26 de septiembre de 2010

"ME PERSIGUE EL FÚTBOL..." (1 DE 2)

En mi pub, como en botica, “hay gente pa to”, frase que dijo el torero El Gallo (aunque otros se la atribuyen al también torero Guerrita), cuando después de una corrida le presentaron a don José Ortega y Gasset, indicándole que era “filósofo”. Como no sabía qué era esa profesión, lo preguntó y tras la respuesta de sus allegados, exclamó: “Hay gente pa to”. Sí, hay gente para todo, hasta la que se cree que Ortega y Gasset no era un señor sino dos.

En mi pub, ya digo, tras muchos años en el negocio, he charlado con tipos de todo pelaje y catadura. Pero nunca como el último. Se llama Lorenzo Piernagorda y ya con ese nombrecito es para que el pobre ande deprimido, pero lo suyo es más grave y no sé si tendrá cura. Para mí que lo suyo es  paranoia aunque no soy psiquiatra. Sintetizando, tiene manía persecutoria y, ¿a que no saben de quién o qué? ¡Pues del fútbol!

""Mire, señor Pi. Mi problema comenzó hace ya varios años. Noté cómo al nombrarse la palabra “fútbol” en mi entorno más cercano mi corazón empezaba a latir un poco más deprisa. No hice caso a semejante reacción pues soy un hombre muy racional. Lo achacaba a que estaba entrando en los cincuenta y ya sabrá usted, y si no lo sabe se lo digo yo ahora mismito, que los hombres tenemos una crisis física y espiritual en cuanto pasamos la raya del medio siglo de vida, vidita o vidorra.

"" Sin embargo, meses después llegué a descubrir que no sólo mi corazón se aceleraba por momentos sino que cuando veía algunas imágenes de fútbol en la tele mi piel, sobre todo la de la cabeza, me empezaba a picar. Ese prurito fue a más pero logré pararlo con diversas cremas de mi boticario de cabecera.

"" El tiempo y los años han ido pasando y cada vez mis reacciones se han ido interiorizando a nivel mental más que físico. Ya no es tanto la reacción de mi corazoncito o de mi piel o la instantánea sequedad de boca que se me producía al oír la sintonía del Carrusel Deportivo en la radio de mi vecino, sordo por parte de oído, y que se escuchaba en todo el bloque. No, lo mío ya es más grave. Siento que el fútbol, como si se tratase de un espía o de un enemigo, me persigue. Noche y día, a todas horas, en todos los lugares.  Pese a que sigo siendo un hombre muy racional y sensato, noto que mis reacciones ante este acoso no son normales. Por eso mismo no sé a quién decírselas porque nadie me creería. Ni siquiera me creyó mi mujer, que acabó separándose de mí hace seis meses, tomándome por loco.

"" Le cuento esto porque, desde entonces, vengo a su pub a ahogar un poco mis penas y he comprobado que es usted comprensivo y amigo de sus clientes. Hoy he aprovechado lo temprano de la hora, cuando apenas suele haber gente,  para enhebrar el hilo con usted y contárselo. No sé, sólo le pido un consejo, sólo deseo que me oriente un poco ya que creo que es un hombre de mucho mundo. Eso sí, no me diga que la solución es que acuda a un psiquiatra porque no tengo intención de hacerlo. No quiero perder tiempo ni dinero para acabar finalmente más loco aún.

"" No puedo, señor Pi, oír la palabra fútbol salvo cuando sale de mí mismo. La maldita palabra me persigue siempre. Cuando voy al bar a desayunar, allí está –altanera- en boca de casi todos los parroquianos. Y da lo mismo que cambie de bar. Cuando estoy en el trabajo, una oficina del Inem donde nos dedicamos a entretener a los parados a falta de ofertas de puestos de trabajo, el fútbol es un tema recurrente entre mis compañeros de oficio y los desempleados sin beneficio. No falla. Al mediodía, como vivo sólo y mi separada esposa era la que hacía la comida, tengo que irme al bar a comer el menú del día. La tele siempre está encendida y da lo mismo que pasen de la Cuatro a la Sexta o de Antena 3 a Telecinco. A esa hora siempre están hablando del maldito fútbol. Procuro no mirar, llevo unos tapones para los oídos, pero con tanto ruido de los comensales, los dueños suelen elevar el sonido hasta niveles atronadores. Le digo que he visitado ya más de cincuenta bares y en todos ellos constato lo mismo: el fútbol me persigue. Quizás si entrase en un buen restaurante no lo dejarían pasar, pero yo no tengo dinero para esos lujos.

"" No le quiero aburrir. Todos los días el fútbol me acosa, me atosiga. Los entrenadores -que hablan ya más que los políticos-, los jugadores, los periodistas, los goles del domingo, del lunes, del martes y así hasta el siguiente domingo… Si paso por el colegio del barrio, cuando tengo la media hora de bocata, en que desaparezco de la oficina por razones obvias, al tiempo que le pego un bocado al pan con salchichón en plena calle, compruebo que los niños siempre están jugando al maldito fútbol. Y no le digo cuando llego a casa. Entonces enciendo todas las luces porque tengo miedo de que algún balón esté a punto de estrellarse contra mi cabeza y me mate. Sí, créame. El balón de fútbol es un asesino que va a mi caza y captura. Poquito a poco, en estos últimos años, ha ido minando mi salud mental al comprobar que la física la tengo dura como el cemento. El cerebro es débil, es lo más blandengue que tenemos los humanos y por ahí me ataca el muy mamonazo. Sueño con balones de reglamento, con goles que se repiten mil veces, el de Iniesta en el mundial ya se ha convertido en una pesadilla constante que no me abandona ni a sol ni a sombra.

"ME PERSIGUE EL FÚTBOL..." (2 DE 2)

"" Señor Pi, si yo no fuera un tipo tan racionalista y tan estudioso y culto, sé que a estas horas ya estaría como un cencerro, loco de atar, con la masa encefálica hecha  puré y caldo de pollo. Me dan ganas de suicidarme porque soy incapaz de despistar a mi cruel perseguidor. Ni siquiera el día 29 de este mes, en que habrá una huelga general, me temo que don balón y el puñetero fútbol harán mutis por el foro en la gente, en los medios y en los estadios. Sólo pido un día de respiro, de paz, de descanso para mi cerebro. Me persigue a pares y nones, en medio del gentío y de mi soledad. ¿Qué puedo hacer que sólo esté en mi mano? A mi edad ya no puedo irme a algún país remoto ni a un poblacho perdido donde el fútbol y su odiada pelotita no tengan cabida ni existencia. ¿Cómo vencerle, don Pepe? ¿Cómo derrotar a este gigante que va a acabar con la poca cordura que aún me queda? ¡Cómo le agradecería un consejo de amigo!

