos. -A ver, Solari. Te vamos a renovar el contrato por unos cuantos años más, hasta que te hagas viejecito y ya no puedas jugar por culpa de la artritis reumatoide. Y los jerifaltes del Real Madrid (es un ejemplo que vale para más equipos) montan toda la parafernalia, incluidas las cámaras de televisión para que retraten el asunto. A los varios meses, los mismos jefes y el mismo entrenador, deciden dar la voleta a Solari, tiran el contrato a la papelera y lo traspasan al Inter. Si te queda un año (o dos) de contrato, échate a temblar. El club no puede esperar, ni el jugador, a que la cosa llegue a su fin y después ya veremos. Es el caso de Duda (jugador del Málaga). Se le quiere traspasar a otro equipo para así cobrar un dinero que un año después rien de rien. El jugador dice que nones y lo apartan del equipo. El club incumple un contrato que, por lo visto, es pan mojado. A veces (caso Figo, de nuevo el equipillo de don Florentín), el jugador no quiere verse en el banquillo todo ese tiempo que le resta de contrato y decide volar por su cuenta, aún con el agradecimiento de los servicios prestados. En otras ocasiones es el jugador quien, aún teniendo varios años de contrato, dice que se va a otro club y que se va, oye, que coge la maleta, mira que ya va por el aeropuerto, pero será capullo, si está cogiendo un avión destino Inglaterra…. Y ya está: como el jugador no era feliz, o no le pagaban lo que valía o le ha salido una novia más guapa, puerta y tararí que te vi. ¿Pero no había un contrato por en medio? -Sí, por en medio de la entrepierna. Otras veces las cosas son más sencillas. El jugador pretendido está en su casa leyendo tranquilamente un libro (será cosa rara, pero bueno…) y el club ricachón llega a una casa muy grande llamada Federación, suelta un cheque de mucha manteca, dice que esa minucia es para pagar la cláusula de rescisión del jugador lector y en menos que canta un berberecho ya tenemos un traspaso confeccionado en plan aquí te pillo, aquí te mato. ¡Y al presidente del club rival se le queda una cara de tonto….! En ocasiones el personal va de rumboso. Se ficha a un entrenador por cuatro o cinco años, sabiendo como se sabe que la duración de un entrenador en un club de fútbol es inferior al tiempo que dura un neumático en la Fórmula I. Después, cuando llega la ruptura hay que pagar millonadas de indemnización por aquellas alegrías de inicio. Otro ejemplillo: Se renueva al jugadorinho de turno por diez años, o se le ficha por ocho, lo cual que ni los locos de atar se atreverían, mitad porque jamás se cumplirán plazos tan largos, mitad porque es una estupidez hacerlo en este mundo tan pelotero. Pues se hace, oiga, y después no veas como han de trabajar los abogados para deshacer tan larga madeja. Pero lo más gracioso llega (caso Casillas) cuando tienes contrato en firme (o sea, uno de los pocos casos en que parece que se respetará) y cuando faltan todavía tres años para que finalice, los chiripitifláuticos periodistas deportivos ya te están preguntando que cuando vas a renovar, que a ver si al club no le interesas y tú haciendo el canelo. Así que, por estos y otros casos aún más sangrantes, el menda lerenda (o sea, el Puñetas) se siente en el penoso deber de pasar por un completo torperas, que no se entera de nada. Será que uno tiene la mente demasiado cuadriculada con eso del ajedrez y el derecho mercantil, pero yo siempre había pensao (y ya me lo decía mi abuelo) que cuando se firma un contrato –como parte contratante de la primera o de la segunda parte- es obligación de ambas partes el cumplirlo hasta sus consecuencias. Y si no, no se hace. O se pone una cláusula que diga: -Este contrato será pasado por el arco del triunfo de la parte contratante primera cuando lo estime conveniente, al igual que también podrá hacerlo la parte contratante segunda cuando le salga de los nísperos. Y para que así conste, da el visto bueno Periquillo el de los Palotes, ilustre notario del reino deportivo. Corolario: Para más inri, las cantidades especificadas en los contratos (sueldos, gratificaciones, pagas extraordinarias, permisos de maternidad….) no suelen responder tampoco a la realidad. Vamos, que hay aquí más dinero negro que en un pozo de petróleo. Pero de eso ya ladraremos algún año de estos…

