26 de septiembre de 2005

FERNANDO ALONSO: DOBLE CAMPEÓN

Pues ya tenemos a nuestro flamante Premio Príncipe de Asturias del deporte hecho todo un brazo de mar y campeón del mundo de la cosa de la Fórmula I. Ha llegado el premio antes de lo previsto (francamente, pensé a inicios de la temporada que todavía le quedarían un par de años de espera), pero a caballo regalado no le mires el diente, que dicen los que saben de las cosas mundanas. En verdad os digo que, pasada la euforia tras la conquista del título, no me gustaría estar en el pellejo de Alonso. Y, por las primeras manifestaciones que Fernando realizó ya incluso en la misma pista brasileña, me parece que a él tampoco. Quiero decir que el listón se lo ha puesto tan alto que temo los años próximos, de no seguir en la misma línea de éxitos. Digámoslo bien clarito y alto porque estamos hablando de un deporte donde el ruido es ensordecedor: en la fórmula I no sólo cuenta el factor del piloto. Es importantísimo el coche, como se ha visto este año, donde el Schumacher campeonísimo no se ha comido ni una rosca ni victoria, salvo en aquella patochada del premio de los EEUU. ¿Se le ha olvidado conducir a Ralf o es que –como mucho me temo- el factor coche suma un tanto por ciento demasiado importante? Contemplando las dificultades de Alonso en las últimas carreras para desbancar a los coches MacLaren-Mercedes, mucho me temo que durante el invierno Renault y todo el equipazo que ha trabajado para Alonso van a tener que consumir millones de neuronas para buscar un mejoramiento ostensible del coche. De no lograrlo, ahí es donde quiero ver a tantísimo seguidor de nuevo cuño como ha ganado la Fórmula I gracias al efecto “Alonso”. ¿Serán capaces los nuevos creyentes y forofos de aguantar estoicamente los futuros reveses de nuestro joven campeón? ¿Pasará Fernando –como se suele hacer con otros tantos deportistas estupendos- a ser considerado un incapaz después de todas las toneladas de incienso que se le están echando estos días gracias a su espléndido triunfo? Adelanto que aquí seguiremos huérfanos de ebriedad y excesivo alborozo, considerando al piloto asturiano un campeonísimo de alto nivel, gane o pierda, le funcione el coche o le deje tirado en mitad del asfalto. Ya ha demostrado de lo que es capaz y no ha sido por casualidad. Además, tengo la sensación o casi certeza, que el bueno de Alonso va a mejorar esa excesiva capacidad dicharachera de la que ha hecho gala en algunas ocasiones y que ha llevado a que muchos, el Puñetas incluido, le llamásemos alguna vez con el apelativo de “bocazas”. Sus declaraciones valientes, sensatas y bastante equilibradas minutos después de proclamarse campeón me hacen sospechar que Fernando intuye que a partir de ahora empieza el camino más duro y que debe afrontarlo desde la mayor de las humildades y las valentías. Asumir que su triunfo es una consecuencia del trabajo de las mil personas del equipo Renault, que el coche es muy mejorable y que son especialmente cuatro las personas (su familia) a las que está profundamente agradecido es sentar los cimientos de un deportista que sabe que la euforia actual se la puede llevar el viento pero que siempre tendrá detrás a sus padres y abuelos, en los triunfos y en las derrotas, y que la mejor manera de seguir en el número uno es haciéndose una piña con su equipo de mecánicos, preparadores, técnicos, etc. Otra muestra que me ha gustado es que cuando acuda a Asturias a celebrar con la afición su triunfo deportivo, le gustaría que los políticos de turno se la envainen y estén donde deberían estar, si quieren también celebrarlo: con la gente, en la calle o en el bar. Y si no (esto lo digo yo) que se vayan a hacer Puñetas (mejorando lo presente). Empiezo a descubrir que Fernando Alonso no sólo es un gran campeón en lo deportivo sino que también lo es en el plano más humano. No todos los campeonísimos pueden decir lo mismo.

1 comentarios:

la aguja 28/9/05, 1:29  

Pues no se puede decir mejor. "T'ha quedao bordao".

Ahora, eso de que los políticos se la envainen me gustaría haberlo oído. Porque me parece que este chavalito está ya avezado en el camino de la sumisión, senda que otros más viejos somos ya incapaces ni de pisar.

Seguro que tiene quien le aconseje bien y al final accede a hacerse la foto con el "Presidentín".

Y si va a ser díscolo y rebelde, pues que empiece haciéndole un feo al premio ese tan rimbombante. Pero la sombra de la casareal es larga y llega hasta los boxes ;-)

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¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).