Le dije que volviera en un par de días mientras yo pensaba sobre el particular y buscaba también consejo externo. Se lo planteé crudamente a mi mejor amigo, el Puñetas. La paranoia de este hombre, con sus angustias acuciantes, sus ideas de estar perseguido por fuerzas incontrolables y casi demoniacas, el considerarse un chivo expiatorio… Difícil cuestión. Al final nos pusimos de acuerdo, el Juan y el Pepe: hay problemas que sólo se solucionan por saturación. Y eso fue lo que, días más tarde,  le recomendé a Lorenzo Piernagorda:

—Mira, Lorenzo. Lo tuyo tiene muy difícil solución porque este mundo idiotizado ha tomado el fútbol como una religión, como la única política, como el mejor medio de placer sexual, como el negocio más brillante. Lo tienes crudo, macho. O te suicidas, venciendo a tu enemigo por falta de contrario al que joder vivo, o le vences empleando sus propias armas, la saturación más desvergonzada. Yo te recomiendo que veas y oigas fútbol todos los días y a todas horas. En el bar, en casa, en la cama, en el Inem, en la calle, en los libros… Fútbol y sólo fútbol, macho. Empápate de las biografías de los futbolistas, de los negocios de los directivos, de la cultureta de los periodistas deportivescos, suscríbete a cuatro o cinco periódicos de la cosa futbolera, al Digital Plus, duérmete todas las noches escuchando la voz opiácea de los santones de las ondas hertzianas hablando de don balón y de doña pelota. Atibórrate de fútbol, juega al futbolín, colecciona cromos de la Liga, estudia libros sobre tácticas y estrategias a desarrollar en el campo de juego… Que tu vida gire y gire sólo en torno al nuevo Dios. Sé que lo vas a pasar muy mal, pero que muy mal. Mas sé fuerte, digno de alguien que va por la vida con el apellido de Piedragorda. Si no logras vencer esta cruel batalla frente a tu pelmazo enemigo es porque habrás sucumbido en tu lucha valerosa y, perdida la razón, toda, ya no podrá hacerte más daño ni tú sufrir más. Pero si logras derrotarle –derrocha infinita paciencia, amigo, sé más listo que él, un pobre juego&deporte que cualquier sociedad un poco civilizada consideraría digno de niños de teta- entonces tu poder sobre él será tal que lograrás ser inmune a su atosigante e infantilodide parafernalia. Irás entonces por la vida, la calle y los bares luciendo la mejor de las sonrisas, inmune a sus ladridos, a sus balidos, a sus cantos sirenísticos de paz, felicidad y placer que sólo engatusan a los seres imperfectos, esto es, a los humanos terrícolas. Si logras superar la gran prueba que te propongo, pasarás a ser un verdadero superhombre, o sea, un dios humano al que los problemas de la pelotita futbolera le traerán al pairo y le importarán tres cojones. Entonces habrás conseguido algo más: la felicidad más exquisita.

Lorenzo Piernagorda me miró incrédulo, enarcando una ceja en plan zapatético, y me dijo:

—Acepto el reto. Enchufa la tele y empiezo la terapia con el Atlétic-Barcelona de la Sexta.

Se bebió seis gintonics pero salió del pub como había entrado. La terapia no podía empezar con mejor pie…
NOTA DEL EDITOR

El próximo día 29 los sindicatos mayoritarios han convocado Huelga General para protestar contra todos menos contra el gobierno de don Zapatero. Nosotros, ese día, aprovechando que el Támesis pasa por Madrid, vamos a ir también de huelga, pero de teclas caídas. Lo anunciamos porque no vamos a ser menos que esos famosuelos de la cultureta, el cine y la cosa intelectualoide que siempre aprovechan estos fastos para poner su nombrecito serrano en los manifiestos al uso para que la morrallita vea lo que hacen sus vanidosos idolillos. La diferencia, en nuestro caso, es que no somos nadie fuera del Arco. Por eso mismo, el próximo día 29 haremos huelga contra el gobierno de Zapatero, contra los 17 gobiernos autonómicos, contra los tropecientos mil gobiernos locales, contra las diputaciones, contra los sindicatos (palmeros del poder toda la legislatura menos un ratito, para despistar), contra la oposición, contra los burócratas de la unión europea, contra Obama, contra la guerra de Afganistán, contra Eta, contra las televisiones, contra los bancos, contra la actual ley electoral, contra los intelectuales desaparecidos en subvenciones varias, contra la internet cochambrosa, contra todos los que viven del cuento y… hasta contra mí, que hago cosas que podría hacer mejor y no hago lo que debería hacer frecuentemente. Ese día el Puñetas ayunará, sólo se alumbrará con la luz del sol, no comprará nada, paseará mirando al mar, se sentará en un banco a leer el diccionario y, llegada la oscuridad, a eso de las nueve, se meterá en la cama para –en tanto llega el bendito sueño- ciscarse en todos los ejércitos de fulanos y fulanas que bienviven metiendo sus manos -todos los días del año- en el cerebro, en el corazón y en la cartera del personal de a pie.  Nos leemos de nuevo el 3 de octubre, una vez el Támesis vuelva a su habitual cauce, esto es, a pasar por Londres.

22 de septiembre de 2010

PARA ESFUERZO, EL DEL CICLISTA.


 Acabo de leer la que ha empezado a ser una de mis bitácoras de cabecera, si es que se le puede llamar bitácora: “Crónicas de Mospintoles”. Esta semana publican un cuento extra titulado “En la Bola del Mundo” donde el protagonista, un “ciclista gregario, callado y disciplinado, capaz de darlo todo por el equipo y por el líder”, disputa la penúltima etapa de alta competición de su vida, antes de retirarse del ciclismo. Y mira tú por dónde, lo hace ascendiendo -¿o debería decirse “escalando”?- a ese nuevo invento de los organizadores para masacrar aún más a los ciclistas: la subida a la Bola citada, una pendiente de algo más de tres kilómetros con rampas medias del 12,5 % y un piso de hormigón irregular y lleno de baches, poco apropiado para las bicicletas de carrera. De hecho, en la etapa, que se disputó el día 18, sólo se permitió el acceso a las motos y a los ciclistas.

