TRES MIL EUROS Y AQUÍ NO HA PASAO NÁ
Recuerdo hace unos años cuando el At. de Madrid fue intervenido judicialmente por los múltiples tejemanejes de aquel santo varón llamado Gil y Gil. Los mandamases del futbolín (federaciones y clubes privados) son incapaces de poner orden en su propia casa y funcionan en algunas ocasiones al margen de la ley que rige al resto de los ciudadanos aunque –eso sí- siempre tienen la mano tendida para embolsarse ayudas públicas de todos los colores: recalificaciones urbanísticas, subvenciones con el cuento de que los clubes representan a las ciudades (¿?) y a los ciudadanos (¿?) y ahorros propios a costa del trabajo público de funcionarios tales como la policía, los sanitarios y las teleles públicas. Son incapaces, ya digo, de resolver sus propios problemas. ¿Cuestión genética, cultural o crematística? ¡Pues de todo un poco!
Iba hoy a comentar la enésima muerte de alguien en un rally (esas carreras de la muerte en que pilotos y aficionados juegan a la ruleta rusa con la increíble pasividad de los miopes gobernantes) cuando el espectáculo del Vicente Calderón de este jueves aconseja unas palabritas. Naturalmente que ni el Puñetas ni nadie en sus cabales se sorprenderá de que ocurran cosas como las de la otra noche. Cuando se juntan miles y miles de humanoides más o menos fanatizados lo raro es que no ocurra alguna desgracia. En este sentido el mundo del fútbol no puede ser criticable en exceso. Pocas cosas ocurren pese al alto riesgo potencial. De lo que se espanta uno y cualquier persona de bien es que cuando ocurre algún escándalo, desde dentro del fútbol no hay nadie (o casi nadie) que aplique medidas correctoras, sanciones ejemplares y corte el brote maligno por lo sano. Todo vale y todo se justifica. Nada se castiga y nada se escarmienta. Y así el porvenir amenaza ser de lo más risueño…Tras el grano, el quiste. Tras el quiste, el tumor. Tras el tumor, el cáncer. Tras el cáncer... ja, ja, ja...
El Comité de Competición ha castigado al At. de Madrid con 3.000 eurillos, una propinilla que causa risa y vergüenza ajena. Los actos violentos que -por ahora, de vez en cuando- se cometen en los campos de fútbol españoles salen gratis (es decir, quedan impunes) gracias a la hipocresía, torpeza y ligereza de los responsables del fútbol dentro de los que deben incluirse –por supuesto- los mismos clubes. La Directiva del Atlético a estas horas ya debería haber puesto una dura sanción a sus tres jugadores expulsados en el partido por no saber controlar los nervios en momentos de alto riesgo. (Si no saben controlarse, que les den clases de yoga y de taichi). Ahora le ha tocado al equipo del Manzanares, pero son todos del mismo pelaje. Otras veces ha sido el Sevilla, el Bilbao, el Barcelona y recorreríamos toda la geografía española. Los graves incidentes dentro del campo, en el césped y en las gradas, se los pasan por el arco del triunfo los directivos, jerifaltillos y jueces de opereta del Comité de Competición. Pues vale, pues de acuerdo. Pero que no se quejen si alguna vez –desde fuera, cosa no deseable- hay que entrar a saco en clubes y federaciones para atajar tanta cobardía y tanta estupidez. Por no hablar de la corrupción… En varios países europeos el tema está que arde y en manos de los juzgados. Como a las Españas toda medida regeneracionista tarda en llegar medio siglo más tarde que en el resto de nuestro entorno, habrá que seguir esperando con infinita paciencia.
2 comentarios:
Leo hoy los periódicos y oigo en las radios la reacción que ha provocado en alguna gente del futbolín la ridícula sanción. A los que tantísimas veces se les calienta la boca por una actuación arbitral discutible, ahora qué discretos y calladitos se vuelven. Juande, el
entrenador del Sevilla, afirma que él no tiene nada que decir porque se trata de otro equipo y si han puesto esa sanción, bien puesta está. El entrenador de la otra orilla, el bético Serra afirma que "los aficionados han de animar como crean conveniente pero sin llegar a poner en peligro la integridad física de las personas". ¿Animar como crean conveniente con el sólo límite de la agresión física? ¿Pero este hombre sabe lo que dice?
Otro que tal baila es el ínclito Quique, entrenador del Valencia, quien tras afirmar la obviedad de que "todos estamos en contra de la violencia" suelta esta perla: "entiendo que es una situación muy incómoda regresar al campo con los jugadores muy excitados". Lo que decía en mi comentario, macho: que les den clases de yoga o taichi, o en su defecto, valeriana o tila.¿Pero a qué juegan estos entrenadores, que se suponen deben ser los primeros en mostrar cordura y sentido común? ¿Cómo que los jugadores se excitan? ¡También se excita el poli que se juega la vida para detener a un delincuente y sin embargo mantiene la sangre fría para no pegarle cuatro tiros preventivos! ¿Y quienes excitan en demasía a los jugadores si no, en primer lugar, los mismísimos entrenadores, para los que en muchas ocasiones "todo vale" con tal de ganar el partido "como sea"?
La perla viene de la Federación de Peñas atlética, para la que la culpa de lo ocurrido "es del árbitro Ayza Gómez y de la dureza de los jugadores del Sevilla". Por eso fueron expulsados tres jugadores atléticos. Y, no afirman, pero seguro que piensan, que la botella de guisqui se la sacó el árbitro del bolsillo del pantalón en otra treta más contra el equipo colchonero. ¿Están ciegos estos tipos, todavía les dura la borrachera desde el jueves o es que son incapaces de efectuar una simple análisis de la realidad sin despojarse de la fe atlética?
Lo más sensato que he leído han sido las declaraciones de Baptista, jugador del Real Madrid, quien ha afirmado una cosa completamente obvia y sensata para cualquier persona medianamente equilibrada: "A veces hay que tomar medidas drásticas, como cerrar los estadios, para que la gente se conciencie de que EL FÚTBOL ES PARA IR A DISFRUTAR, NO PARA COMPORTARSE COMO MALAS PERSONAS".
Las mayúsculas son del Puñetas, pero es que ahí está la madre del cordero y del macho cabrío. Todavía no se han enterado muchos (aficionados, directivos, jugadores, prensa...) que el fútbol -como todos los deportes- es un pasarratos, un entretenimiento, un espectáculo que debe servir para distraernos, pasarlo bien y fomentar ciertos valores humanos positivos. Todo lo demás son cuentos y excesos.
Palabra del Puñetas, te alabamos Señó.
Critico yo estos días en mi bitácora el intervencionismo del Estado en el mundo del deporte. Y parece que el Puñetas aboga por la vía opuesta. Nada más lejos de la realidad.
Me suscribo a sus palabras. Pero quiero matizar que hay que aplicar al fútbol y al deporte las leyes que ya tenemos, y no sacarse de la mangas leyes ad hoc que no consiguen más que enrevesar la madeja.
Estos monos que van al fútbol son los integristas religiosos o los radicales políticos de otros ámbitos. Cuestión de etiquetarlos.
Dicen los chinos: "el principio de la sabiduría radica en dar a las cosas el nombre apropiado". Pues si hay que encontrar una denominación genuina para que estos parásitos del fútbol sean encasillados y se opere en contra de sus actitudes y acciones, me pongo ahora mismo a la tarea.
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