12 de septiembre de 2006

1.001, ODISEA NACIONAL-FUTBOLERA EN EL ESPACIO


Lleva la selección de fútbol de la Federación Española de Ídem la friolera de 1.001 goles marcados a lo largo de su ya dilatada historia. De ellos sólo UNO ha servido para ganar una copichuela: aquel de Marcelino allá por 1964, frente a la diabólica URSS, y que permitió conquistar la Eurocopa. Desde entonces ha llovido, granizado, caído chuzos de punta, han pasado tropecientos entrenadores y jugadores y no ha vuelto a producirse otro milagro de igual o mayor catadura. Sólo ganamos para sustos y fiascos. Ni una puñetera copa de champán que llevarnos al gaznate. Mil goles tirados a la basura. Lo nuestro es jugar con Andorra, Islandia, Chipre y otros países de la élite mundial, de manera que cuando debemos enfrentarnos a un equipucho de esos del montón (Inglaterra, Italia, Alemania, Francia…) nos liquidan como a moscas sólo por el miedo escénico de ganarles.


Escribía hace poco Arcadi Espada que “el fútbol español es una asombrosa galería de paquetes. Marcelino, Gento, Rexach, Amancio, Marcial, Gordillo, Butragueño, Guardiola y Raúl fueron futbolistas mediocres elevados por razones del comercio patriótico a una categoría muy superior a la real. En un siglo España no ha dado un solo futbolista importante”. Estoy totalmente de acuerdo con él. Así como también en que los mejores jugadores de nuestro fútbol siempre han sido extranjeros: Di Stéfano, Kubala, Cruyff, Maradona, Ronaldo o Ronaldinho.


Y, sin embargo, siempre se ha vendido la burra de que somos un país que está en la élite del fútbol mundial. Muchos se lo han creído. La triste realidad es que, a nivel de selección, ná de ná. Paquetes y más paquetes con los que trabajaría muy a gusto la agencia de transportes Seur, aunque se vendan a precio de diamante. Hay que reconocer que en otros ámbitos (investigadores, literarios, políticos…) tampoco estamos para tirar cohetes pero al menos no nos dan la tabarra con su inexistente excelencia. Tampoco nos preocupa, claro. Lo único importante y sagrado es el balón sagrado, y son ya tantos los convertidos ciegamente a su fe que ni aún con fracasos tan estrepitosos como los que estamos viviendo últimamente hay más de cuatro gatos capaces de sacar los pies del tiesto.



En ello estábamos, tan conformistas y resignados, cuando los gigantes del baloncesto ganaron el Mundial y algunos empezaron a preguntarse que a qué juegan esos chicos del fútbol, aparte de cantar el oé, oé, teñirse el pelo o no peinárselo nunca, hacer anuncios chorras o montar en un BMW o Porsche. Angel Antonio Herrera se lo planteaba crudamente en el diario El Mundo: “El entorno de los guaperas del fútbol es un entorno perfumado de capricho, chatis y mechas. El entorno de los guerreros del basket es un clima de sensatez, sentido y camaradería. Una concentración de futbolistas internacionales es una prórroga de la pasarela Cibeles. Una concentración de internacionales de baloncesto es una acampada de amigos o un alegre picnic de familiares”.



Como señalaba el admirado colega de la Aguja, esta pequeña abertura de ojos a otro deporte iba a durar unos cuantos días: lo que tardase en reanudarse la Liga y comenzar la Champion Li esa. Pero me ha sorprendido la defensa casi numantina (en plan Capello, vamos) que algunos seguidores del fútbol han hecho de los éxitos “cero patatero” de la selección española minusvalorando, en cambio, lo del baloncesto. La fe en la religión futbolera mueve montañas. Hasta el punto que he leído por ahí que el Boca Juniors tiene la idea de crear un cementerio exclusivo para su hinchada. Algunos, según Lopera, ya son béticos de nacimiento. O sea que, Alá es grande.



-Pues ahora voy y dimito –gritó Luis tras la debacle de Irlanda.


-Pero, ¿tú eres tonto o qué? –debió espetarle el presidente Villar, uno que se gana la vida como dios sin tener que poner en riesgo la tibia ni el peroné por esos campos del diablo.



Y el bueno de Aragonés (por algo le llaman sabio), se lo pensó diez minutos y dijo:



-Pues vale, pues de acuerdo, a por el gol 1.002.



