27 de febrero de 2011

UNA BELLA HISTORIA DE CHAMPIONS (QUE PAGAMOS LOS CONTRIBUYENTES, CLARO)


Televisión Española siempre ha sido el juguete preferido de todos aquellos que han gobernado en este país, desde el primero, el tío Paco allá en la dictadura franquista hasta el último, el actual señorito Zapatético, ya en plena democracia la mar de progresista, social y finolis. Aquella televisión que muchos criticábamos porque usaba el fútbol para distraer al personal en los momentos duros o conflictivos de la autarquía, sigue empeñada en lo mismo sólo que ahora no está sola: la acompaña una competencia experta en hacer telecaca aunque, eso sí, a coste mucho más barato.

Hace unos cuantos años, para disminuir el déficit tan descomunal que tenía el Ente, don Zetapé tuvo la genial idea de aplicarle uno de esos numeritos mágicos en los que es un consumado experto. El buen hombre dijo:

—El déficit se va a acabar porque si se hunde la niña de mis ojos se acabó el juguetito. Así que hagamos una prejubilación masiva y verás qué pronto vendemos la burra del superávit y la biblia progresista en verso.

Dicho y hecho. Un total de 4.150 profesionales (el 44,3% de la plantilla) se acogió al plan de prejubilaciones, unos encantados de la vida (llevaban sin dar golpe desde que se metieron en TVE) y otros muy cabreados porque en la flor de su vida profesional les daban la patada. Tantísimo personal, prejubilado a los 52 años y con el 92 % de su salario, tenía que costar un potosí al erario público pero eso a don Zapa le importaba poco. La gente que vota es burra y analfabeta –y no digamos la oposición política- así que si se reducía el déficit de TVE por aquí y se inflaba el déficit del Estado por allá, de eso nadie se iba a enterar ni protestar. Cerca de 1300 millones de euros se desembolsarán en 15 años sólo para cubrir esta parte del plan de saneamiento de la televisión pública. ¿Qué es eso comparado con la inmensidad del mar? En 2007 se destinaron 120 millones a este fin y en 2009 unos 169 millones de euros. Una bagatela. La mayoría de la tela marinera financiada a través de los Presupuestos Generales del Estado, o sea, de todos. Eso sin contar los 555 millones de euros que –sólo en 2009- el Estado aportó al juguetito televisivo mientras que el resto del presupuesto del ente público se lo pagaba éste con sus ingresos publicitarios.

El año 2010 llegó a la televisión pública (que habría que llamar púbica: la tele del pubis de quien ocupa la Moncloa en cada momento) otro juego de magia del divino Zapatético. ¡Fuera publicidad! La telecaca pública debería mantenerse sólo con los ingresos del Estado dejando que las telemierdas privadas se embolsasen todo el enorme pastel publicitario (¡y sin compromiso alguno de adecentar su programación!) aunque de él darían un porcentaje a la telele pública.  Así que en estos momentos tenemos una de las televisiones públicas más caras del mundo porque cuesta al erario público una sangría de pasta por las prejubilaciones, unos presupuestos propios que pagamos todos los españolitos y ni un duro de ingresos por publicidad, excepto las propinas que -a regañadientes- se ven obligadas a aportar algunas empresas de la cosa.


 Todo este cantamañaneo de ingresos y gastos ha derivado en que el modelo de financiación de TVE ande estudiándose con lupa en la Unión Europea, donde desde hace años ya tienen calado –y más que calado- al Señor Zapatético de las Prestidigitaciones. Pese a lo cual, en palabras del mandatario máximo de la corporación –un señor que ya debería estar prejubilado hace varios siglos- “cerraremos el 2010 con un déficit entre 40 y 50 millones”. (Dicho el 22 de febrero en la comisión de control a RTVE, según leí en el diario El Mundo, pag 57 de la edición del día 23). Bah, entre 40 y 50 millones de eurillos… A estas alturas del 2011 no se nos va a exigir que tengamos la cifra exacta, ¿verdad? El jubilable Oliart, el mandatario, estaba de buen humor en esa reunión de control y dijo en otro momento: “No hemos gastado más, hemos logrado ahorrar 11 millones en 2010”. ¡Otro amigacho de la prestidigitación y la magia potagia, como su jefe zapatético!

