23 de mayo de 2006

EL INVENTO MAJARETA DEL LOCALISMO DEPORTIVO



No es un tema exclusivo del fútbol, lo que demuestra que aquí hasta el más tonto hace relojes. Hablo de ese localismo, regionalismo o nacionalismo que la masa (y los medios demediados) ve en los equipos. No será usando la razón…



Ya resulta sumamente sospechoso ese enorme cariño hacia unos jugadores suficientemente millonarios, aunque en las duras se vuelva cantazo e insolencia. El amor a las figuras totémicas de los grandes equipos lo veo, además de irracional, absurdo. Pero como el humanoide es absurdo por naturaleza y el Puñetas es bastante miope, tampoco nos vamos a caer del guindo con este asunto. Allá cada cual si pierde el culo o las tetas por los héroes del balón. Allá cada uno con su dinero, porque es del mismo –sumado el de miles y miles de “generosos” hinchas y aficionados- del que disfrutan opíparamente los grandes astros de la galaxia deportiva y, especialmente, la futbolera.



Por lo que ya no paso es porque los clubes representan a a una ciudad, región o país. Hasta ahí podíamos llegar. En primer lugar, los clubes de fútbol más importantes suelen ser sociedades anónimas o limitadas que tienen unos dueños. Hace unos días tenemos un ejemplo evidente. El Zaragoza ha cambiado de manos. El presidente Solans se ha desprendido de la mayor parte de sus acciones por un importe aproximado a los diez millones de euros, según cuentan las crónicas periodísticas. Los nuevos propietarios son la constructora Codesport y otra empresa llamada Tecnyconta. ¿El Zaragoza representa a la bendita ciudad de Zaragoza? Sí, tanto como Colchonerías Pikolin (que tiene su sede allí) o el vino del Tío de la Bota. El Zaragoza ES propiedad de unos señores particulares que hacen (o piensan hacer) negocio jugando con la emotividad, la pasión y la fantasía de cientos de maños que se creen que el equipo es “suyo”. Ni porque paguen una cuota de socio para ver todos los partidos del año ni porque abonen una estratosférica entrada el día que llega el Real Madrid, el Zaragoza les “pertenece”. También pagan en el Carrefour o en El Corte Inglés y, que se sepa, nadie ha reivindicado un amor cuasi religioso, emocional y “que no se pué explicá” hacia estos grandes almacenes.



Tampoco por la vía de la procedencia geográfica de los jugadores podemos entender seriamente el sentimiento local o regional de los equipos. Ese Barcelona triunfante en la Champion jugó la final sólo con 3 jugadores catalanes y de ellos a lo mejor alguno ni siquiera es de Barcelona. El Sevilla campeón de la UEFA (pregonado como el primer equipo “andaluz” que ganaba un trofeo europeo) tenía de andaluz lo que yo de cura: más de medio equipo era de jugadores no españoles (que aprovecharon para envolverse en sus banderas nacionales en los festejos del campo) y de los nativos, ni con los dedos de la mano se cuentan los paridos a los pies de la Giralda. Hubo un tiempo, cuando empezaron a llenarse de extranjeros los equipos españoles de fútbol y baloncesto, en que mucha gente se retrajo de ir a los campos pues se sentía ridícula animando –por ejemplo- a un club de baloncesto local que jugaba con cinco tíos nacidos en los Estados Unidos. Tíos que eran recambiados al año siguiente por otros diferentes. Aquellos prejuicios “nacionales” o “locales” se perdieron afortunadamente, pero en vez de imperar el realismo –esto es un espectáculo y no una merienda geográfica- se ha vuelto a animar y enaltecer hasta llegar al paroxismo actual en que a equipos plagados de foráneos… se les vitorea y aclama como poseedores de un alma, de una esencia local. ¿Sevillano el Sevilla? Sí, tanto como coruñés el Deportivo o turinés el Juventus. Ni siquiera el At. de Bilbao cumple fielmente con la fama de jugadores de la tierra, porque no entiendo porqué sus jugadores tienen que ser de procedencia regional vasca. En todo caso, debería ser bilbaína. Y si no, que se llame Atlético Euskadi, un suponé.