Y a por él irá, aunque parece que tiene pensado convocar (siguiendo la recomendación de Guti, esa flor de pitiminí que nunca acaba de madurar) a Calderón, Garbajosa y Gasol para el próximo encuentro amistoso con las Islas Barbados, a ver si juegan mejor que los paquetes actuales que están poniendo en peligro la continuidad de su nómina. Seguiremos atentos la película en la pequeña pantalla…

2 comentarios:

la aguja 13/9/06, 1:54  

Comentarte un leve matiz a la crítica de Angel Antonio Herrera: no es que la selección de fútbol sea una cosa y la de baloncesto otra diferente. Es que en todo lo que no sea fútbol se trabaja por el éxito con seriedad.

Los chicos del fútbol no tienen que triunfar; ya han triunfado a nivel económico-personal.

El fútbol ha sido elevado por muchos a la categoría de arte. Pero creo que queda en su justa medida dejándolo en la categoría de esperpento.

Que el fútbol sea en algunos de sus lances arte no lo niega nadie. Toma, y el baloncesto. Y qué decir del boxeo, encumbrado como “noble arte” cien años antes de que a alguien se le ocurriera elevar de categoría una patada a un balón. Y el toreo, otra actividad humana, también es arte.

En general, arte es todo aquello realizado por un humano que se contrapone a las reglas de la técnica.

Hay quien hace algo complicado de forma natural (arte), y otros debemos estudiarlo (ciencia) y mecanizarlo (técnica) para imitarlo.

Lo siento, que estoy callendo en la metafísica.

Quería decir, que los papanatas que se han tragado todo ese aire comprimido con chorradas a lo Maldini, ese enfermo de mitomanía que el otro día babeaba en el programa de Eva Hache al contar que había estado con Maradona durante el mundial, tienen un perfil mental que me temo es la media del país.

Que esta discusión haya trascendido a los medios es algo que sólo puede ocurrir en Celtiberia. Hace años que en otros países tienen claro qué es el fútbol y qué es el deporte. En la vecina Galia, sin ir más lejos. Una miradita L'Equipe y nos daremos cuenta del tratamiento que tiene el fútbol en relacion con otros deportes. Igual que en el Marca y en el As, ¿verdad? Y allí se quejan de que al fútbol se le dedica demasiado espacio.

En fin, que la falta de cultura (en este caso deportiva) tiene estas cosas.

Anónimo 13/9/06, 18:33  

Ya sabes que en Españilandia cualquier mindundi llama "arte" y "cultura" a toda caquita publicitada. Arte es lo que hacía Miguel Angel, Velázquez o Mozart pero ¿el Real Madrid arte, Maná arte, las Torres Picasso arte, Zapatero arte? Ahora ya son artistas hasta los críos de 3 años que salen en la tele y te cuentan unos chistes que te partes de llorar (de ver a sus progenitores babeando).

Me voy a poner también un poco filosófico. En la vida real nos pasa como en el fútbol (o quizás es que el fútbol es un fiel reflejo de la vida real). ¿Maldini o Fuster? Y la gente te dirá que Maldini porque el otro no le suena de nada, aunque sea un cardiólogo español de fama mundial. ¿El resultado de los partidos de ayer de la Champion o el último libro de Muñoz Molina? Lo primero, sin dudar. ¿El segundo no era un portero que jugaba en el Deportivo? El fútbol nos tiene comido el cerebro. Y lo lamento por el fútbol cuya práctica cotidiana por el currante de a pie es divertida y saludable. Lo mismo diría si el atosigante deporte rey fuese el baloncesto, el hockey o la carrera de galgos. Hace unos minutos acabo de ver en las noticias de Antena 3 la información sobre el partido de ayer de la Champion del Barcelona. ¡Tres veces han repetido el gol de Ronaldinho, tres! Ayer lo hicieron otro tanto y esta noche nueva ración. Eso es puro papanatismo. A partir del fenómeno Maldini, ¿tú sabes lo que quieren ser de mayores algunos niños? Pues Maldini, porque sabe muuuuuucho de fútbol. Rico, ¿y no quieres ser Fuentes Quintana, que sabe muuuuucho de economía, cosa que te será más útil en la vida? El chaval te mira con cara de desprecio y te manda a hacer gárgaras.

Esta es la cera que arde. Poca práctica deportiva, mucho sillongol y silencio cuando no desprecio de cualquier otra práctica que no sea la suprema. Y así nos luce el pelo. A Españilandia y a su selección nacional-futbolera.

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