28 de febrero de 2006

FLORENTINO SE CAE DE LA GALAXIA

Ya todo el mundo lo sabe. No queda alma en pena ni almeja marina que no sepa que el bueno de don Florentino ha cogido un cabreo de no te menees, ha tirado la toalla madridista y se ha dado el piro a sus negocios particulares donde se sale menos en la tele pero se gana más pasta, salen menos canas y arrugas y no tienes que aguantar a niñatos que se creen Einstein porque de vez en cuando meten un gol. Unas lagrimitas por don Florentino. Hasta los atildados tiburones suelen ser vencidos de vez en cuando. Si en lugar de los Ronaldo, Raúl, Roberto Carlos y Cía, se hubiese tratado de Perico Periquez, ingeniero o Manolo Machote, un tío del andamio, nuestro héroe presidente los habría fulminado en segundos enviándolos al extrarradio laboral, fuera de todas sus empresas de construcción, electricidad y ecétera. Pero con los genios y figuras del mundo peloteril no se pueden hacer semejantes excesos. Así que llega un momento en que uno piensa: -Con la de pasta que tengo, el prestigio y lo bien que me van los negocios, ¿cómo voy a perder la chaveta por unos tipos que no saben ni poner un ladrillo? ¡A la porra! ¡A ver cómo salen de ésta! Don Florentino se ha quitado un enorme peso de encima con su dimisión. Ahora muchos de los antiguos pelotas y lameculos le llaman cobarde y acusica. Sí, ha llevado al Real al primer puesto del hit parade publicitario y económico, pero sus chicos son un desastre jugando al fútbol. Para los cantamañanas y destripaterrones de la prensa del colorín futbolero, sólo vale el 1-X-2. ¡Horror, tres años sin títulos! ¿Y qué, capullitos de alhelí? ¿Y lo que nos hemos reído? ¿Y la fama, y el ligoteo y el fardeo que nos hemos traído con el cuento marketinero de los galácticos? Se os acaba el negocio, amiguitos, y aunque el repuesto del nuevo presi Fernando Martín va de lo mismo –otro tiburón del ladrillo y las parcelas- ya nunca será lo mismo porque la segunda trola nunca se vende tan bien como la primera. Si el Puñetas hubiera estado en el puesto de don Flore, no hubiera aguantado tanto. Una vez cumplida excelentemente la misión económica y de propaganda, más de un cantazo habría volao por el vestuario galáctico, antes de irme. Moraleja: hasta los tiburones de las finanzas y el negociejo tienen un tierno corazoncito. Sniff, sniff.

25 de febrero de 2006

AQUÍ NO HACE DEPORTE NI EL GATO

Acaba de publicarse un “Estudio de la Infancia y la Adolescencia de Andalucía”. El informe fue presentado a la prensa por la consejera para la Igualdad y el Bienestar Social de la Junta de Andalucía, la socialista Micaela Navarro. Doy pelos y señales del asunto porque ya se sabe que cuando el poder, aunque sea de un cortijillo autonómico, se gasta los cuartos en un estudio es para apalancar y reforzar sus intereses. Así que cuando los resultados salen de pena, cabe pensar que los políticos no mienten. Se falsifica en la loa, el parabien y el éxito, pero ¿qué sentido tiene hacerlo en el fracaso más ostentoso? ¿O debo escribir “esplendoroso”? Al grano, Puñetas, que te enrollas más que las persianas: “Sólo el 5 % de los niños practica deporte de forma habitual en Andalucía. (…) Casi el 27 % nunca hace ejercicio físico en su tiempo libre. (…) En el periodo de los cinco años estudiados –de 1999 a 2003- el sedentarismo de la población ha aumentado del 19,8 % a dicho 27 %, alcanzando en las chicas el 31 %. La mayoría de estos menores, especialmente los que se acercan a la adolescencia, prefieren aprovechar sus momentos de ocio para salir con sus amigos (3,1 horas diarias) y ver la televisión (unas dos horas y media). Pero les parece poco pues si pudieran dedicarían mucho más tiempo a salir y divertirse. En su tiempo libre también utilizan el ordenador, principalmente para descargarse música, jugar y para los trabajos escolares”. Bellos números y porcentajes, vive Alá. ¿Extrapolables al resto de los cortijos autonómicos? ¿Representativos de la realidad plurinacional, plural o unidimensional de este país? El Puñetas no sabe tanto (por no saber no sabe ni como llamar al país en que vive), pero si según los meapilas socialistas de la Junta de Andalucía tenemos capacidad de liderazgo, la ejercemos y encima hacemos reír al resto del personal con nuestros chascarrillos, chirigotas y morancos, y sacamos ese pleno al cero patatero en la práctica deportiva, pues habrá que pensar que tenemos ante sí un inmenso erial. Claro que a lo mejor se salen de esta mediocridad absoluta los cortijos catalán, vasco y madrileño, que son los que aparecen siempre en los periódicos y donde están los únicos políticos que cortan el bacalao, hacen el cocido y ponen el cava de postre. No sé, hoy me he levantado muy ignorante y tras el fiasco de la Rienda me parece que sólo sé que no sé nada. Cada vez me falta menos para ser tan sabio como Sócrates, je, je. Si en muchísimas escuelas la práctica deportiva se reduce a pegarle patadas a un balón en la hora de la “gimnasia” para intentar imitar (escupitajos y revolcones por el suelo incluidos) a los héroes del Madrid y el Barça. Si en los recreos –siempre suponiendo que el colegio tenga unas pistas deportivas, que eso a menudo es mucho pedir- los chavalotes siguen con el futboleo o se dedican al bello arte de darle bocaos al Bollycao o al Donut, al final obtendremos un monocultivo deportivo y gastronómico impropio de una sociedad medianamente civilizada y plural. Si en los institutos, cuando las gónadas de los adolescentes empiezan a picarles en la entrepierna, siguen faltando instalaciones y ya correr detrás de una pelota empieza a ser demasiado “pesao y esforzao” (en las chicas, es que ni llegan a pensarlo), entonces ¿qué se puede esperar si no que aquí no hagan deporte nada más que los cuatro mataos de siempre? No digamos en la Universidad donde, salvo las consabidas excepciones, la práctica deportiva es tan rara como la del estudio. A lo más que llegan las masas estudiantiles (caso de Sevilla, por ejemplo) es a practicar una maratón extraordinaria de botellón por haber acabado los exámenes del cuatrimestre. Y si abandonamos los centros de vagancia estudiantil y nos vamos al sector de los adultos, sean trabajadores o personal en paro, la realidad es que deporte poco y obesidad mucha. Si es que cada vez que mira el Puñetas un culo femenino es que, oiga, a su lado mi mesa camilla parece de juguete. Cada vez se come más, se folla menos (lo dicen otros informes muy sexudos) y así no hay manera de tener buen cuerpo, ni sano humor, ni sentido crítico ni leches. Con estos mimbres ya somos –lo dicen otros informes, será por informes- el país de más gorditos de la Europa europea. Medalla de oro aunque la meteorología no acompañe. Nos falta cultura deportiva de la buena. Pero no hay que preocuparse que estamos tan en los mínimos como lo podamos estar en el ámbito de la cultura histórica, política, económica o religiosa. Aunque me lapiden los bienpensantes, seguimos siendo un pueblo de incultos desde la ceca a la meca. Y entre ellos se encuentra el Puñetas, que ya adelantaba que sólo sabe que no sabe nada. Quizás todo este exceso de sátira masoquista de hoy lo mismo es simplemente un exabrupto ocasionado por la frustración porque hoy uno esperaba ilusionado el pleno al quince en los Juegos de Turín: sólo una deportista española con posibilidades de ganar y no sólo no gana sino que encima se queda en el puesto…trece. ¿No había otro número menos fatídico, María José, rica? PD: Espero comentarios que contradigan mi tesis, vamos, que hacemos bastante deporte, que utilizamos el chandall para algo más que ir a comprar al Carrefour, que hoy tengo un ataque de delirums tremens no alcohólico que no me deja ver el bosque… Sed bienvenidos a la crítica, aunque sea llevándome la contraria. Todavía no tengo el ego tan inflado como mi estimado Zapatero. Uno que juega al baloncesto, ¿ no? ¿O todavía no se sabe a lo que juega?

