23 de diciembre de 2010

DESCANSAMOS UNOS DÍAS


Aprovechamos estos días en que sólo trabajan los anunciantes de colonias (francesas, sobre todo) para darnos el piro durante semana y media. Au revoir, que dicen los franchutes, hasta el 9 de enero del año próximo, cuyo nombre no recuerdo...

19 de diciembre de 2010

CRÓNICA DE UN PARTIDO DE FÚTBOL DESDE LA PERSPECTIVA DE GÉNERO

Aquí, en el Arco, tan modernos y apegados a las sanas y santas virtudes, hemos optado por seguir las nuevas directrices de la feligresía que bebe en las aguas tibias y saludables de la perspectiva de género, sea desde el punto de vista ecologista, polítiquero, educativo o, como en este caso, deportivesco. ¡Basta ya de invisibilizar a la mujer mediante la vulgar estratagema de usar palabras masculinas que, como todo el mundo sabe, representan sólo al hombre!

El machismo decimonónico se va a acabar y desde el Arco estamos dispuestos a poner una pica en Flandes y en Calatayud para colaborar en tal fin aunque, pese a nuestros ímprobos esfuerzos de macho renegado, no tengamos de recompensa más que el desprecio de nuestros colegas de sexo y  el ninguneo de las comadres del género. Aquí presentamos, en primicia mundial, la primera crónica de un partido futbolero (desgraciadamente, un deporte de hombres al que pocas mujeres critican, incluidas las feministas) usando la perspectiva lingüística de género y génera.

DEDICATORIA: Esta bella crónica futbolera se la dedicamos con todo amor a doña Bibiano Aída, exministra de Igual-dá. Feo gesto el de don Zapatero degradándola a Secretaria de la Cosa, con la consiguiente pérdida de plusvalía y valor residual de sus fervientes admiradores, entre los que nos encontramos.

SUGERENCIA: Aconsejo leer primero la crónica. Está escrita en color azul. Luego, si tienen bemoles, releerla incluyendo las explicaciones justificativas señaladas entre paréntesis en color rojo


Ayer disputaron la partida número quince de la competición liguera (hemos eludido escribir “decimoquinto” por soez y masculinoide, así como la palabra “campeonato”, que tiene viejas reminiscencias de Chindasvinto, o sea, de lejanas épocas requetemachistas del copón hermoso) las principales escuadras futboleras (me niego a escribir “los equipos”, porque se da a entender que sólo los forman machotes) de las ciudades de Madrid y Barcelona (comprendan que no podemos escribir, sin que se nos salten las lágrimas, nombres tan aceradamente hombriles como “el Real Madrid y el Barcelona”). La organización madridista y barcelonina se enfrentaron a cara de perra en una confrontación que provocó la emoción delirante de las multitudes que pudieron seguir la cumbre futbolística clásica por tierra, mar y atmósfera (espero que entiendan que “aire” es una palabreja que no nos cae nada simpática, por razones obvias. Aprovecho para comunicarles que cambiaré todos los nombrajos masculinos y machurrinos que habitualmente se escriben en estos pormenores de la pelotita. Quedan avisados y avisadas).

Las personas que juegan al fútbol (antes se decía “los futbolistas”, término deleznable desde nuestra perspectiva de género) estuvieron como es habitual en ellas: deslumbrantes, grandiosas, fantásticas, inmejorables y chiripitiflaúticas. La partida fue una monada de jugadas primorosas llenas de ternura y pacífica convivencia rival, como es loable en una confraternización futbolera de la más alta alcurnia. (Obsérvese que vamos aprendiendo sobre la marcha y ya nos salen de manera espontánea y natural palabrejas no sexistas, lo cual redunda en la fluidez de la crónica). Transcurridas diez vueltas de la aguja relojera (lo de “diez minutos” debería pasar al desván de la historia, por deleznablemente viril) esa bellísima persona que juega al fútbol y que responde al nombre de Messi, hizo una de sus clásicas jugadas desternillantes y abracadabrantes plantándose ante la nariz de Casillas. Entonces disparó con su pierna buena, buenísima diríamos las gentes que admiramos su buena estrella y sesera, y la pelota fue mansamente a las redes de la portería. Una penetración en toda regla aunque no suficiente para el orgasmo culé (sentimos no tener a mano una palabra menos androcentrista pero es que el macho ibérico y mundial es así, siempre pensando en lo mismo…) pues en menos que canta una gallina esa magnífica persona que juega al fútbol y que atiende al feísimo nombre de Cristiano fabricó una bicicleta marca de la casa y acabó con las ínfulas de victoria de la chiquillería de Guardiola, esa persona que entrena a la muchachada barcelonina.

