8 de julio de 2005

HASTA LUEGO, LUCAS



Con el comentario de hoy sobre el Tour, el Juan Puñetas da por finalizada la temporada. Si los Beckam y compañía tienen sus vacaciones y todo, el menda no va a ser menos. Así que desde hoy hasta el 31 de agosto, si el bolsillo lo permite, comienzan mis vacaciones veraniegas. El uno de septiembre, puntual como un reloj suizo, volveré a este grato rincón para tomarme un tercio en serio y dos tercios a cachondeo todo lo que rodea o me llama la atención del mundo del deporte. Agradezco desde aquí a mis ocasionales lectores por los renglones leídos y al más atento de todos, el excelentísimo Luis R. Míguez, que tan buenos ratos me hace pasar con sus comentarios y, especialmente, con su inteligente Aguja de Bitácora.

Volveremos cuando pasen estas calores, con la mente despejada y el bolsillo también, dispuesto a seguir dando guerra siempre en plan pacifista y tal, que aquí somos muy finos y educaos. Empezamos a pasarnos el deporte por el arco del triunfo a primeros del 2005 y, tras la pausa veraniega, seguiremos con la misma copla mientras las teclas aguanten y la cabeza se mantenga en equilibrio y en perfecto estado de cachondeillo.

Feliz verano y hasta luego Lucas, que dice el Moyá cuando le sale de la raqueta.

TOUR DE FRANCE: ENTRE LA ÉPICA Y EL SADOMASOQUISMO

Reconozco, padre, que durante muchos años tuve al Tour de Francia en los altares del deporte como una competición deportiva modélica, la más importante del mundo, plena de épica y gestas, en la que los españolitos siempre andábamos como segundos platos hasta que llegó un mozarrón navarro y les dio a los franchutes en todas las muelas.

Ya sé que no se debe hablar así, padre, que es pecado de soberbia, pero siempre soñé con ver los éxitos en tierras francesas de un españolón, no en plan "se me apareció este año la Virgen de Lourdes", sino en plan estajanovista, machacante, planificador y serio, para demostrar que los que vivimos más abajo de los Pirineos no somos enanos, ni tíos con bigote, ni olemos a ajo.

Así que, padre, uno vivió durante muchos años, desde su más tierna infancia, disfrutando con el Alpe D’Huez, el puerto de la Magdelaine, el Tourmalet.., donde siempre veíamos algunos compadres nuestros, pero siempre añorando un ciclista capaz de ganar en las largas contrarrelojs, donde nos sacaban siempre una minutada. Hasta que llegó don Miguel, el Indurain, y el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.

Perdón, padre, póngame 80 avemarías por el exceso verbal, pero que nos quiten lo bailao y bien bailao...

"Indurain, considerado el 8º mejor ciclista, por el diario L’equipe". (????)

Que nos quiten lo bailao, ya digo, padre. Sin mi Miguel, el Tour ya no es lo que era. Pasó la épica y la epopeya y llegamos al sadomasoquismo. Ver, desde hace varios años, cómo hacen auténticas perrerías a los ciclistas, levantándolos incluso a las cinco de la mañana para enchufarles la jeringa y sacarles sangre, cuando al día siguiente tienen que recorrer 300 kms a pleno sol o lluvia, y comprobar como lo consienten mis otrora héroes con una fatalidad y una mansedumbre incomprensibles, me está llevando al olvido del Tour y de casi todas las pruebas ciclistas, padre. No hay deporte más duro que éste, salvando quizás al boxeo, desloman a sus protagonistas con pruebas tan exigentes como el Tour y encima se ríen de los ciclistas poniéndoles a orinar a las cinco de la mañana, sacándoles sangre a la salida del sol, registrándoles sus maletines como si fuesen vulgares delincuentes. Asco me da ver semejante espectáculo. Así que si no fuese por la epopeya de un tal Amstrond, ganador del más duro Tour, el cáncer, este menda no iba a mirar en estos tiempos el desfile de la socorrida "serpiente multicolor" en la pequeña pantalla ni harto de vino.

