LA HORROROSA COPA DEL REY
Se la van a cargar. Quiero decir, que a este paso no dura unos cuantos años más. Y es que, en unos tiempos de sobresaturación futbolística, o se organiza una competición copera como dios manda o al invento le quedan cuatro telediarios. La jornada de la Copa del Rey del miércoles fue un desastre completo de espectadores, en consonancia a eliminatorias tan emocionantes como el Écija-Real Madrid, el Portuense-Valencia o el Badalona-Barcelona. Ojo, eliminatorias nuevamente a doble partido, no a uno como hubo en las temporadas precedentes, en las que siempre había algún equipo pequeñajo que abatía a un Goliat grandón con un patadón directo a las redes de la portería. Pero, claro, el negocio televisivo peligraba y no digamos las arcas de los equipos de campanillas. Así que había que regresar a estas eliminatorias dobles para asegurarse de que a los cuartos y semifinales llegan los elegidos de siempre.
En un país que presume de psocialista y donde hay más progresistas de pacotilla por kilómetro cuadrado que abejas en un panal de miel, sorprende este ninguneo a los equipos modestos y del montón. Si algún interés debería tener la Copa (como en otros países) es que la emoción de un solo partido permita que los equipos de más presupuesto y fama lo ganen sudando la camiseta y que los equipuchos de clase turista se batan como corsarios en alta mar por apresar la fama y la pasta en un partido a noventa minutos donde es más fácil que pueda pasar de todo: hasta que el débil gane al fortachón. Pero no, aquí hay mieditis aguda, abundan los cagones de medio pelo, trotan dirigentes apocados, mafiosean intereses mediáticos a favor de los de siempre… Claro que –dirá el lector- lo primero es el negocio y el negocio lo aportan los equipos con lustre y fama, ¿no? Pues niet, querido amigo. Para eso ya está la Champion, la UEFA, la Liga y todas las competiciones internacionales. La Copa (se llame del Rey o del Mago de Oz) debe ser un torneo igualitario, sorprendente, bucanero y rumboso. Pero no les da la gana.
Partidos jugados en auténticos patatales. Equipos de primera jugando con todos los suplentes. Menos espectadores que en una conferencia de Bush sobre la belleza del mosquito. Y emoción, puaf: sequía completa. ¿Esto es la Copa o la Sopera? Así que como hoy me he levantado espléndido (gracias a que por el Sur por fin ha comenzado a llover para abajo), aquí voy a dar unas sugerencias puñeteras para convertir la Copa en un torneo atractivo, emocionante y políticamente correcto, en el que los equipos pobres puedan sentarse –con suerte- a la mesa de los grandes y comerse una sabrosa caldereta de langosta acompañada de un reserva de Rioja. Va por ellos, caro y apreciado lector.
Para empezar, una primera fase autonómica. Para que algunos conozcan el porvenir que les espera si su nacioncita, nacionalidad o realidad nacional vuela en solitario. Partidos entre los ocho mejores equipos de la comunidad, según historial deportivo. Dos grupos de cuatro. Eliminatorias a un solo partido, disputadas en un campo como dios manda, con su hierba, sus focos, su vestuario y todo. Final entre los vencedores de los dos grupos. Ya tenemos a Míster Corralito: el andaluz, el catalán, el vasco, el murciano… De los 17 ganadores (uno por cada chiringuito autonómico), se elimina al más requetemalo. ¡Hay que espabilar! Un suponé: el equipo que haya marcado menos goles. Y si hay empate, el que haya encajado más goles. Y si hay empate, el que tenga más tarjetas amarillas. Y si hay empate, eliminado aquel cuyo entrenador sea más feo, de acuerdo a una votación popular en un programa rosa de Telepingo. Echado al cubo de la basura el sobrante (la vida es dura, chaval), con los 16 restantes empieza la segunda y última fase. Eliminatorias a un solo partido, por sorteo. La suerte también juega, como en la Copa Davis, donde puedes ganarla jugando siempre en tu campo. Y así, todo seguido, hasta la final.
Y para que los aficionados acudan a los campos, aparte del factor sorpresa que lleva implícita siempre la eliminatoria a un único partido, sorteos y regalos entre los aficionados, stripteases masculinos y femeninos (que esto viste mucho y a todos gusta, aunque ello impediría que los niños acudiesen al partido, cosa que vengo reclamando desde hace años por salud mental de los tiernos infantes) y cualquier otro tipo de atracciones para epatar al personal, sea hetero u homosexual. (Echen una mirada al baloncesto y verán qué bien se lo monta en el torneo de Copa). Y nada de exclusivas televisivas. Todas las telecacas, por Real Decreto, en bien del interés general, a retransmitir todos los encuentros y en directo. Así no habría tiempo para esos debates políticos y culturales que ahora tampoco se hacen, ni para informar de nada más que de lo verdaderamente importante: el furbo, chaval. Con lo cual conseguiríamos una sociedad más libre, igualitaria, democrática y tal y cual, Pascual.
La idea la ofrezco gratis, sin patentar ni pedir subvención alguna. Puede ser aceptada sólo en la parte deportiva o en su totalidad, desnudos y telecacas incluidas. Self- service. De manera parcial o completa, eso sería una señora competición de Copa y no la patochada que nos han endilgado este año. A veces, paciente lector, el Puñetas se levanta garboso y pinturero y quiere prestar un servicio crucial a la comunidad que le aguanta. Hoy ha sido uno de esos días. Amén.
5 comentarios:
Como ya me conoces, y no necesito presentación, permíteme que te lance una par de enmiendas parciales.
