20 de diciembre de 2009

MERECEMOS UNOS DÍAS DE DESCANSO


El año 2009 está yéndose a hacer puñetas y nosotros queremos hacer lo mismo durante un par de semanas. Necesitamos un descanso como el comer y el beber. Así que empuñamos los bártulos y nos largamos de vacaciones hasta el día 10 de enero de 2010 en que, puntuales como siempre, retornaremos a pasarnos el deporte por el Arco del Triunfo.

16 de diciembre de 2009

PARACIENCIA PARANORMAL


 
Como ya está todo inventado menos el cerebro en sus cabales y el personal investigador tiene que ingeniárselas para poder comer caliente todos los días, cada vez más abundan las investigaciones tontolinescas donde se entierran un montón de pelas a cambio de concluir cosas absolutamente inútiles. Es el ejemplo de una reciente cosilla investigadora de la Universidad de Exeter donde un estudio explica porqué los equipos ingleses pierden los partidos en los lanzamientos desde el punto de penalti.

Cualquiera opinaría –incluso un analfabeto- que se ponen nerviosos, le dan mal a la pelotita y marran el tiro, no metiéndola entre los tres postes de la portería o enviándola a las alturas de la grada. Y ya está o “sé finí” que dicen los franchutes. A fin de cuentas el fútbol es un deporte más simple que el mecanismo de un chupete, así que es absurdo ponerse a elucubrar más allá del sentido común y la lógica. Pero, ¿para qué están algunos investigadores fantasiosos, ein?

Cuentan las crónicas que el estudio ha probado por primera vez el efecto de la ansiedad en el movimiento de los ojos del futbolista cuando se dispone a lanzar la pena máxima. El jugador mira entonces más al portero, lo que hace que los lanzamientos se hagan más por el centro de la portería, convirtiéndolos en más fáciles de parar. "En una situación de alto estrés, estamos más predispuestos a centrarnos en cualquier estímulo desafiante y concentrarnos en él, más que en el propio objetivo que nos ocupa” –han dejado escrito para la posteridad estos expertos de la nada.

Por si todavía no nos hemos enterado, he aquí otra repetición de la jugada: “Al disparar un penalty con nerviosismo, la atención del lanzador se centrará en el portero en lugar de en las zonas óptimas para que el disparo se convierta en gol”. ¿Solución? Lanzar los penaltis sin impaciencia, nerviosismo ni ansiedad. Tras estas conclusiones tan imaginativas (seguro que a usted, querido lector, esto no se le había ocurrido), los investigadores cobraron la pasta gansa convenida, fuesen y no hubo nada. ¡Hasta la próxima  investigación, beibis!

13 de diciembre de 2009

MEAR FUERA DE TIESTO

Que  el golfista Tiger Wood se haya acostado con el ciento y la madre de mujeres, o que haya engañado a su santa esposa, es un asunto que al común de los mortales nos debería importar un pimiento. Y a la prensa, otro. El norteamericano es conocido porque mete la pelotita mejor que nadie en los agujeros de los campos de golf. Que meta otras cosas en otro tipo de agujeros es asunto privadísimo del cuate por lo que el follón que se ha montado en torno a él es indecente, absurdo e inmoral. Si se hubiese tratado de un político, todavía. Como la mayoría de los electores yanquis, soy de la opinión que si el gobernante es capaz de engañar a su cónyuge, en vez de irle con la verdad por delante, qué trolas y embustes no será capaz de usar ante desconocidos. Ante los ciudadanos que le votan, por ejemplo. Don Tiger es famosuelo en el mundo del espectáculo por sus buenas artes en un campo de golf, así que todo lo que se aleje de ese tinglado, es pura y simple vida privada del negrito guaperas. Lo lamentable es que se monte el circo que se ha montado por sus líos de faldas y que al final el propio deporte se quede huérfano de su concurso por culpa del show que la prensa basura ha fabricado en torno a sus devaneos amorosos. O no tan devaneos, porque ahora salen hasta de debajo de las piedras amantes y  fulanas que –al olor del dólar fácil- quieren hacerse famosas contando asuntos de su propia vida privada y de la del golfista. Gente sin escrúpulos que no sabe guardar un secreto nacido –se supone- en la intimidad más íntima. O a lo peor, es que el Puñetas es un antiguo y eso de la intimidad es cosa de otros tiempos. Que todo puede ser…



9 de diciembre de 2009

DE NUEVO LA COPA DAVIS



Como el Puñetas no es muy dado a cantar las gestas de los deportistas, no sé bien si por pudor o por falta de vergüenza torera, he seleccionado el que creo es el mejor artículo sobre el particular que he leído en la prensa de papel. Hablo, naturalmente, del triunfo de la “Armada” tenística española en la Davis y el artículo –como no podía ser de otra manera- no está escrito por un periodista deportivesco sino por un profesor universitario cuyos análisis políticos y sociales sigo con cierto deleite. Naturalmente, coincido en casi todo con el camarada.