Pero este año casi voy a hacer una excepción, padre. Quiero disfrutar viendo a ese americano subirse al olimpo del Tour, cuando siempre lo están puteando (perdón, padre, écheme 20 avemarías de castigo), un año tras otro, que si se la enchufa, que si es un antipático y un creído, que si tal y cual. Será un placer infinito. ¡Amstrond for president! Qué cabeza tiene el tío. Y qué güevines…. (otras 20 aves más, padrecito). Y es que vencer en plena juventud a una enfermedad tan puñetera y traicionera como el cáncer, que te pillo y aquí te mato, infunde un carácter indeleble. ¡A mí Tourmalet, ja, ja! ¡Vengan Alpes y Pirineos, mezclados o en estado puro! Comprendo perfectamente a Luisito. Algo así debía pensar el Miguelón cuando los enteraos de siempre sonreían por lo bajini pensando que a donde iba ese caballo percherón, verás cuando llegue la alta montaña, éste se baja de la bicicleta y regresa al pueblo andando…

Pues sí, padre, hoy quiero cometer todos los pecados del mundo viendo a mi Amstrond y recordando a mi Indurain. Quiero ponerme el cielo por montera (sí, padrecito, ya sé que acaban de caerme 50 padrenuestros), porque estos dos gachones han sabido engancharme a ese deporte tan sufrido y agónico como es el ciclismo, a mí, je, je, que no sé montar ni en patinete. Aunque, padre, a usted y al muá, siempre nos quedará la bicicleta estática y el recuerdo de estos dos monstruos. Salga del kiosko, padre, convídeme a un vaso de buen vino y deje para otro día la penitencia, que en media hora va a comenzar la retransmisión de la etapa de hoy.

6 de julio de 2005

HAN PASAO OLÍMPICAMENTE

Ya lo veía venir, pero en este país de redomados optimistas sin fundamento, cualquiera decía antes del numerito de Singapur que Madrid no se iba a comer una rosca en las olimpiadas del 2012, por muy buen proyecto que tuviera y mucha simpatía que derrochase y otras gaitas marineras. Yo veía en mi particular bolita de cristal que los franchutes se llevarían el gato al agua, pero ni por esas. Aquí hay que hablar inglés por narices.

No seré yo el que culpe a ZP, a Gallardón o a la mamá de Raúl de que los tipejos del COI se hayan liado con la decadente capital británica frente a la díscola y zalamera Madrid. Para una vez que ha habido cierto trabajo en equipo y buena melodía entre nuestros políticos, sería de necios incurrir en semejante despropósito. Como los vivales del COI no van a dar una explicación del sentido de su voto pues ellos sólo responden ante Dios (el money) y la Historia (la vida padre que se pegan a costa de los tontos del deporte), el Puñetas cree que la cosa está clara: España celebró una Olimpiada hace cuatro días y deberán pasar varios cuatrienios para que se vuelvan a acordar de nosotros. Por otro lado, por mucho morro promocional que le echen los poderes fácticos al asunto, Madrid no deja de ser un cortijillo en comparación con las grandes capitales europeas y mundiales. En Londres, Paris o Nueva York se decide cada minuto la vida y hacienda de millones de personas en el mundo, mientras que en Madrid ya no se decide ni siquiera la de los españoles, desde que nos hemos instalado en los nuevos reinos de Taifas. Sí, confieso que los bocadillos de calamares están riquísimos y que en Madrid nadie se siente extranjero, a diferencia de los hoscos parisinos y los aburridos y reprimidos londinenses, pero los estirados del COI cuando viajan por esos mundos del disfrute no van a las tascas, ni pasean por entre la vasca normal ni se alojan en hotelillos de tres estrellas. Así que poco hay que rascar en estos temas populares.

