29 de abril de 2005

ENCHÚFAME EL ASKAR

En mi ya lejana juventud -o sea, en la prehistoria- había un anuncio de televisión (en blanco y negro, naturalmente) que se hizo muy popular por este eslogan:”Enchúfame el Askar”. Naturalmente que el Askar era el modelo de televisión publicitado.

El recuerdo me ha venido a la perinola (cabeza, coco, chilindrón…) viendo las imágenes de la RAI en que Cannavaro, famoso futbolista internacional italiano, se enchufa la aguja a la intravenosa para recibir un fármaco tan milagroso como el Askar de aquellos tiempos. El follón ya se ha armado por parte de los bien pensantes, de los ignorantes y de los hipócritas.

Los bien pensantes se están quedando afónicos (y sólo han pasado unas horas desde la publicación del vídeo) porque es intolerable, aquí hay trampa y hay que acabar con esta adulteración del deporte. Los ignorantes se han quedado mudos porque en sus mentes infantiles y prelógicas, no entra dentro de la cabeza que gente famosa y así, se meta en el cuerpo esos potingues, con grave riesgo de su salud, por no hablar de la trampa que introducen en el espectáculo. Los hipócritas, en fin, empiezan a buscar culpables (siempre mirando para otra parte) y se hacen el longui y el boniato como si la película no fuera también con ellos.

Sabemos una cosa cierta: los deportistas (no todos, claro, pero sí muchos más de los que aparecen) se enchufan al Askar con más frecuencia absoluta y relativa de lo que muestran las estadísticas y los escándalos. En realidad no hace falta irse al mundo del deporte. Las drogas siempre han existido y se han tomado. Se compran en las droguerías, las recetan los médicos, se exponen en los escaparates, las llevan encima los políticos de todas las ideologías, se toman en los restaurantes de comida rápida, hay quien se bebe medio litro de ellas al día o quien las quema en forma de canutillos empaquetados. Unas actúan a más corto plazo que otras, tanto en sus efectos como en sus contraindicaciones. Si no fuera por ellas más de un intelectual, artista, genio o barrendero no produciría ni una décima parte de lo suyo. Quiero decir, pues, que entre las drogas exógenas naturales y artificiales y las endógenas, esas que fabrica nuestra propio cuerpo (y no digamos la mente), estamos para que nos zurzan. ¡Cualquiera pasa un control antidoping severo!

Droga es el diario EL PAIS que algunos se lo toman todos los días como si fuera Viagra. No veas como pone escuchar al Losantos todas las mañanas en la COPE: se te pone el cuerpo a cien y aguantas todo el día lo que te echen. Si muchos no se enchufaran mil potingues diarios, ya me dirán como aguantarían en la oficina, en el taxi, en la escuela, en el ministerio o en el hospital. Por tanto, menos lobos. El mundo del deporte profesional no sólo no es una excepción a la cotidianidad si no que, dado que en él se exige el máximo del esfuerzo y sacrificio humanos, las dosis a tomar deben ser también más elevadas. Y llegados a este punto, ¿dónde poner el límite? De modo que se fijan unos mínimos de chute, se determinan qué sustancias conocidas sobrepasan con creces la estimulancia normal y se establecen multas y castigos para que el asunto no se desmande. No porque así se facilita una igualdad de oportunidades entre todos los deportistas (me entra la risa con esta justificación) si no porque es bastante desagradable que el tío de corto se te quede traspuesto en medio de la carretera o de la piscina, al hacer el saque, cruzar el listón o lanzar el penalti. Los dirigentes deportivos y politiqueros no son muy listos, pero tampoco idiotas.

Así que tenemos al Cannavaro enchufándose al Nolotón (no prohibido), que es como el Colacao pero a lo bestia: convierte las grasas en energía. De este modo el currante del estadio correrá como una liebre, irá ciego perdido a por todas las pelotas y si en el camino tropieza con la cabeza o la pierna de un rival pues ya se sabe… se las merienda. Si es que lo vemos en casi todos los partidos de casi todos los días. Si es que parece que algunos vayan ciegos… por el Nolotón o por un bajo cociente mental.

En fin, que no es pa tanto. Que se castigue al que se sobrepase en el enchufe (tragar muchos voltios te puede dejar tieso), pero que no nos vengan ahora con que nuestros amigos deportistas son unos santitos que sólo se preparan para la alta competición tomando buenas fabadas, kilos de macarrones y un vaso de agua. ¡Si hasta el sillonbolista se atiborra de Nolotiles, Fortunas, Larios, Crónicas Marcianas y biblias en verso como si, desde su tresillo, participara en las Olimpiadas del Camerún! Como dijo aquel señor al que todos citan y nadie hace caso: Quien esté libre de pecadillos que tire el primer pedrusco.

P.D: Más grave es la epidemia de esteroides y anabolizantes que corroe a la juventud de muchos países desarrollados, en su increíble culto a la imagen de sus ídolos deportivos, los figurines de las pasarelas y las famosillas de culo y teta. Miles y miles de Cannavaros, que se inyectan simplemente por parecerse a sus dioses modernos. Daremos la lata con este tema el próximo día.

1 comentarios:

Rulo Minas 3/5/05, 2:25  

Pues no me acuerdo yo de esto del Askar; eso es que eres más viejo que yo... (ja ja ja).

Yo me acuerdo de aquello del "Ponga un Vanguard en su vida". Y este Cannavaro ha puesto su caso a la "vanguardia" de las críticas al dopaje.

He visto el vídeo en internet, y en ningún momento se ve si es Neotón o no (no se ve el medicamento). Ahora dicen que no está verificado que el Neotón favorezca la recuperación. Entonces, ¿para qué coño se pinchan? ¿Efecto placebo?

Yo no me creo nada. Aquí se dopa hasta el acomodador (aunque sea con café para no quedarse dormido). Por cierto, que la cafeína, a partir de cierta dosis, está considerada como producto dopante.

Hoy en día gana el que mejores médicos tiene.

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