En primer lugar le cambiaría el nombre: la Copa de España; ni del Generalete ni del Borboncete. La Copa es nuestra y no del que se sienta en la poltrona; eso de ponerle nombre de un título público es pelotería barata del fútbol. ¿No la pagamos todos? Pues la Copa de España he dicho. Si la paga el Borbón ÍNTEGRAMENTE (policía, ambulancias, árbitros, retransmisiones, etc., etc., etc.), entonces sí, entonces que lleve su nombre.
Yo no eliminaría al más feo; añadiría las dos ciudades autónomas y a Andorra en el año de mandato catalán. Ya tenemos veinte equipos. Pues ocho equipos, por sorteo puro y duro, juegan una vuelta más (que se jodan y corran y suden). De ocho quedan cuatro, que sumados a los doce que han librado la primera vuelta nacional son dieciséis. Y a tirar para adelante con tu sistema a un partido, como la final.
Y de paso pondría que los equipos que jueguen la Copa de España lo hagan sólo con jugadores nacidos en España (bueno, vale, los nacidos dentro de una embajada española también cuentan). De esta forma esperaría que mi Athletic, el único, el verdadero, el genuino rey de copas (de txikitos, oye) volviera por sus fueros.
Que hay que ayudar un poquito al Athletic, ¡ahí va la hostia! QUE ES EL ÚNICO EQUIPO DE PRIMERA DIVISIÓN QUE TRABAJA PARA LA SELECCIÓN ESPAÑOLA, para que luego digan lo que digan, y que si tal y cual, como decía aquél mafiosete.
Aquí valen todas las enmiendas con tal de que la Copichuela sea una competición en condiciones. Lo del cambio de nombre va de oficio, aunque no sé si eso de la Copa de España va a gustar a todo el mundo. Pongamos, la Copa del Estado español, la Copa del ColaK.O. -y de paso tenemos un patrocinador que pagaría un montón de pelas- o, simplemente, para los más lacónicos... Esa Copa.
Me gusta menos que elimines el concurso popular, sea para quitar al entrenador más feo, al más tonto o al más marisabidillo. La gente quiere participar, demostrar que no es un pasmarote, gastarse las pelas en SMSs para mayor gloria de las telecos y telecacas. Además, que a unos tíos que a todos horas salen en los telediarios (más que si fueran presidentes del gobierno) explicando la casuística del equipo que les paga, debe exisgírseles algo más que palabras: una hechura, un garbo, una presencia plusucuamperfecta, un no-se-qué. Pero vamos, podríamos hacer el concurso sobre los presidentes, los jugadores o las mascotas de los equipos. El caso es que el personal (como en la política "democrática") tenga la ilusión de que pinta algo votando.
En lo de la procedencia española de los jugadores no eres realista, ¡eres athlético! Si la mayor parte de las plantillas de muchos equipos están formadas por jugadores foráneos. Y qué iba a ser de los grandes equipos sin sus jugadores de lujo... Pero, vamos, lo que urge es darle un lavado completo a esta competición maldita o echarla al cubo de la basura. Cosa que a muchos clubes no le desagradaría, no...
Por mí puedes echar al cubo de la basura la Copa del Rey y al
Una vez más como extraño ser al que el fútbol le repele pero que se apunta a un bombardeo, me voy a permitir el lujo de hacer una sugerencia.
Yo la denominaría ibérico-copa de naciones, nacionalidades, realidades nacionales y otras patochadas.
Haría unas elecciones en las que sólo quienes demostraran (con pruebas de ADN si es preciso) auténtica pureza de sangre con respecto a su realidad nacional correspondiente tuvieran derecho de voto. Así las cosas, en dichas elecciones se escogería tanto el entrenador como los jugadores que formarían parte del equipo llamado a defender la mayor honra de la nacionalidad en liza. Por supuesto únicamente podrían ser candidatos quienes acrediten debidamente su puro origen nacional. Y además establecería listas cerradas. Quienes perdieran las elecciones serían condenados al ostracismo por cuatro años no pudiendo volver ni siquiera a emitir su opinión durante ese plazo.
Después de eso, debería establecerse una ley de paridad en los resultados, de tal manera que ninguna nacionalidad sea preponderante y obtenga mayores beneficios que otra.
De tal manera que, al final, sean los ancianos con pedigrí quienes se jueguen la copa al mus.
El trofeo lo entregarían los 17 presidentes de las comunidades autónomas, más los de Ceuta y Melilla, al alimón. Eso sí, para que ningún colectivo se sienta discriminado, se harían acompañar de un representante de la Asociación de Gays y Lesbianas, otro de la de Viudas y Separadas y así sucesivamente hasta completar todos los colectivos más o menos desfavorecidos de cada realidad nacional.
Todo ello aderezado con la presencia del presidente del gobierno, de los del Congreso y el Senado y la familia real en pleno (incluídos todos los churumbeles y hasta las mascotas).
Creo que así haríamos un acto a la altura de las actuales circunstancias de este putiferio.
Entendido el mensaje de la Aguja. A veces sobran las palabras...
En cuanto al amigo JC, tampoco es mala idea lo de hacer una copa de nacionalidades, realidades nacionales, chiringuitos autonómicos y corralitos uniprovinciales. Aunque no sé yo si algunos verían con buenos ojos eso de enfrentarse en un plano de igualdad con otros rivales. En fin, que nosotros hemos hecho lo que hemos podido. Y como dice el cirujano de la Aguja, allá películas...
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