EL TÍO GILITO SIGUE DANDO LA PALIZA
Acaban de cumplirse los dos años y un día desde que Jesús Gil la espichó como cualquier hijo de vecino al que le llega su hora. Hay que reconocerle al tío Gilito (presidente del Atlético de Madrid, alcalde de Marbella y bocazas mayor del Reino) que a nadie dejó indiferente en vida y va camino de lo mismo después de muerto (al cabo ya de dos añitos). Algunos medios (entre los que destaca un programa de Telepingo llamado “Aquí hay mierda” –o algo así- vienen elucubrando con que Moby Gil sigue vivito y coleando en algún lugar del mundo. A lo mojó…, pero hay que echarle imaginación y ganas al asunto sin aportar ninguna prueba. De lo que el Puñetas sí está seguro es que Jesús Tal y Tal sigue coleando por Marbella, cuya corrupción continúa en el candelero gracias a que el camarada puso la primera, la segunda y la millonésima piedra del invento. Así que, esté vivo o bien muerto, los oídos le seguirán retumbando por alusiones y no precisamente enaltecedoras. En este cumpleaños del personaje aportaré mi granito de arena, rescatando lo que escribí en otro lugar varios días después de que el Corrupto estirase las patas.
¡QUÉ BUENOS SOMOS CUANDO MORIMOS!
Como ya es sabido, murió Jesús Gil y tal y tal. Un personaje de opereta que se hizo mayor y triunfó porque en este país nos gustan este tipo de gente: pícaros, populistas, echaos palante, parlanchines, mafiosillos, ricachones y un poquito tiernos en el fondo.
Ahora que se ha muerto acuden en tropel a despedirlo políticos, gente del fútbol, titiriteros y miles de personajes anónimos que lo encumbraron desde la fe atlética, algo tan extraño como el misterio de la Santísima Trinidad, y sólo al alcance de unos pocos “pupas”: “…él, que se ha ido dejando la vida poco a poco por su club, que le ha traído amores y desencuentros, pero nunca ha dado su brazo a torcer. Ha hecho un Atlético centenario y que la ilusión por ser del Atlético sea inexplicable, pues es una cosa que se lleva dentro y nadie es capaz de definir”. (Carta al ABC publicada hoy).
En esta religión futbolera, Moby Dick (como le llamaba Carmen Rigalt) hacía de todo: de Dios, de demonio, de ángel, de cura y de monaguillo. Su gruesa humanidad llenaba todo el escenario. Está bien que a los muertos se les respete, pero sin caer en panegíricos absurdos e hipócritas. Tal y Tal no era precisamente un manso corderito. Fue el presidente de los excesos en el fútbol. Tuvo 35 entrenadores en 17 años y echó literalmente a patadas a muchos de ellos, por no hablar de los insultos y malos modos que empleó con bastantes de sus futbolistas. Una cartera bien llena de billetes, un ego devastador y una falta mayúscula de educación y escrúpulos le llevaron a meterse en todos los cenagales que pudo: económicos, políticos, futboleros…Un personaje nada ejemplar al que algunos medios de comunicación y bastantes periodistas necios encumbraron a un pedestal al que nunca debió subir.
Jamás se equivocaba el buen señor. En su larga carrera hay de todo. Condenado en 1969 por el fallecimiento de 58 personas, consecuencia del derrumbamiento del techo de un restaurante en Los Ángeles de San Rafael, tras ser indultado por Franco, pasó media vida sentado en el banquillo de los acusados. Con su muerte multitud de casos judiciales quedarán archivados y permitirán así desatascar algunos tribunales de justicia. Muchos jueces y políticos habrán suspirado de alivio con su muerte. La ciudad de Marbella la ha convertido, con la aquiescencia tontuna de una gran mayoría de sus habitantes, en Marfea. En el fútbol le pasó de todo: inhabilitado por la UEFA, por la Federación Española, su club fue intervenido por la justicia, abofeteó a la gente del fútbol física y verbalmente. “Mi error ha sido tratar a los jugadores como personas”, rebuznó en una ocasión. “Con la popularidad que tengo podría ser Dios”, dijo en otra ocasión. O aquella de “cuando yo me vaya se acabó el Atlético”. Lo veremos ahora.
Jesús Gil y Gil fue una perla. Falsa, pero perla al fin y al cabo. Uno de esos personajes que se repiten en la historia de higos a brevas y que mejor que no se repitan. Ahora todos le echan flores. El vicepresidente del Atlético dice que “en veinte años jamás había discutido con él”. Eso no se lo cree ni harto de gaseosa. El jugador Fernando Hierro afirma que “era un hombre del pueblo, querido por la gente”. En fin, qué buenos somos cuando nos morimos. Descanse en paz y que se vayan preparando en el más allá.
Todavía sigue dando porculillo en el más acá. Y lo que te rondaré, morena…(quiero decir, Marbella…).
2 comentarios:
Este último verano (meridional: enero, febrero) dicen en Argentina que lo vieron disfrazado en las playas cercanas al casino de Mar de Ajó (ciudad a unos 400 km al sur de Buenos Aires), localidad donde se alojaron a fines de los años cuarenta varios nazis.
(¡Cosa de no creer!, Don Jesús se convirtió en un mito).
A mí me caía chistoso hasta que intentó justificar, denigrando a Julen Guerrero, un pisotón que el imbécil del Simeone le dio al chaval haciéndole un agujero en el cuádriceps.
Alguien que acepta actos violentos justificándolos y riéndose de la víctima no puede ser más que un violento. "Tanta culpa tiene el que mata como el que sujeta por la pata".
Ya he dicho en otro lugar que vivo o muerto, lo mejor es que no está.
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