La partida transcurría entre gritadas en las gradas y caricias en la hierba (“césped”, por ser de género masculino, debería desterrarse del vocabulario no sexista) cuando la persona encargada de dirigir aquella fiesta futbolera (¡a ver cuando demonias arbitran mujeres en la Liga, coña!) pitó la pena máxima (“un penalty”, qué horror) a favor de la triada  arbitral (dónde va a parar la belleza semántica de nuestra propuesta de “triada” frente a la memez varonil de “trío”). La escandalera que se montó en la campiña (córcholis, pareciera que “el campo” sólo es patrimonio de los machotes) fue de las que hará época. La gente empezó a protestar, los homínidos con truculentas palabrotas de cabreo y enfado,  las homínidas con sensibles muestras de rabia y furia. Entonces, y sólo se llevaba media hora de partida, la policía nacional tuvo que entrar en las instalaciones futboleras e implantar la situación de alarma (sólo a los androides se les ocurre decir “el estado de alarma”). En esas circunstancias la población allí presente comprendió que toda aquella parafernalia se hacía por su bien mientras que la triada arbitral fue llevada a la comisaría donde ahora, bajo la atenta mirada de varias generalas de las Fuerzas Armadas, aguarda la sentencia de las juezas de la Junta de Competición (antes vulgar y sexistamente considera como “Comité de Competición”). Y es que no se puede permitir que a la población le tome la pelambrera (otrora, “el pelo”) una minoría, por muy preparada e importante que sea.

La partida prosiguió tal y como si no hubiera pasado nada pues la arbitrada de la misma pasó a manos de la Junta Arbitralota, quien tenía ya preparada la reposición de la triada insurrecta gracias a las buenas manos y bocina (“pito” es un palabro detestable, se mire por donde se mire y se toque por donde se toque…)  de Paquita la justiciera. Sólo ella se bastó para reducir a cenizas la escandalera de la grada y la campada. Sólo ella fue capaz de reconducir aquella confrontación de machos grasientos y violentos en una francachela la mar de exitosa, populachera y guay del paraguay. Hasta el punto en que toda la gente acabó dándose besadas y manoseadas hasta que llegó la final de la orgía (perdón, la final de la partida) con el resultado de empate a nada, una resultada justa y proporcionada a las ganas desplegadas por ambas escuadras y sus aficiones respectivas.

Paquita fue despedida con una salva de “viva tu madre” y “vivas tú” que le provocó una gran irritación pues una mujeraza como ella no puede permitir que le señalen a la madre así como así, con tonos claramente machistas-fascistoides, de modo y moda que declaró militarizada a toda la gradería hasta nuevo aviso. Allí están las cien mil gargantas y las dos docenas del personal que juega: esperando que a la más alta autoridad militar le dé por tomar una decisión contraria en cuanto le salga de las gónadas. Y en esas estamos con esta partida clásica de la futbolería española que, por un exceso de machismo por culpa de la gran masa, adocenada siglos y siglos por unas elites androcentristas, acabaron por convertir una gran fiesta de paz y bonhomía en una vulgar y soez mamarrachada final. Hasta que los machos no sean también madres debería estar prohibida esa palabra tan claramente discriminatoria para con las mujeres de bien.   

15 de diciembre de 2010

EL ARDILLA, EN EL BERNABÉU


Ya sus decía losotros días er Puñetas la faena que nos hisieron los descontrolados controlaores aéreos esos, allá por el aeropuerto de Barajas, en er puente de primeros de diciembre. Ar finá nos quedamo a dos velas y desidimos, mu cabreaos, quedarnos en Madrid mientras echábamo reclamasione por tós laos aunque nos tememos queno servirá paná porque el auténtico estao dalarma está en que a los consumidore nos dan pordelante y pordetrá, con alevosía (¡toma palabro!), nosturnidá y vaselina.

Aquel sábado sabadete jugaba er Valensia en el Bernabeu de don Floren y el menda, quenunca había estao en ese campete tan salao, quiso acudí ar evento. Así que desde bien temprano busqué una entrada y ar finá de la tarde conseguí una. Sí, el Ardilla estaría en el palo del gallinero del Bernabeu, donde se ve a los jugaores como si fueran muñecos de furbolín, pero sepa dió cuando se estire el Puñetas otra vé y me invite a algún viaje sullo. El tío no quiso acompañarme pué prefirió estar tó el día con cosas curturales: er Prado, un museo onde no ay más que cuadros antiguos y er Reina Sofía, onde no hay má que cuadros modernos. ¡Menúo cuadro y perspektiva tenía yo si le acompañava! Portán, me largué por mi lao a po la entrada y el partío y aluego ya nos veriamos a la salía.