24 de febrero de 2006

A MARÍA JOSÉ SE LE FUE LA RIENDA

Al final no pudo ser y a María José se le fue la rienda de la prueba. Otra vez será, aunque los aguafiestas de turno afirman que con la edad que tiene pocas oportunidades le van a quedar. En fin… Cuando se tiene una sola alternativa para la victoria –la de Rienda- y todo se juega en unas cuantas horas (hay deportes que en segundos) muy a menudo pasan estas cosas. Ahora que San Cucufato se va a enterar de lo que vale un peine. ¿Para qué sirve un santo si no es para marcarse un favor cuando se le pide muy finamente? Si alguno lo ve por ahí, que me avise que este se acuerda del día en que dejó al Puñetas en cueros y a María José Rienda por los hielos.

21 de febrero de 2006

MARÍA JOSÉ RIENDA: EXTRANJERA EN SU PAÍS

El viernes día 24, a las 9,30 de la mañana, es la fecha clave. Ese día, en los “Juegos Olímpicos de Invierno” que se celebran en Turín, tendrá lugar la prueba reina de la competición de esquí: el eslalon gigante. En ella participará, más sola que Mindolo y que Robinson Crusoe, una españolita llamada María José Rienda y conocida en su país sólo a la hora de comer… en su casa. Aquí, en las Españas del fútbolín –como en Italia, donde los Juegos de la nieve están teniendo escasa participación de público- cualquier indocumentado sabe de nuestros héroes futboleros todo lo que hay que saber: desde el número de empastes que cobijan en la boquita a la talla de sus calzoncillos pasando por el número de pelos que tienen debajo del sobaco izquierdo. Fuera del fútbol, el desierto. El deporte-rey no tiene culpa de ello. En un país en que no hay cultura deportiva porque su práctica es ínfima comparada con la que ofrecen los países de nuestro entorno, no debe extrañar que la gran mayoría tienda hacia el deporte más simplón y emotivo. De vez en cuando aparece algún milagro individual en forma de deportista estratosférico (Santana, Ballesteros, Angel Nieto, Miguel Indurain, Carlos Sáinz, ahora Fernando Alonso) y perdemos el culo por salir en los papeles. Dos días antes de que alcance la gloria con la conquista de un gran torneo no lo conocía ni dios. Dos días después de su gran victoria empiezan las tareas de demolición del mito, cosa que en los casos citados y algunos más que me dejo en el tintero no suele ocurrir porque estamos hablando de fenómenos casi sobrenaturales. Si nos vamos a deportes más minoritarios, la cosa se complica. Se da el caso de que cuando el milagro se produce, la gente dice “¿Pero de dónde demonios ha salido este tío/tía tan bueno/a?” y luego –tras unos días de ponernos las medallas correspondientes del “ya te lo decía yo”, “si estaba cantao…”- la cosa vuelve a la normalidad, o sea, al más completo anonimato popular. En el mundo del esquí la historia nos la sabemos muy bien. Sólo los hermanos Fernández Ochoa lograron salir del ostracismo con sus medallas olímpicas. De improviso. Sin que nadie supiese a qué se dedicaban y si lo suyo fue una casualidad o si eran de lo mejorcito del mundo. Mira que es raro que en un país con multitud de estaciones de nieve sólo hayamos tenido en toda nuestra historia a dos hermanos en los primeros puestos. Ya digo: falta de cultura y práctica deportiva en serio pues a la nieve se va a ponerse uno moreno, fardar con las gafitas ante los amigos o a presumir de haber estado bien cerca de la clase dirigente de este país, a la que no se sabe porqué oscura razón siempre le ha dao por hacerse unas afotos en Baqueira. Ahora parece que el milagro empieza a verse venir. En algo vamos adelantando: Hay una chica granaína que baja como una bala… Una tal María José que lleva 5 oros en el Campeonato del mundo de eslalon gigante… Hasta alguna revista le ha hecho una entrevista y todo… Por ésto sabemos que Rienda ha sido (y va a seguir siendo como no logre la medalla de oro el día 24) una desconocida en su propio país. A los 9 añitos empezó a entrenarse y ahora tiene 31. Medio año en los glaciares de Europa y otro medio en los de Sudamérica. Total, 220 días fuera de España cada temporada. Su jornada comienza a las 6 de la mañana: entrena durante 4 horas en las pistas, descansa dos, y después, comienza la ruta vespertina de hora y media en el gimnasio, fisioterapeuta, supervisión del material y repaso del vídeo para mejorar la técnica. Más o menos lo que hace Ronaldo… en un año. Y sin pedir tanto cariño ni tanta gaita a la afición. Dedica el doble de tiempo a prepararse que sus competidoras directas. Y sólo se queja un poquito: -Es algo injusto que los atletas que practicamos deportes individuales seamos poco conocidos. Si no eres la número uno, ni se te menciona. Llevo entrando 30 ó 40 veces entre las 10 primeras del mundo y apenas se ha mencionado. Yo me decía: “hay que ver, nadie comenta nada, como si no existiera”. (…) Falta cultura alpina y, en general, tradición en el deporte, porque no puede ser que alguien te llame por un sexto puesto y te dé el pésame. Le voy a poner una vela a San Cucufato para que María José reciba su merecido el próximo día 24: una medalla de oro. Más que nada por ella misma (por su tesón y sacrificio de tantos años) y porque así lo mismo dentro de otros 30 años sale otra gran deportista del esquí, siguiendo su estela. Y es que si no logras la medalla de oro no serás rey o reina de nada. El próximo viernes, si lo consigue, lo mismo hay suerte y abre todos los telediarios con su triunfo. Si la suerte le es esquiva, me temo que seguirá siendo una extranjera en su país. Aunque sea de Granada y en Sierra Nevada la conozcan más que a la Alhambra. San Cucufato, no falles al Puñetas, que te corto los cataplines y te mando a hacer las ídem…