"La Copa Davis empieza a parecer un reto sencillo. Este fin de semana se ha repetido triunfo sin apenas dramatismo, sin la carga emotiva de energía que mueve los desafíos impensables sólo conquistados por la fuerza heroica de los sueños. Esta ha sido la cuarta, sin más. La costumbre devalúa todo. Algunos adolescentes apenas han visto ganar más que a los españoles. Y sin embargo no es fácil; de hecho España no fue capaz de ganar durante todo el siglo XX hasta el calendario de salida del milenio. Es, eso sí, el equipo del siglo XXI. Está marcando una época, como Suecia en los ochenta, Francia en la Belle Epoque con los Mosqueteros o Reino Unido en la década eduardiana. El primer tercio del siglo fue yanqui; después, australiano; al final la democratización, ya que hasta los setenta sólo habían ganado cuatro países y desde entonces hay otros ocho inscritos en la peana de la ensaladera. España es la sexta en el palmarés histórico. Quizá alcanzará los siete triunfos de Suecia, incluso los nueve de Francia y Reino Unido, pero eso queda lejos.

La Copa Davis, contra la creencia común, no es el éxito de Nadal. El torneo no lo gana un campeón, sino un equipo. Una individualidad no basta y de hecho el gran Roger Federer se quedará sin ese heraldo sentimental en su palmarés. Ni siquiera es suficiente otro suizo top ten como Stanislas Wawrinka; hace falta un equipo, incluso sin genios como en la Suecia de Bjorkman y Gustafsson, pero un equipo. España no es Nadal, sino la generación de la Armada sin complejos ante las superficies adversas y las encerronas hostiles. Las ‘ratas de tierra’, como se bautizó en Francia a los españoles de arcilla como biotopo único, ahora tienen el repertorio más completo. Superan los treinta mil puntos; EEUU le sigue con apenas veinte mil. Por supuesto Nadal es un jugador de época en la Davis –quizá como Fred Perry, René Lacoste, John Newcombe, Stan Smith, Nicola Pietrangeli, Stefan Edberg…- pero ésta es la competición del espíritu de equipo.

El deporte en España tiene un valor excepcional porque es la última frontera de la ‘conciencia nacional’, tan trasteada por los estrategas del nacionalismo y la política de laboratorio. La selección de fútbol o el equipo de tenis son la seña de identidad más potente en la que se reconoce cualquiera desde San Sadurní a Punta Umbría, desde Hondarribia a La Toja. Y además son el espejo del país. Como recordaban días atrás Rosa María Calaf y Mikel Ayestarán en Málaga, ser español no significa nada en un mercado de Kabul o de Timor, en Sumatra o Namibia, pero sí ser compatriota de Xavi o de Nadal. Quizá no está mal que ése sea el espejo en el que mirar el país". (Teodoro León Gross. Diario SUR, 7 de diciembre de 2009).

PD: Sólo se le escapa una cosa a don Teodoro y a todos aquellos que brillantemente han cantado la gesta de los tenistas españoles. Y es que los cuatro partidos de la Copa Davis han sido disputados este año en España y en tierra. Sin desmerecer a los Nadal, Ferrer, Verdasco, etc, así se las ponían a Fernando VII… Claro que, pese a todo, hay que valer para rematar la faena…

6 de diciembre de 2009

EL HINCHA RICARDO ÑU


Ayer leía en el ordenata, acodado tras la barra de mi pub y en espera de algún cliente, que el Real Madrid acaba de lanzar al mercado una nueva equipación. Esta vez, de ropa interior. Destaca especialmente la femenina con sostenes, tangas y braguitas. Parece ser que es el primer club que se atreve a tanto. La noticia me ha traído a la mente a Ricardo, un antiguo cliente mío.

Se llamaba Ricardo Ñu. Era pequeñajo, culigordo y vivía exclusivamente para el fútbol y el club de sus amores. Nunca llegó a decirme el porqué de su apellido porque yo jamás se lo pregunté. Lo de su diminuto tamaño físico le proporcionó un complejo de enano que le provocó no pocas insatisfacciones. (Como, por ejemplo, tener que llamar al vecino para que le cambiara las bombillas fundidas de la cocina). El atributo del culamen es importante –yo no doy puntada ni descripción sin hilo- pues decía que toda su familia era culigorda desde varias generaciones y que esa seña de identidad debía mantenerla a toda costa. Todavía estaba soltero en espera de que apareciese en su horizonte de amoríos la chica con el pandero más hermoso del mundo, para llevársela al catre y al altar. En fin, era un tipo muy raro y por eso se había buscado una coartada perfecta: ser el forofo número uno del club de su ciudad.