Iva yo tó lleno demosión, bajando por la Castellana desde Cuzco, por la asera de la derecha, cuando empecé a notá el caló de la gente cuando ya estaba cerca. Y eso quela noche era fría de cojone. Cuando estaba enfrente der estadio, crusé la Castellana y por poco me pilla un par de coches porque hay muchos carriles que crusá y er semáforo sólo dura quince o veinte segundos. Y aluego disen quelos peatones tenemos la curpa de muschos accidentes. Si duraran má los semáforos… Sano y salvo por los pelos llegué a la asera del estadio y por poco mestropicio al tropesá con un montón de cables cabía desparramaos por el suelo y sin avisá. Coño, eran los tíos de Mediapro, losque retransmiten los partíos de liga, questaban ayí con tós sus camiones y cables. De una arqueta no señalisá salían, en plan chapuza, tós los cables con los que tropesé por ir mirando parriba, pal estadio. Meno má que no pasó ná porque mira que si parto alguno o lo estropicio y el partío no se hubiera podío vé por mi curpa…

Er ambiente estaba un poco jodío. Poco ruido y pocas nueces. Y es que er lune anterior er Madrí había resibío sinco hermosos goles, sinco, de la acreditada ganadería de Pep Guardiola. También, digo muá, sería por la cosa der frío, que má que frío era escalofrío. Allí había puestecicos vendiendo bufandas, cacahuetes, agua y esas cosas, pero el personá que acudía al estadio yo creo que ya se las traía puestas, mayormente en una bolsa de plástico donde yo veía y olía argunos bocadillos pa comérselos en el descanso.

Me di una vuerta alrededó de los cuatro laos del campo. Oiga, ¡las calles de todos los laos estaban cortadas! Me llamó esto mucho la atensión. ¿Y paga el Real Madrid por esa incomodidá palos vecinos? ¿O el Ayuntamiento hase ese favó por amor al arte? Había muscha policía, unos paseando, otros montaos a caballo, que tampoco sé quien pagaría. Y eso sí, muscha gente comiendo y bebiendo en los bares y chiringuitos dalrededor. En argún momento pensé que muchos estaban hasiendo botellón. En er lao del palco dautoridades, pasaron varios coches desos grandotes, con los cristales tintaos pa no ver a las sabandijas que van dentro. ¡Pa ellos sí estaba abierta la calle, no te joe…! Y vi ar Lisaveski ese caminando y rodeao de gente, lo que por lo menos dice mucho de su modestia, por lo meno aquel día pué el tío, siendo quien é, podía haber acudío hasta en helicóptero. Por allí cerca había cuatro mataos tocando el tambor y un cámara de telecaca tomándoles el careto. La gente pasava dellos pero seguro que aluego, en la tele, la cosa parecería que tenía emosión y gancho. La teletonta, ya se sabe, que miente mucho…

Por fin entré ar campo, to iluminao (me quedé medio siego al prinsipio pué yo no había visto nunca tanta luz, ni cuando una vé estuve en Paris, la siudad que disen de la lú) y lleno de gente. Me fui pal palo der gallinero y dende allí estuve to el partío pasando má frío que si hubiera estao en Alaska. Ensima el partío fue aburrío, pero aburrío aburrío… Lo demá ya se supone y se sabe, asín que cortaré aquí el royo porque no quiero tené agujetas mañana, que me toca ir al inem a por lo del paro. Lo quimporta é que me lo pasé bien y que ningún coche matropelló porque, a la salía, tuve de nuevo que atravesá el Paseo de la Casteyana y el semáforo no duraba ni veinte segundos. La madre que parió a quien tiene tan poco apresio por la vida de los peatone. Sí, lo digo a quien corresponda der ayuntamiento de los madriles pero esa é otra historia…

11 de diciembre de 2010

DESCONTROLADOS (O HECHOS PEDAZOS)