17 de febrero de 2006

LA VIDA EN UN SILLÍN

Está disputándose la Vuelta Ciclista a Andalucía, una de las primeras pruebas de alto nivel que se celebran en España, al inicio de la temporada. Cuando todavía hace un frío que “pela” (excepto en mi Costa del Sol) y la lluvia amenaza por cualquier esquina (excepto ídem), los ciclistas están ya pegados a la bicicleta, dale que te pego a lo pedales y a los controles antidoping, que parece que son los únicos que meriendan porquería para rendir más y mejor. Adivina tú cuántos miles de kilómetros se meterán entre pecho y piernas, jugándose el pellejo y la dentadura para llegar a fin de mes con las alforjas medio vacías. Siempre se ha dicho que el ciclismo es el deporte más duro de todos los que se celebran. Hoy quiero recuperar varios párrafos de un artículo de prensa escrito por Camilo José Cela (nuestro último premio Nóbel) cuando empezaba a entrar triunfalmente por la senda de la literatura, o sea, cuando era un jovencito que se dedicaba a epatar al personal. (Burla burlando, fue haciéndose famoso y escribiendo –de vez en cuando- un buen libro). Razonaba don Camilo tiempos ha: “Quizás la fórmula más cruel del ciclismo –el más cruel de los deportes- sea la de la lucha contra reloj, la pelea del hombre en soledad, del hombre con su propio esfuerzo. Sobrecoge el ánimo el ver a un hombre pedaleando en solitario furiosa y desesperadamente, sin el consuelo de oír el jadear del enemigo, calentando el alma en su propio calor. El ciclista que galopa a solas siempre parece un poco ese demente al que alguien engañó diciéndole que al final de la carretera le aguarda el paraíso, un paraíso que abrirá sus puertas al que tarde menos tiempo en llegar, que es mucho más difícil que llegar el primero. El ciclista que corre las carreras de la salida en bloque- todos con un pie en un suelo y esperando escuchar el pistoletazo de la partida- puede siempre permitirse unos kilómetros de siesta, unos kilómetros en que la paz cae sobre el pelotón como un acuerdo que el sudor firmó en todas las frentes, como un acuerdo que –aún sin firmarlo nadie- todos respetan para poder subsistir. Pero el ciclista que pelea contra el reloj no puede conocer el descanso, porque el descanso, como el olvido o como la paz, es siempre un pacto y el ciclista en solitario no tiene con quien pactar. Pedalear “todo lo que se pueda” es mucho más difícil, mucho más penoso, que pedalear más deprisa que nadie. Se aguanta mejor el límite del esfuerzo cuando ese esfuerzo es concreto –ir en cabeza de un pelotón- que cuando es abstracto e inaprensible –ir en cabeza de las sombras-.” Viendo pasar al pelotón ciclista echando leches (dos horas esperando a los esforzados de la ruta para ver desaparecer su estela en unos cuantos segundos), uno piensa si corren tanto (mejor, vuelan) porque anda el mismísimo demonio persiguiéndoles para echarles el guante y meterles un puro con lo del doping. O si es que los ciclistas saben mejor que nadie que la vida empuja y nos hace correr inevitablemente siempre hacia adelante y hacia ninguna parte. Filosofaba don Camilo en el artículo citado: “Vivimos -queramos o no queramos- contra el reloj, como el ciclista de la carrera cruel. Pedaleamos para llegar -¿a dónde?- antes -¿qué quién?- y a solas. Y a veces, cuando el tiempo nos permite pensar, nos preguntamos: ¿A qué fin nos conduce esta carrera desbocada, sin reglas y, lo que es peor, sin piedad?”. Estas evocaciones celianas me vinieron a la mente cuando el otro día veía pasar en un pis-pas al pelotón ciclista de la Vuelta a Andalucía. Parecía un grupo de almas en pena llevadas en volandas por un enemigo infernal en dirección a un destino inalcanzable e inasequible. ¡Qué prisas! ¡Qué velocidad! Y eso que está empezando la temporada. ¿Qué no será cuando estos hombres estén en plena forma? Acababa Cela su artículo señalando: “No. No corramos como los ciclistas, contra reloj. Corramos las carreras en línea. Aún nos quedan contendientes caballerosos que, a última hora, son capaces de echarnos una mano. Como en la Olimpiada griega”. En la agonía solitaria de la contrarreloj, o en la fuga infernal de la carrera en línea escondido en el pelotón, el amigo ciclista parece que esté escapando continuamente de un enemigo invisible, obligado a ir siempre hacia un lugar de donde volverá a huir en cuanto se le evapore el sudor. Encima, cuando llega a la “meta” (en la que no estará ni cinco minutos), unos draculines esperarán con la aguja entre los dientes para morderle la yugular en busca de esteroides y otras químicas. Unas pocas horas más tarde, tras echar un reparador sueño, vuelta a coger el manillar, enganchar los pies en los pedales y a seguir huyendo. Claro que, para metáfora deportiva y vital, la de los chicos de la Fórmula I: éstos –encima- se tiran toda la carrera dando vueltas a la misma noria, regresando una y otra vez al mismo puerto de salida y llegada, en un sin sentido que deja enana toda posición nihilista. ¿Quién dijo que la práctica deportiva no tiene nada que ver con el sentido más profundo de la vida?

