29 de junio de 2007

EL FÚTBOL COMO TRAMPOLÍN POLÍTICO


Hubo un tiempo en que los presidentes de los clubes de fútbol eran gente del montón o, a lo sumo, algunos pequeños empresarios, propietarios de bares, restaurantes o gestorías. Debemos exceptuar a los presidentes de los equipos más poderosos (adivina, adivinanza…) que, habitualmente, se dedicaban a los grandes negocios, especialmente los de la construcción pues –en España- son los que dan mayor pasta y beneficio con el menor riesgo y honradez.


Pero desde hace unos lustros el personal con ganas de figurar y medrar por las alturas se dio cuenta que ser presi de un equipo de furbo es un excelente medio de continuar la expansión del negocio, de ganar dinero, de coger fama y hasta de poder aspirar a ser alguien en el mundo de la politiquería.



Nos informan ahora que Mauricio Macri, el presidente del Boca Juniors argentino (que hace poco ganó su sexta Copa Libertadores), será alcalde de Buenos Aires a partir de diciembre. Otro tipo que ha hecho una meteórica carrera en la política desde que un día le diera un disgusto a su financero padre diciéndole que se presentaba de candidato a la presidencia de Boca. Una vez alcanzada, lo de don Mauricio ha sido una meteórica carrera en cohete hasta llegar a la alcaldía bonaerense, previo paso por el Congreso de los Diputados y, quien sabe, si la meta final no es la butaca principal de la Casa Rosada, donde sientan sus posaderas los presidentes de la República.



Arrimarse al mundo bobalicón que han creado los mass media en torno al fútbol es garantía, en muchos casos, de éxitos posteriores, incluidos los políticos si es que el estómago del aspirante es capaz de aguantarlos. Hoy día no sólo son conocidísimos los jugadores y los entrenadores (de los que se sabe hasta el color de sus meadas) sino todos los que giran en derredor de la pelotita, incluyendo los utilleros y regantes del césped. Incluidos, faltaría más, los presidentes. Basta sin ir más lejos el caso del señorito actual del Irreal Madrid, el Sr. Calderón, que en un solo año de presidencia ha salido más en las telemugres que su más famoso antecesor, don Florentín de los Ladrillos y Cía, quien estuvo reinando en torno a los seis años. (Don Floren ya había pasado por la política, con sonoros fracasos, así que lo suyo se entiende). Yo diría que el mandamás del Madrid ha salido en las telecacas más veces que el mismísimo Presidente del Gobierno Zapatiéstico.



Todos recordamos a aquel gordinflón con lengua larga y bífida llamado Jesús Gil y Tal que, tras usar de trampolín la presidencia del At. de Madrid, llegó a ser alcalde de Marbella y de las mafias que allí introdujo, hasta el punto que sólo cuando se murió algún juez tuvo bemoles para empezar a sanar el patio, metiéndole mano a sus camaradas de trinque y corrupción, aún vivos y aún pendientes de juicio final. De modo que ya se ha convertido en una vieja aspiración de todo ser privilegiado con aspiraciones de ser alguien el día de mañana en el mundo de la política, el apoltronarse en la presidencia de un importante club de fútbol y echar la caña de pescar. Sólo hay un problema: el futbolín está cada vez más corrompido, más loco, más disparatado y al final acaba devorando hasta a los que se suben al mismo para servirse y autopropulsarse hacia otros puestos de mando más eróticos: una alcaldía, un diputaje, un salón de masajes…


Se afirma en los mentideros que un ejemplar típico que –llegado el momento- dará el salto de la rana, pasando del fútbol a la política, es el ínclito señor Laporta, presidente del Barcelona. No sé si será verdad, pero se le nota muchísimo que cada cosa que hace, cada gesto que expresa, cada palabra que suelta, que todo lo que gira en torno suyo está milimétricamente pensado (salvando aquel “desnudo” en el aeropuerto del Prat) para no quedarse fuera de juego en el brillante futuro politiqueril que le auguran y que él no desmiente.



En cualquier caso, la última palabra la tienen siempre los electores. Claro que si te presentan tropecientos tíos y tías en distintas listas electorales y, de todos, al que más conoces es a aquel que fichó a Ronaldinho (un suponé), parece claro quien se va a llevar el voto de la confianza al agua. Aunque tanta confianza al final acabe dando asco. Como pasó con el Gil y Tal y Tal…

26 de junio de 2007

IRREAL MADRID: DESPEDIDO SI GANAS LA LIGA


Cuando escribo este comentario (26 de junio), huele a cacicada, a defenestración, a estupidez. No creo que falten muchos días para que algunos de los cabezas de chorlito que “dirigen” el Irreal Madrid pongan de patitas en la calle a Fabio Capello, interrumpiendo el contrato que –hace un año- ellos mismos firmaron con el entrenador italiano. Esto de que en el fútbol las partes contratantes de las primeras partes se pasen por el forro y la entrepierna sus propios contratos es algo tan habitual que el personal ni se escandaliza, excepto cuatro meapilas como un servidor. El Puñetas le llama a eso “desmadre” y hasta “choriceo”. Porque si tú fichas a un tipo por tres años para que te gane la Liga, cumple con tus deseos al primer añito y luego lo quieres echar caprichosamente, teniéndole que pagar los otros dos años de contrato que le restan, de ti se podrá decir cualquier cosa menos que eres un tío de palabra, un tipo legal o un fulano con las ideas claras. Cuando quien lleva el timón de una de las empresas deportivas españolas más conocidas en el mundo actúa en plan manirroto e insensato, más como un hooligan descerebrado que como un directivo responsable, la meada final será abundante y copiosa. Sólo es cuestión de sentarse y esperar.