Comprendo que si quitamos a muchos deportes la emotividad y el apoyo que da la ficticia geografía y el devaluado terruño a los equipos, se va a tomar por saco el intríngulis pasional y económico de muchos de ellos. Lo suyo sería apoyar a un equipo –no porque sea de tu localidad, que no lo es- si no simplemente porque te cae más simpático, juega mejor, te regala un bote de Colacao por Navidad, gana casi siempre o juega en él un primo tuyo. En este sentido, para la familia de Reyes o Cesc (jugadores españoles del Arsenal), la victoria del equipo “inglés” –creo que sólo tiene a un jugador de dicha nacionalidad para que no se diga- era valorada más consecuentemente (allí jugaba uno de los suyos) que el presuntuoso amor culé de miles de aficionados catalanes para los que el apego sentimental o dinerario con el Barça sólo se fundamenta en la autosugestión y la propaganda mediático-política.



Son los tópicos y cuentos que nos meten en el cerebrín desde que nacemos y que nos vienen muy bien para la autocomplacencia y la presunción de ser alguien en la vida. Bueno, si somos felices así, estupendo, oye, cada uno se lo monta como puede. Lo malo es que algunos lo pasan hasta mal cuando llegan los fracasos y, como ha ocurrido hoy mismo, dedican el tiempo libre a llenar de pintadas e insultos el exterior del campo del Alavés acusando de todo a su dueño, un tal Piterman, sin enterarse de que don Piter hace con su Alavés lo que le sale de su chequera. Los “traicionados” forofos, lo que tienen que hacer es dejar el spray quietecito y renunciar a ir al campo a pagarle su juguetito futbolero, a ver si lo vende y lo compra alguien más simpático y con más luces. Y, desde luego, no creerse –si es que somos mayorcitos- que el Alavés en un club vasco, de Vitoria y “nuestro”. Cada uno se lo puede montar como quiera, pero el pan es pan y el vino es vino por mucha imaginación y geografía interesada que le echemos al asunto de las pelotitas y los pelotazos.



Y acabo, que hoy me estoy yendo de vareta. Lo de que “el Barça es más que un club” o “el At. de Madrid es una fe”, no dejan de ser auténticas majaretadas a las que no pienso dedicar ni una razonable palabra. ¡Si hasta he oído a un ya veterano cantautor catalán decir que Ronaldinho hace poesía con el balón! El corte de mangas a estos excesos lo dejo para la intimidad, cuando charlo con mi psiquiatra sobre la esquizofrenia y neurosis que recorre de pies a cabeza la mayor parte del deporte profesional del mundo mundialoide, tan salido ya de madre. Y ahora, disculpen, tengo una entrada para ver al Unicaja, que juega un partido de cuartos de final de baloncesto. Dicen que es un equipo malagueño, pero yo creo que es un activo más del balance financiero de la Caja de Ahorros que me chupa la sangre y la nómina. El Puñetas hace varios siglos que dejó de creer en los angelitos, los peces de colores y el trío La, la, lá...

4 comentarios:

Anónimo 24/5/06, 21:56  

Entre lo que dices en serio y lo que dices de coña, tengo echa la picha un lío. Quizás la cosa esa que llamas localismo es más sencilla de loque parece: ¿donde juega el equipo, donde se entrena, de quien cobra, a qué virgen va a visitar cuando gana, qué alcalde se hace la foto con ellos...? Pues ese es el equipo de la ciudad en que uno vive. Asi que podemos llamarlo el equipo de la ciudad, mi equipo o nuestro equipo, aunque su propietario sea un empresario de la construccion y el unico nacido en la ciudad sea el que infla los balones.

la aguja 25/5/06, 0:36  

Lo que yo me niego a entender es que un equipo sea de una ciudad por el mero hecho de habitar en ella.