14 de febrero de 2006

BUTANITO CABALGA DE NUEVO

En abril de 2002 dejó la radio dando una espantada. Siempre ha tenido a gala irse antes de que lo echen, lo cual me parece una buena táctica. Se montó en un tinglado de Telefónica y otras empresas del holding con el objetivo de montar una alternativa al “Imperio del Monopolio”, como llamaba a ese otro tinglado pilotado por Polanco y el diario “El País” como buque insigne. La cosa iba ya descaradamente de política (PP contra PSOE), pero pese a su imagen largamente cultivada de ogro, en el fondo es más tierno e ingenuo que un chupete. Así que duró bastante poco en el invento político-financiero (otra vez se largó) antes de que se fuese a pique definitivamente. Como ya se adivina por la fotillo de presentación, hablo de Jose María García, el periodista deportivo más famoso de los últimos 30 años, descontados los cuatro últimos. Parecía que el tiempo y el hastío lo había relegado al ostracismo. Ahora nos hemos enterado, con algunas apariciones públicas recientes, que algo de eso ha habido pero también que el puñetero cáncer ha estado a punto de llevársele al más allá, con todos sus secretos y vivencias. Mis recuerdos alcanzan su trabajo junto a Pedro Ruiz en la televisión española (“la mejor televisión de España, porque es la única que hay”, decía sarcástico), allá por los años 70, haciendo un programa deportivo ameno y riguroso que jamás se ha vuelto a repetir en ninguna telele. (Lo de “Maracaná” de la Cuatro o “El Rondó” de la TVE es pura astracanada y basura comparado con aquello). Luego ya lo oí en la Ser, cuando todavía la cadena de radio no se la había regalado Felipe González a su amigo Polanco. Vamos, cuando la radio (la SER, la COPE, Radio Nacional…) la formaban emisoras mucho más objetivas y libres que en la actualidad. Fue en la SER cuando empezó a actuar de Pepito Grillo y a no dejar títere con cabeza. Nadie había hecho eso hasta aquel entonces (denuncias de la corrupción deportiva) y nadie lo ha vuelto a hacer después. Aquel papelón se lo apropió y desempeñó con brillantez y mucha audiencia de público hasta que pasó lo esperado: el peso de los años trajo el aburrimiento lógico; llegaron aires más desenfadados y frívolos en la radio deportiva y sus rivales más directos –incluyendo los políticos- empezaron con campañas de descrédito, acoso y derribo. (Todavía recuerdo aquella miserable comparación con Hitler, elaborada por la Cadena Ser). Este hombre sabe demasiado y yo espero que alguna vez lo cuente todo o casi todo. Porque algo bocazas sí que es, y algo soberbio y creído. Me lo parece. También que nadie es perfecto y que tantos años en candelero dan poder, influencias y prepotencia, por muy ajustado que tenga uno el cerebro y los sentimientos. Ahora –en su reaparición tras su dura enfermedad- ha soltado unas perlas de campeonato, de las que sólo destaco unos cuantos titulares: “Florentino Pérez es un tipo indeseable”. “Aznar ha ayudado sin límite al Real Madrid”. “Me ha decepcionado Luis Herrero y me da miedo Jiménez Losantos”. “Hoy la profesión periodística deja mucho que desear tanto en la falta de pluralidad como en la telebasura”. En fin, se ve que su roce con el mundo de la política (demasiadas amistadas con gente del PP y demasiados enemigos en el PSOE) le ha defraudado enormemente y quizás si algún día escribe sus memorias provoque bastante urticaria en ambos partidos y en mucha gente importante. Leyendo en los foros de interné, tras su salida a la palestra, veo que hay dos grupos bien diferenciados, alineados también políticamente: los unos le ensalzan y los otros le denigran. Ya se sabe que la mayoría del personal piensa con palabras ajenas, envuelto en banderías, religiones, partidos e ideologías que se creen el no-va-más de la perfección. Y repiten como papagayos lo que han oído en la prensa y radio de su partido, en sus sacristías, en sus cuarteles o en sus mítines. Vaya asco. El Puñetas opta bastante críticamente por el García –sólo como periodista deportivo- con el que trasnocharon millones de españoles en los años 80, su década dorada en Antena 3 Radio hasta que se la cargaron el PSOE y sus socios propagandísticos. Se queda con las innovaciones informativas que llevó a la radio como retransmitir los partidos a ras de campo, tal si fuese un miembro más de los banquillos. Sus retransmisiones de la Vuelta Ciclista a España en helicóptero y en la moto. Su peculiar lenguaje, del que aún resuena aquello de “el deporte español está lleno de estómagos agradecidos, lametraserillos y abrazafarolas”. ¡Gran verdad, vive Dios y Alá y Buda y San Cucufato! Un tipo irrepetible, para bien y para mal. “Butanito”, como cariñosa y también despectivamente lo trataban unos y otros, sigue vivo aunque pienso que ya ha pasado su hora periodística pues segundas partes nunca son buenas. Que disfrute de la vida ahora que puede y que empiece a escribir pronto sus recuerdos para contarnos cosas que nadie se ha atrevido a contar todavía.