El señorito Calderón acabará echando a la rue a Capello, pero si tuviese dos dedos de frente y uno de memoria, debería saber que ya su antecesor, aquel Florentino Pérez de las altas torres galácticas, hizo algo similar con otro entrenador, un tal Vicente del Bosque, al que despidió también tras ganar una Liga. Debería recordar que aquel despropósito fue la primera piedra del aluvión de pedruscos y cantazos que le vinieron encima unos años más tarde. Por tonto y por pasarse de listo. Ramoncito Calderón –con menos poder y menos inteligencia que don Florentín- quiere seguir aquellos pasos y -azada en mano- ya está cavando su propia fosa con sus propias manos. Desde la aciaga patada florentinesca al culo de don Vicente, hasta el día de hoy, han transcurrido cuatro duros añitos y se han quemado siete entrenadores. Y tirado a las alcantarillas del fracaso y del fiasco un buen saco de millones de euros. (Dilapidar el dinero ajeno tiene un bello nombre que dejo a discreción del lector y de su diccionario). Si el fútbol no fuese un negocio oscuro, subterráneo y hasta truculento, tolerado cuando no auspiciado por los poderes públicos de todos los niveles y colorines, más de un club estaría en suspensión de pagos y más de un presidente dormiría en chirona, pero ya se sabe que los réditos que da este deporte mayoritario bien merecen la mayor de las tolerancias de los que nos desgobiernan. Un ejemplillo: España es el país con menores costes fiscales para los futbolistas extranjeros. Otro: centenares de clubes están endeudados hasta las cejas con Hacienda y la Seguridad Social y ahí siguen, riéndose de los que contribuimos a la caja común con nuestra sangre, sudor y lágrimas de modestos currantes de medio pelo.


En unos días pondrán a Capello en la calle. En varios días más habrá un nuevo careto en el puesto de entrenador madridista (contratado para un número de años que jamás cumplirá) y vuelta a empezar con la noria. Lo decía magistralmente Pachi en un chiste publicado en el diario SUR el domingo 24, en el que Ramón Calderón hablaba por teléfono con el Schuster aspirante, diciéndole:



-¿Schuster? Hola, soy el Presidente del Madrid… Mira, que sí te vamos a fichar como entrenador…, pero te advierto de una cosa: ya sabes la costumbre que tenemos en el Madrid: Si ganas la Liga, te echamos.



Igual que en el ámbito productivo el periodo de renovación de los modelos y productos se acorta cada vez más (aunque en realidad los cambios son pura engañifa y propaganda), en el tinglado del futbolín estamos instalados siempre en plenas fiestas falleras: quema constante de muñecos para que el humo producido no deje ver la carcoma del tinglado. Mientras haya millones de paganos capaces de pasar por taquilla dejándose medio sueldo…

22 de junio de 2007

QUÉ RISA, TÍA FELISA, CON LAS ENCUESTAS...


El CIS (para los amigos, Centro de Investigaciones Sociológicas) ha sacado a la luz uno de sus clásicos estudios. Una investigación concienzuda que, como todas las sociológicas, parte de un axioma en el que el Puñetas se cisca olímpicamente. Y es que basta con entrevistar a 2500 individuos e individuas para concluir lo que piensan y trajinan 40 millones de personas. Para los que se dedican a estas cosas de los muestreos, encuestas y tal, basta hacer un “muestreo polietápico, estratificado por conglomerados, con selección de las unidades primarias de muestreo (municipios)…” y patatín patatán, siempre con las debidas “rutas aleatorias y cuotas de sexo y edad”, para desnudar el alma de un país y saber lo que piensa, lo que ansía, lo que tiene y como se lo monta. Sintetizando, los antiguos dirían que el CIS es un experto en tomar el rábano por las hojas. Yo también lo creo.



Son famosas las encuestas políticas y electorales de nuestro CIS porque habitualmente no suelen dar nunca en la diana. Entre otras cosas, porque seleccionan tan mal a la muestra aleatoria esa, que parece que siempre escojan a los más embusteros del país. También en el ámbito del deporte, el famoso Centro se dedica a hacer meneos y sondeos, sacando conclusiones de la chistera con la habitual complacencia y rigurosidad con que la Sociología nos tiene acostumbrados. Sin ningún rubor. Hasta hubo una encuesta del propio CIS que llegó a la conclusión de que “la mitad de los españoles no se fía de las encuestas”. Yo tampoco.



