LOCOS DE ATAR
Que medio mundo está loco como una cabra (frase hecha bastante falsa, por cierto, porque yo –y seguro que usted, ocasional lector- jamás hemos visto una cabra mochales) es una verdad tan verdadera como que el otro medio está como un cencerro (otra frasecita de lo más absurda).
Que la fiebre por querer ver entrenar a un equipo de fútbol pueda producir una tragedia o que fallar un penalti pueda acarrear al jugador un peligro de muerte muestran a las claras que el mundo es un inmenso psiquiátrico.
(Los hechos: más de un centenar de personas heridas y una niña muerta, en una avalancha producida por el gentío que no pudo entrar a ver un entrenamiento de la selección brasileña. Pierre Wome, defensor camerunés, falló un penalti el otro día en su partido con Egipto. Estrelló el balón en el palo y tras el empate, Camerún se quedó fuera del mundial de fútbol de Alemania. Su casa y su coche fueron destrozados y la peluquería de su mujer fue asaltada).
Periódicamente se repiten hechos como éstos, y pasarían más a menudo de no ser los estadios un fortín policial que pagamos todos con dinero público, en un negocio del que se benefician unos tipos la mar de privados. El caso más sangrante fue el asesinato del jugador colombiano Escobar por haberse metido un gol en propia puerta en el mundial de EEUU en 1994. Y es que el deporte no se salva de los excesos, demagogias, pamplinadas y locuras de los humanoides y de sus sociedades cada vez más alienadas y violentas. Estamos ya en la situación en que un simple error humano o un acierto de los jugadores rivales, pueda tener una consecuencias extradeportivas; o que una gilipollez como ver a unos famosos jugadores internacionales haciendo gansadas en un entrenamiento de pacotilla derive en un conflicto violento. Señor, señor, a donde vamos a llegar.
Y los medios de comunicación, colaborando, explotando, ayudando a que la locura se mantenga y aumente. Un ejemplillo sangrante: el rugby es uno de los deportes más nobles que hay a pesar del fuerte contacto que forzosamente tiene que haber entre los jugadores. Pero mira por donde, hace unos días, un jugador agredió a otro en el suelo dándole un puñetazo que captaron en primer plano las cámaras de la telele. Ahora tenemos a todas las telecacas del mundo (y las españolas, las primeras) mostrando tan bellas imágenes para ejemplo a imitar. Esas mismas televisiones que JAMÁS dan una noticia de rugby ni muestran fotogramas algunos sobre tan bello y amigable deporte. Si es que dan ganas de coger la recortada, irse pa Antena Puaf o tele Pingo y armar la de San Quintín…
Ya digo, estamos más locos que Bush y Zapatero juntos, que ya es decir. (Y si alguien no está de acuerdo, que cambie los nombres que tanto da, que me da lo mismo). Brrrrrrrrr!!!
3 comentarios:
Y después los tontolavas de la FIFA diciendo que no piensan cambiar las reglas porque lo que mantiene al fútbol es la polémica. Lo que a mí personalmente me revienta es que un deporte que tiene una supremacía en todos los ámbitos sobre las demás modalidades (alguno tendría que ser "el más") sea tan poco edificante, tan poco aleccionador, tan mal ejemplo, tan poco deportivo. Y que encima que nos cuesta a todos un pico de nuestros impuestos, los iluminados de sus dirigentes persistan en mantener criterios obsoletos y decimonónicos.
Desde las Administraciones, las entidades deportivas y, por supuestísimo, desde los medios de comunicación, bien podría trabajarse conjuntamente para erradicar la violencia, la estupidez, la majadería y el analfabetismo del fútbol.
Pero no debe de ser interesante. Los dirigentes deben pensar que si solucionan los problemas se quedan sin trabajo. La ignorancia futbolera instalada en las altas esferas, desde donde se toman las decisiones.
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