Sus padres, fallecidos en un accidente de aviación, le habían dejado una importante herencia y una más importante indemnización judicial por el chasco de haberse quedado huérfano en un aterrizaje mal calculado. Eso le permitía llevar una vida muy desahogada además de ganársela muy bien como “negro” de varios escritores de éxito. Igual que coleccionaba chavalas con el trasero modelo “mesa camilla”, coleccionaba entrenamientos de su equipo del alma. Lo suyo era seguirlo allá donde viajase, saberse de memoria la biografía de todos los integrantes de la plantilla, calzar toda la ropa y productos del merchandaising de sus ídolos y del club. Tal afición le iba dejando la cuenta corriente cada vez más tiesa, pero el tío calculaba que hasta los cincuenta años no pasaría apuros y para entonces estaba convencido de que ya iba a estar más bien muerto. ¿Motivo? Una tarde, en que estábamos solos en el pub, me lo dijo muy claramente:

-Mira, Pepe, los forofos como yo morimos muy jóvenes. Nuestro corazón está siempre bajo una presión insana. Si el equipo gana, alcanza tal cantidad de revoluciones euforizantes que el infarto puede venir en cualquier momento y si pierde, la frustración y el estrés lo infectan de toxinas peligrosas y de mala sangre. Vivimos tan intensamente que lo tenemos hecho fosfatina en cuanto entramos en la madurez. Pero es preferible una vida plena e intensa al lado de nuestro ídolos y con nuestros colores que llegar a centenarios sin saber el placer que proporciona una noche de Champions , una Liga alcanzada en la última jornada, una juerga hasta altas  horas de la madrugada tras ganar el clásico del siglo de cada año. No hay placer más grande, yo al menos no lo conozco, que el de un triunfo de mi equipo. Se olvidan los problemas, ni me acuerdo de mi pequeñez de estatura, la vida me sonríe durante una semana hasta el nuevo encuentro y, en fin, qué quieres que te diga, disfrutamos de la vida con una pasión infinitamente mayor que la que Romeo tenía por Julieta. Con eso ya está dicho todo…
-Pero no siempre se gana, Ricardín, monín… Lo normal, aunque tu equipo sea uno de los grandes del fútbol mundial, es que os llevéis un chasco detrás de otro y eso no es disfrute ni leches…
-Eres un antiguo, Pepe. Las derrotas y las frustraciones pasan pronto porque inmediatamente estamos pensando en el partido del miércoles o del siguiente domingo, mientras que el sabor de las victorias permanece toda la temporada. Claro que para esto hay que ser de un equipazo tan grande como el mío, pero la inteligencia está para algo, ¿no? A mí no se me ocurriría hacerme forofo del Berzotas Club de Fútbol. Vamos, ni harto de vino…

Era un tío culto el tal Ricardo. Lo cual hacía más incomprensible a mis ojos su afición extrema por el club de sus amores. Todos los días se zampaba de cabo a rabo los periódicos deportivos, las emisiones televisivas y los debates radiofónicos. Su casa, me decía, era una mini tienda del club de sus entretelas. En ella podían encontrarse todos los artilugios y productos que su equipo del alma había sacado al mercado para fidelizar y hacer negocio con sus simpatizantes y fans. Colonias, relojes, toallas, sábanas, chubasqueros, mantas, llaveros, discos, muebles, condones, vasos… Cualquier cosa que llevase el escudo o el nombre de su club era inmediatamente comprado por Ñu. Y como viajaba tanto detrás de sus idolatrados jugadores, cada temporada se multiplicaban más los souvenirs, los atuendos y productos del club por el que estaba dispuesto a dar la vida, si fuera necesario.

-Soy un soldado de mi equipo. Mis genes, como mi culigordura, se hunden en mis antepasados. Sin necesidad de trabajar por culpa del destino y de mi orfanato desde edad temprana, y con las inquietudes intelectuales también cubiertas, lo único que me satisface desde hace años es ser un fiel seguidor de mi equipo. A él he consagrado mi vida, como si de un sacerdocio se tratara y a él me debo. Con un amor desinteresado, altruista, fiel hasta las últimas consecuencias. Si alguna vez llegase a desaparecer por problemas económicos o políticos, ten la seguridad de que yo también desaparecería del mapa pegándome un tiro o comiéndome una lata de berberechos caducados.