El cuento refleja el estado anímico de un hombre en el ocaso de su carrera, a sólo 24 horas de abandonar la bicicleta de competición, más quemado que el palo de un churrero, mascullando sapos y culebras mientras asciende dificultosamente por la puñetera Bola. Como se dice en el mismo cuento, y reflejó la cruda realidad de la etapa, en sólo tres kilómetros de subida la gran mayoría de los ciclistas perdieron entre 4 y 30 minutos respecto a los primeros clasificados. Un dato verdaderamente escalofriante que refleja la extrema dureza de la subida, precedida por 170 kilómetros donde hubo que subir  dos veces el Puerto de Navacerrada y alguna que otra cota montañosa. O sea que la Bolita del Copón era la guinda sádica que le faltaba a la etapa. Eso sin contar que los ciclistas ya llevaban entre las piernas 20 días de competición y unas 80 horas sobre la bici. ¡Y menos mal que la tarde fue agradable, sin viento, lluvia y frío!

No haré más sangre sobre el particular porque el cuento refleja con claridad todas estas cuestiones y porque en el Arco ya hemos escrito en otras ocasiones sobre el asunto, pero aprovechamos la ocasión para referir a algunos indocumentados que, comparado con el ciclismo, el esfuerzo de otros deportes, entre ellos el aclamadísimo fútbol o el baloncesto, no tienen ni punto de comparación. El articulillo que así lo refleja muy didácticamente lo he encontrado en el desván de mi ordenata y responde al título de “Ciclismo vs fútbol”, con los datos de “sport.es” y la fecha de “6/7/2007”. He buscado en la mencionada página deportiva para ver de encontrarlo y poner un enlace pero no lo he hallado, así que lo pongo aquí íntegro dado que ilustra muy lo que decimos en el titular de hoy y lo que estupendamente refleja el cuento de las crónicas mospintoleñas. Léalo, querido lector, y si se atreve a seguir diciendo que los señoritos del fútbol son unos esclavos del esfuerzo físico, yo me atreveré a decirle entonces que no entiende muy bien lo que lee. Seguro que no es ese su caso, pero el que avisa no es traidor, ji, ji.
Siempre se ha dicho que las comparaciones son odiosas. Pero no está de más echar un vistazo a las diferencias existentes entre el ciclismo y deportes de equipo como el baloncesto y el fútbol. Empezamos por las horas de entrenamiento. Quim Rodríguez entrena cada día pero realiza dos sesiones por semana de siete horas diarias. Casi lo mismo que la plantilla del Barça de fútbol, que entrena 5 días a la semana (después del partido tienen descanso) durante hora y media. Las dos jornadas de siete horas y los 400 kilómetros recorridos también sirven para superar en horas los entrenamientos de los jugadores del DKV Joventut, que trabajan unas dos horas al día.

Pero Quim no se queja: “Entreno por lo que hago. Si entrenara dos horas diarias no haría nada”. El ciclista catalán no quiere compararse con otros deportes. “Me gusta el ciclismo. ¿Qué tienen que pensar atletas o nadadores?”. A tenor de las palabras de ‘El Purito’, se nota que ser ciclista se lleva en la sangre.

Si sumamos las horas de competición entre el ciclismo y los otros deportes las diferencias son abismales. El FC Barcelona jugó 59 partidos oficiales durante la temporada 2006-07. Un ejemplo de derroche físico como Carles Puyol, que ha sido uno de los jugadores más utilizados por Frank Rijkaard, habría sumado 88,5 horas de competición oficial de haber disputado todos los minutos. Ferran Laviña, otro ejemplo de profesionalidad en el DKV Joventut, habría jugado un total de 44 horas en los 66 partidos que ha disputado el equipo verdinegro la pasada campaña. Vamos con el ciclismo. Un corredor que disputa el Tour de Francia y la Vuelta a España hace un total de 338 horas de competición en tan sólo cinco meses. Y traducido en kilómetros (13.730) nos permitiría ir y volver desde Barcelona a Moscú dos veces.

Para poder resistir tal desgaste físico, los ciclistas tienen que cuidarse también fuera de la carretera. La comida y el reposo juegan un papel fundamental. No en vano, un corredor consume una media de 6.000 kilocalorías durante una etapa ‘normal’ del Tour mientras que una persona ‘quema’ de media unas 2.000 kilocalorías durante 24 horas. Un jugador de basket gasta entre 300 y 500 kilocalorías por partido mientras que un futbolista puede llegar hasta las 1.200. Las interrupciones en un encuentro de basket hacen que se requiera menos gasto calórico que en otras especialidades deportivas.

La clave para el ciclista consiste en dormir diez horas diarias para recuperar fuerzas. No existe el ‘fin de semana’ o el descanso. Para Quim Rodríguez, el día de reposo consiste en correr ‘sólo’ 80 kilómetros. Para que luego digan que se puede correr el Tour tomando una pastilla. Ingenuos. El ciclismo es esfuerzo, esfuerzo y más esfuerzo.

19 de septiembre de 2010

NOS TOMAN POR EL PITO DEL SERENO

El Puñetas no sólo no es nada patriotero sino que abomina intelectualmente del concepto “patria”, pero una cosa son las ideas y otra –desgraciadamente- la realidad. Aunque usted se declare ciudadano del mundo, apátrida u otra virguería parecida, los burócratas, gobiernos y gente del común no entenderán de estas raras y vulgares sutilezas así que cada vez que vaya a mear le pedirán el Documento Nacional de Identidad, el pasaporte o el CIF. Usted, por mucho que proteste, seguirá siendo considerado como un hijo “natural” de su terruño, lo quiera o no. El Estado, sus guardianes y sus palmeros, que no admiten excepciones ni saben ver tres en un burro, antes que verle como un ser único, individual, especial, irrepetible y excepcional, le verán como un número más de la gran masa nacional, como un minúsculo átomo que no puede tomar iniciativas propias y romper la baraja por las buenas, negándose a tener baraja alguna,  como una piececita más del reloj, que no va por libre sino bien amarradita al engranaje patrio. En estos casos, qué hacer además de ciscarse en la madre que parió a quien te toma –siguiendo las leyes humanas y divinas, por supuesto- como una mierdecilla más de la gran cagada cósmica, terrícola, continental, nacional, autonómica y localista que hay que aguantar como si formara parte de nuestra mismísima genética.  En estos casos, pragmatismo manda, hay que bajar la cerviz, aguantarse y tirar para adelante camino del redil y el abrevadero.

Hoy hemos decidido hacerle caso a los de la madre que los parió y nos hemos levantado con el carnet de identidad en la boca. Nacimos y vivimos accidentalmente en un territorio llamado Spain, ergo somos españolitos para todo lo que usted mande, sean cosas duras o maduras. Por eso vamos  a poner el gritito en el cielo ante varias noticias que nos han dejado con el ánima patriótica por los suelos.