PEDAZO UNO

Jodé, nos vamos de esta santa casa durante unos días, aprovechando el suspirado puente de la   Constitución Inmaculada y pasan más cosas que en el libro de Petete. Para empezar nos encontramos varados en el aeropuerto de Barajas durante un par de días por culpa de unos mamarrachos/as que –con sólo el Bachillerato por montera y parlotear el inglés- se creen los reyes del mambo porque dicen a los avioncicos que vuelan: tú por aquí, tú por allá, tú espera un poco, tú vete a tomar porculín… Y como dio la casualidad que el mismísimo día 3 el gobierno de don Zapaterín, don Blanquín y doña Pajín les quiso tocar los bemoles una vez más a los controladores aéreos, estos salieron echando leches de sus puestos de trabajo –sin avisar ni nada- dejando a los avioncicos y a los pasajeros con un palmo de narices. Así son de irresponsables ciertas gentes a las que –si hubiera justicia divina, que la humana ni por asomo- deberían embarcar en una vagoneta y enviarlos al fondo de una mina para que supieran de verdad lo que es inseguridad, estrés, ansiedad y otras cosas miserables. O meterlos en un barquito velero para pescar fletán allá por Canadá, a ver si aprenden de una puñetera vez que –sin comerlo, beberlo ni merecerlo- lo suyo es un trabajillo de niñatos a los que los gobiernos de turno les han consentido todo tipo de tropelías dado el carácter público del asunto (donde los mamones y el mamoneo campa a sus anchas) y a que los usuarios y los ciudadanos tienen el bolsillo bien ancho cuando se trata de pagar –vía impuestos- a inútiles, mangantes, corruptos y niñatos. Así que el Ardilla y el muá, que estábamos en el sitio equivocado y en el peor momento (no hay nada como un aeropuerto para darse cuenta de que el personal de a pie es una mierdecilla pinchada en un palo), nos pasamos dos días de aquí para allá y de allá para acá reclamando, ciscándonos en la madre de todos los controladores y esperando que alguno apareciese por allí (tampoco les hacíamos ascos a alguien de Aena o del gobiernín zapaterín) para desahogarnos un poco a su costa. No tuvimos suerte y eso que lo lamentaremos toda nuestra vidorra.

Mas vale ya de peripecias propias que –menos mal-, al lado del Ardilla se convierten en historias desternillantes que algún día Pepe Pi lo mismo intenta resumir en un cuento de los suyos. Si he hecho mención a ellas es para justificar que el Arco ha estado ayuno de mis articulillos durante más tiempo del previsto por culpa de una pandilla de impresentables a los que yo no invitaría a cenar ni harto de vino. (En realidad no sé cómo el personal de a pie tenemos bemoles a ponernos en sus manos cuando queremos volar dada su demostrada mala leche, su inmadurez y su falta de responsabilidad profesional, pero así somos de idiotas…). Dicho lo cual, en estos días, han pasado también la mar de cosas de las que quisiera referir dos, a modo de inventario.


PEDAZO DOS

Rusia se llevó el día 2 la organización del Mundial de futbolín del 2018 dejando a Spain y Portugal con los dientes largos. No sé si mis rogativas a San Cucufato habrán tenido algo que ver en esa sabia decisión fifosa, pero lo cierto es que aquella misma noche di las gracias por evitarnos ese mundial y los correspondientes gastos, impuestos e incomodidades que nos tocaría pagar a los ciudadanos de bien. Todavía recuerda uno el Mundial del 82 y es que se le abren las carnes, no sólo por el ridículo deportivo sino por la debacle económica que tal circo originó, aunque eso bien que se encargaron de taparlo los expertos en el gobierneo y el despiporre. Si el Puñetas fuese un país (y un país serio, por supuesto, o sea de esos que todavía no se han inventado), le pediría a la Fifa que me diese dinero para organizar sus festejos, en vez de ponerlo yo para disfrute de ella y sus vividores afines. Así que, al menos, hasta el 2026 estaremos libres de organizar este tipo de evento pues en el 2022 los ricachones de Qatar se encargarán de ello dilapidando materias primas, energía, pasta gansa y abluciones, je, je. Y todo para mayor gloria de don Balón y de los fifosos que viven muy requetebién gracias a él, como es el caso de don Villarín, cuyo discurso en el acto de la candidatura del día 2 fue tan patético como un controlador aéreo trabajando de 9 a 17 horas por mil euros al mes. La mafia rusa y el gobierno de don Putin (tal para cual) se encargarán en el 2018 de alegrarnos las pajarillas si para entonces no la hemos palmado en algún aeropuerto hispano por culpa de un abandono laboral imprevisto de quien ustedes ya suponen. Para apoyar al reciente Nobel de la Paz, el disidente chino Liu Xiaobo, encarcelado en su puñetero país por escribir un manifiesto a favor de la democracia, el gobierno ruso no ha tenido ni ganas ni interés ni vergüenza, pero para gastarse en los próximos años la friolera de 4 millones de dólares (sólo en construir y renovar estadios, ojo), para eso, le han faltado manos, piernas y desvergüenza torera. Valiente hijo de Putin… 


