3 de noviembre de 2006

DE LA GIMNASIA DE AYER Y HOY


Decía el clásico (un poeta satírico del siglo I/II de nuestra desdichada era) que el ideal vital es “un espíritu equilibrado en un cuerpo equilibrado”. En latinajo equivale al famoso “mens sana in corpore sano” que traducido a la pata la llana no refleja exactamente lo que afirmaba el amigo Juvenal, pero tampoco va descaminado: una mente sana en un cuerpo sano. A ello dedicábamos nuestra parida deportiva anterior poniendo de “chupa de dómine” a todos aquellos que se dedican a ponerse cachas en el gimnasio más por cuestiones estéticas que saludables, siguiendo gregariamente los tam-tanes de la moda, esa bruja más falsa que Judas. Lo curioso es que en los gimnasios ya no se hace “gimnasia”. Se trabajan multitud de variantes físicas para mover el esqueleto y los músculos, pero de gimnasia tradicional, afortunadamente, más bien poco. Y es que los tiempos actuales son muy divertidos y bullangueros y cualquier humanoide del siglo XXI no soportaría esas tablas gimnásticas a las que tan entusiásticamente se dedicaban nuestros profes de antaño y que te hacían echar el bofe, la leche en polvo y la tableta de chocolate.


El Puñetas echa la vista atrás, a los años 60-80, y recuerda con poca nostalgia aquellos trotes interminables alrededor del campo, para seguir luego con marciales ejercicios de brazos, piernas, tronco, abdominales, planos inclinados, estiramientos jamoneros en las espalderas y martirologios varios. Señor, señor, si lo que estábamos deseando los pajaritos aquellos era que el profe nos diese un balón de furbo o baloncesto para empezar a correr como posesos en busca del gol y la canasta. Han pasado muchos años y no creo que haya nadie que siga enseñando en aquel plan de prietas las filas, manos al hombro derecho del tío que tienes delante y más firmes que una vela. Hoy las cosas se hacen de otro modo, pero mucho me temo que en el fondo – a pesar de muchos profesores- sigue latiendo la misma monotonía, parecido discurso, idéntica uniformidad. Ya no se pone a los chavales formando en cinco filas y actuando en plan ballet, todos al unísono. Se practican juegos creativos, se hace psicomotricidad con los más pequeñuelos, se enseñan variados deportes a nivel de iniciación, se inculcan algunas nociones de salud y de conocimiento del propio cuerpo y hasta se hacen ejercicios en libros de texto de bellas ilustraciones. Pese a todo, los críos siguen con la misma obsesión que los de antaño, sino más: una pelota y a meter gol o canasta.


La queja de algunos profesores de educación física con los que hablo a menudo (y de los alumnos que estudian Magisterio en dicha especialidad cuando realizan las practicas en los colegios), es que lo único que les pone chiribitas en los ojos a los críos es el furbo y por libre. Ni tácticas, ni estrategias ni gaitas: todos detrás de la pelota en busca de “El Dorado”: el gol. Y tras lograrlo, aunque el campo sea de hormigón, a celebrarlo como se merece, imitando esas majaderías y arrastres por el suelo que tan estupendamente hacen los ídolos de la Champion y Liga de los Estrellaos. (Jodé, ¡ni que hubieran logrado el descubrimiento de la vacuna contra el cáncer o el Sida!). Y, francamente, bastantes de esos prácticos que acuden todo ilusionados por primera vez a un centro educativo, se encuentran de golpe con que la cruda realidad –un calco de lo que evacuan las telecacas- no tiene nada que ver con las florecillas y discursos beatíficos que les enseñan los catedráticos de la Universidad, habitualmente instalados en la práctica del parchís, la oca y el ¡qué bello es vivir! Yo mismo he asistido a la pérdida repentina de la supuesta vocación de profesor de educación física de algún allegado mío.


-Tito, no puedo, es superior a mis fuerzas, yo no valgo para esto. Al final lo único que quieren los chavales es jugar al fútbol. Y, encima, yo lo detesto….