Entremos en materia. ¿Nos toman a los españolitos por el pito del sereno? A tenor de lo que uno ha leído los últimos días, sí. Un líder político español visita territorio ídem y algunos histéricos de un país vecino (dicen que “amigo”, o sea, que guárdate de amigos así) claman a Alí Babá acusando al politicastro de “provocar”. Otros buenos amigos, los gibraltareños de su Viejísima Majestad, no sólo siguen agrandando el peñón a costa del territorio español circundante sino que, cuando les parece, envían a sus patrulleras al pueblo vecino de la Línea (o sea, al extranjero, o sea, a Spain) para que atrapen a sus cacos. En contrapartida, la españolísima Guardia Civil caminera no puede poner su tricornio a la viceversa porque entonces la retienen y le sacan todos los colores menos el verde. En Murcia los dueños de una discoteca, llevando durante muchos años el nombre de “La Meca”, se han visto obligados a cambiarlo, así como la decoración del local, porque unos cromagnones  de fuera –muy sensibles para estas pijoterías- se sienten muy ofendidos por tal bagatela. La broma les va a costar a los discotequeros cien mil eurillos de nada pero habría que darles una medalla porque han conseguido evitar una “guerra con el islam”, según amenazaban los especímenes prehistóricos. Se ve que en tu propio país, sobre todo si se llama España, los de fuera te pueden amenazar y mangonear sin que a nadie se le caiga los pantalones o se le manchen.

Pero, no desespere lector, estas cosas no sólo existen en el mundillo politiquero o religiosero. También en el mundejo del deporte a los españolitos nos toman por el pito del sereno y hemos de asumirlo con una natural sonrisa.

Cristianito Ronaldo, el de las bicicletas, afirmaba la semana pasada ante los primeros abucheos del Bernabéu por su manera de jugar: “La energía que gasta el público en pitar es la misma que podría emplear en apoyarnos”.  Y añadió esta perla más: “A veces es mejor que el público nos ayude para motivarnos mejor”. Esta mamarrachada no creo que se le ocurriera decirla en Manchester cuando jugaba en la Premier League porque estoy seguro que lo habrían puesto de patitas en el Atlántico. Aquí, como somos un pelín idiotas, se permite ese lujazo. El público paga una millonada para verle meter goles y hacer buenas jugadas junto con su equipo. Ese ya es suficiente esfuerzo como para pedirle encima que le motive y que le apoye. Yo, afición, exigiría una rebaja en el precio de las entradas por apoyar al equipo. ¿Pero qué se han creído estos niñatos de la pelota?

Otro niñato, sólo que más crecidito, es Joan Laporta, quien lejos ya del Barça, anda en batalla electoral porque se cree ungido por los dioses y aspira a convertirse en “molt honorable”. Como el señorito –al contrario que el muá- es de esos a los que les encanta llevar el carnet de identidad en la boca (en este caso, el catalán), se le ha ocurrido una parida la mar de graciosa para que, en caso de que el territorio donde él vino al mundo accidentalmente se declare independiente un día de estos, su Barça querido no sufra las consecuencias negativas: jugar contra el Santa Coloma o el Puigcerdá. "Se podría perfectamente jugar la liga catalana, la liga española o la liga de los pueblos ibéricos, con Portugal, España y Cataluña”. Y remató la faena de aliño con esta boutade: “El Barça podría escoger en qué Liga jugar”. O sea, que los españolitos son y serán idiotas y ante la pérdida hipotética de un territorio no tendrían ningún inconveniente en seguir como hasta ahora, con el Barça en la Liga española, el cava en los frigoríficos y el Seat o el Nissan en el garaje de casa. Hasta los amigos portugueses harían el esfuerzo de sumarse a la nueva situación geopolítica ayudando a crear una Liga Ibérica.  Muy listo el Joanito…

Ya decía en el titular de este artículo tan atípico, con la  vista puesta en estos cinco ejemplillos que he reunido hoy, que algunos nos toman a los españolitos y españolazos por el pito del sereno. Algo muy feo sabiendo, sobre todo, que ya no hay serenos. Para una vez que me pongo el traje patrioteril resulta que algunos de fuera se lo toman a pitorreo. ¡Menudo ojo clínico tengo!

15 de septiembre de 2010

NADAL Y LOS MERCACHIFLES MEDIÁTICOS


Era el lunes pasado cuando este Puñetas puñetero fue capaz de realizar la proeza de estar despierto hasta las cuatro de la mañana para el ver el partido Nadal-Djokovic de la final del Open USA de tenis. La razón de semejante esfuerzo físico, espiritual y masoca sólo cabe achacársela a que presentía un partidazo de buen tenis, una lucha igualada y emocionante, y a que luego quería escribir sobre el particular en este Arco de mis entretelas.

Ganó Nadal y, como siempre ocurre en estas ocasiones, los medios se han llenado de desaforados elogios hacia el manacorí, como si lo suyo hubiera sido una gesta titánica (equivalente, por ejemplo, a buscar trabajo en esta Spain zapateril y ¡encontrarlo!). Para bajarles los humos afirmo con todo el morro que me adorna que el partido estuvo lejos de ser un partidazo, que hubo demasiados altibajos, con golpes increíbles y fallos más increíbles todavía. Por ambas partes, aunque fue el jugador serbio quien, sobre todo en el cuarto set, empezó a errar más de la cuenta, quizás por cansancio, quizás porque ya era consciente de que Rafaelito se había puesto el disfraz de la muralla china, quizás porque volvió a recordar lo que ya sabe de sobra: que para llegar a ser número uno del tenis le falta lo que les sobra a Nadal y Federer, regularidad y ciertas gotas de genialidad. Ah, y menos dosis de histrionismo, que al espectador divierten mucho, pero que a él mismo no le aporta ningún beneficio.

Vi el partido, como todos los que juega Nadal, con la voz de los comentaristas en off y eso que zapeaba entre Canal Plus y Eurosport pero es que uno lleva mucho tenis a sus espaldas y ya conoce demasiado a los tipos que largan por el micrófono. El Puñetas se sabe de memoria la cantinela respecto a Nadal como antes, hace ya sus añitos, se la supo con Indurain. Un suponé.

Recuerdo que el ciclista navarro se rebelaba contra el éxtasis y el peloteo excesivo que destilaban los plumillas de la prensa y los microfonistas de los medios audiovisuales en relación a sus triunfos. Por eso afirmaba –siempre que le dejaban- que él era un tipo normal, como tantos, que le costaba muchísimo ganar una carrera y que para ello debía estar a tope y muy bien preparado. Sus quejas caían en saco roto porque las portadas siempre eran las mismas cuando ganaba: el extraterrestre, Miguelón, el dios Miguel y otras idioteces semejantes, ya saben, humildad, sensatez, cerebro privilegiado, forma física descomunal, etc. Los elogios hacia Indurain ruborizaban hasta a las amapolas. Y, por supuesto, al propio ciclista, al que sentaban como una patada en cierto sitio blandengue de la entrepierna masculina.

