10 de enero de 2006

DAKAREANDO

No sé como se las apaña el año nuevo que siempre le pilla naciendo con el Dákar como prueba deportiva de cabecera y comadrona. Bien se lo han montado estos parientes ricos del circo motorizado sobre dunas, que encima son sacados por las teleles del planeta haciendo el chachi piruli montados en sus locos cacharros. “La idiocia no tiene límites ni fronteras, pero unida a la obscenidad eso sólo se da en un único evento deportivo: el rally Dakar”. Eso escribía hace ahora un año, cuando era más joven y más inocentón. Y remataba así la faena: “En 27 años de prueba, ya lleva el Dakar casi cincuenta muertos. Que esa es otra. El personal motorizado pierde el culo y las tetas por participar en una prueba donde lleva un billete de lotería para irse al otro barrio, donde acaba hecho puré y donde –encima- tiene que pagar por participar en el invento. Esto ya supera el masoquismo”. Ya estamos en la nueva edición dakariana, con un muerto bien calentito encima de la mesa desértica –el australiano Andy Caldecott- y alguno más esperando en la recámara de cualquier montículo de arena o piedras. A los negritos famélicos y atónitos que hacen bulto como extras en las escenas que nos muestran las teleles, la muerte y las penurias ajenas parece que no les llama excesivamente la atención. Así que hacen bien en robar lo que pueden a estos extraterrestres motorizados que cada año van a mearse y presumir de héroes delante de sus narices. Cuando no se distrae el petate de ropa, se roba una rueda o se cobran precios desorbitados por aquellas tierras (“paisa, cinco euros por usar mi retrete”) aunque demasiado cortos para estos esforzados de la ruta venidos de los países más descacharrantes del planeta. Entre esta patulea de gente destacan cada vez más los españolitos de “amoto” y “acoche”. Cada nueva edición somos más celtíberos haciendo el ganso por tierras africanas. Desde este año también tenemos incorporada al Dakar a la movida madrileña personificada en Carlos Sainz. Y en un futuro mucho nos tememos que se incorporarán Dani Pedrosa, Carlos Checa y hasta el mismísimo Fernando Alonso en cuerpo y alma. Don Carlos Sainz sigue con las meigas en contra. Cuando no es una duna puñetera que atrapa su flamante Volkswagen de hojalata y no lo suelta ni a la de dios, es una piedra solitaria escondida entre la arena la que desinfla una rueda y luego las desgracias vienen todas seguidas: falla el embrague, el carburador no carbura, la servodirección zapatea y el espejo retrovisor se hace trizas. El bueno de Sainz cogió un virus gafoso hace la tira de años cuando “rallyaba” por esos mundos del demonio y todavía no lo ha dejado. Seguramente le acompañará unos añitos más, incluidos los de su futura presidencia del Real Madrid, donde puede causar estragos tales como que los futuros galácticos del “mejor club del mundo” desciendan por primera vez a segunda división. Dicen que el Dakar lleva mucho dinero a las harapientas tierras del Africa desnutrido. Eso no se lo cree ni el que asó la manteca, porque yo veo a los mismos negritos año tras año sin que su aspecto esté más mejorado. Quizás la feliz idea del doctor Xavier Mir, creando la Fundación Dakar Solidario, pueda a partir de este año ayudar en algo a aquella pobre gente. Ya que los países más “civilizados” del planeta somos incapaces de ayudar a salir un poquito de la pobreza a aquellos atrasados países, al menos que algunos bienintencionados particulares les ayuden a no seguir muriéndose mediante el reparto de 34 toneladas de material médico. Menos da una piedra. O una duna.

1 comentarios:

la aguja 14/1/06, 22:09  

He oído que un vehículo de la carrera ha atropellado a un niño de diez años. Esto del Dakkar no acabo de entenderlo. ¿Qué pasa? ¿Que en Africa no hay restricciones a la velocidad en poblado? ¿No saben que no se puede correr como locos por entre la gente?

Hoy oigo que un camión de asistencia ha atropellado a un niño de 12 años.

Prohibir el Dakkar sería gorda, ¿verdad? Pero deberían aplicarse las leyes europeas a los conductores que lamentablemente han acabado con la vida de dos niños. Aunque tal vez las leyes africanas sean más severas. No lo sé.

Que uno muera por sus propios actos cabe dentro de lo justificable. Pero esto de acabar con la vida de dos niños no tiene justificación alguna. Y menos desde una argumentación deportiva.

  © Blogger template 'Greenery' by Ourblogtemplates.com 2008

¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).