10 de febrero de 2006

LES METIERON SEIS. ¿Y QUÉ?

El miércoles 8 de los corrientes poco menos que se declara la tercera guerra mundial. -Oye, ¿sabes lo que ha pasao? ¡Una catástrofe! -Anda ya, ¿otro 11-M? -Algo peor, chico. ¡Al Madrid le han metío seis castañas! Más o menos (esto sin exagerar, que exagerando…) así tuvieron lugar las conversaciones de café, copa y ducados en la mañana del jueves 9 y lo que te rondaré morena resalá. ¡El mejor equipo del mundo acababa de recibir media docena de puñetazos en los higadillos a manos del Zaragoza, el cual hace cuatro días tenía a su entrenador con la soga al cuello por la fatal marcha del equipo! Como lo del fútbol de este país sí que es exagerar y no lo que hace este pobre sátiro, digamos antes de que alguien se lo crea que lo de “mejor equipo del mundo” le cuadra al Real Madrid lo mismo que a un santo dos pistolas. En realidad sólo en el periodo que va de 1956 a 1960, en que gana cinco copas de Europa seguidas y una Intercontinental, se puede asegurar que era el mejor del mundo. Luego vinieron algunas rachillas buenas (del 99 al 2002), y pare usted de contar. Que tenga el mejor historial de todos los clubes del mundo sólo quiere decir que tiene muchas medallas en la solapa, pero con ellas no se come ni se gana hoy día. Que sea una multinacional del fútbol muy bien montada, pues magnífico, pero “el mejor equipo del mundo” se demuestra sobre todo en el campo. Es más, nadie en su sano juicio debería atreverse a decir que tal o cual equipo es el mejor del mundo porque no hay evidencias científicas que lo demuestren salvo el falso orgullo o la vil mentira de los que sólo ven por el ojo ciego de “su” equipo. Lo del Zaragoza –con su técnico sacando número en la cola del paro- demuestra también la estupidez sobre la que viven la mayor parte de los equipos de fútbol, que a las primeras que vienen mal dadas mudan de entrenador como el que cambia de calzoncillos, a ver si hay suertecilla. Que López Caro o Murcia –entrenadores modestos y del país- estén levantando a sus equipos frente a los grandísimos entrenadores que les precedieron –por historial y conocimientos- como Luxemburgo y Bianchi, sólo demuestra que los que realmente cortan el bacalao en el campo son los jugadores y que cuando quieren echar a un entrenador, lo echan y si son muy malos, pues ni eso: directos a la división inferior dado que algunos equipos deben descender obligatoriamente para que el circo se mantenga la mar de interesante. Así que –retomando nuevamente la gran catástrofe, sin duda superior al crack del 29 y a la muerte de Manolete- la abultada derrota del Madrid ha servido para que periodistas, rivales y aficiones se pusieran a destilar mala baba (esa que nace de la revancha, el rencor y hasta el odio) porque a esos señoritos del Real les han mojado la oreja seis veces. Y como todo el mundo les ha tirado cantazos porque la ocasión la pintaban calva, el menda lerenda del Puñetas (más que nada por llevar la contraria) escribe hoy que basta ya de tanto regodeo, escarnio, mofa y cachondeo por un simple resultado. Que todos los equipos y todos los toreros tienen su noche o tarde tonta y se llevan las más delirantes cornadas. Que los equipos pobres, como el Zaragoza, tienen derecho de vez en cuando a una alegría, aunque eso les valga a muchos manipuladores como ejemplo de que así es de democrático e imprevisible el fútbol, que hasta los pequeñajos le endilgan seis morcillas a los grandes. ¡Y una leche, con perdón! Eso sólo pasa una vez cada cinco años y un día. Perder un partido por goleada no es ni un desdoro, ni una vergüenza, ni un crimen. La prepotencia del Madrid, como la del Barça y otros equipos poderosos, sí que es censurable hasta reventar y que yo sepa, de ello nunca se ocupan los que ahora andan con la baba suelta viendo la goleada encajada por los Zidanes y resto de la tropa. Porque la prepotencia va acompañada de tráfico de influencias, mangoneo, ninguneo a los demás y otras virguerías que sólo cantan unos pocos grillos y cantamañanas locos de atar, como el aquí presente. Caro, entrenador goleado: “Soy el máximo culpable”. Deja de llorar que como sigas repitiéndolo son capaces algunos de personarse en un juzgado de guardia y llevarte a la trena. No me seas tonto y a preparar el próximo partido, que el espectáculo debe continuar.