—Vale, señor Puñetas. Ya nos hemos enterado de lo que vale un peine en casa tan poco grata como la televisión púbica esa. Se lo agradezco porque yo es que no leo los periódicos. Pero, querido saltimbanqui, ¿qué tiene esto que ver con el deporte?

Ahora viene, caballero (o caballera). Era imprescindible tan larga introducción para entrar a rematar en los próximos renglones. Resulta que el jubilable ha puesto 105 millones de euros (no suyos precisamente) para que TVE emita (otros 15 los ha puesto la telecaquita TV3 de la Generalitat catalana, entrampada también hasta las cejas menos para estas cosas)… emita… ¡la Champions League durante los próximos tres añitos!

O sea: no tienen un puto duro sino déficit, se ganan la vida con el dinero de los contribuyentes, por su culpa hemos de acoquinar una deuda a 15 años vista de 1300 millones de euros del copón (que al final serán más) y se permiten los alegres jubilables de TVE en dar a la Unión de Especuladores Europeos (UEFA) la bonita y redonda cifra mágica de 105 millones de euros. ¡Una ganga, una miseria, una propinilla! Y todo ese dineral sin contrapartidas publicitarias a favor pues la telele de Oliart ya no emite anuncios, excepto los suyos, esos en que muestra que está encantada de haberse conocido.

Lo más grave y lo que ya clama al cielo, es que había una televisión privada, Telecinco o Telepingo, no sé muy bien, que aspiraba a hacerse con los derechos de la Champions en España desembolsando un buen parné que los contribuyentes nos habríamos ahorrado porque lo único bueno de las telecacas privadas es que son sus accionistas los que ponen la pasta. Fuentes de la cadena de don Berlusconi, ese viejo verde también jubilable, han precisado -y con razón-, que “los espectadores hubieran visto exactamente lo mismo si la Champions la hubiese ofrecido una privada, mientras que esos 35 millones anuales que se va a gastar un organismo estatal podrían haberse destinado a otras necesidades de servicio público”.


Así acaba esta bonita historia leída en los periódicos. Los contribuyentes haciendo el canelo y los dirigentes y directivos haciendo el capullo. A este paso hasta en Libia, Egipto o Túnez nos adelantarán en el arte del buen gobierno y de la sana protesta…

20 de febrero de 2011

LA MEJOR LIGA DEL MUNDO, JI, JI...

 
Una de las mayores trolas que los futboleros de este país se han inventado es que la Liga Española es la “mejor Liga del mundo”.  Lo dicen los señoritos de las radios y telecacas, lo escriben los que viven del cuento de contar cuentos en torno a la pelotita, lo publicitan los propagandistas de la nada tipo Liga de Fútbol Profesional, jugadores interesados por aquello de elevar su caché, directivos que no tienen otra cosa que dirigir y, en fin, gente que pulula alrededor del futbolín para sacarse un buen sueldo a fin de mes. Lo más gracioso es que quienes ponen la pasta gansa para todo el negocio (los aficionados) también se lo creen. Lo pagan a precio de oro y todavía están encantados de haberse conocido.

¿Es la Liga española la mejor del mundo, tal y como rezan sus voceros de chichi y nabo? Pues no. Y esto no lo dice el Puñetas, quien actúa a modo de notario, sino gente entendida e independiente que usa el cerebrín para algo más que llevar el pelo, además de para poner en cuarentena lo que dicen tantísimos lumbreras como hay en este país.

La mejor Liga del mundo no se define así porque en ella, a golpe de talonario, jueguen los dos “mejores” jugadores del mundo. Eso de “mejores” habría que verlo porque el furbo es un deporte colectivo y ni Messi ni Ronaldo, de jugar en un equipo del montón, lo serían pues los goles, las jugadas, los desmarques, los pases y toda la parafernalia que se da en un partido dependen de todo el equipo. Si el equipo tiene excelentes jugadores, como es el caso, su máxima estrella brillará más que un sol. En caso contrario las estrellas argentina y portuguesa no darían más luz que una triste vela.