He leído en varios foros que en estas ocasiones hay que hablar y defenderse en inglés, acusando a ZP de no saber decir nada más que “yes”. Estoy totalmente en contra. Hay que dar trabajo a los traductores simultáneos y el que no sepa castellano, que lo aprenda. Al fin y al cabo, este idiomilla lo hablan en primera instancia la tira de países. Ya solo falta que ni dentro ni fuera de nuestro país podamos usar nuestro idioma habitual o mayoritario. Ademas, qué coñe, yo todavía no he oído a un político inglés hacer un discurso en castellano, ¿por qué hay que hacer lo contrario?

No he participado de tanto optimismo ante la reunión de Singapur ni del proyecto de Olimpiada. Me parece que hay cosas más importantes que organizar un evento macrodeportivo que sí, dará mucha publicidad, pero para eso ya está el Real Madrid y que sí, será un buen negocio, pero todos sabemos que en economía para que unos se forren otros tienen que apretarse el bolsillo. Que yo sepa, cuando las olimpiadas de Barcelona, no me llevé un duro de ellas y sí que sufrí en carne propia el coste del evento, en forma de incremento de la presión fiscal. Así que menos lobos olímpicos y más currarse la vida cotidiana mejorando la sanidad, la educación y lo que haga falta, que nuestros políticos tienen unas ganas de circo que no veas.

Un pequeño capitulillo hay que dedicar a estos zánganos del COI que sólo se representan a sí mismos. El indefinible Alberto de Mónaco (el de la preguntita esa sobre la seguridad en Madrid) es un ejemplo perfecto de que detrás de él no hay nada más que su calva y su vidorra de niñato afortunado. Sin ir más lejos, ya me dirán a quién demonios representaba el ínclito Samaranch cuando reinaba como Papa en el comité olímpico. Lo único cierto es que los zánganos viven de putísima mamuchi, que tienen una delicada obsesión por la pasta gansa y que se lo tienen tan creído que son capaces de poner de rodillas a altos mandatarios del planeta con el lema “una olimpiada, por el amor de dios”. Mira que había sitios más céntricos para celebrar la decisiva reunión de hoy y los capullitos de alhelí se han tenido que ir a Singapur, obligando a todo el mundo a realizar kilométricos viajes. ¡Al peo!

Del fiasco olímpico algunos han salido muy contentos. Esos lagartones vestidos de nacionalistas periféricos que temían más que a la peste un Madrid olímpico. Puro odio, porque ellos sí están seguros que al paso que nos llevan se celebran unas Olimpiadas en Teruel antes que en Bilbao o en Gerona. Pero esa triste historia ya se sale de esta salsa rosa. Lo evidente es que el mundo sigue hablando en inglés, que los americanos y los británicos se llevan a partir un piñón y que –seguramente- a los franceses les han pasado factura por “listos” y a los españoles por “tontos”. Y es que la culpa la ha tenido -cómo no- Irak, je, je. Puestos a decir tonterías, el Puñetas tampoco se queda manco. Piensen un poco y a lo peor hasta me dan la razón. Una pista: "Roma no paga a traidores".

4 de julio de 2005

JUEGOS MIERDITERRÁNEOS

Dejemos sentada una cosita nada más empezar este articulín, que si no mis paisanos almerienses me van a crucificar y con razón. El título que antecede no va por los Juegos, su organización y éxito (que todo el mundo coincide en que han sido los mejores desde su inicio allá por 1951), si no por el mar que los cobija: el Mierditerráneo. Es que, franca y ecologístamente, el anciano mar está hecho un asco. Lo tengo a 500 metros de casa, la gente se da de tortas por bañarse en él, pero el pobre no anda muy allá. Cualquier decenio de éstos se nos va a freír monas, con tanta contaminación, guarrería, esquilmación de sus especies y edificaciones a pie de orilla. Dicho lo cual, vayamos a los Juegos y juguemos un rato.