PEDAZO TRES

El día 9 vomitábamos el bocata de calamares que nos metíamos entre pecho y espalda al enterarnos por la interné que San Otegi (el portavoz -la voz de su amo- de la organización terrorista Batasuna, filial de la casa madre ETA) había sido absuelto de cometer un delito de enaltecimiento del terrorismo durante un mitin-aquelarre que se celebró en San Sebastián allá por 2004. Si los jueces fuesen controladores aéreos, el vuelo de hoy de las 8,15 despegaría dentro de seis años a eso de las 15,40. ¡Qué rapidez, qué reflejos, qué velocidad del rayo en la ejecución de sentencias! El caso es que tras oír la noticia (la Audiencia Nacional considera que Otegi sólo pasaba por allí,  por el velódromo de Anoeta, para darse un par de vueltas con la bicicleta), pensé que algo fuerte estaba al caer pues absolución tan increíble (Otegi enaltece al terrorismo  hasta cuando se come una merluza al pilpil) dejaría a la ciudadanía más k.o. que los mismísimos controladores con su espantada del día 3. El Puñetas ya va para viejo así que se sabe todas las triquiñuelas del poder establecido, sobre todo si vive de la propaganda y el cachondeo, como le ocurre al de don zapaterín. Así que, a la tarde, apareció la noticia que iba a tapar y oscurecer al santo de Otegi: “La atleta Marta Domínguez, detenida en el marco de una operación contra el dopaje”. Señor, señor, qué casualidades da la vida… Podían detenerla cualquier día y dar la noticia a cualquier hora pero mira tú por dónde la cosa coincidió poco después del asuntillo Otegi. Consecuencia: telediarios, periódicos, radios y papeles higiénicos varios pasaron a informar al dedillo (diciendo sólo cuatro cosas inconexas, por cierto) sobre la atleta palentina mientras el beato Otegi pasaba a mejor gloria. Como aquí no nos fiamos ni de nuestra sombra, nada diremos sobre doña Marta hasta que –dentro de diez años, como mínimo- la justicia le declare inocente o culpable. Hasta que llegue ese momento habremos pasado cinco o siete huelgas salvajes de los controladores, don zapaterín habrá sido sustituido por don rajoín, el beato seguirá siendo declarado inocente un día y culpable al siguiente -según marque el calendario politiquero y el reloj del juez de turno- y el Puñetas estará ya deseando la jubilación, arrastrando las dos piernas y el rabo por esos mundos laborales del infierno.

Y bien, siento que hoy el articulillo haya salido articulazo por culpa de la cosa politiquera, otiguera, dominguera y –sobre todo- filibustera. No todos los días tiene uno la desgracia –menos mal que compartida con el Ardilla- de ser rehén de una pandilla de golfos y piratas acostumbrados a chupar del bote y de la teta aérea a todas horas mientras los demás, millones de desgraciaos, no tienen ni leche condesada con la que alimentarse. Una leche bien dada (con mucho calcio, vitaminas A y D, soja, omega 3, isoflavonas y otras mierdas)  les daba yo a esos mamoncetes…

PD: Menos mal que hay algunos a los que estas pijaditas puñeteras les importan ochenta pepinos…

1 de diciembre de 2010

LOS TRINCONES

Hace poco escribíamos en el Arco un articulillo de esos que, de vez en cuando, nos salen por las teclas cuando el colmillo se nos retuerce demasiado a fuerza de ver tontolinadas y atracos mil. Allí, entre otras cosas, clamábamos al cielo (en vano) porque la Unión Ciclista Internacional exige el impuesto revolucionario del 70 % anual a los ciclistas que dan positivo en un control antidoping, lo cual –viendo la porquería de alimentación que hay hoy en día y las porquerías específicas que se meten en el cuerpo los tíos de las dos ruedas para poder subir el Mortirolo a velocidad de liebre- es garantía de réditos multimillonarios para la mencionada Desorganización Ciclera. ¡A  más positivos más engorda sus arcas y sus bolsillos la dichosa UCI!


