5 de septiembre de 2006

CAMPEONES DENTRO Y FUERA DE LA CANCHA


Confieso que lo que más me pide el cuerpo es aprovechar el exitazo del baloncesto español en el Mundial de Japón para darle en “tós” los morros a esos señoritos de postín del futboleo, a toda esa caterva de medios de incomunicación que sólo ven fútbol por los cuatro costados y a esa inmensa inmensidad de gente que no sabe lo que se pierde poniendo sólo sus ojitos ojerosos sobre la pelambrera o calvorota de unos millonarios a los que tenemos ultraconsentidos y megacaprichosos simplemente porque practican el deporte rey. Pero no sería justo que en estos momentos de felicidad baloncestística perdiéramos el tiempo hablando de esos ineptos del césped. Lo dejaremos para otra ocasión.



No hay ningún otro deporte en que pueda haber más tensión en una cancha y posibilidades alternas de victoria que en el baloncesto, cuando se llega con un marcador igualado a los últimos minutos. Esa magia única nos la han birlado los chavales de la selección española en el recién acabado mundial porque en todos sus partidos, excepto uno, llegaron al último cuarto con el partido ganado. Es lo que no me gusta del baloncesto: que las palizas en el marcador convierten un prometedor partido en un montón de minutos finales insulsos y aburridos (los clásicos minutos de la basura). Así que eso es lo que, cariñosamente, tengo que reprochar a Gasol, Garbajosa y la compaña. Han ganado tan de calle, con tanta suficiencia, que excepto el partido con Argentina –por lo ajustado del marcador- y la final –por lo simbólico de la misma-, en el resto del campeonato el Puñetas se ha aburrido como una ostra en la segunda parte de los encuentros. Y, por una vez y sin que sirva de precedente, se ha aburrido felizmente, porque aquella persistente superioridad jamás la había visto en nuestra selección en los cincuenta tacos que me adornan, ni siquiera cuando muchos de estos jugadores ganaron el campeonato mundial junior en Lisboa allá por 1999.



Probablemente la diáspora nacional que ha sufrido la extinta URSS y la fenecida Yugoslavia, junto al ciego orgullo de los altivos yanquis de la NBA, haya contribuido a hacer más fácil esta victoria. Pero cuando –como en el balonmano- se junta una generación de jugadores valientes y decididos, a los que se les da continuidad y confianza; cuando se tiene unas ligas nacionales potentes (con una excelente élite internacional), en las que hay una competitividad real y efectiva entre al menos media docena de equipos; y cuando se junta todo esto con unos cuadros técnicos y seleccionadores que saben lo que hacen y se enfrentan con valentía a los retos, entonces es inevitable que algún año explote todo ese potencial y dé sonoras alegrías. Cómo no comparar la extensa y potente preparación que ha tenido antes del Mundial la selección de baloncesto con la miseria y la pachanga que suele acompañar a la de fútbol, cuyos encuentros amistosos suelen ser con selecciones de ínfima categoría, que no sirven nada más que para perder el tiempo aunque engrosen el historial de victorias de cara a la galería.



Pero, además, ves a estos jugadores, seleccionador y clubes nacionales de la canasta y compruebas que están en otro planeta respecto al personal del futbolín. (Lo siento, no puedo reprimir la comparación). Se entregan en todos los partidos, forman una piña, estudian su deporte, están al día de lo suyo, respetan pero no temen a los rivales, no viven del cuento y en su mayoría es gente valiente capaz de dar el salto a lo desconocido para mejorar, afrontar nuevos retos y superarse a sí mismos. ¡Qué hubiera sido de Gasol o Calderón si se hubiesen anquilosado en la ACB! Por eso Sergio Rodríguez, Garbajosa y otros más a los que no dejan salir por ahora, saltan el charco para hacer las Américas. Aunque al final corran el riesgo de llevarse un soberano trompazo.



Lo que hace falta es que el éxito de nuestros baloncestistas trascienda a los festejos de rigor, el “semos los mejores” y el olvido mediático y todo se traduzca en un incremento ostensible de la práctica deportiva del deporte de la canasta en nuestros colegios, institutos y calles. Ese sí que sería el auténtico éxito derivado del triunfo que ahora todos celebramos.



Las imágenes de Gasol en el banquillo sin poder disputar la final pero viviéndola como si estuviera en la cancha, la respuesta emotiva de sus compañeros (“Pau también juega”) y los ojos enrojecidos del seleccionador Pepu (un pedazo entrenador y mejor persona) evocando en la victoria a su padre, fallecido la noche anterior a miles de kilómetros de distancia, siempre nos recordarán que las grandes victorias aparte de lograrse con enorme sacrificio, trabajo e ilusión junto a un poquito de suerte, se alcanzan- sobre todo- superando las adversidades personales. Ahí es donde Gasol, Pepu y todos los jugadores demostraron que son unos verdaderos campeones. Dentro y, de qué manera, fuera de la cancha.

5 comentarios:

la aguja 5/9/06, 14:06  

Sólo haría falta que alguien con cabeza suficiente glosase todo esto en un poema épico de los que tanto nos gustan a ti y mí.

Lástima que eso ya no se estile, pero sería un gustazo leer ese conjunto de sensaciones y sentimientos en la pluma de Rubén Darío (Marcha Triunfal) o de Luis de Oteyza (La vuelta de los vencidos).

Ha sido, por toda su escinificación, como muy bien has apuntado, una victoria épica.