La última revelación deportivo-sociológica, tras consultar a unos pocos, es que España es madridista. Algo que sabe cualquiera y sin tener que gastarse una pasta gansa en preguntar a unos cuantos prójimos. Basta poner el oído sobre la acera. ¿Y cual es el segundo equipo preferido? ¡Bingo: el Barça! En un país en que todo el mundo quisiera ser rico para no dar golpe, los ojos siempre están puestos en quienes tienen las pelas. Natural. Como también lo es que la mayoría asegure que su inclinación por un equipo concreto se debe a su lugar de nacimiento o de residencia. También lógico: lo que se come, se cría.


Lo bueno de la encuesta que me solaza, viene cuando preguntan al personal escogido no se sabe en razón de qué (a mí jamás me han preguntado los del CIS ni por la hora que es) que como se sienten tras perder su equipo. Los más dicen no sentir nada, lo cual invita a llamarles mentirosillos. Otro montón afirma que se deprime, cosa también incierta pues los psiquiatras se están muriendo de hambre por falta de pacientes.



Una gran mayoría (el 60 %) opina que la Liga sólo la pueden ganar los equipos con más dinero y casi un 50 % desconfía de que el campeonato sea limpio. Con lo que uno se pregunta qué interés puede tener un tinglado que ganan siempre los mismos y, encima, haciendo trampas en los despachos y en el campo. ¿Será que, como el tabaco y el alcohol, el fútbol liguero crea adicción a fuerza de chutes y borracheras mediáticas? Pues no se sabe, porque el mismo personal que opina una cosa, opina lo contrario: un 56 por ciento cree que al final la Liga la gana el equipo que mejor juega durante toda la temporada. ¡Menudo cacao mental tienen algunos!



Entra aquí otra característica de las encuestas, aparte lo ridículo de la muestra y los embustes de los entrevistados: la escasa coherencia del personal. Mientras una gran mayoría afirma que prefiere estar informado en temas de salud, cultura, economía, asuntos laborales y hasta ecológicos, luego resulta que “son los asuntos deportivos los que polarizan la mayor parte de las conversaciones de los encuestados”. ¡Para matarlos!



Pese al interés que provoca el deporte en general, sólo la mitad asegura haber comprado una entrada para ir al fútbol en el último año, con lo cual va a resultar que la mayoría de los aficionados que abarrotan los campos son extras a los que se les paga una gratificación para que hagan bulto en el graderío. Y lo más descacharrante: más del 60 % dedica su tiempo libre a ver la televisión y el 60 % a caminar. ¿Cómo se entiende? Pues que cuando salen los anuncios se levantan del sofá y caminan hasta la cocina para picar un poco. Las encuestas (especialmente en España y parte del extranjero) es que son para mear y no echar gota.

19 de junio de 2007

JODIDAS CELEBRACIONES FURBOLERAS


Por fin se acabó la Liga española del futbolín, una de las más largas del planeta. A falta de estética, finiquitó con una épica casi desacostumbrada por estos lares. Se ha demostrado una vez más que en el tema de la pelotita, lo que manda son las pelotas de los jugadores. O las ponen sobre el césped o las guardan para los saraos nocturnos, públicos o privados. Ha sido el hecho diferencial entre el Real Madrid y el resto de los equipos, especialmente el Barcelona. Y es que el fútbol es básicamente patadas, fuerza, guerra, ir como un burro hacia la portería rival, no parar de correr hasta que finalice el partido, tratar de tú a tú a la suerte, ponerse una flor en el culo cada domingo y jugar siempre sobre el filo de la navaja, aún con el riesgo evidente de pegarse un hostiazo. Eso de la técnica y el buen juego queda ya sólo para los sibaritas y los que añoramos el fútbol de antaño. La gente quiere emociones fuertes con victorias in extremis. Hay que soltar adrenalina, que la vida está muy “achuchá y estresá”. Capello siempre lo ha tenido claro y por eso gana donde otros señoritos hacen agua y pipí. Pelear y sufrir. Dejarse la piel en el campo y creer en la resurrección de los muertos. No hay más. Eso es fútbol y lo demás, milongas. Lo sabe Etoo y lo ha olvidado Ronaldinho. Por eso se les ha venido quedando cara de tontos en los últimos domingos. Acaba de decirlo crudamente Arrigo Sacchi: “En la mediocridad siempre gana Capello”. Lo que no dice el muy envidioso es que el fútbol actual es soberanamente mediocre. Por eso, el que pone las pelotas sobre el césped y tiene la suerte de que no se las rompan ni los rivales ni el fatal destino, al final acaba llevándose la Liga a la cama. Aunque luego, al día siguiente, te echen del burdel por falta de juego erótico.


