26 de enero de 2005

FUTBOLISTAS A LA ESCUELA

De todos los deportistas, generalizando y caricaturizando, los que le dan patadas al balón y tienen prohibido cogerlo con las manos (excepto el portero), son los más torpes con el micro en la boca. No sé porqué extrañas razones, a todas horas tienen un micrófono delante de la mandíbula para que expresen su visión de la vida, sus sentimientos y emociones. Más las pocas cosas que salen de su boquita de piñón, aparte algún que otro salivazo (que no se muestra en pantalla porque el horario de difusión es la hora de la comida y causaría mal efecto en el televidente), son simplezas y leladas que ya firmaría un niño de cinco años. ¿Cómo es posible que estos genios de los pies –aunque frecuentemente no rascan ni bola- tengan una parte corporal superior tan poco desarrollada? ¿Será cosa de tantos golpes como sufren sus cabezas con el dichoso balón?

Oye uno a un deportista cualquiera y aseguro que sin conocerlo de nada, en dos segundos adivino cual se dedica al arte del fútboleo: el que peor habla, el que dice más bobadas, el que parece que acaba de salir de un estado catatónico o amnésico. Y digo yo que esto debería tener algo de arreglo, ¿no? Con lo que ganan de dinerín estos tipos es para exigirles que la elegancia en el pase al círculo central venga correspondida con un saber estar y decir ante un micro. Y si no, que no se los enchufen a todas horas, pardiez. Claro que hay una solución salomónica. No sé como los clubs más señeros no les ponen varios profesores tres o cuatro días a la semana para que aprendan algo de dicción, gramática, vocabulario, un poco de cultura general y una pizca de oratoria y dialéctica.

Los futbolistas son escaparate público en los partidos y fuera de ellos y millones de personas, bastantes de ellas chavales, beben en sus carnes. Son, en cierta manera, espejos públicos en los que se miran y a los que imitan muchísimos prójimos. Y cuanto más bello y menos palurdo sea el espejo, más fácil será que sus imitadores alcancen mayores niveles de calidad para así poder lograr el certificado AENOR. Lo único que sé es que cada vez veo por la calle más gente, de todas las edades, que va escupiendo al suelo con total indiferencia a la estética y a la limpieza. Un ejemplo reflejo de las costumbres de sus héroes peloteros favoritos, que siempre están en el partido salivazo va, salivazo viene, aunque sean conscientes de que los están viendo millones de personas.

Así que menos escupitajos y menos “é un partío mú difisil pero tó pué pasá pué el furgo é así”. Florentino, da ejemplo y pon a trabajar en la escuela a tus galácticos muchachos. Como aquí todo se imita, otros te seguirán y quién sabe si en un futuro cercano todo lo que no ha conseguido la Logse lo alcanza el niño Torres, el patachula del Raúl o el perla del Ronaldiño.

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