NATACIÓN: LA TERCERA EDAD EN PLENA FORMA
Que en un deporte copado mayoritariamente por adolescentes o por jóvenes en edad de tomar ColaCao, nuestras dos españolas hayan logrado grandes éxitos –a pesar de tener más años que Matusalem, natatoriamente hablando- dice mucho del esfuerzo, amor propio y fortaleza de estas damas. Teniendo en cuenta que el nuevo campeón de Europa de saltos desde plataforma de 10 metros es un tal Thomas Daley, con 13 añitos solamente (casi un recién destetado), el mérito de Gemma y Nina queda sobradamente demostrado.
La primera, a la que ya dedicamos un panegírico (cosa nada habitual por estos pagos) hace tiempo, ha conseguido en los campeonatos citados nada menos que cuatro oros, uno de ellos a título individual. ¡La primera medalla de oro individual de la natación española en toda su historia! Lo cual indica el ínfimo valor que siempre ha tenido nuestra natación (bastante hacía el personal con no ahogarse en la piscina) y realza el mérito increíble del éxito actual de la Mengual. En unas pruebas, además, donde el ojo discrecional de los jueces suele estar habitualmente inclinado hacia las chicas del Este, auténticas líderes sempiternas en estas minucias de estar varios minutos bajo el agua peleándose por hacerlo bonito sin atragantarse y echarlo así todo a perder. Más de una década lleva la señora Gemma en la alta competición natatoria para que ahora venga cualquier jovenzuela a mojarle la oreja. El milagro es muy simple: unas ganas de superación y de sacrificio a prueba de bombas… de agua. Por eso la Mengual puede presumir ya de ser la única nadadora que ha conseguido cuatro medallas de oro en un mismo campeonato. Desde que comenzó a competir internacionalmente ha logrado más de 30 medallas entre pitos y flautas, y no sonando éstas por casualidad. Así que demos tres hurras por doña Gemma: ¡hurra, hurra y hurra! (Ésta no es de floja como Ronaldinho, eh que sí?).
El caso de Nina Zivanevskaya, sin llegar a tantas medallas como la catalana, también tiene su mérito, oiga. Rusa por parte de Moscú, está nacionalizada desde hace casi diez años tras casarse con un español. Afincada cerca de donde vive el Puñetas, hace unos años, durante un par de meses, “competí” con ella en una calle adyacente en la piscina olímpica de Torremolinos, donde se entrenaba mientras el menda se peleaba con el agua a tortazo limpio. Aquella señora volaba sobre el agua como un misil mientras que el muá no sabía donde agarrarse para no naufragar. Desde 1999 empezó a ganar medallas para España en los campeonatos europeos de natación. Siete años antes había conseguido bronce en las Olimpiadas de Barcelona. En el 2000 volvió a repetir metal –ya como española- en las olimpiadas de Australia (100 metros espalda) y en 2003 ganó el oro en los Mundiales (50 metros espalda). En 2004 anunció que estaba embarazada así que la natación pasó en su vida a segundo plano. Ahora ha regresado dando caña, trabajando por libre con su marido y –a la vez- entrenador, logrando batir el record europeo de los 50 metros espalda, aunque sólo le duró la gloria 24 horas. Que una reciente parturienta, tras casi tres años de alejamiento de las piscinas, diera sopas con ondas –¡y de espaldas!- a toda la musculosa chavalería de la competencia congregada en Eindhoven era demasiada provocación. Pese a la fugacidad de su record, alguna medalla cayó en las alforjas así como otra plusmarca nacional. Menudos saltos de alegría y cachondeo se dio el Puñetas gracias a la “viejecita” Nina.
Las viejas rockeras nunca mueren, que diría Miguel Ríos. A Gemma y Nina tendrían que hacerles un monumento en España y Europa. Por llevar tantos años en la élite, porque cada vez están más jóvenes y porque a los maduritos nos arrean unas dosis de adrenalina y optimismo que no veas. Así que nuevamente tres hurras por mis chicas favoritas: hurra, hurra y hurra. Por cierto, ¿a qué esperan los cagamandurias del deporte nacional e internacional para crear campeonatos deportivos para la tercera edad? ¿O es que sólo tienen derecho a medallas los cuerpos lustrosos y chiripitifláuticos?