Una Liga como don Balón manda tiene que ser, por encima de todo, competitiva para el mayor número de equipos. La diferencia entre los 10 ó 12 equipos más punteros no tiene que ser excesiva y aunque en un torneo de largo recorrido en el tiempo al final siempre se impondrán los equipos más ricachones, lo cierto es que les debe costar mucha sangre, sudor hasta reventar  y alguna lágrima que otra. Así, las ligas inglesa, alemana o italiana son mucho más igualadas que la española y en algunos casos hay que remontarse a la mitad de la tabla de la clasificación para encontrar una diferencia tan elevada como hay en la Liga española entre el primer y segundo clasificado respecto al tercero, cuarto o quinto. Sin cierta igualdad no hay competitividad ni interés real ni gaitas.

Esa falta de competitividad real, que haría que cada domingo y fiesta de guardar el Madrid y el Barcelona las pasasen canutas para ganar su partidín, es lo que hace que luego cuando salen a Europa se encuentren muchas veces sobrepasados por los acontecimientos, no pudiendo demostrar esa aparente superioridad que tienen por presupuesto y por jugadorazos. Los equipos italianos, alemanes o ingleses están acostumbrados a pelear con la máxima tensión y hasta  el último minuto contra la mayor parte de sus contrincantes ligueros, lo cual les hace fuertes mentalmente, muy competitivos hasta en las circunstancias más adversas y por eso saben resolver la papeleta en encuentros de máximo nivel, pese a jugar aparentemente en desventaja. Los equipos españoles no suelen estar habitados a semejantes esfuerzos cotidianos y por eso se quedan en bragas (perdón, calzoncillos) habitualmente cuando traspasan los Pirineos.

Llevamos sólo parte de la primera eliminatoria de la Champions y League Europea y ya hemos visto los resultados. El Arsenal se merendó a “todo” un Barça, el Valencia no pudo pasar del empate con un Schalke que no hizo nada del otro jueves ni miércoles, el Villarreal se estrelló contra la muralla del Nápoles y el Sevilla la palmó contra un sencillito Oporto, otro equipo que juega en una liga muy poco competitiva como es la portuguesa, donde junto al Benfica son los únicos reyes de la pista. Y así les luce el pelo…

Si no hay competitividad y cierta igualdad en la competición liguera los equipos más perjudicados, a largo plazo, son los gallitos, los que presumen de ser los mejores porque cuando se enfrentan con otros equipos europeos acostumbrados a sudar la camiseta hasta la última gota partido tras partido, juegan en desventaja. Muchas manitas de goles ha hecho hasta la fecha el Barça messiano en la Liga española pero en cuanto se ha encontrado con un equipo guerrero, de esos que cada partido de la Premier League tiene que salir con el cuchillo entre los dientes o el decimoquinto de la tabla se lo merienda con patatas, el club de la Masía se ha quedado en cueros. Y es que el duopolio de la liga española es el origen del fracaso que luego tienen los equipos españoles en el mercado europeo, donde suele haber pocas peritas en dulce por lo que todos los partidos, especialmente los que se juegan “a cara de perro”, en plan eliminatoria, exigen una intensidad muy superior a la que se da en el mercado nacional, donde a veces se gana casi sin bajarse del autobús, o marcando goles como churros.

Sí, ya sabemos que los encantados de la vida se conforman con que cada cinco años se gane una copichuela europea (y a veces ni eso) pero teniendo en cuenta el potencial económico y social de los grandes de la liga española (Madrid y Barça), no deja de ser ese triunfito una escasa retribución.  O dicho de otra manera: un sonoro fracaso. Claro que se lo tienen merecido porque nadie consigue grandes gestas y llegar a la cima del fin del mundo si en su país muy pocos le rechistan y se lo ponen difícil. Aquí, en "la mejor liga del mundo, ji, ji", los dos grandes caciques suelen ir bajo palio por falta de competencia y luego -cuando salen al extranjero- les pasa lo que les pasa. Y al resto de la tropa que tienen por debajo, a muy larga distancia, ni te cuento...