Con Nadal se repite milimétricamente el mismo percal hiperbólico. Ya se le está catalogando como el mejor tenista de la historia o que puede llegar a serlo, cuando le queda todo un mundo. Lo de adjetivarlo como “ser de otra galaxia” es cosa habitual en quienes se deleitan demasiado en la información-ficción, vendiéndola y comprándola a precio intelectual de saldo. Dar por sentado antes de los partidos que los va a ganar es norma habitual en estos mercachifles mediáticos. Y señalar, como hoy mismo cuando llegaba a Madrid, su enorme humildad, carisma, sensatez y tal, sólo hace preguntarse a cualquier oyente o lector crítico si es que hay que destacar lo obvio, si es que lo habitual en los tenistas es que sean unos insensatos, unos arrogantes y unos canallas.

Todos estos excesos babosiles en tanto adulador sobreactuante, al final, a quien más perjudican es al deportista súper vanogloriado pues da la impresión de que gana casi sin despeinarse cuando detrás hay siempre un inmenso esfuerzo personal; perjudican a sus rivales, a los que se les ningunea y minusvalora su trabajo y, en general, perjudica a todo el deporte pues la esencia del mismo es ganar… y perder. Ganar sin tantos aspavientos ni perendengues ni cantares de gesta, y perder sin hacer de la derrota un ridículo, una debacle, un drama, como es habitual. Que esa es otra: en cuanto vienen mal dadas, las excesivas cañas se vuelven injustas lanzas y si no, que se lo digan a los chicos del baloncesto hispano, cuyo sexto puesto en el último mundial ha sido tomado por los mercachifles como un humillante retroceso y un sonoro fracaso. Vamos, que ser el sexto mejor equipo del mundial lo puede conseguir cualquiera e, incluso, hasta sin bajarse del autobús.

Así que menos honores, menos excesos y grandilocuencias y más apego a la realidad, a la verdad y al sentido común. Esa noche me alegré de que Nadal ganara la final del USA Open porque jugó mejor tenis que su rival pero bastaba ver los chorreones de sudor que le caían cara abajo para darse cuenta que la victoria le costó lo suyo. Ni paseo, ni victoria de un ser superior ni gaitas. Que el propio Nadal tenga que decir públicamente en esas ruedas de prensa que le hacen a menudo, donde hay preguntas incoloras, inodoras, insípidas e idiotas, que “no me veo como el mejor deportista español de la historia, eso es una barbaridad” no demuestra más que sentido común del jugador frente a la insensatez de la prensa. Que el propio Nadal tenga que decir que “no soy un jugador completo” debería hacer callar a muchos bocazas que lo ponen hiperbólicamente por las nubes como si ya hubiese alcanzado la perfección divina.

Sí, ya sabemos que esto del deporte de elite funciona así, con la creación ficticia y estrafalaria de mitos, dioses y seres extraplanetarios cuando sólo hay gente muy profesionalizada, constante, con mucho amor propio y espíritu de sacrificio. Ya sabemos que se trata de comprar y vender informacioncitas para que el negocio siga próspero. Parece que la efímera épica del espectáculo deportivo no es suficiente para atraer a curiosos y clientes. En cualquier caso, la mercachiflería mediática debería –aunque sólo fuese por vergüenza torera-, ser algo más comedida y realista a la hora de cantar las batallitas de los gladiadores del circo actual. Aquellas en que pierden y, por supuesto, aquellas en las que salen victoriosos.

12 de septiembre de 2010

DEMASIADOS HOMENAJES

Este veranillo, cuando el Arco estaba cerrado durmiendo la siesta, conocí a un tipo la mar de interesante. Fue en el ascensor de casa. Un anciano de unos 80 años muy bien llevados, pelo blanco, elegancia natural, discurso fácil e ilustrado. Era el padre de una nueva vecina y venía a pasar unas semanas con ella. Se le notaba con ganas de entablar conversación cuando ambos coincidimos en la puerta del ascensor. En días posteriores nos encontramos, de modo casual o a conciencia, para charlar y matar el tiempo. Me contó que tuvo que exiliarse en sus años mozos antes de que la poli franquista le echase el guante. Todo porque, con una herencia paterna, montó una pequeña librería donde se puso a vender clandestinamente libros y autores prohibidos: Bakunin, Malatesta y hasta Carlitos Marx. Libros que conseguía importar desde Francia con mil triquiñuelas.  Se largó a Suiza y luego estuvo por Alemania, Inglaterra y Francia. Trabajó en diversas profesiones y disfrutó de la vida lo que pudo. Regresó a España unos años después de que el dictador Franco se fuese a cultivar gusanos debajo de una lápida del Valle de los Caídos.  Cuando regresó de nuevo a su país sufrió tal desilusión que a punto estuvo de largarse otra vez pero ya andaba por el medio siglo de vida y si salía otra vez huyendo quizás ya nunca volvería. Su hija había decidido quedarse así que él acabó convenciéndose de que el final de sus días debía pasarlo en el país donde su madre lo había parido. 

Desencantado de tantas cosas, ahora contemplaba la vida con gran serenidad, aunque me reconocía que demasiadas cosas de las que ve y oye le repatean los higadillos. Si traigo a colación hoy a Romualdo –que así se llama este viejecito tan resultón- es porque hace un par de días me enteré que el seleccionador Vicente del Bosque había recibido el enésimo homenaje por la victoria mundialesca de Sudáfrica. Recuerdo que un día de agosto, sentados en un refrescante banco del parque, estuvimos hablando precisamente de estas cosas.

—Mire, vecino. Yo he sido un deportista vocacional. Soy de los que creen a pie juntillas que un cuerpo sano produce una mente sana. Y para que haya un cuerpo sano hacen falta saludables hábitos, alimentación frugal pero variada y mover el esqueleto de manera correcta. O sea, haciendo un poquito de ejercicio físico, desde andar bastante a poner prietas las carnes. Todas estas cosas ya las sabían los griegos y los romanos o sea que fíjese usted lo ignorantes que nos hemos vuelto la mayoría. Porque se habrá dado cuenta que hoy mucho personal ha abandonado estas bellas costumbres, empezando por bastantes jóvenes, a los que ver ya tripudos me causa pasmo y desolación.

Me soltó una larga parrafada sobre las bondades del ejercicio físico y cómo, gracias a haberlo practicado de manera continuada y rutinaria durante muchos años, ahora se encontraba con menos achaques de salud de los previstos. Estaba convencido de ello.