Lo peor, sin embargo, no son las tropecientas jornadas de Liga, el bombardeo mediático por tierra, mar y aire y el hartazgo de tantas declaraciones de encefalograma plano. Lo peor es cuando todo acaba y empiezan las celebraciones. Horror. Se acaba la épica y retorna la falta de estética, la cutrez y el mal gusto. Tras ver los numeritos que ha montado el Real Madrid con su triunfo de Liga, el Puñetas ha pedido asilo estético en una boutique de lujo. (Cada equipo tiene su aquel, pero en ésto los madridistas baten el record de lo hortera, quizás sólo superados por los sevilllistas). El espectáculo ofrecido al final del partido en el mismísimo Bernabéu fue sencillamente inenarrable… Claro que de la gente del fútbol no se puede esperar otra cosa. Cada cual da lo que tiene y en este deporte planetario no brilla precisamente el buen gusto, la inteligencia y la finura. Ni siquiera en el momento cumbre de las celebraciones o los disgustos. Hay más elegancia en un desfile de orangutanes en la pasarela Gaudí que en una de estas celebraciones multitudinarias. Y, que conste, que al Puñetas le importan tres pepinos estos “eventos”. Cada cual, a lo suyo. Lo que ya le pone las pulsaciones a ochenta (suerte que tiene de ser bradicárdico) es cuando los más tontos del haba –que abundan como moscas- se dedican a ocupar las calles, a coger el coche y atascar la ciudad, a darle al claxon hasta altas horas de la madrugada, a reunirse en ciertos lugares calientes de la ciudad para celebrar así que “su” equipo ha ganado una copichuela o un campeonatoncillo. Lo celebran a lo grande, o sea, dando porculillo al resto del personal, especialmente al que le importa una higa su exultante alegría. O al que al día siguiente, tras un par de horas de duermevela, tiene que abrir de nuevo los ojos y salir a la calle a ganarse el jornal y el televisor de plasma de 42 pulgadas. A veces, mezclando el mal beber con la pésima educación, estos tontícolas acaban la jarana pidiendo a gritos las cachiporras de la policía, para que de un buen golpe se les recoloquen nuevamente sus escasas neuronas. Así sucedió el domingo por la noche en la mismísima Cibeles madrileña.


¿Por qué la gente normal tenemos que aguantar a estos tipos? ¿Por qué las autoridades pasan del tema? Como dice muy acertadamente la bitácora “Lo que hay que oír”: “¿Se imaginan ustedes lo que hubiese ocurrido si el día que nacieron mis hijas me hubiera lanzado yo a la calle con una pancarta inmensa que dijera “Soy papááááááááá ...” y pegando bocinazos como un poseso entre las once de la noche y las tres de la madrugada? ¿Cuánto tiempo hubiera tardado en ser detenido por la policía? ¿Por qué el nacimiento de mi hija no puede celebrarse públicamente en la calle y la victoria de un equipo de fútbol sí? ¿Por qué la ordenanza reguladora del ruido no es aplicable en estas circunstancias? En resumen, ¿por qué en este jodido putiferio los más borregos campan a sus anchas sin que los demás podamos hacer nada (ni siquiera llamar a la policía) para que no atropellen nuestros derechos?”.


Jodidas celebraciones futboleras…

15 de junio de 2007

CUANDO EL BALONCESTO SE REPITE MÁS QUE EL AJO


Entramos en la recta final de la liga ACB con la final a cinco partidos entre el Real Madrid y el Barcelona. No, no estamos hablando de fútbol sino de baloncesto. Lo cual demuestra que, pese a una mayor igualdad, aquí también mandan los dos caciques de siempre. Poderoso caballero es don dinero, que dijo don Quevedo.



Así que habemus de nuevo partidos de la máxima rivalidad, donde no sólo se juegan meter la pelota por el aro, sino algo más. Ya me entienden quienes quieren entenderme. Aunque, a decir verdad, hemos visto tantas veces enfrentarse a ambos equipos, que la cosa ya es harto aburrida. Sólo en los play-off (horrible palabro importado del país de las hamburguesas), desde que se instauraron allá por 1983, se han enfrentado en 46 partidos. Sumen los partidos de la Liga regular, los de la Copa, los de las competiciones europeas y los amistosos, y comprenderán que un nuevo enfrentamiento no nos alegre especialmente las pajarillas. ¡Coñazo de iteraciones! ¿A quién le puede apetecer –excepto a los fanáticos- comer tropecientas veces el mismo plato? Pero, ojo, que no sólo se repiten más que el ajo los partidos entre el club merengón y el culé. Otro tanto ocurre con los Tau-Unicaja, Madrid-Juventut, Barcelona-Unicaja y así sucesivamente. El año pasado, mismamente, el Unicaja y el Juventut llegaron a enfrentarse a lo largo de la temporada en más de diez ocasiones. Una pesadez y un abuso del personal.


Lo grave es que no por muchos partidos, las eliminatorias se deciden antes. Mucho play off a cinco eliminatorias, como ha pasado en las recientes semifinales, y luego todo se resuelve en los últimos segundos del quinto partido. ¿Para qué han servido los otros cuatro? ¡Sólo para hacer caja!