2 de septiembre de 2005

A LA PORRA EL CICLISMO

Terminaba la temporada pasada mi último comentario, antes de largarme con viento vacacional, haciendo una referencia general al ciclismo y particular al Tour de Francia. “No hay deporte más duro que el ciclismo, salvando quizás al boxeo. Desloman a sus protagonistas con pruebas tan exigentes como el Tour y encima se ríen de los ciclistas poniéndoles a orinar a las cinco de la mañana, sacándoles sangre a la salida del sol, registrándoles sus maletines como si fuesen vulgares delincuentes. Asco me da ver semejante espectáculo. Así que si no fuese por la epopeya de un tal Armstrong, ganador del más duro Tour, el cáncer, este menda no iba a mirar en estos tiempos el desfile de la socorrida "serpiente multicolor" en la pequeña pantalla ni harto de vino”. Pero prometí hacerlo este año. “Quiero disfrutar viendo a ese americano subirse al olimpo del Tour, cuando siempre lo están puteando, un año tras otro, que si se la enchufa, que si es un antipático y un creído, que si tal y cual. Será un placer infinito. ¡Armstrong for president! Qué cabeza tiene el tío. Y qué güevines…. Y es que vencer en plena juventud a una enfermedad tan puñetera y traicionera como el cáncer, que te pillo y aquí te mato, infunde un carácter indeleble. ¡A mí Tourmalet, ja, ja! ¡Vengan Alpes y Pirineos, mezclados o en estado puro!” Y el amigo no defraudó. Acudió a la carrera con todo estudiado, analizado y calculado. Con la fuerza especial que le daban los 42 millones de personas que habían adquirido la pulsera amarilla “Livestrong” para luchar, por medio de su fundación, contra el cáncer. Y ganó el Tour por séptima y última vez con la autoridad habitual y la envidia de los de siempre. “La verdad es que el cáncer es lo mejor que me ha pasado nunca, hizo maravillas en mi vida”. Ahí empieza el mito Armstrong: superando un cáncer de testículos con metástasis en los pulmones y en el cerebro. Sufriendo varias operaciones a cara de perro. Padeciendo con una quimioterapia que para destruir las células malignas se come todo lo que encuentra a su paso, lo que provoca una bajada de las defensas tan atroz que eres hombre muerto a la menor infección. Curiosamente, para potenciar a los glóbulos rojos, al bueno de Lance le tuvieron que suministrar a manos llenas Epogen (eritropoyetina). La EPO (¿a que suena el nombre?) era una de las cosas que lo mantuvo vivo hasta que su cuerpo fue reaccionando y echando fuera (si es que alguna vez se echa del todo) al maldito cáncer. Ahora, cuando el corredor norteamericano ha decidido colgar la bicicleta a causa de la edad, nos salen los chicos listos del diario L’Equipe, que se forra todos los años a costa de la sangre y sudor de los ciclistas, con que unas misteriosas muestras de orina de Armstrong del año catapum (el primero de su era de tour-victorias) muestran que se dopó con EPO. “La mentira Armstrong” titulaban los gabachos en primera plana. Hala, ahora que ya no vamos a sacar un euro más del yanqui, hagámosle un homenaje final en plan aquí te pillo, aquí te mato. Mientras que el laboratorio dice que no puede confirmar si la orina congelada corresponde al texano o no, L’Equipe se lanza a tumba abierta, se pone a investigar en plan Mortadelo y Filemón y encuentra lo que tantos años llevaba buscando. ¡Epa ya, aquí hay epo! Para uno de los pocos y agradables mitos que nos iban quedando, llegan estos franchutes de papel y quieren destrozarlo vilmente: sin contraanálisis, sin garantías jurídicas ni nada de nada. Y claro, muchos se han subido al carro más pronto que tarde: “Cazado”, “A mí no me sorprende” o “Era un secreto a voces”. Bien, el primer Tour fue gracias a la EPO. ¿Y el segundo? ¿Y el tercero? ¿Y el cuarto? ¿Y los otros tres que han venido detrás? Quizás la verdad no se sepa nunca, pero prefiero creer –yo, que soy un descreído total- que quien ha visto la muerte tan cerca de su gaznate como la vio el bueno de Lance, que quien ha tenido que meterse en su cuerpo toda la porquería químico-medicinal que no está escrita para poder salvar el pellejo, se queda tan harto de tragar tanta mierda que de ahí en adelante jamás se meterá entre pecho y espalda más potingues que un buen solomillo o un exquisito pescado al horno. Si me decanto porque Armstrong dice la verdad (“nunca me dopé”) es porque tras haber mamado EPO hasta la saciedad en su proceso curativo, cuando salió del túnel (o cuando resucitó, que dicen los malvados), hizo tabla rasa sobre todo lo que tuvo que tragar para poder seguir vivo por estos andurriales. Que se lo pregunten a quienes han pasado por su mismo trance (más gente de la que nos imaginamos) y verán que a todos les pasa lo mismo: odian todo lo que huela a aquellos dramáticos momentos. Claro que todo este linchamiento y todas estas putadas y todas estas sinvergonzadas pasan porque los ciclistas tienen unas tragaderas más anchas que el Danubio. A ver cuando les entra un poco de orgullo, se plantan y les meten los cuernos de sus bicicletas por salva sea la parte a tanto abusón, a tanto drácula y a tantísimo malandrín como pulula por las organizaciones y federaciones ciclistas. ¿Es que no es de juzgado de guardia, o de asalto al palacio de invierno que, como está pasando en la actual Vuelta Ciclista a España, las horas de salida de muchas etapas sean entre las 12 y las 13 horas, con un calor del carajo, y en donde por mucho que se beba –con temperaturas rondando los 40 grados- eres hombre muerto? ¡Y todo para poder llegar a la meta a la hora que conviene al negocio televisivo y publicitario! Una vez retirados Indurain y Armstrong, mientras que el rebaño ciclista tenga tan escasa dignidad personal y profesional, el Puñetas le va a hacer un corte de mangas perpetuo al Tour, la Vuelta y a la carrera ciclista de Jabalcuerno del Porrón. ¡Si ya hasta me produce repelús ver a un tío montado en una bicicleta estática!