7 de febrero de 2006

NUESTRO BALONMANO ME HACE SANTO

Horror. Hoy la cosa no va de fútbol. Por fin consigo un día en que haya algo que me alegre las pajarillas. Vamos, que hoy voy de santo por la bitácora. ¿Y qué podemos ser al valorar a nuestros chicarrones del balonmano si no unos santos beatíficos y bondadosos? Además que, tal como se está poniendo el mundo -que no sabe distinguir una irónica caricatura sobre Mahoma de un holocausto nazi donde murieron asesinados 6 millones de judíos- lo mejor es dedicarse a repartir incienso a diestro y siniestro. Así no pecamos y ganamos el cielo eterno, incluídas las huríes. Más no se alarme el inquieto lector que busca por estas tierras algo más que incienso y mirra. La tentación es grande (a ella sucumbimos hoy, aunque muy agustito), pero la cabra tira al monte y el Puñetas se debe a la sátira y la ironía en estos papeles virtuales. Cuando se le seque el cerebro cerrará el quiosco y se meterá en un convento a cantar loas y glorias. Dejando a un lado las coñas marineras y las disquisiciones metafísicas, vayamos con el alegrón que nos han dado a algunos esos machotes de la selección nacional de balonmano. Da igual que jueguen en la selección que en cualquier club laico. El caso es que los gachones juegan como Dios (hoy, en plan santito, no voy a salir del vocabulario frailuno, ya verás). Acaba de disputarse el Campeonato de Europa de balonmano, ese bello deporte en el que desde hace unos años jugamos como los ángeles. Hace no mucho se ganó la Copa del Mundo y otra vez se rozó el cielo, aunque en el partido decisivo los franchutes de mi envidiada Francia se llevaron el gato y la copa al agua. Pese a ello (porque en un partido puede pasar cualquier cosa y porque en una sola hoja hasta el mejor escritor hace un borrón), nuestros muchachazos saborearon la gloria del buen juego y nos hicieron disfrutar celestialmente de lo lindo a lo largo de todo el campeonato. ¡Jo, ese partido de semifinales contra la pérfida Dinamarca lo guardaré en mis retinas requemadas como oro en paño durante muchos años! Y es que aquí no hablamos de fútbol, con sus tonterías, esos jugadores simulando caerse al suelo al menor empujón, o esas memeces de no “entró la pelotita” o “el árbitro, que nos tiene manía”. Para fuerza viril, choques y tentetiesos, los del balonmano. Y oiga, todos tan amigos, ayudando al rival a levantarse, felicitándose al acabar el encuentro y hasta la próxima, chatín. Si es que con estos chicos del balonmano da gusto divino. Hasta celebraron el subcampeonato y se raparon el chilindrón. Otros, en su lugar, se habrían puesto a llorar por la pérdida del reino y todavía estarían moqueando por las esquinas. Pero esta gente (el Iker Romero, el Barrufet, Juanín, Uríos, Garralda, Entrerríos y todos los demás) es que son así de raros. No sólo juegan como los dioses si no que no van de divos, forman una piña y ¡son hasta simpáticos! Naturalmente que el 90 % de los telespectadores españoles no saben ni quienes son (ellos a lo suyo, los Ronaldinhos o los Ronaldos, que hacen un gol cada lustro) pero lo bueno ya se sabe que sólo es paladar de ciertos privilegiados. Que no se me cabree ningún forofo del futbolín, que hoy estamos de fiesta y enhorabuena. Nuestro balonmano, a lo tonto, ocupa los primeros puestos en el mundo tanto a nivel de clubes como de selección. Y no como flor de un año en que suena la flauta por casualidad, si no porque el trabajo diario, la planificación y el pensar con la cabeza en vez de con los pies, traen como consecuencia una cadena de éxitos que ya vienen durando bastantes años y lo que te rondaré, morena. Aguantando mecha. Y nunca mejor dicho porque mira que es duro el balonmano. Pero con esas cachas y esos cuerpazos, que les echen bloqueos y milongas a sus currantes. Así que los redomados negativistas de siempre debemos felicitarnos porque con esta gente del balonmano no nos comemos una rosca. No provocan escándalos, son buena gente y hasta saben enhebrar una frase (no como otros que yo me sé). Lo malo es que preguntas a los chaveas en el cole o en la calle sobre si conocen al mejor portero de España y de Europa y te dicen que es Casillas. ¡Habráse visto ignorancia! Y es que, amigo Barrufet, no se puede tener todo en esta vida. Pero es preferible que así sea para que el orden natural de las cosas se mantenga: cuanta más calidad, peor venta al público. Y bueno, el Puñetas intentó hoy hacer un burdo panegírico de nuestros tíos buenos del balonmano cañí, pero no sabe si lo habrá conseguido más allá del ámbito carnal. Y es que, pese a que hoy las estrellas le santificaban, lo suyo sigue siendo jugarse el tipo en el infierno de la sátira y la mordacidad. No somos nadie, mejorando lo presente.