Los griegos, que ganaron a los USA con más de cien puntos anotados, no llegaron a los cincuenta puntos en la final… Hay tantos detalles que apuntalan el éxito… (como el hecho insoslayable de la proximidad en el tiempo de ambos mundiales).

la aguja 5/9/06, 14:07  

"escenificación" quise escribir

Anónimo 5/9/06, 17:11  

Se tiene un doble rasero a la hora de juzgar a los futbolistas con respecto a los baloncestistas.

Cuando en el anterior mundial perdemos contra Alemania en cuartos, la prensa lo justifica diciendo que tuvieron un mal día, cuando pierden en cuartos contra EEUU en las olimpiadas despues de hacer una primera fase perfecta, la culpa era el formato de la competición que era injusto, cuando pierden contra Alemania en el último europeo, se justifica con ausencia de Gasol. Nunca se duda de la entrega de los jugadores, ni de su profesionalidad ni de nada.

En cambio, en el último mundial de fútbol, después de hacer una primera fase aceptable, nos toca Francia en octavos, la selección europea con mejores resultados en los últimos 10 años, algo mayores pero todavia competitivos, mejores que nosotros sin lugar a duda y perdemos como era de esperar. Y ya se empieza a hablar de que no le ponen ganas, de que no entrenan y la historia de siempre cuando habian perdido ante una selección superior.

En definitiva, que en baloncesto la selección puede perder contra EEUU, contra los serbios si juegan todas sus estrellas y con cualquier selección que tengan algún jugador triunfando en la NBA, que no pasa nada, se dice que eran mejores y que no se podía ganar, pero en fútbol, como somos los mejores del mundo según muchos periodistas, si perdemos es porque no le ponen ganas, no hay otra explicación posible.

Juan Puñetas 5/9/06, 20:17  

Sí, LUIS, la verdad es que ese carácter un poco épico de la final (la lesión del líder, la muerte del padre del seleccionador, el asfixiante juego defensivo resultado de que los nuestros parecían una manada de lobos...), merecería alguna glosa literaria para ya redondear la faena. Pero te confieso que si no fuera porque las victorias en los partidos anteriores se dieron con una enorme holgura (fruto del excelente trabajo, preparación, amor propio, etc) lo ocurrido en la final sólo sería digno de una telenovela. Estoy convencido que de no haberse producido la lesión de Gasol, el partido contra los griegos también hubiera sido espectacular y disputado a cara de lobo. Por eso valoro como se merece esa lucha añadida contra la adversidad de los imponderables: cualquier otro equipo que no hubiera sido este se habría estrellado ante ella. Máxime viniendo de partidos ganados "cómodamente".

La reflexión de MATTIAS me parece muy interesante. Incide en la comparación de algunos aspectos entre la selección futbolera y de baloncesto, cosa en la que me parece necesario ahondar. Al baloncesto se le perdonan cosas que nunca se hacen con el fútbol. Tiene razón. El porqué es lo que interesa examinar. ¿Por qué no suele dudarse de "la entrega de sus jugadores, ni de su profesionalidad ni de nada" y en cambio en fútbol "como somos los mejores del mundo según muchos periodistas, si perdemos es porque no le ponen ganas"? Me parece que el propio MATTIAS apunta alguna respuesta: una sobredimensión del fútbol y del potencial de nuestros seleccionados. Me autocitaré, con un párrafo de lo escrito el 9 de junio:

"Ji, ji. Somos favoritos. No lo han dicho los jugadores, que tontos no son y saben algo del paño. Lo han dicho casi esos tropecientos mil periodistas que necesitan vender humo antes de que sus jefes les quemen el trasero. En nuestra futbolera vida de equipo nacional hemos ganado nada, ni siquiera la pedrea. Pero somos favoritos. Nuestros equipos de la Liga, plagados de extranjeros hasta las orejas, se las ven y desean para llegar de vez en cuando a alguna final europea, con la excepción de este año anormalmente victorioso. Pero somos favoritos. Quitemos los galácticos al Real y los magos al Barça y nos quedarán unos equipillos muy monos… para la segunda división. Pero somos favoritos. Nos tienen tan acostumbrados a cualquier embuste, farsa o estupidez que nos las tragaremos hasta la bola. ¡Somos favoritos!"

Pero, ¿por qué se duda, además, de la entrega, la camaradería, de la preparación de la selección de fútbol?
Espero que los medios futboleros, los blogs deportivos y los periodistas y aficionados independientes y objetivos aporten ideas y análisis al respecto aprovechando que el asunto ha quedado expuesto sobre la mesa con la victoria del basket. Aunque mucho me temo que al final no habrá nada de nada pues el fútbol es la gallina de los huevos de oro y hay que andarse con mucho cuidado en no cortarle el cuello. Espero que el compa de la Aguja eche una mano en aportar también algunas respuestas a esta cuestión. Tras darle vueltas al coco, prometo escribir sobre el particular la semana próxima.

la aguja 5/9/06, 23:59  

Sí, habría que glosar la semifinal y la final solamente, jaja.

De todas maneras, Juan, nadie glosó al Cid comiendo salchichas, jajaja. Solamente cuando las cosas se ponían dificilillas, que es cuando han de salir los líderes, los campeones, los vencedores.

En fútbol somos favoritos ante San Marino y ante el Vaticano. La mayor machada épica (en la historia reciente) ha sido meterle 12-1 a Malta.

Que no, que sin pelotas no se pueden ganar títulos de los de verdad (sin cartas tampoco se puede ganar al mus).

En fin, hoy miércoles doblo y he vuelto a escribir. Tal vez se me haya ido un poco la mano (ya conoces el lema ácido y cáustico de la Aguja). Pero espero que se entienda la moraleja del asunto.

Lo pulo un poquito más y lo subo en cuestión de horas.

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¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).