Ricardo era demasiado. A veces pensaba en una broma de mal gusto o que aquel tipo estaba loco de remate, pero era tan riguroso en sus explicaciones, tan apasionado en sus argumentos, que al final tuve que admitirlo como uno más de esos tipos que viven entregados en cuerpo y alma a una causa absorbente: la política, la religión, los viajes, el sexo... Hasta tal extremo llegaba su devoción y amorío balompédico que se había hecho tatuar las iniciales de su equipo en el único diente postizo que albergaba su perfecta dentadura. Llevaba bordado el escudo en sus calzoncillos y camisetas. En fin, Ricardo era un perrito faldero del club de sus amores. Y todo ello, sin pedir nada a cambio, sin pretender pasar facturas a nadie, en la sombra, amando en silencio con la única esperanza de verse recompensado cada fin de semana con una victoria en el terreno de juego, donde él siempre acudía armado hasta los dientes de toda la parafernalia al uso.

-Moriré joven, Pepe, que te lo digo yo, pero confío en que antes de que llegue ese fatídico momento habré conseguido la completa felicidad encontrando a esa chica que ando buscando desde hace años. Culigorda, claro, pero fiel seguidora de mi equipo porque mi sueño es tener al menos un chico al que inculcar mi amor y mi pasión por el mejor equipo del mundo, el que me da la vida y el que causará mi muerte.

Semanas después me la presentó. “Mi chica”, me dijo tímidamente. En efecto, tenía un pandero tan grande como el ruedo de la plaza de toros de las Ventas. Era majísima y tan hincha de su equipo –el mismo que el de Ricardo, claro- que en todas sus bragas y sostenes se había grabado el escudo. Aquel día vi por última vez a Ricardo. Varios meses más tarde la chica vino al pub. La reconocí al instante. No me hagan decir en qué detalle de su anatomía me fijé para caer en la cuenta que tenía delante a la Julieta de Ricardo.

-Poco me duró la alegría. La eliminación en octavos de Champion le provocó tal berrinche que su trabajado corazón no lo pudo superar: infarto. Ahora reposa en el cementerio. Sabrá qué nicho es el suyo porque tiene un gran escudo presidiéndolo. Lo enterramos en un féretro donde introduje todos los recuerdos de su club que cabían. Sus últimas palabras nunca las olvidaré. Me dijo, en plena agonía: Culigorda mía, espero que en el más allá también existan una Liga y una Champions con mi club favorito porque si no me voy a aburrir de lo lindo. Qué pena no haber tenido tiempo para engendrar ese hijo que iba a tomar mi relevo. Queda con Dios, con la Federación Española de Fútbol, la UEFA, la FIFA y con nuestro idolatrado club. Fue bello y divertidísimo mientras duró…

De vez en cuando la chica pasa por el pub, sobre todo en días de partido. Me confiesa que todas las semanas acude al camposanto para dar las nuevas futboleras a Ricardo. También me dice que ella tampoco cree que llegará a vieja. Y es que esto de ser un apasionado del club de tus amores tiene no pocas desventajas…

2 de diciembre de 2009

FERNANDO MARTÍN: VEINTE ANIVERSARIO

El 3 de diciembre de 1989 fallecía en accidente de coche el jugador de baloncesto Fernando Martín. Ya ha llovido desde entonces pero hay hechos y noticias que siempre permanecen en la memoria. Recuerdo que aquella tarde me disponía a ver el partido entre el Real Madrid y el CAI de Zaragoza. Como tantas otras veces. Porque si ha habido un deporte practicado y visionado por el Puñetas en sus años juveniles ese ha sido el baloncesto, que tomó el relevo del predilecto fútbol de la niñez escolar. Aquellos años juveniles de los 60/70 tenían como líder hegemónico al Real Madrid de Ferrándiz, con Emiliano, Luyk y Brabender (americanos que se harían españoles), los hermanos Ramos… y poco más tarde –ya con Lolo Sáinz- Corbalán, Cabrera, el propio Fernando Martín… Ah, aquellas épicas luchas contra el gigante ruso del CSKA  de Moscú y los equipos yugoslavos, donde había una generación de jugadores enormes pero, en ocasiones, muy poco respetuosos con sus adversarios. Empezaban los 80 y fue bueno para el baloncesto que al gallito Madrid le disputaran los quiquiriquíes y aleteos otros equipos, especialmente los catalanes del Juventud de Badalona y el mismísimo Barcelona, que acabaría apropiándose de la década con sonoros y reiterados triunfos de la mano de aquellos Epi, Sibilio, Solozábal o el americano Norris, cuyos duelos con Fernando Martín fueron espectaculares.