3 de febrero de 2006

LOS POBRES SÓLO HACEN BULTO

En Italia se está armando una buena porque el señorito Berlusconi (al que más de uno le haría la cirugía estética, pero en el cerebro) está dando mucha pasta a los equipos ricos y unas migajas a los pobres. En caballero tan fachoso es normal este comportamiento abyecto, pero ya es que ni siquiera guarda las debidas formas, o sea, que da los bofetones a la cara y riéndose ante las cámaras. Hasta ahí podíamos llegar. Don Berluscone es dueño de media Italia en lo que se refiere al tema del gobierneo y de los medios de incomunicación, incluidas teleles. Como siga así dejará pequeño al Duce, por mucha sonrisa de conejo que se marque. Su última jugarreta tiene que ver con el fútbol, donde también tiene aposentado su trasero. Resulta que Mediaset (una empresa del amigo) está ofreciendo un dineral a los grandes equipos como el Juventus o el Inter (pongamos de 200 millones para arriba), mientras que a los clubes modestos les da una patada en el culo junto a una propinilla de unos 10 millones, para que se compren tiritas para bajar la inflamación. Ya se sabe que los equipuchos están para rellenar y hacer bulto, mientras que los equipazos actúan para la Historia, aunque luego sus enormes éxitos y pequeños fracasos deban conseguirlos en lucha desigual contra los parias de la tierra. El escandaloso asunto está en el Parlamento, aunque como allí sigue cortando la pana y el trinque don Silvio, pues eso, que poco habrá que hacer salvo que los modestos se planten y hagan algo sonado. ¿Qué tal negarse a jugar contra los equipos grandes? Porque la cosa tiene su gracia: juega la Juventus contra la Fiorentina y el Berlusconi le suelta al equipo turinés –pongamos por caso- 10 millones de euros y a los florentinos les invita a una bolsa de pipas valorada en unos cuantos céntimos. ¡Y todo por disputar ambos el mismo partido! Pero esta política de tomar el pelo a los desgraciaos (sean equipos, personas o bichejos) no es sólo privativa del gobernante-mangante italiano. También en España, las empresas de la cosa deportivo-sexual hacen abusivas discriminaciones al uso aunque por el momento no tan sangrantes como la de Berlusconi, aunque todo se andará. Este desprecio a las reglas de la igualdad –a igual trabajo- y la minusvaloración consiguiente de la mayor parte de los equipos deportivos, está muy incrustrado en las meninges ideológicas de los que viven del cuento. En el diario AS escribe el excelente articulista Juan Mora, en relación a la Euroliga de baloncesto: “Habría que hacer una liguilla más corta. La criba, que se hiciera entre los peores equipos. La competición ganaría en intensidad, emoción e interés. Porque el interés, la verdad, está siendo mínimo”. Traduzco: don Juan quiere decir que los equipos pequeños (“los peores”) están jorobando el espectáculo, obligando a los equipos grandes a enormes desplazamientos y gastos de energía. En efecto, la fase de clasificación de la Euroliga baloncestil es una extravagancia larga y aburrida, pero de eso no tienen culpa los equipos pequeños. Habría que exigir que haya unas eliminatorias a dos partidos (ahí es donde se da la auténtica emoción e interés) y si un equipo grande pierde, que se vaya a llorar a su casa o a una repesca. Sin embargo, los enteraos en esto lo que pretenden es que en la liguilla sólo jueguen los mejores equipazos, con un par de equipuchos de invitados por aquello de hacer un poco de bulto y sentar un pobre –o dos- a la mesa de los que cortan el bacalao. Y digo yo, ya puestos, ¿por qué no se organiza de una vez una Euroliga sólo entre los equipos de alto copete? O mezclamos a los ricos y a los pobres con idénticas reglas y posibilidades o rompemos la baraja y hacemos una liga de pobres y otra de ricos, para que se vea claramente el pastel. El embuste de ahora –chicos y grandes mezclados con reglas que favorecen exclusivamente a los grandes- es una tomadura de pelo digna de mi ilustre peluquero. Es el mismo tema de la Copa de fútbol española. Primero se enfrentan los pezqueñines para destrozarse unos con otros. Mientras tanto, los grandes están de parranda, como si no tuviesen plantilla y presupuesto de sobra para disputar Champion y Copa simultáneamente. Pero claro, hay que evitar la sorpresa de que el Bollullos C.F. elimine a un partido al Madrid o Barcelona y se acabe el negocio y se vaya al carajo el presupuesto. Porque todo esto que vengo comentando muestra a las claras que aquí lo único que interesa es la pasta gansa. El parné. El deporte es puro accesorio folklórico. Me parece muy bien que los grandes equipos jueguen sólo entre ellos, al igual que los ricachones del planeta sólo se ven también entre ellos. Pero si se mezclan con los del montón –aunque sólo sea para disimular- habrá que exigirles (por dignidad y por decencia) que jueguen con las mismas armas y los mismos riesgos. Y si no, que se vayan a hacer puñetas. (Obnubilado como estoy por el socialismo zapateril que nos mangonea y sorprende cada día, hoy me ha dado un ataque de “socialismosis” agudo que no se pué aguantar).