13 de febrero de 2011

LA QUE SE AVECINA


Lo que está sucediendo en Túnez, Egipto, Argelia y otros lugares de por ahí se va a quedar pequeño comparado con el follón y el “cacao maravillao” que se va a montar por las Españas, esta vez sin distinción de cortijos autonómicos, a causa del paro patronal que se avecina para los días 2 y 3 de abril en el mundejo del fútbol profesional. Ahí es nada dejar a los españolitos dos días sin poder ver trotar por el campo a los Messi, Ronaldo y la compaña. Todas las protestas sociales que no se han producido con cinco millones de parados, con la corrupción que nos rodea en todos los frentes, las congelaciones y bajadas de salarios, la subida de los productos básicos, el aumento de la edad de jubilación y la disminución económica de las pensiones, se van a juntar en una tormenta perfecta a poco que se haga realidad el preaviso de los alegres chicos de la Liga de Fútbol Profesional. Será el llorar y crujir de dientes.

El problemón del copón que tienen los chicos de la LFP es que hay una ley que proclama que dentro de los acontecimientos de interés general que han de emitirse en abierto por las telecacas también deben contemplarse los partidos de fútbol, uno al menos cada semana además de las semifinales y finales de la Copa del Rey y los partidos de la selección española de la cosa. Esto de dar gratis un acontecimiento al populacho, han dicho entre sollozos los “elefeperos”, es una injusticia y se va a acabar

El argumento esgrimido por la LFP es que esto no pasa en Europa, donde todo tiene un precio y a ti te encontré en la calle. ¿Y qué? Chicos, Europa no puede servir como argumento para lo que me interesa, y para lo que no me interesa el viejo continente ni existe ni se le espera. Por ejemplo para evitar el trato fiscal claramente favorable a los clubes españoles en relación al que tienen los ingleses, alemanes, franceses, etc. También podrían homologarse a Europa la LFP y sus clubes separando cuanto antes su negociete privado con la admisión de subvenciones y tratos de favor públicos, tanto municipales como autonómicos, así como no permitir privilegios tales como que el Estado (Seguridad Social y Hacienda) te vaya posponiendo la deuda que tienes con el país mientras que cualquier otra empresa (y no digamos un particular) ya habría sido embargada y cerrada a cal y canto. Ya se sabe, siempre ha habido clases y gente más lista que otra. La de la LFP, por ejemplo.

La gestión de la mayoría de los clubes es un desastre, gastan más que ingresan, el campeonato siempre lo encabezan los mismos y el resto de los equipos están de comparsas, pero de esas minucias la LFP pasa cantidubi. Ellos quieren que todo el mundo desfile por taquilla porque el fútbol profesional es un espectáculo guay, exclusivo, único. Por eso también quieren quitar los resúmenes de los partidos, reduciéndolos a 90 segundos de telediario, poner un canon a las radios por retransmitir los encuentros, aumentar el porcentaje de los beneficios de las quinielas y otras iniciativas más encaminadas siempre a lo mismo: aincrementar todo lo posible los ingresos. Los gastos, ni tocarlos.  No es de extrañar que siempre estemos huyendo hacia adelante y así nos vaya: endeudados hasta la médula.

Aquí, tan cultos e ilustrados como siempre, no solemos movilizamos por las cosas verdaderamente importantes. A pesar de los grandes problemones que llevamos arrastrando como país en los últimos años, la mayor movida y protesta que el personal ha realizado ha sido por no poder fumar en los locales públicos, así que cabe prever hechos auténticamente revolucionarios tras las geniales ideas crematísticas que la LFP pretende implantar. Seguramente, para evitar esos males mayores, don Zapatero y sus cuates ya estén moviendo frenéticamente el culo para salvarnos del cataclismo que se avecina (y, de paso, salvarse ellos). Así que me temo lo peor: condonación de deudas, aumento de las desgravaciones fiscales, más subvenciones a fondo perdido… El fútbol es un fenómeno de cohesión social la mar de efectivo y un perfecto invento de atontamiento general (al menos por ahora). Todos los esfuerzos que se hagan para que se mantenga el status quo tendrán su recompensa…

Celebro que los listorros de la LFP quieran cobrar todo lo cobrable sobre su futbolín adormecedor. Supongo que estarán muy seguros de que el personal pagano se lo va a tomar con mucha filosofía, justa resignación y holgada billetera. Una vez inoculada en la gran mayoría social la necesidad perentoria de fútbol un día sí y otro también, seguramente piensan que ya se ha convertido en un bien de primerísima necesidad. Lo que no sé es cómo resolverán la gratuita propaganda que les hacen a todas horas la prensa, radios, telecacas… y con la cual estos medios se ganan la vida. Lo mismo les da también por exprimir la naranja y pretenden cobrar a cualquier rompelotas que quiera salir en ellos. Puestos a mirar la pela hasta sus máximas consecuencias, no estaría mal que algunos le aplicasen a la LFP su propia medicina: ¿qué tal unas cuantas semanas silenciando clamorosamente todo lo que tenga que ver con la banal banalidad del futboleo liguero hasta que aquella se plantee pagar también por la información y propaganda que le hacen gratis los demás?