—Frente a esa gente que lo único que mueve es la mandíbula, pues a todas horas está masticando algo, está el otro extremo: el de los que machacan su cuerpo a niveles casi prohibitivos, sea a nivel profesional o de aficionado. Gente a la que todos han convertido en ídolos, dioses, seres de otra galaxia pues hoy sólo se valora el triunfo espectacular y el ser número uno en las cosas más insustanciales, incluyendo el deporte ultra competitivo. Eso no tiene nada que ver con desarrollar unos hábitos físicos y saludables, claro. Usted me entiende, ¿o no?

Cómo no le iba a entender si es algo que vengo pensando desde que era un mocoso con chupete.

—Es que estamos tan descerebrados que ya poca gente entiende este discursito mío. Perdone la pedantería, pero es que me duelen las muelas cada vez que veo lo que veo. Por ejemplo, eso de la Roja o Amarilla. Vale, los chicos esos de la selección han ganado un  difícil Mundial de fútbol, además de una millonada de euros. Puedo entender que los periódicos y televisiones los retraten hasta cuándo van a mear al retrete. Pero, ¿quiere usted decirme a qué viene tantísimo homenaje popular como les están dando? Ya ve que todos los jugadores han sido homenajeados en sus pueblos y barrios, han sido recibidos por las autoridades, agasajados con regalos, nombrados hijos adoptivos y predilectos, ecétera. ¿Usted cree que esto es normal?
—Será que en este país somos muy agradecidos… —le contesté a ver por donde salía.
—¡Y una mierda, con perdón! Este es uno de los países más desagradecidos del mundo. No le hablo de cuando yo era joven en medio de una dictadura asquerosa. Le hablo de ahora, en que muchos compatriotas tienen que irse fuera para poder comer caliente o que los aprecien en su trabajo. Le hablo de miles y miles de ciudadanos que trabajan de sol a sol y son ninguneados y hasta puteados sin que nadie les reconozca su buen hacer y su sacrificio. Por eso me extraña que en todos los rincones se estén dando tantos homenajes a unos tíos que no creo que se lo merezcan. Porque, a ver, ¿qué bien han hecho al país, han inventado un remedio médico eficaz, han creado puestos de trabajo, son líderes de opinión intelectual? Esta gente, jugadores y técnicos, no tiene la culpa de nada, claro, incluso algunos de ellos pueden estar sintiéndose muy incómodos con tanto agasajo absurdo, pero tanto homenaje popular no logro entenderlo.
—No sé, don Romualdo, quizás han hecho felices a millones de personas gracias a su triunfo…
—Vaya forma más idiota de felicidad… Estoy hasta el gorro de tanto homenaje a los campeones del mundo. No se lo merecen, amigo mío. Así de claro. Ya tienen suficiente premio con la millonada de pasta que le han dado a cada uno. Esto parece una charlotada, a ver qué ciudad y corporación municipal muestra más énfasis en el homenaje y el peloteo. ¡Hay tanta gente de la ciudad o pueblo mucho más merecedora de homenajes que estos cantamañanas! El pobre basurero que lleva 40 años recogiendo la porquería de la vecindad y que acabará jubilándose uno de estos días sin que nadie le haya dado ni las gracias. O ese profesor del viejo colegio de las afueras, que durante muchos años se ha desvivido porque los jóvenes de la ciudad fuesen gentes preparadas y más o menos cultas. O el tendero de la esquina, con tres décadas tras el mostrador, sirviendo mercancías a la pobre gente, o el peluquero Francisco, por cuyas manos han pasado todas las cabezas de la barriada. Amigo mío, ¿usted ha visto algún ayuntamiento que haya homenajeado a la gente que se ha desvivido, durante varias decenas de años, por servir decentemente a sus vecinos sea cortándoles el pelo, vendiéndoles pescado, limpiando las calles, enseñando a los chaveas, o cosas así? ¿Ha leído en algún periódico algún agradecimiento, una crónica de despedida, una referencia amistosa a años y años de modesto pero necesario trabajo hacia la comunidad? ¡Y ahora nos vienen a tocar las narices a algunos con tanto homenaje y tanto bombo a unos futbolistas cuya única ocupación consiste en alimentar de olvido y gansadas a las masas para que así no piensen en cosas menos estúpidas!

Noté que Romualdo empezaba a acalorarse pero fue una falsa alarma. Le indiqué mi total acuerdo con lo que afirmaba pero que las cosas son lo que son y que no es fácil cambiarlas. Si hasta criticarlas está mal visto... Luego nos pusimos a charlar de otros temas llegando casi a la misma conclusión.: parece que en estos tiempos de globalización lo único que se ha generalizado a nivel planetario es la idiotez. Eso piensa don Romualdo y eso mismo piensa el muá.

8 de septiembre de 2010

QUÉ CARA ES LA VUELTA AL COLE Y QUÉ BARATO EL FÚTBOL


Adivina, adivinanza. ¿Sabe, lector, qué museo de Cataluña es el más visitado? ¿El de Dalí, el de Picasso, el de …? Sí, acertó, inteligente lector:  el museo del Barça. Es un dato más para que cualquier hispano enamorado de la cosa cultural y educativa salga huyendo Pirineos hacia arriba, camino del exilio, pero es un dato que refleja lo que hay: la obsesión enfermiza del personal por el mundillo del futbolín y del futbolón. De esto sabemos en el Arco un rato largo (llevamos seis añitos predicando en el desierto) y de eso ya hemos escrito lo nuestro, al punto de calificar heréticamente como “modernas catedrales” a esos mastodónticos y fríos estadios de fútbol a los que todos los años acuden miles y miles de peregrinos buscando al dios San Gol siguiendo el famoso Camino de la Champions y otros caminillos de menor porte pero no menos concurridos que el de Santiago.

Hagamos un brevísimo aparte. La entrada al Museo del Barça (incluyendo la visita al Nou Camp y al Espacio Multimedia) cuesta 19 eurillos al adulto (precios año 2009), según hemos averiguado en su web,  y si el visitante es niño o jubilado el coste baja a 15,50.  Por poner un ejemplo comparativo el Teatro-Museo Dalí de Figueras cuesta 11 euros, es gratuito para niños hasta los 8 añitos y hay precios reducidos para jubilatas, estudiantes y otras gentes sin un euro en el bolsillo.  Al personal no le importa pagar más, como en el museo culé, si  se lo pasa pipa mirando y remirando fotos y copichuelas, que es la manera más moderna de aumentar el acervo cultural propio.