He esperado a que finalizara el evento de Almería 2005 para ver como llevábamos lo del éxito o fracaso deportivo. Que iba a ser un éxito organizativo y de personal no había duda pues los almerienses se lo han currado mucho estos años atrás. Las mejoras deportivas y urbanísticas ahí quedan para unos lustros. En el plano deportivo cabe hablar de relativo éxito: por un lado porque el nivel competitivo de los participantes españoles ha sido de tipo medio (grandes deportistas han estado ausentes) y porque en cuanto a los triunfos, hemos estado a la par que Italia y Francia, países de nivel superior al nuestro. Si echamos un vistazo al medallero, veremos que estos juegos regionales dan de sí lo que dan: Malta, San Marino, Albania, Libia, Bosnia, Chipre, Siria, Marruecos, Croacia, Serbia, Argelia… Poca chicha y escasa limoná. En realidad, son cinco países los que cortan el bacalao: las citadas Italia, Francia y España junto a Turquía y Grecia. Así que no sacar medalla en alguna competición por parte de algún representante español debe considerarse prácticamente una desilusión, cuando no un fiasco.

Más hoy me toca ser realmente optimista. Como creo que en muchas cosas estamos más cerca de Egipto, Marruecos, Croacia, Libia o Chipre que de Francia o Italia, me congratula enormemente que en el plano deportivo estemos al ladito de nuestros vecinos allende los Pirineos. No es sitio aquí para decir en qué nos parecemos más a un marroquí, serbio o tunecino que a un francés pero hay momentos en que –al menos por el Sur- uno se siente más próximo a uno de los países africanos citados o los de la antigua exYugoslavia, que de las ínfulas gabachas o el mamoneo italo. Una situación algo esperpéntica, lo reconozco, pero qué quieren, las cuatro patas del banco en que nos apoyamos algunos beben de la vieja Europa, la putrefacta África norteña, la Hispanoamérica atlántica a la que a menudo tratamos como la madrastra a sus polluelos y la cosa telúrica que da el currículo vital de cada uno, amasado en el Puñetas a golpe de secano, mar, cultura mediterránea antiquísima, pizca de toque extraterrestre y amor infinito por el norte astur-galaico como espejo alternativo al que disfruto por aquí abajo. Así que anda uno, sentimental y culturalmente, de acá para allá, de los Andes a Sierra Nevada, de las rías a los aires bretones, pasando por el Danubio y la Filarmónica de Viena. Con este cacao, se comprenderá que a veces dé el cante y según con quién establezca comparaciones me adorne de optimismo fundado o de pesimismo lacerante. Hoy tocaba optimismo.

Dicho lo cual, me congratula que por una vez hallamos ganado algo en fútbol (la final de los Juegos de Almería 2005). Me apena que se le halla dado poca cancha a los Juegos, pendiente como están los poderes fácticos del Singapur de las narices (a ver qué sale) y que algunos deportes no salgan en los medios ni aunque se descalabren sus practicantes más insignes. Por eso hago mías tristemente las palabras de Almudena Cid, quizás la mejor gimnasta de España, entre otras cosas porque es la única que ha disputado tres Juegos Olímpicos: “El apoyo del público ha sido fundamental. (…) Los medios de comunicación no nos hacen caso. Hace poco fui campeona de España y nadie publicó nada”. Cara y cruz de la vida misma, en la que si no tienes padrinos (en este caso, patrocinadores magnánimos), no te comes ni una rosca ni una mísera rosquilla.

Adiós Almería 2005. Bienvenida Madrid 2012. Eso es lo que quisieran algunos pero me parece a mí que la cosa va estar cruda. En mi bola de cristal veo veo que los franchutes se van a llevar el premio gordo. A ver si me equivoco.

1 de julio de 2005

LA ESCANDALOSA SHARAPOVA



Uno, en ciertas cosas, se decanta por lo antiguo. Y hablando de tenis, prefiere que el jugador o jugadora se dedique a sufrir en silencio que no de manera escandalosa. Y es que se hace duro estar a veces 4 ó 5 horas escuchando cada varios segundos (excepto los descansillos) el gritito o gritazo del tenista de turno. Pero lo cierto es que, casi como una moda, se ha ido imponiendo la raqueta gritona, no se sabe si por el enorme esfuerzo que ha de realizarse para darle a la bola (lo cual dice mucho de la potencia pero poco de la técnica) o porque cuanto más escandalera hagas, más conocido serás en el mundillo.

