21 de abril de 2011

SHAKIRA 0 CARBONERO 1 (LA FINAL DE COPA, DE COÑA)


Segundo round del combate (a veces literal) entre los equipos capitalinos de las Spains. A la izquierda el Barça C.F., algo más que un club, o sea, lo que ustedes quieran o imaginen. A la derecha el Madrí Real, el mejor equipo del siglo XX y de la eternidad. Ayer tocaba el partido de la Copa del Rey, que no es del Rey sino de la Real Federación Española de Fútbolín, un ente organizador de entelequias varias, entre ellas -y con mucho éxito- la selección española de furbo, la de todos, la que representa al país y otras coñas marineras increíbles.

Tropecientos mil aficionados de Madrid y Barcelona (y alguno de Japón), en pleno periodo de crisis económica, gastándose un potosí en gasolina, cerveza y paella para ver un encuentro que desde la telecaca pública podían haber disfrutado en casita gratis total, en HD, con cámaras que registraban hasta el movimiento de las pestañas de los jugadores y en la comodidad del sofá. Nunca entenderé el masoquismo hiperbólico de los muy futboleros y que me perdone San Balón y Santa Pelota.

Las dos Españas. No son la republicana ni la monárquica, la de izquierdas y derechas, la creyente y descreída, la rica y la pobre, la que trabaja y la que está en el paro, la de Intereconomía y la Sexta. Eran las dos Españas del Madrid y el Barça, esas que están repartidas en todos los pueblos y ciudades de la vieja y carcomida piel de toro. Las dos multinacionales del peloteo hispánico tienen seguidores hasta en el infierno. Allí estaban las dos Españas reunidas en total desarmonía en el campo de Mestalla, juntas pero no revueltas, dispuestas a darse mamporros dialécticos de principio a fin, a gritarse la una a la otra como reza el primer mandamiento del futbolín, a reírse de las novias famosuelas de los contendientes, a llamar hijop… a los jugadores rivales porque toda buena afición que se precie debe demostrar siempre la educación y el señorío que la adorna. “El público se comportó correctamente durante todo el partido” –publicarían luego los periódicos y medios teleatontados, como si fuese normal el pandemónium, griterío, cortes de mangas, reproches y violencia simbólica (a veces no tanto) de una España hacia la otra y viceversa. Sería por eso, por la enorme concordia de las aficiones por lo que, pagados con dinero de todos (incluidos los millones de gentezuela a los que el fútbol les da náuseas) en el campo y alrededores había cientos de cámaras para registrar los posibles incidentes, dos mil cien policías, vigilantes de seguridad, bomberos, cruz roja, protección civil, voluntarios, ambulancias, geos, caballería, unidades de refuerzo, vigilancia área... Todo eso mueve el pacífico mundo del futbolín, el que hermana a los pueblos y tal y tal. ¡Será en la cerveza!

Animación en el preámbulo del encuentro, con Celtas Cortos cantando una canción para la masa aborregada y despidiéndose con un “Majestades, Viva la República”. Chicos listos y con principios, que se dejan invitar en una Copa del REY, cobran su buena pasta por hacer unos cuantos gorgoritos y encima van lanzando mensajes subliminales. Cortos estos Celtas. Y luego el himno de los cien mil voltios. ¿Qué pinta un himno en medio de una batalla peloteril? ¿Es que Messi, Ronaldo, Alves, Ozil y un largo ecétera son españoles? Como rezan los tópicos, los unos pitaron y los otros aplaudieron. ¿Y qué pintan en ese decorado de cemento y hormigón cientos de banderas españolas y catalanas? ¿Acaso los gladiadores del césped representan a las banderas de la plebe? ¿Sufren sus mismas penurias y estrecheces, viven en pisos hipotecados y escuchimizados como quienes les aplauden a rabiar, ganan al mes la nominilla que les permite ir tirando igual que a quienes les jalean? ¿Pero esto qué es: un mundo de sueños o de locos?