Ejemplos hay por este Cantábrico en el que vivo en el que un ayuntamiento ha llegado a poner 2.000 millones de pesetas (se pagó en pesetas) para poner las cuentas del club a cero. Al finalizar la temporada siguiente el club tenía un déficit de 400 millones de pesetas.

"Es que el fútbol es así", dijeron. Pues que lo paren, oiga.

El ayuntamiento compró los terrenos donde se entrenaba toda la cantera, y se los cedió al club. El club se resevó una opción de recompra por un precio regalado y pretende que el ayuntamiento le recalifique previamente los terrenos para venderlos y comprar no sé qué solares en otro lado. Como los terrenos no daban para alcanzar los dos mil millones, se inventaron venderle al ayuntamiento un bien intangible por los ochocientos que faltaban. La marca XXXXXXX, es decir, el nombre del club. El estadio está cedido a ese club en exclusiva por la módica cantidad de "una peseta anual"; dicen que simbólicamente.

El caso es que el dinero no lo puso el ayuntamiento, que no genera ni un duro. Lo pusimos todos, a los que les gusta el fútbol y a los que no les gusta.

A la gente se le engaña una y dos y tres veces. Y muchas más. Pero no siempre. Ese equipo está ahora en horas bajas; el estadio se está cayendo..., y los dos mil millones no han vuelto a aparecer por ningún lado.

Es que es el equipo de la ciudad, dicen algunos. Pues que se vayan ya de una vez.

Me gusta a mí ese sistema de las franquicias deportivas de los USA. Los equipos, empresas deportivas no encubiertas como las de aquí, suelen mudarse de ciudad cuando el ayuntamiento de turno no pone el centavo, o cuando le sale una novia que le pone más dólar.

Eso sí, el Estado gringo no pone ni un durete para el invento. Al contrario, recauda y de lo lindo.

Aquí nuestro Estado pone pasta, muuucha pasta. ¿A cuánto asciende la deuda de la Seguridad Social del fútbol? A cualquier hijo de vecino le cierran la empresa familiar antes de llegar a una anualidad de retraso.

Y si encima ni pueden jugar en esos equipos los chavales del barrio porque vienen otros de fuera, ¿para qué tanto esfuerzo? ¿A qué viene tanta pasión?

BrokerWise 26/5/06, 15:27  

El sistema de los USA es interesante porque se autofinancia, pero tambien hay que tener en cuenta, que en cierto modo sí los equipos al menos en deporte en España tienen cierto valor local, o representan unos valores que concuerdan con el lugar al que representan. Aunque seguramente ya solo se pueda hablar del Athletic de Bilbao.

Especialmente en Inglaterra desde siempre, los equipos de rugby y futbol han representado a una zona/sector social determinado. Alli no veoo poder implantarse el sistema americano, donde nos podemos encontrar casos como los del Utah Jazz (Jazz para los mormones?) o sin ir mas lejos los Grizzlies de Memphis (osos a las orillas del Mississippi?).

la aguja 28/5/06, 1:50  

Hola Marc; interesante reflexión la que haces.

Es cierto que existen otros condicionantes en la Vieja Europa. Y que tienen resistencia a ser modificados.

Lo que yo pretendía exponer es que allí, en los USA, el deporte profesional es eso: profesional. Desde el head coach hasta el aguador, si se me permite la exageración.

Aquí parece que tenemos miedo a quitarnos la careta, y se han revestido los clubes de sociedades anónimas deportivas que mantienen su sección de club de cara a subvenciones institucionales.

Un equipo profesional debe ser una empresa profesional. Y ser tratada como eso, como empresa.

Ya veríamos como no pasa nada, salvo que algunos verían la verdad mucho más cerca, y Hacienda (que somos todos) también, jaja.

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