Claro que tanta insistencia en que se vean las caras los jugadores de los equipos fetén de la ACB permite que el conocimiento personal y la camaradería entre éstos alcancen cotas jamás imaginadas en otros deportes. De modo que diálogos como los que a continuación transcribo son bastante comunes en los partidos, en esos huecos que hay siempre para que descanse el público.



-¿Qué, Fernando, otra vez por aquí?

-Ya ves, Alfonso, otra vez pegando saltitos a tu vera.

-Mi chica te manda recuerdos. Con la de veces que nos vemos, ya somos casi de la familia…

-Pues sí, Alfonsico. Bueno, después seguimos hablando, que va a empezar el partido.


………………………………………………………..


-Verás que hoy tenemos el día gafado, Fernando…

-Bueno, si hoy os va mal, lo mismo os recuperáis en el segundo partido.

-Sí. Esta es la ventaja de los play off. Por cierto, dile al pivot ucraniano que tenga cuidado con los codos que casi me los mete en el ojo.

-Tranquilo, es buen chico. Pero ya sabes que ha estado lesionado casi toda la temporada y, claro, no te tiene la confianza ni el trato que los demás. Después seguimos, majete…


……………………………………………………….


-Pues hemos perdido el partido, pero nadie dirá que no hemos sudao la camiseta.

-Nos vemos dentro de unos días en tu campo y a ver si allí tenéis mejor suerte…

-Lo espero, amigo. Ya sabes que, normalmente, esto se decide en los últimos segundos del último partido. ¡Pues no nos quedan minutos de trabajos forzados!

-Recuerdos a tu familia y hasta luego, Lucas…



Sí, tanta repetición y tanta gaita tiene al menos la saludable contrapartida de que los jugadores intiman y actúan como camaradas, aunque con tanta leche de encuentros los traten como animales de carga. El baloncesto se repite más que el ajo (el negocio es el negocio), pero ya se sabe que para la salud física y mental el famoso bulbo es estupendo. Vaya lo uno por lo otro…

12 de junio de 2007

FIN DE SEMANA DE AÚPA


El fin de semana pasado nos deparó unos acontecimientos deportivos del máximo nivel, especialmente en lo que se refiere a la emoción y tal. La penúltima jornada de la Liga española, la final de Roland Garros entre Nadal y Federer y la carrera de Fórmula I de Montreal.



LA FLOR EN EL CULO DE CAPELLO O LAS TRAMPAS TAMBIÉN SE PAGAN. En menos de medio minuto, la Liga cambió de dueño: del Barça al Madrid. Una prueba de que el azar también juega. Como en las películas, en unos cuantos segundos se pasó del llanto al jolgorio y viceversa. Pero algunos no aprenden del destino. Mientras el presidente culé, Joan Laporta, daba una lección de responsabilidad y deportividad, poniendo buena cara ante las cámaras justo tras acabar el partido (y qué vas a hacer sensatamente si la suerte te es esquiva), unas horas más tarde unos gilipuertas apedreaban la casa del presidente del Español. No me extrañaría que algunos quieran hacer de Tamudo un traidor patrio, cuando sólo cumplió con su obligación de deportista: meter goles, pese a quien pese. El Madrid, mientras tanto, en pleno jolgorio, especialmente su presidente, al que le encantan los baños de masas, aunque haga el ridículo en ellos. Sí, a lo largo del año ha tragado carros y carretas que ahora los cínicos desmemoriados no reconocen, pero nadie le ha puesto una pistola en el pecho para presidir al club merengón. Como tampoco a Lopera o a Cerezo, en el punto de mira de algunos sectores desnortados e incívicos de sus aficiones respectivas. A estos desgraciaos sólo se me ocurre decirles: ¡es sólo un juego, idiotas!

Y en medio, Messi. Cada vez se parece más a Maradona. También en meter goles con la mano y callarse como un muerto. “La mano de Dios” escriben y ladran los aduladores de pitiminí. No: trampa. Como dice una famosa revista alemana, “una estafa al contrario, al público, a la idea del fair-play y al fútbol en general". Estas acciones no deben prestarse a la glorificación. Espero que, al menos durante un año, Messi no tenga la desfachatez de criticar ningún error arbitral que padezca en sus propias carnes. Cuestión de moralidad, oiga…



DOS AMIGOS EN UN DEPORTE PACÍFICO Si me gusta el tenis es porque los jugadores no tienen contacto físico. Una red les separa y cada uno va a su avío. Ni peleas ni broncas. A jugar y que sea lo que sea. Ver jugar a Nadal y Federer es un placer para la vista, para el deporte, para el buen rollo, para la inteligencia y para la amistad como valor superior. Que el ganador, en la hora del triunfo, tenga sus primeras palabras de aliento para el vencido, es algo que en otros deportes jamás ocurre. Hay emoción, corazón a tope de revoluciones, mucho dinero y prestigio por medio, pero ello no impide reconocer el acierto de una jugada del rival, darle por buena una pelota dudosa, respetar el ritmo de juego de cada cual. Aquí no hay trampas, ni bolas fantasmas ni dejadas con la mano. Messi, querido, éste no es tu deporte. Es la diferencia entre uno moderno, que evoluciona con los tiempos, y otro anquilosado en la prehistoria, con unas normas caducas, que sólo vive gracias al exceso de pasión, a la polémica cotidiana y al azar que puede echar por tierra en medio minuto todo el trabajo de una temporada.