Comienza el partido. Sigue el partido. Todo muy bonito y bello. Patadón y tentetieso. Tensión hasta en el cielo de la boca. “Un hermoso y épico partido” dicen por la telecaca los que cobran por decir esas sandeces. ¿Bello partido y hasta el minuto setenta no intervino uno de los porteros para detener una pelota con peligro? ¿Sensacional un partido en el que tras 120 minutos de jueguecito leñero sólo hubo 8 remates a portería ¡entre los dos equipos!, seis paradas ¡entre los dos porteros! y 179 balones perdidos en total, fruto de tanto buen juego y tino? ¿Dónde está lo sublime, que no lo veo? ¿Dónde lo épico, dónde el éxtasis? Será que en el futbolín, como en la vidorra o vidilla misma, cada cual ve lo que quiere ver. Don Mou saliendo del banquillo como un poseso cuando el árbitro sanciona con falta un pisotón de un jugador de su equipo. Don Pep tirándose de los pelos por un gol anulado a los suyos en claro fuera de juego. Debería ser obligatorio que los partidos de fútbol los patrocinasen las ópticas, incluyendo de regalo unas gafas de cien mil aumentos para cada aficionado, entrenador y periodista forofo. A ver si así algunos se enteraban de lo que ocurre realmente en el terrenillo de juego.

En esas, cuando ya pensábamos que aquellos jugadorazos (los mejores del mundo en la mejor copa del mundo del mejor país del mundo y tralará tralarí…) eran incapaces de meter un gol ni con el culo, llegó Cristianito Ronaldo, se elevó como si fuera a levitar y dio un cabezazo magistral, de esos que le meten a uno en los libros de historia. Poco importa que todo fuera fruto de la casualidad: la vida es azar, que dijo un santo varón hace la tira de años. Un centro  del argentino Di María a ver qué sale, el portugués que anda por allí esperando al destino, la pelotita que llega diciéndole “cómeme” y él que salta y la mete entre dos postes virginales situados entre Pinto y Valdemoro. Delirio por acá, abatimiento por allá. Un gesto tan nimio, tan poquita cosa  (¡qué es sino dar un cabezazo a un balón de cuero!) y millones de posesos gritan “Ah, oh, sí!, no!, gloria, infierno”. Hasta en Libia y Afganistán celebraron el golete, tiene bemoles la cosa. 

Por fin acaba el circo. Cada mochuelo a su olivo, los perdedores recogen una medallita de la Virgen de la Consolación, los ganadores se dedican a dar saltos como saltimbanquis y  las autoridades estrechan las sudorosas manos de los gladiadores, envidiándoles su popularidad. Mientras estuvieron corriendo por el césped el país (14 millones de hipnotizados, según los estadísticos) se olvidó de insultar a quienes lo representan en capitales, ciudades, pueblos, cortijos y villorrios ejerciendo el oficio más viejo del mundo: la política. Los aficionados regresan a sus ciudades respectivas en espera del tercer round, que amenaza con paralizar completamente al país.  Quiero  decir, paralizarlo aún más de lo que ya está paralizado por la crisis y la mangancia. El filósofo Pep consuela a los suyos con una verdad de Perogrullo: “La vida no es ganar siempre”. Agraciado él que gana algunas veces porque hay millones a los que la vida sólo depara una derrota tras otra. Don Mou, como se salió con la suya, no dijo ni mu. Por si las moscas, ya lo había dicho la víspera: “La gente de mente pequeña y mediocre siempre está en mi contra”. Que le den el Nobel de la Soberbia. No tiene competencia.

Luego, ya en Madrid, subidos al carro de los vencedores, el Ilustrísimo Señor don Sergio Ramos hacía una más de las suyas (¿este chico qué come?) y se le caía la copichuela entre las ruedas del autobús merengue. Tanto soñar, pelear, sudar y combatir por el famoso copón y ahora estaba ahí abajo, en el asfalto, semidestrozado. Por la fuente de Canaletas los culés debían estar partiéndose de risa. Más vale así que estar de morros toda la semana hasta que llegue la revancha.

Al día siguiente, a plena luz del día, con la resaca de millones de copas de cerveza y un copón malherido, leo una genial frase de Rafael Amargo, en el torneo Godó de tenis: “El fútbol son 22 tíos con una pelota y el tenis es un tío con dos pelotas”.  No es para tanto hombre…  Y la prensa deportivesca, a la que tenemos ojeriza, a lo suyo:

MARCA Y AS, con su Madrí del alma: “¡Campeones!   
MUNDO DEPORTIVO Y SPORT, con su Barça del corazón: “¡A por la Champions!"

Colorín: Ser novia famosa de un jugador del Madrí o Barça tiene premio. De insultos, se entiende… Mestalla estuvo lleno de ellos, por ambas partes. Hay amores que, además de ciegos, deberían ser sordos…

Colorao: el árbitro. El auténtico héroe del partido. El ser puro y virginal al que todos quisieron llevárselo al huerto.

Este cuento se ha acabao…

0 comentarios:

  © Blogger template 'Greenery' by Ourblogtemplates.com 2008

¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).