Tiempos aquellos en que uno era capaz de quedarse atrapado ante la televisión viendo las virguerías que eran capaces de hacer aquellos baloncestistas de plata. El oro, claro, estaba en propiedad de los gigantones de la NBA, tan lejanos, tan poco conocidos por la gran mayoría. Años en que el baloncesto hispano ya empezaba a mojar la oreja al ruso y yugoslavo, muy superiores mientras existió la URSS y la extinta República Yugoslava. No hay nada como practicar un deporte, aunque sea en plan aficionadillo, para darse cuenta del valor y esfuerzo que desarrollan los auténticos profesionales. Por eso aquella tarde, llegada la hora, conecté la televisión para disfrutar de aquel partido. Me extrañó que nadie trotase aún por el campo. Y entonces fue cuando escuché la noticia: Francisco Martín había fallecido.

Han pasado 20 años de aquello y las nuevas generaciones del deporte probablemente desconozcan a este jugador precursor y avanzadilla del baloncesto más actual. Ocurre habitualmente con quienes ya forman parte de la historia, para la que cada vez andamos más amnésicos u olvidadizos. Como si el presente no le debiese todo su esplendor o fracaso al pasado. Qué sería de nuestro exitoso baloncesto actual si no hubieran puesto una pica en Flandes gentes como Martín, el primer pivot de este país  capaz de mantener el tipo ante los mejores gigantes del baloncesto europeo y americano; el primer baloncestista que se fue a la NBA, allá por la prehistoria de 1986, tras haber sido uno de los pilares fundamentales en la consecución de la  medalla de plata en las Olimpiadas de los Ángeles de 1984. Su muerte no hizo sino agrandar su figura ya de por sí grande: un gladiador de 2,05 metros que jugaba de pivot a lo grande en un país donde lo que abundaban eran los bases enanuchos (pero matones) y los aleros pequeños (pero con el tiro siempre a punto).  

Hoy he paseado la nostalgia por la internet leyendo y viendo algunos videos sobre Fernando Martín y la época. Creo recordar que en seis años del Arco nunca he dedicado unas letras a uno de los  grandes precursores de nuestro gran baloncesto actual. Coincidiendo con ese 20 aniversario de su muerte, prefiero que disfruten con el recuerdo o con el primer conocimiento de lo que representó y fueron aquellos años ya tan lejanos.

-VIDEO DE RTVE EN HOMENAJE AL “GRAN FERNANDO MARTÍN”.

-PRIMERA PARTE DEL PROGRAMA “INFORME ROBINSON” DE CANAL PLUS DEPORTES, TITULADO “DE FERNANDO MARTÍN A GASOL”.


-INICIO DE LA CHARLA-ENTREVISTA QUE EL DIARIO EL MUNDO PUBLICABA HOY ENTRE PEPU HERNÁNDEZ Y ANTONIO MARTÍN, HERMANO DE FERNANDO. RECOMIENDO EL VISIONADO DE UN PEQUEÑO VIDEO SOBRE ELLA.

-TOQUE MUSICAL NOSTÁLGICO A CARGO DE LOQUILLO CON SU CANCIÓN DE HOMENAJE AL BALONCESTO Y AQUELLOS JUGADORES: “MEMORIA DE JÓVENES AIRADOS”.


“Le tengo muy presente; lo veo todos los días porque coloqué una foto de ambos en el gimnasio de mi casa. Muchos recordarán la imagen, esa en la que Fernando y yo tratábamos de ganar la posición para agarrar un rebote. La verdad es que no encontrarán una foto nuestra en la que no estemos combatiendo. Era imposible no pelear si Fernando estaba enfrente, y era un placer. No podías darte ni un minuto de descanso. Le eché mucho de menos por eso, aunque no sólo por lo deportivo. La verdad es que no volví a pegarme con nadie igual en una cancha. No diré que me aburría, pero nada fue lo mismo desde su muerte, que me pilló… Recuerdo que acabábamos de finalizar un entrenamiento cuando llegó la primera noticia del accidente. No me lo podía creer. Había muerto un jugador, mi principal rival, pero, sobre todo, había muerto un amigo. Recuerdo a su familia… Estaban destrozados en el funeral, y yo también, aunque no fuese lo mismo, claro. Hay pocas cosas que haya tenido tan claro en mi vida como que yo tenía que estar en Madrid para su entierro. Quería estar allí por su familia y necesitaba estar por mí mismo”. (Audie Norris). Extracto de lo publicado por el diario EL MUNDO el 2/3/2009.


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