LA CARRERA DEL DESMADRE. El campeonato de Fórmula I de Montreal del domingo fue un cúmulo tal despropósitos y sin sentidos que, pese a la aparente emoción de la carrera, a cualquiera le produce sonrojo. Un circuito peligrosísimo, con muros al lado del arcén y curvas donde el coche tiende a salirse. Accidentes previsibles, aunque luego el ángel de la guarda de los pilotos suele hacer bien su trabajo. Pilotos que hacen trampas saliendo con semáforos en rojo. Unas normas y un derroche energético y medio ambiental con escaso sentido. Y demasiado mal rollo. En Inglaterra, la prensa ya considera a Lewis Hamilton, compañero de Fernando Alonso en McLaren-Mercedes y nuevo líder del Mundial, un "nuevo héroe británico". ¡Y eso que todavía no ha ganado nada el chaval! Claro que Fernandito, haciendo amigos, como siempre. Y equivocándose clamorosamente en sus estrategias, aunque su mayor error sería dar crédito a las majaderías de los tabloides británicos. Estos ingleses nos han salido muy españoles… ¿O es al revés?

8 de junio de 2007

EL EURODIPUTADO AGUAFIESTAS Y ANTIMADRIDISTA


Nadie conocía al señor don Joan Bernat excepto en su casa a la hora de comer, pero con unas cuantas palabritas acaba de hacerse más famoso que Petete. Don Joan es un señor sociolingüísta nacido en Ibiza. Hace unos añitos se presentó a las elecciones europeas como cabeza de lista de un partido-ensalada llamado Europa de los Pueblos, donde había todo tipo de hortalizas políticas: desde Esquerra Republicana de Cataluña al Partido Andalucista, pasando por Iniciativa Ciudadana de La Rioja o Andecha Astur. Como se ve, gente de andar muy por su casa. Don Joan sacó acta de diputado (los milagros se dan algunas veces) y desde entonces anda por Bruselas, en el Parlamento Europeo, haciendo patrias chicas.



Dado que en el Parlamento Europeo los 785 eurodiputados se aburren como ostras (incluido el bueno de don Joan), de vez en cuando les organizan unos saraos en dependencias cercanas para que dejen de bostezar y despierten de su cómoda rutina. Lo mismo aparece por allí David Bisbal dando alaridos que se organizan homenajes a clubes de fútbol, el deporte que más mola y matrimonia a la ciudadanía europea. Esta vez le tocaba al Real Madrid, con exposición de afotos, trofeos y demás bagatelas históricas. Ya se sabe: el deporte es muy importante en la “curtura” europea, el Madrid defiende los valores europeístas y el eurodiputado que quiera salir en las fotografías, que coja una camiseta del Beckham y, mientras la muestra a las cámaras, que eche una corderil sonrisa.



Pero, claro, en todas las fiestas siempre hay un aguafiestas. Era la ocasión que tantos meses llevaba esperando para poder salir en los papeles y hacerse un currículum de pedigrí patrio. “Ahora digo yo que el Madrid fue un estandarte fascista, que ganó seis copas de Europa porque el franquismo manejó bien los entresijos del fútbol europeo y me hago el rey de la pista y del mambo”. Dicho y hecho. Don Joan Bernat dejó a un lado la lingüística, la tiza de su docencia desertada, el seny catalán y hasta la butifarra con monchetas que se estaba comiendo en una tartera, y se puso a despotricar contra la historia del Real Madrid.



A algunos nos habría encantado que el profesor Bernat hubiera citado una amplia bibliografía como apoyo a sus tesis político-futboleras. Al fin y al cabo, cuando él nació el Madrid ya había ganado sus cinco primeras Copas de Europa, así que todo lo que parece saber de las mismas no lo ha vivido en primera persona sino de oídas, leídas o cantadas. En su defecto, habría sido todo un detalle habernos mostrado las páginas del “Manual del Perfecto Militante Integrado” que ERC regala a todos sus feligreses (a modo de catecismo del Padre Ripalda, pero en versión laica), donde a buen seguro se habla del talante fascistoide de Di Estéfano, Puskas, Kopa, Miguel Muñoz, Amancio o Gento, que aunque jugaba de extremo izquierda, en realidad era un falangista infiltrado proveniente de la vieja guardia moro-cantábrica.



Incluso la sexta Copa de Europa ganada por el Irreal Madrid en la temporada 65-66 (la cual el Puñetas vio con sus ojillos infantiles), el eurodiputado ibicenco se la endilga también a los enchufes franquistas del club blanco (que para don Joan es, más bien, marrón). La única Copa de Europa de la historia que ha ganado un equipo sin un jugador extranjero en sus filas. Un Madrid “ye-yé”, al que aquella temporada le tocó la lotería europea porque el equipo –plagado de jóvenes imberbes y novatos- estaba en renovación y no era nada del otro jueves. Sin embargo, aquella Copa también la ganó el cacatúa de Francisco Franco, bajo presuntas amenazas a los dirigentes de la UEFA: “O gana el Madrid, o vuestros pescuezos serán rebanados y echados a los perros sarnosos…”. Menudo pájaro era aquel enano disfrazado de general aflautado.