Sin embargo, el record de trincar por todo el morro se lo lleva la UEFA, esa Unión de Especuladores que ya citaba Jose María García cuando el Puñetas era un veinteañero. Porque el trinque eufero de estos días es de los que merecen figurar en cualquier Manual al uso, además de ser recompensado con el Premio Nobel del Mamoneo. Vean si no: el Realísimo Madrid –al que ya le toman el pelo hasta en los despachos- acaba de ser multado por los trincones de la UEFA con 215.000 euros (casi 40 millones de las antiguas pesetuelas) simplemente por perder el tiempo durante un minuto de la basura en el partido de Champions contra el Ajax disputado hace una semana. Nadie podrá argumentar a partir de esta golosa decisión eufera que el tiempo no es oro. Un minutejo, repartido en dos pérdidas de tiempo de 30 segundos, cuarenta millones de calas, pelas o rubias. Y todo porque en vez de hacer bien las cosas, es decir, que Sergio Ramos le arrease por la espalda y sin avisar un puntuapié a un jugador rival o que Xabi Alonso le diese a la pelota con la mano en plan pelota vasca, ambos jugadores le echaron un pésimo teatro al asunto y perdieron unos preciosos segundos en poner de nuevo el balón en juego a ver si el árbitro, cual perrillo de Pavlov, les sacaba tarjeta amarilla y el próximo partido lo veían desde la grada y, de paso, se compraban un nuevo tarjetero.


¿Y qué, amiguitos trincones? ¿Qué pasa por perder unos segundos de tiempo en un partido que está prácticamente acabado, con victoria visitante bien holgada, y en donde los espectadores ya están haciendo cola para desalojar el campo? Vale que a los “infractores” se les saque la tarjetita amarilla, que es lo que buscaban, pero ir más allá de esta pobre actuación teatral y meter la mano en el bolsillo de estos, de su entrenador, de los porteros del equipo y de la propia entidad, para sacarles cuarenta millones de rupias, sólo invita a llamar a estos tipos del Comité de Competición Uefero de una manera: trincones. (En el diccionario hay sinónimos más fuertes y soeces pero ya saben que aquí no gustamos de las palabras gruesas, salvo cuando la mano penetra directamente en nuestras carteras).


Que el Irreal Madrid y sus millonarios obreretes del balón y el entreno tengan que aflojar la pasta gansa a los trincones de turno es un problema que no me afecta. Lo que sí me molesta es el hecho objetivo, en sí, porque de un tiempo a esta parte (en realidad, siempre) hay una funesta manía en sacarle la manteca y la pasta gansa al ciudadano, o sea, a usted y  a mí, con la misma arbitrariedad y cara dura con que la UEFA ha actuado ahora. Si a los idolillos de barro del futboleo les trincan miles de euros por un quítame allá esas pajas, no quiero ni pensar qué no serán capaces de hacer, qué inventarán todavía los que nos hurgan el sueldo ganado a golpe de sangre, sudor y lágrimas para llevárselo calentito a su covachuela y disponer luego de él con la arbitrariedad más absoluta. Bancos, Hacienda, políticos de todos los pelajes, DGT, Ayuntamientos, Timofónicas, Endesas, Repsoles, Iberias, ecétera son UEFAS instaladas en nuestra vida cotidiana que viven gracias a que nos chupan todos nuestros líquidos vitales a cambio de un servicio manifiestamente mejorable cuando no muy dudoso. Por eso me molesta el trinque uefero, porque temo que a su socaire los grandes dráculas del mamoneo y el apalancamiento propio nos estrujen todavía un poco más, ahora que ya estamos en los huesos más descarnados. En este sentido, atentos al próximo viernes en que el señorito Zapatero anunciará nuevas medidas económicas de ajuste que -¿adivinan?- van a ir directas a nuestras yugulares de pobres parias trabajadores.


Entre trincones anda el juego y cuando las barbas de tu millonario vecino veas pelar (Casillas o Mourinho, un suponer) pon las tuyas (y las mías) a remojar. El que avisa no es traidor y llegan tiempos en que, tras dilapidar nuestro dinero sacado a golpe de mangazo sin derecho a protestar, ahora han cogido directamente el trabuco y la navaja pues en los tiempos de crisis, tiempos duros, tiempos tristes, andarse con remilgos y buenos modales es una ordinariez. Lo único que no cambia, en verano o en invierno, es el trinque que hacen los amigos de lo ajeno.

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¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).