Intrigado el Puñetas por estos datos tan sociológicamente esclarecedores, y teniendo a gala no haber pagado nunca por ver un partido de fútbol, y siendo habitual amante de museos pero de esos en que sólo se ven obras de arte y otras aburridas memeces, me he dado otro garbeo por la internet para ver a cuanto está el kilo de partido de fútbol del bueno. Y para no alejarnos mucho del centro de estudio (la modernista Barcelona) he podido comprobar en la web del Barça  que la entrada más barata del próximo partido liguero con el Hércules (cuyo único aliciente es cuántos goles se va a llevar el equipo alicantino a casa) cuesta la friolera de 32 euros y de ahí para arriba. El partido de Champions del próximo miércoles con el Panathinaikos griego, otra perita en dulce, cuesta de 42 euros para arriba. El Barcelona-Valencia del próximo 17 de octubre tiene fijada la entrada más barata a partir de los 60 euros y el inevitable Barça-Madrid (allá por noviembre) empieza con un precio de salida de 78 euros. Bah, una minucia al alcance de cualquier bolsillo.

¿Sabe, inteligente lector, que espectáculos tan sabrosones como los que próximamente brindarán en España el grupo musical U2 o el Cirque du Soleil, tienen unos precios de salida inferiores al de un partido normalucho de los aquí citados? Ahora deje su inteligencia aparcada en el perchero, salga a la calle a cuerpo y neurona descubierta y entreviste al personal. Casi todo el mundo dirá que ver el circo canadiense es carísimo, como lo es escuchar los gorgoritos y guitarrazos de la banda irlandesa. ¡Dónde va a parar lo que ofrecen estos pobres mendigos de la cosa de la cultura circense y musical con lo que brindan los genios del Messi, Xabi e Iniesta! “Para conseguir la victoria necesitamos que tú seas uno más del equipo” —dice la web del F.C. Barcelona donde se ve a estos tres figuras de la pelotita, al tiempo que uno les mira la cara de tristeza que destilan, como de no haber comido un bocata en una semana por culpa de un sueldo miserable, y entonces dan ganas de ir a socorrerles humanitariamente pasando por taquilla y dejándoles en ella de 40 euros en adelante para bocatas, copas y tiritas.

Oiga, lector, le doy un euro libre de impuestos si me presenta a alguien –desde individuo a medio de comunicación- que haya manifestado en los últimos tiempos que el fútbol es carísimo, que lo que cuesta comparado con lo que ofrece –como espectáculo archiconocido y repetitivo- da para una ridícula relación calidad/precio y que, encima, al menos cada quince días el tinglado exige rascarse el bolsillo, lo cual hace que al cabo de toda la temporada el desembolso alcance cifras de mareo y vómito. ¿Ha encontrado ya a algún protestón? Me temo que no. Ahora repare en que desde mediados de agosto las telecacas y otros mierdos de comunicación vienen dando la vara y la castaña sobre la enorme carestía de la vuelta al cole.

—Se me va un dineral, vecino, en apañar los libros, los lápices, los cuadernos, las zapatillas, la mochila, las gomas de borrar y el despertador para que el puñetero niño vaya al colegio a aprender unas cosas rarísimas que luego no le van a servir para el día de mañana.

Sí, desde mediados de agosto, todos los años, la cantinela de los mass media llega a los dulces oídos del paisanaje, que asiste tembloroso a los gastos que le esperan con el regreso del colegio. ¡Un libro de Matemáticas, 25 euros, madre del amor hermoso! ¡Un robo a mano armada! Y una mochila, que no le dura al crío ni dos meses porque tiene la mala costumbre de meterla en los charcos, se va a los 20 euros en cuanto tiene dos dibujitos en la tela. ¡Otro robo, vecino!

Total, que el personal se echa las manos a la cabeza y no para de protestar por lo carísimo que está todo lo relacionado con la vuelta al cole. Incluyendo las zapatillas y el despertador, que también son incluidos en el lote, por si acaso. Y uno se pregunta, y usted, inteligente lector: ¿Qué es más importante, el fútbol o la educación del niño? ¿Qué es más caro, un libro que durará todo un curso escolar o una entrada para 90 minutos de un Barça-Madrid? ¿Qué bula tiene el fútbol para que nadie le haga ascos por muy abusivo que sea el coste de la entrada, mientras que surge el clamor popular y mediático –casi en plan de linchamiento- por el “elevadísimo” precio de unos artículos destinados a ayudar a nuestros hijos a desasnarse, a ser personas formadas, inteligentes y libres? Ah, inteligente lector, que por eso mismo los medios y mucho personal ponen el gritazo en el cielo… Claro, claro, ahora lo entiendo…

—Sí, vecino, el libro de Lengua otras 25 castañas del ala. Y digo yo, ¿no tiene el niño ya una lengua, para qué quiere otra?
—Venga, déjate de quejarte y vámonos para el estadio que las entradas se acaban y nos quedamos sin ver al Ronaldo y al Mou…        

5 de septiembre de 2010

EL PODIUM DEL VERANILLO


Desde que cerramos el chiringuito del Arco allá por el 17 de julio hasta su reapertura el 1 de septiembre, ocurrieron muchas cosas en el mundillo deportivo o paradeportivo. Algunas dignas de figurar en las mejores antologías del disparate, incluyendo nuestro Arco. Así que hoy a vamos a confeccionar un podium veraniego con las tres noticias que más nos han alegrado las pajarillas en el tiempo de vacaciones. Ha sido ardua la selección pero creo que ha merecido la pena.

MEDALLITA DE BRONCE:

Varios imanes de Malasia salieron este verano con el cuento medievalesco de que los musulmanes no deberían llevar la camiseta de equipos de fútbol, como el Manchester United o el Barcelona, o de selecciones como Brasil, Portugal, Noruega… porque en sus escudos aparecen dibujitos muy malignos como la cruz o un diablillo. “Es muy peligroso. Somos musulmanes y no deberíamos idolatrar los símbolos de otras religiones o del diablo" –dijo un pobre botarate al que no daremos publicidad alguna. “Es algo que hace tambalearse nuestra fe” –acabó por sincerarse el ignaro imancillo. Si algo tan insustancial como el dibujo de un escudito de una camisola futbolera hace tambalear las creencias religiosas de algunos, habría que ir pensando en que esa religión tiene un porvenir bastante negro. En realidad es la historia siempre repetida desde que se inventaron los curas, rabinos, clérigos, imanes y otros profesionales de la cosa pseudo-religiosa: buscar enemigos donde no los hay o dedicarse a trolas y cuentos que en nada ayudan al personal a humanizarse. Me temo que los únicos imanes creíbles son los magnéticos, con su polo Norte y su polo Sur. Dicho lo cual, ya sólo faltaría que por lucir una camiseta de un club deportivo el personal se condenase a la vida eterna… Menudo porvenir… Por cierto, ¿habrá Liga en el más allá?