Ya digo, todas las acusaciones sin una bibliografía justificativa y unas referencias históricas documentadas. Pero eso es lo de menos. El señor Bernat ya podrá presumir ante sus nietos que hizo algo útil como europarlamentario. Un buen día de junio de 2007 se hizo más famoso que el Papa poniendo a parir –con un odio muy sano y democrático, eso sí- al equipo de la España franquista, ese Real Madrid imperial y facha donde hasta tienen un sir inglés llamado David Beckham. ¡Al fin lo conseguiste, Joanito: ya eres más conocido que Petete, en cuyo libro debiste adquirir tu enorme cultura futbolística! No sabes como envidio el pelotazo que acabas de dar…

5 de junio de 2007

LA FARFOLLA DEL HIMNO


Comencemos indicando que “farfolla”, palabra en vía de extinción pese a que está más de actualidad que nunca, significa en este articulillo, “cosa de mucha apariencia y de poca entidad”. La palabreja me ha venido a la punta de la lengua y de la tecla tras leer en la prensa que el Comité Olímpico Español está loco buscando letra para el himno español pues nuestros deportistas andan con la autoestima por los suelos y con la depre asomándoles por el pescuezo ya que, los pobres, en los prolegómenos de los encuentros o cuando consiguen algún éxito sonado, no pueden cantar ni tararear su himno, como hacen los ingleses, americanos, rusos, alemanes, franceses o italianos. Han de conformarse con oír sólo el chunda-chunda de la melodía y, claro, eso se presta a poco lucimiento del ego.



Tenemos, pues, un serio problema con el himno ya que no puede ser cantado al no tener letra. Y un himno sin letra es papel mojado en el escaparate mediático, deportivo y hasta erótico. Mientras que muchos ingleses agarran unas melopeas de campeonato y algunos alemanes un subidón sexual cuando entonan a grito pelado su queridísimo himno, bastantes españoles sienten vergüenza de un himnillo que tiene una música horrible y, encima, no puede entonarse diciendo esas cosas tan rimbombantes y gloriosas que cuentan todos los himnos.



El percal comienza a aclararse. Ya sabemos porqué muchos españoles pasan del himno: porque es una birria. Y también porqué España –siendo uno de los diez primeros países del mundo en cosas buenas-, en éxitos deportivos no se encuentra al mismo nivel. La culpa la tiene ese himno que ni motiva, ni emociona, ni entusiasma ni permite ser cantado para conseguir una buena dosis de adrenalina adicional, capaz de llevarnos a la victoria en un santiamén. Así que el COE se ha puesto manos a la obra y ha encargado a los peseteros chicos de la Sociedad General de Autores que se inventen una letra lo suficientemente incolora, inodora e insípida para que ningún paleto del país le haga ascos, pero al mismo tiempo lo suficientemente emotiva, tierna y chiripitifláutica como para que esos mismos paletos derramen lágrimas de felicidad al canturrearla, al tiempo que afloran sentimientos de justicia y libertad en sus henchidos corazones. Si –encima-, se logra despertar en ellos la fuerza viril del patriotismo y el sentimiento nacional, entonces esto del himno cantado sería la releche. ¡Qué pronto ganaríamos por primera vez el campeonato del mundo de fútbol y la medalla de oro olímpica de los cien metros lisos!



Peliculeros. Los del COE y los de la SGAE son unos peliculeros. ¿No sería más cómodo –y más barato- recurrir a lo que ya tenemos más que oído y garantizado por el éxito? ¿Por qué no tiramos al cubo de la basura un himno nacional musicalmente horroroso (oigan los de Inglaterra, Italia, Rusia, Alemania, Francia… y me darán la razón musical), tan malo y soso que no tiene ni letra, y colocamos como himno patrio común una canción de esas que reflejan como ninguna nuestras esencias y anhelos? ¿Qué tal “Y viva España”, o “Macarena”, o el “A por ellos, oé, oé” o aquel famoso “Achilipú”, con letra tan políticamente correcta como sigue: “Achili, achili, achilichili, achilipú, apú, apú, achilipú…”? ¿Y qué me dicen de aquel “La, la, la…” famoso, que supuso de facto nuestro ingreso en Europa, al ganar el festival de Eurovisión en 1968? Hasta nuestros nacionalistas vascos y catalanes más neandertalensis aplaudirían su famosa letra: “la, la, la, la, la, la, la….”. Podríamos hacer, además, versiones en catalá, euskera, bable, andalú, valenciano y hasta en castellano-manchego, con lo que ninguna de las 17 autonomías tendría que sentirse despreciada o disminuida en su amor propio al terruño por el himno común.