1 de febrero de 2006

HISTORIA DE UN ESPERPENTO

Cuando el jueves 25 el árbitro Megía Dávila suspendía al final de la primera parte el encuentro de vuelta de la eliminatoria de Copa entre el Valencia y el Deportivo, no había que ser un lumbreras para imaginarse que tal decisión iba a traer cola durante toda la semana mientras que -al mismo tiempo- el cobarde e irresponsable espectador que originaba el follón al tirar con tino una moneda al linier del encuentro, iba a estar los siguientes siete días cubriéndose de gloria por hazaña tan vil. Nunca un imbécil provocó un culebrón tan esperpéntico como el habido hasta hace unos minutos en que –por fin- se ha puesto el “the end” y las “santas pascuas” al asunto. Esta es la grandeza y la miseria del fútbol. Todo lo que acontece en un campo y en unos despachos, sobredimensionado por los medios de incomunicación, adquiere fama de epopeya o de astracanada. Esta vez tocaba lo segundo. Así que el Puñetas, que se las veía venir con ese olfato de liebre perdiguera que el destino y su mala baba le ha dado, ha seguido el asunto hasta el pitido final, aún a costa de atrasar el satírico comentario durante 24 horas. Y, queridos y queridas, ha merecido la pena. Todo comienza cuando un árbitro “echao palante”, al que -en cambio- da miedo ver la sangre derramada por su compañero de pito tras sufrir un monedazo en pleno rostro, decide dar cerrojazo al partido de vuelta, con el marcador de empate global en la eliminatoria. Para unos hizo bien, porque la violencia hay que atajarla de raíz. Para otros, fue un irresponsable porque “el fútbol debe prevalecer sobre el gamberrismo de un desalmado”. Lo bueno del futbolín es que se mueve siempre en lo antitético, en la dicotomía, en la tesis y la antítesis sin llegar nunca a conclusión alguna o a moraleja que sirva para aprender en un futuro. Así que la suspensión del festejo pilló en calzoncillos a todo el mundo. “Hay que dar el partido por finalizado definitivamente” –decían los coruñeses, barriendo para la costa gallega. “De eso nada, monada, el partido tiene que volver a jugarse” –contrarrestaban los chés mirando hacia la playa de la Malvarrosa. En estas que entra en acción ese Comité de la Nada llamado vulgarmente “de Competición”. Y, en medio de un desmadre de opiniones enfrentadas entre gallegos y valencianos, echándose mutuamente las culpas de todo (y es que traen un bagaje de rivalidad poco amistosa desde un maldito partido de hace ya bastantes años), los nulos miembros del Comité decidieron que el partido se reanudase en el minuto 44 de la primera parte, en Mestalla y a puerta cerrada. Y con los mismos colegiados con el pito a cuestas. Como era de prever en gente tan razonable como la futbolera, nadie estuvo de acuerdo. Lendoiro, el jefe listísimo del Deportivo, bramaba porque a su equipo no se le había dado por ganador del partido, “como hubiera ocurrido en Europa”. En el lado valenciano se tiraban de los pelos porque se consideraban los grandes perjudicados con la suspensión alevosa del encuentro y, encima, ahora no tendrían ni público ni gaitas que meter en el estadio para apoyar anímicamente a sus abúlicos chicos. (Menos el portero Cañizares, que es capaz de pegarle una patada hasta al botiquín del masajista rival). Más digamos la verdad verdadera. Pronto los anfitriones se dieron por vencidos, pero el visitante Lendoiro, más rebuscado que las pesetas antiguas, dijo que no tragaba. Y volvió de nuevo con esa historia de que “esto en Europa no pasa”. El buen hombre quería apuntarse un gol en los despachos, ya que sus jugadores no habían conseguido en el campo nada más que uno, y de penalti dudoso. Así que decidió recurrir a todo bicho viviente, empezando por el Comité Español de Disciplina Deportiva y acabando por el Tribunal Constitucional de habérsele dejado y haber tenido tiempo. Al final, tuvo que ser la justicia ordinaria (recurrir a ella “en Europa” le hubiera costado muy caro) a través de la mismísima Audiencia Nacional –sí, esa que está para cosas del terrorismo y delincuencia de alto copete- la que le dijo al presi deportivista que se deje de majaderías y que gane la eliminatoria en el campo. Como está mandado por la Santa Madre Iglesia. Y así nos acercamos al final de esta bella historia. Que en asuntos de balones tenga que dilucidar un alto tribunal significa que el fútbol es más importante de lo que pensamos sus críticos así como que el personal que circula por este submundo está más mochales de lo que aparenta. Sólo ha faltado que la Audiencia tardara 7 u 8 años en realizar el dictamen –como suele hacer con otros temas de más gravedad- y el esperpento hubiera sido de los que marcan una época. De estupidez, pero época al fin y al cabo. Finalmente, acaba de terminar el partido con el gozoso resultado para el Deportivo de empate a uno. Se clasifica Lendoiro para las semifinales coperas aunque supongo que andará el hombre bastante disminuido en su ego judicial. Ahora sólo falta que el próximo sábado, en que vuelven a jugar otra vez los dos equipos (esta vez en la Liga y en La Coruña) aparezca otro energúmeno en Riazor y tire una pértiga, una jabalina o una bomba de peste al linier de turno y se repita nuevamente la historieta, pero esta vez cambiándose los papeles ambos equipos. Habría que ver y oír de nuevo al listorro de Lendoiro viendo como enfoca el asunto. No hace falta ser un lumbreras ni tener un fino olfato como el Puñetas, para saber que don Augusto diría y haría lo contrario de lo que ha mantenido hasta hoy mismo. Todo, como dijo el clásico, por una bella causa y por los bellos principios.

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¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).