1 de septiembre de 2005

SE ACABÓ LA VIDORRA

Se acabó lo bueno. O sea, la vidorra. Esas vacaciones que te ayudan en los dos meses del achicharramiento sureño a soportar las ganas de estar tirado todo el día a la bartola (que no es lo mismo que estar tirándose diariamente a la Bartola), a sobrevivir a los miles y miles de gachones horteras que con su camisita y su canesú playero no te dejan ni un mísero roal de arena marina donde aposentar el trasero y a aportarte energía positiva alternativa en forma de muchos gazpachos, frescas cervecitas (sin alcohol, ojo) y alguna que otra racioncita de pescaíto frito. Un veranillo con sus caras y cruces donde la mente y el cuerpo se abandonan a su libre albedrío, perdiendo gran parte del rigor y disciplina que se les exige en los otros diez meses.
Así que, cuando regresa de nuevo el Puñetas a este particular arco del triunfo, lo hace como la mayoría de los deportistas tras sus vacacionales asuetos: un par de kilitos de más, una vagancia corporal y mental que costará ir dejando a fuerza de fuertes sesiones de entrenamiento y unas ganas de ponerse ya en faena, que no todo va a ser bartola va, bartola viene. Eso sí, nada de síndrome postvacacional, que aquí somos mu serios y equilibraos.
Los lunes, miércoles y viernes, con permiso de la autoridad (ninguna) y si el tiempo (Katrinas, sequías y otras gaitas) no lo impiden, andaremos por aquí sembrando en barbecho nuestras acostumbradas visiones satíricas sobre el peculiar mundo del deporte, trasunto espejil de nuestra ínclita y ceporrera sociedad circundante. Regresamos en perfecto estado de cachondeillo deportivo, con la acostumbrada mala leche puñetera (enriquecida con calcio, toda clase de vitaminas y alfalfa) y procurando mantener el más absoluto e irrespetuoso respeto hacia todos los que se dedican (incluido el menda) a disfrutar, a veces sana, a veces masoquistamente, del bello deporte y otras hierbas colindantes.
Bien hallados y que la próxima temporada que ahora se inicia nos sea leve. Ello será un buen síntoma de que nos lo pasaremos en grande. ¿Verdad, Robinho?

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¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).