15 de junio de 2005

EL HOMBRE RAYO

Hoy me he desayunado, además de con mi habitual pan con aceite e infusión de hierbajos varios, con la noticia de que se ha batido el record del mundo de velocidad. El autor de tal desaguisado es un tal Asafa Powell, un jamaicano que pasó sin pena ni gloria por los recientes Juegos Olímpicos de Grecia, pero que estos días ha actuado en Atenas en una prueba internacional de atletismo. El amigo (del que cuentan que odia a las tortugas) hizo los 100 metros en unos chiripitifláuticos 9.77 segundos, una centésima menos que el registro anterior, en poder del desacreditado y siempre dopado Tim Montgomery.

Como pasa siempre con estas cosas, al amigo lo han coronado con una rapidez inusitada: “El hombre más rápido de todos los tiempos”, “El rey de la velocidad” y otros titulares escasamente ingeniosos. La cosa, a lo que parece, estaba cantada. El jamaicano lo había anunciado a bombo y platillo y hasta le dieron un dorsal con el número 100 para que se motivara aún más. Francamente, la cosa me huele a chamusquina, pero será que tengo un olfato bastante descreído y mal acostumbrado.

Como ahora hay que re-escribir la historia deprisa y corriendo, resulta que Powell ya era favorito en los pasados Juegos Olímpicos, pero que sólo pudo terminar quinto. También se veía venir al velocípedo pues en este mismo año ya había conseguido 9.84 y 9.85 (este último registro, con lluvia). Así que todo quisque estaba avisado de la posible hazaña, excepto el Puñetas, que es siempre bastante lento de reflejos para estas cosas de la novedades y las exclusivas.

Francamente, yo he conocido gente más rápida que el tal Powell y que su predecesor, el Montgomery. Un día un gachó me robó un billete suelto que llevaba en el bolsillo trasero del pantalón. Fue darme cuenta de sus dedos, me giré y el tío ya se había perdido de mi vista. El tío y el billete. Aquél ladronzuelo estoy seguro que cogió al menos los 200 por hora y que los cien metros los hizo en algo menos de 9.50. Pero ya se sabe que unos crían la fama y otros cardan la lana y que nadie va a dar crédito a un tipejo pequeñazo y delgaducho como aquel chorizo frente a una pantera negra de 1,90 de talla y 88 kilos de peso. Y mira que el caco debía entrenarse cada día…. Cuando meses más tarde fue detenido, se le acusó de robar diariamente al menos siete u ocho veces. Así que di por bien empleado su hurto, pensando que otros –como ahora el tal Powell- por correr menos pero salir en la tele, se van a forrar de billetes de una manera digna y perfectamente legal.

Pero volvamos al nuevo hombre bala. Frente a la euforia con que la prensa ha acogido el nuevo hallazgo, hay mucha gente mortal que está –como yo- con la mosca detrás de la oreja. Y es que llevamos ya demasiados fiascos con las grandes figuras del atletismo, algunas nunca pilladas in fraganti pero muchas bajo sospecha. Siempre ha corrido el rumor de que el famoso Carl Lewis fue un montaje de laboratorio, una preparación casi cibernética. O sea, una cirugía por aquí, un reforzamiento de este tendón, un remiendo de ese musculito, varios parches por allá y como había unas condiciones genéticas espléndidas, la cirugía obra milagros. Todo muy limpio y sin mácula. Más o menos como esas gachises que vemos en el celuloide, a las que habría que poner no un 10 sino un 12, aunque si se les retirase todo lo artificial (lo añadido y lo quitado) a su mapa corporal, tales ricuras quedarían echas unas piltrafas. Milagros de la dermoestética, que te coge hoy día a la madrastra de Blancanieves y te la deja más maciza que a la mismísima y pavosa heroína del cuento.

Pero yo creo que esta vez los mal pensados hemos pinchado en hueso. Vamos, que don Asafa es cien por cien natural, sin aditivos añadidos, ni conservantes ni colorantes. Un poquito de color sí tiene, pero es que hay que tenerlo para correr como una liebre. Cuentan que es el sexto hijo de un humilde pastor, quien a fuerza de exprimir las tetas de su modesto ganado y con la ayuda de algunas becas, logró que Powell acabase en la Universidad americana, donde en la actualidad dicen que estudia medicina deportiva. Esperemos que no le pase (por su bien, y por el crédito del maltrecho atletismo) lo que a su antecesor, el Montgomery, quien anda arrastrándose por las pistas y los juzgados, acusado de dopaje y otras maravillas de la técnica moderna. ¡Digo yo que, como en Sodoma y Gomorra, al menos habrá algún justo en esto del atletismo moderno! (Es broma, porque si hay un deporte que requiere más esfuerzo y dedicación, desde la soledad y casi la pobreza, ese es el atletismo, Quizá no en los USA, pero sí a las afueras del Imperio). Claro que donde se ponga aquel ratero malagueño que me birló el billete, que se quite el Montgomery y el mismísimo Powell. Palabra.

1 comentarios:

la aguja 17/6/05, 1:45  

Y es que se corre más deprisa delante que detrás. Quiero decir, que cuando me han perseguido mis sensaciones han sido de recordman (de plusmarquista, hombre, que suena mejor). Pero cuando he perseguido, mis sensaciones han sido de peso pesado pasado de forma.

Bueno, sobre lo del doping diré que como buen jamaicano nadie dudará de que algún porrete habrá probado (y me parece bien, si le gusta).

Pero la marihuana no debe ser dopaje en atletismo, que te da modorra. Sí lo sería para, por ejemplo, tiro con arco. Cosas de las drogas.

Sin embargo sí he oído que se espera que el mismo chavalete, el cual a mí también me ha caído simpático, vuelva a batir su propia plusmarca este mismo año. ¡Al loro!

  © Blogger template 'Greenery' by Ourblogtemplates.com 2008

¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).