El caso es que la Sharapova es la reina de los gritos y gemidos en una cancha de tenis. (Por cierto que el Nadal también le da al asunto más de lo debido). Pero parece que en el caso de las chicas los gritos llaman más la atención, no se sabe si porque vende o perjudica más a los tímpanos. Sea como fuere, la Sharapova está siendo objeto de un estrecho marcaje que no se limita sólo al bamboleo de sus pectorales o a las curvas de su cuerpo serrano, si no también a las características físicas y hasta sexuales de su ya famoso grito, que amenaza convertirse en más famoso que el clásico de Tarzán o aquel del indio Gerónimo.

Así que la última moda en el mercado de la telefonía móvil (la gente cada vez está más tonta) es instalar en el móvil los famosos gritos y gemidos de la rusa. La melodía (a cualquier cosa se le llama hoy día “melodía” y “música”) se ofrece en varias versiones, incluida la polifónica y en formato Mp3. A nadie le extrañe que en este mundo desarrollado (el subdesarrollado bastante tiene con no morirse de hambre, así que pasa de estas gilipolleces), la cosa se convierta en un negocio redondo y hasta los 40 Principales la albergue en alguno de sus primeros puestos.

Incluso hay una página web donde el personal comenta sus impresiones tras instalar en el móvil la bella melodía sharapoviana: “Instalé sus gemidos para la función de despertador, y ahora sueño con ella” o “Con esos gritos, me sorprende que no revienten las pelotas”. Los que están en peligro de reventar son los oídos de los árbitros, que partido tras partido tienen que aguantar a tímpano descubierto el griterío de tanto tenista de uno y otro sexo que parece que no sabe darle a la pelota con el debido respeto y tratándola de usted. No diré que algunos partidos parecen un putiferio (exagerando un poco, claro), pero de aquella majestuosa y solemne práctica de los clásicos del tenis, ya no queda ni la raspa. De modo que –sobre todo en Wimbledon, donde la tradición es la tradición- más de un juez, cuidando por su salud auditiva y por el respeto a los cánones, ha sugerido la descalificación de los tenistas que no consigan evitar ciertos desahogos audibles. Por el momento la cosa está parada porque sería un hazmerreír y, sobre todo, porque el negocio es el negocio y los gritazos de la Sharapova, del Nadal y del resto de la tribu vienen acompañados de grandes beneficios crematísticos.

Yo creo que sólo los espectadores serían los únicos capaces de acabar con las pistas-discoteca. Una huelga de espectadores en defensa de los derechos de sus pobres oídos, del medio ambiente y contra la contaminación acústica. Pero suponer que miles de hijos de su padre y de su madre, venidos desde todos los puntos cardinales, se van a poner de acuerdo en algo es como pretender que Telefónica no nos tome el pelo con el ADSL. Viendo, pues, que no hay solución huelguística que valga, sólo queda incorporarse al espectáculo y aunque ya muchos espectadores lo hacen, todavía adoptan posturas demasiado tímidas. ¿Qué tal si los varios miles de espectadores se dedican a gritar y gritar como posesos cada vez que la Sharapova le da un mandoble a la pelotita amarilla? Aunque, seamos sensatos en los últimos renglones del comentario de hoy: como el ser humano es tan maleable y se acomoda a toda la porquería, estoy seguro que pasados los primeros partidos con tanta manifestación gritona del respetable, todo el mundo se adaptaría a la nueva situación y aquí paz y después gloria. Más o menos como lo que pasa en las calles de nuestras ciudades o en el comedor, donde la radio, la tele, la minicadena y el zipizape de tres años compiten al unísono para enloquecer al vecino de al lado, pobre viejecito que sólo ambiciona un poco de tranquilidad.

Mientras que a nadie se le ocurran medidas más inteligentes, parece que la mayor diversión seguirá siendo meter el grito de la Sharapova en el móvil e ir a verla a la pista con un audiómetro para ver si en ese partido supera su récord de decibelios. Quien sabe de esto afirma que lo tiene en los 101,2. Una chica-cañón, vaya.

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¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).