Claro que el Puñetas buscaría la originalidad completa: ni letra ni música. Nuestros deportistas no oirían himno nacional alguno porque ellos no se representan más que a sí mismos y a las entidades privadas federativas a las que pertenecen. El que tenga serios problemas de autoestima, que visite a un psiquiatra. Y al que le encanten los gorgoritos y el do-re-mi-fa-sol que se matricule en el Conservatorio. Menos farfollas y más pan con jamón.

1 de junio de 2007

QUE SIGA EL FÚTBOL EN LAS ALTURAS...


Los chicos del fútbol tienen que estar metidos siempre en polémica porque sin ella tendrían menos porvenir que una playa con medusas. Cosas del negocio que se traen entre manos. Ahora los máximos responsables de la FIFA han decidido prohibir –a buenas horas mangas verdes- partidos por encima de los 2.500 metros de altitud. El argumento es que a tantos metros sobre el nivel del mar la salud de los futbolistas se resiente y corre riesgos que han de evitarse. ¿Cómo? “Prohibimos el asunto y nos quedamos descansando…” –han concluido los cacatúas fiferos.



Naturalmente, los países especialmente afectados (Perú, Bolivia, Colombia, Ecuador y hasta México) han puesto el grito en el césped, porque un país sin fútbol internacional por culpa de la altura es como un jardín sin flores o un coche sin ruedas: un asco y un drama. Unos perjudicados hablan de “apartheid”. Otros, de injusticia y mala leche. Javier Aguirre, el entrenador del At. de Madrid, con esa labia tan directa que dios le ha dado, ha dicho que el Gran Manitú de la FIFA, un tal Blatter, “no tiene ni puta idea”. Hasta el mismísimo presidente de Bolivia se ha puesto a disputar un partido de fútbol de protesta en la Paz pidiendo la anulación de la prohibición y alzando la bandera nacional del “nos prohíben jugar al fútbol”. Seguro que si les prohibieran los partidos políticos, la libertad de expresión o leer libros, no habría tanto meneo ni tanta queja. Mientras tanto, los países beneficiados callan como muertos y no han dicho ni mú. Sólo ríen discretamente entre dientes.



El personal está completamente dividido. Unos no entienden que si hasta ahora se han jugado multitud de partidos en La Paz (3.577 m de altitud), Quito (2.800 m) o Bogotá (2.650 m) y -que se sepa- ningún futbolista la ha palmado por falta de oxígeno, vengan ahora los piratas de la FIFA, presionados por los capos del futboleo sudamericano, Argentina y Brasil, y prohíban los partidos en dichas ciudades o similares. Cierto que los países afectados suelen tener ciudades de menor altura donde se podrían jugar los partidos, pero todos sabemos –porque no somos tontos- que jugar a esa altitud conlleva un periodo de aclimatación de los futbolistas foráneos, no siempre suficiente. Luego, en los partidos, suelen pagar las consecuencias. (Creo que hasta se ha visto a algún caracol adelantando en una carrera a Ronaldinho y Ronaldo, cuando éstos jugaron una vez en Bogotá). Habrá otras ciudades de menor altitud, pero las capitales citadas no pueden ser castigadas a quedarse sin su ración cotidiana de fútboladicción.



Cada cual arrima el ascua a su sardina. Bilardo: “Seguro que no es lo mismo jugar en Bogotá, en Quito, en La Paz que en otros sitios, pero tampoco está bien jugar a altas temperaturas, como me tocó a mí en Mali con 50 grados de calor cuando dirigía a la selección de Libia”. Pelé: “Es una medida adecuada e interesante porque los brasileños siempre fuimos los perjudicados” (…) Hay otros lugares en esos países que pueden acoger los partidos. No necesita ser en la ciudad más alta del país”.



El Puñetas cree que en un deporte tan conservador como el furbo es mejor dejar las cosas como están hasta que se momifiquen y pasen a los museos arqueológicos. (O cambiar un montón de ellas y hacer del fútbol un deporte del siglo XXI). De modo que quietos-paraos, y que todo siga igual. Que cada cual siga obteniendo el provecho de su geografía, climatología, y los mil trucos tradicionales que se hacen para ganar los partidos de casa más fácilmente: llenar a rebosar el campo con jaurías de hinchas locales, encharcar el césped, hacer agujeritos en ciertas partes desconocidas del campo para que los rivales se partan el tobillo al pisar en ellas, etc. En un deporte esencial y visceralmente tramposo como el football, no vamos a pelearnos por la tontería esa de la altura. Y si algún día muere un futbolero galáctico dándole puntapiés a una pelota en La Paz, pues que Evo Morales le pague el entierro y a otra cosa, mariposa. También los que juegan en la altura, cuando bajan al nivel del mar tienen que aclimatarse y no por eso protestan y lloriquean. Conclusión puñetera: La FIFA debería dedicarse a beber más güisqui en las comidas y marear menos la perdiz en los campos de juego.

  © Blogger template 'Greenery' by Ourblogtemplates.com 2008

¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).