Probablemente todo siga como está. O quizás los políticos de turno tiren de chequera –pagamos todos- y ¡¡que viva el fútbol profesional!! El Puñetas nunca se ha gastado un penique en ver fútbol y ya está muy mayor para hacerlo de ahora en adelante. ¿Saben la cantidad de cosas que pueden hacerse y comprarse con lo que un aficionado medio se gasta en un año con el fútbol como pretexto? Hagan la cuenta y se sorprenderán. Más cosas que con lo del fumar…


6 de febrero de 2011

EL FURBO COMO CIENCIA

El Puñetas iba a escribir esta semanita sobre la entrada del fútbol como elemento de estudio en nuestras universidades (donde ya se estudia cualquier cosa) y su consideración en sesudos estudios económicos y hasta filosóficos, cuando me encuentro en el diario El Mundo un artículo de mi admirado Jose Antonio Gómez Marín que trata sobre el particular mucho mejor que lo pudiera hacer yo. Aquí va el mencionado artículo, sin desperdicio alguno, completado con la viñeta de rigor, en la que derramamos toda nuestra más mala baba criticona y satírica, como es habitual por estos pagos.


LA CIENCIA REDONDA

"La experiencia vivida en torno al Mundial de Fútbol no deja dudas sobre la relevancia de ese deporte en la vida social. Pocas veces hemos vivido una sublimación colectiva tan próxima a la histeria y en pocas hemos visto derivar el sentimiento nacionalista por derroteros semejantes. El fútbol es un deporte/negocio de primer orden, no hay duda, aunque no sé yo si ello justifica la atención académica que se le viene prestando en los últimos tiempos, en especial desde que esas universidades han incorporado su estudio poco menos que convirtiendo la materia en una inconcebible disciplina tan definitivamente lejana ya del trivium y el cuadrivium como de nuestros planes de estudio convencionales. Un estudio reciente presentado en la universidad de Castilla-La Mancha se enfrasca en una reflexión comparativa entre los modelos que encarnan entrenadores como Mouriño y Guardiola, cuyos liderazgos son cuidadosamente valorados en él y propuestos como ejemplo a la generalidad de los mortales afectados por la necesidad de liderazgo. Ya ven. Por su parte, en la Universidad de Valencia se ha convocado un Máster de Fútbol de cuyo programa entresaco epígrafes intelectualmente tan sugestivos como el que versa sobre “Tácticas, estrategias y sistemas de juego” o “Elementos tácticos individuales y colectivos del portero de fútbol”, interesantes materias aunque no más que la del arbitraje femenino de los partidos, que ha sido premiada no hace tanto en la Universidad de Cantabria. La broma de que el fútbol es una ciencia exacta puede que acabe tomando cuerpo en este contexto cultural tan preocupado por incorporar materias extravagantes como resignado a vivir en la lamentable mediocridad que tanto en sus aulas como en sus campus detectan los observadores internacionales y, por supuesto, los propios. Como ven hay innumerables maneras de dinamitar la cultura sin salir de la universidad.

No somos pocos los que pensamos que la regeneración de nuestra enseñanza superior deberá pasar por el abandono de estas fantasías programáticas que han convertido nuestra clásica oferta cultural y nuestro repertorio de saberes genuinos en la huerta sin vallar a la que acabo de asomar al lector, una vez superada esta etapa infantiloide de las enseñanzas inventadas o de aventuras tan audaces como la que supone meter el fútbol de hoz y coz en unas aulas de las que, sin prisa ni pausa, se viene procurando alejar hace años la historia o las lenguas clásicas. Mientras nuestras universidades se entretengan, como ahora, estudiando el márketing deportivo o los problemas del césped en las canchas no parece verosímil, en todo caso, el sueño de esa recuperación".

Publicado en el diario El Mundo el 1/2/2011

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¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).