MEDALLONA DE PLATA:

Los directivos del Granada C.F. (o alguno de ellos) nos sorprendieron en el veranillo loco con una noticia de lo más estrambótica: bolsas con billetes de curso legal eran tiradas a la basura por error y luego, deprisa y corriendo, todo el mundo –policía incluida- movía el culo para recuperar la pasta antes de que el camión de la basura la convirtiese en papilla. Un sainete con mucha miga que al final quedó en nada porque sobre el mismo cayó el silencio de una losa sepulcral. El presidente del club, antes de colocar la losa, sólo comentó que el asunto había sido un despiste: “El administrador contaba el dinero, que metió en un paragüero y se fue al servicio, momento en el que la trabajadora confundió el recipiente con una papelera metiendo su interior en bolsas de basura.” Habrá que creer la versión oficial porque las extraoficiales todavía nos causan más risa. Si la escena rebuscando en el contenedor de basura ya es digna de los hermanos Marx, las imágenes del administrador saliendo escopeteado hacia el servicio por culpa de una imprevista cagalera, sin darle apenas tiempo a meter la pasta en la caja fuerte o en la cartera, harían furor en Youtube si, por un casual, alguna cámara oculta las hubiera registrado para la posteridad. La pena es que nos hemos quedado sin imágenes y sin palabras por culpa de la losa sepulcral. Sólo nos queda la imaginación y las risas que todavía duran y eso que ya ha pasado tiempo… Al final la que ha quedado bien tonta ha sido la mujer de la limpieza al no saber distinguir un paragüero de una papelera. Yo que ella habría acudido a los tribunales, ji, ji, ji, pidiendo daños y perjuicios morales…

MEDALLÓN DE ORO:

Hay gente “pa tó”, que quiere decir, hay personal del que puede esperarse cualquier cosa. Un ejemplo de que no miente el dicho popular es el objeto de nuestro primer puesto en el podium deportivesco del veranillo. Anneke y Wesley son dos tortolitos belgas a los que se les ocurrió la idea más original del verano: llamar "Barça" a su futuro bebé si nacía niño. Y nació. Y con ese nombrecito tan pinturero lo inscribieron en el registro civil, donde se cuenta que alguien dijo por lo bajini: “Esto es de psiquiátrico”. La familia de los tortolitos no tuvo más remedio que tragarse la jugada, incluyendo el que todos los regalos al crío tuvieran que estar relacionados con el Barcelona C.F. Un dineral. “Puestos a semejante memez –cuentan que dijo el abuelo materno- le podían haber llamado Anderlech”. Acto seguido los papis dieron de alta al chavea como socio del club de sus amoríos. Menos mal que la gracia la pudieron hacer por internet. Luego convocaron a la prensa, pagaron unas copas de cava, y mostraron a todo el orbe su feliz ocurrencia. Por fortuna el abuelo paterno está encantadísimo. Anda que no va a fardar el tío cada vez que diga a los vecinos que se va a ir a ver al Barça… Lo que ya no contarán las crónicas futuras es que al chaval, cuando se haga grande, le pirrará el Real Madrid (los belgas son más bien merengones) y entonces no veas la que se va a liar… 

1 de septiembre de 2010

ABRIMOS DE NUEVO EL CHIRINGUITO


Cerrábamos el Arco a mediados de julio con la autoestima por las nubes gracias a la selección del camarada Vicente Del Bosque, ganadora de un Mundial futbolero que contaremos a nuestros nietos con pelos y señales cuando seamos abuelos un siglo de éstos. Hoy, uno de septiembre, lo abrimos de nuevo, tal como habíamos prometido entonces, a pesar de la depresión postvacacional de caballo que nos embarga. ¡Qué mal sienta regresar de nuevo al trabajo, al curro, al trajín, a la faena! Después de mes y medio sin rascar más bola que la de la barriga, hoy se nos echa encima todo el peso de la cruda realidad: el Puñetas está hecho unos zorros por culpa de las vacaciones, desentrenado y en baja forma física y mental. ¡Una hora llevo para intentar escribir estas simples letrajas! Pero no se preocupe, estimado lector o deseada lectora. Comenzamos hoy nuestra séptima temporada arquera así que tenemos ya una dilatada experiencia en salvar estos baches. Somos capaces de hacerlo solitos, sin   psiquiatra de guardia ni entrenador personal.

Esta temporada cambiamos pocas cosas pues no están los tiempos para derroches ni leches. Nos amenazan con que tardaremos diez añitos en salir de la crisis económica (de la de valores, no hay fecha) así que no podemos permitirnos muchas alegrías. Hemos cambiado algunas pequeñas cosas del diseño y va que chuta. Al Ardilla y al Pepe Pi les hemos renovado el contrato –un par de cervezas más al mes- para que nos cuenten sus paridas en forma de faltas ortográficas y de cuentos deportivescos. Seguiremos peleándonos –en el buen sentido de la palabra- con la prensa de la pelota y el peloteo porque nos hace mucha gracia las mentiras y trolas que cuenta. Incluso ampliaremos nuestro radio de acción hacia las telecacas y radiosblablabla, que son las que ahora cortan más el bacalao de la filfa y la engañifa. Y, en fin, prometemos darnos más baños de vida cotidiana porque en la última temporada dedicamos demasiada atención a los ilustres del deporte cuando nosotros somos muy de pueblo y nos encanta disfrutar con el personal de a pie.  Como  Enriquito, que cuando en el gimnasio coge las pesas siempre una se le cae encima de sus larguiruchos pinreles y entonces se ve obligado a cantar la Traviata a grito pelado.
Como Josefina, que cuando hace la postura  del Matsyasana  luego hay que ayudarla porque es incapaz de volver a la posición de descanso. Gentes y cosas sencillas de pueblo, ya digo, no las admiradísimas obras de arte que hacen Ronaldo y Messi. (El primero, fabricante de bicicletas y el segundo, fabricante de libros, je, je).

Pero basta ya de palabritas hueras. Aquí estamos de nuevo, fieles a nosotros mismos, dispuestos a sacarle los colores al mundo del deporte con toda la ironía y sátira que nuestras descarriadas neuronas puedan tejer. La temporada promete mucho, nos ha puesto la libido a cien  y para eso estamos aquí, para quitarle la ropa y ponerla dos veces en semana –miércoles y domingo- en pelota picada. Eso sí, con buen humor –blanco, negro, ácido, dulzón- porque sin una sonrisa este invento del deporte no hay quien lo aguante ni quien lo entienda. ¿O todavía no se han dado cuenta que siempre estamos dando vueltas a la misma noria?


YA ESTÁN VISIBLES LOS EXTRAS DE SEPTIEMBRE. 
PARA ECHARLE UNA OJEADA IR AL SUR DE LA BITÁCORA.

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¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).