-Dales una pelota a ellos y trabaja mientras tanto con las chicas… Suelen ser más inteligentes y maduras en estas tempranas edades. Y menos burras…


-Si lo único que quieren es saltar a la comba, charlar entre ellas sobre los chicos de Operación Triunfo y Gran hermano…



Palabrita del Puñetas que no me estoy inventando nada. Y suerte que estamos hablando de los alumnos de Primaria, que si nos vamos hacia la Secundaria, cualquiera pone mínimamente tiesos/atentos a algunos pajarracos de los que marmotean por esos Institutos superferolíticos. De modo que uno admira a esos profes de “gimnasia” (curiosamente muchos zangolotinos siguen llamando así a la asignatura) que haga frío o calor tienen que estar por el patio encauzando las energías telecaquiles de unos mozos que pierden los cuartos traseros por meter un gol en tropel, mientras que ellas se dedican a engordar tiernamente esa parte tan saludable con la que solemos sentarnos en el sofá. Esto es una caricatura, pero juro y rejuro que tiene una base tan real como la copa de un pino, como atestiguan los escasos índices de actividad física que realizan nuestros críos, adolescentes y adultos, cada vez más tripones y engolfados por las modas de marras. Aquí ocurre algo similar a la lectura: unos pocos se atiborran de libracos para que las estadísticas reflejen que tocamos a un par de hojas per cápita al año. Pese a la evidente mejoría en la enseñanza de la educación física, lo que sigue casi en pañales es la parte educativa: la formación deportiva, el amor al ejercicio físico (o sea, a nuestra salud), la educación del cuerpo y de la mente, al unísono, como dos caras de la misma moneda. Ya saben, mens sana in corpore sano. Pero de ello y otros perendengues hablaremos en el próximo comentario si la III Guerra Mundial no lo impide…


Continuará...

3 comentarios:

la aguja 4/11/06, 20:57  

Consejos para tu sobrino “el profe” de un descreído del deporte (nota: para ser un descreído antes hay que haber sido un converso):

Primero la mentalización positiva: por mucho frío y lluvia, siempre será más ameno estar en el aula grande (antes el gimnasio, hoy ya prácticamente en todos los colegios el pabellón) que en clase repasando la tabla del 7 o la conjugación de los verbos. Además, siendo el profe de “gimnasia” no hay que seguir currando en casa corrigiendo exámenes durante el fin de semana.

Segundo, asimilación de la realidad (cuanto antes mejor): los niños son niños, y además son hijos de otros. El deporte no lo es todo. La Educación Física sigue siendo una asignatura maría.

Tercero, determinación del objetivo: no se trata de crear seres perfectos, sino de que los niños sepan que cuando quieran pueden hacer ejercicio físico. Y que cuando les entre ese caliente allá por el inicio de la cuarta década de su vida (a partir de los treinta años) deben ponerse en manos de un profesional (este es otro cantar, todo un poema, pero dejémoslo para mejor ocasión).

Cuarto, la decodificación de los valores utópicos del INEF o de la Facultad de Magisterio: el verdadero saber del deporte no está en las Facultades, sino en las federaciones, o mejor dicho, en los clubes. En las magnas aulas se teoriza sobre el trabajo que se realiza en los clubes. Pero del dicho al hecho hay un trecho. O no es lo mismo predicar que dar panes (me parece que ya lo has dicho tú). O sabe más el diablo por viejo que por diablo. O capando se aprende a capar. O…

Creo que el cuarto punto ha quedado bien explicadito. Por la puerta del INEF salen INEFTOS. Solamente aquellos deportistas que han accedido al INEF salen mejor preparados de lo que entraron. Los demás, los que han ido al INEF porque les han dicho que era una carrera con muchas salidas, los que no han hecho deporte de competición en su vida, los que han optado en el INEF por esa rama que es la gestión de centros deportivos, son todos unos INEFTOS en lo que a formación deportiva se refiere. Son licenciados de INEF de gabinete. Y hablo con las pruebas en la mano que tengo a mi alrededor.

Como me dijo un veterano profesor (licenciado de INEF):
Aguja, no es cuestión de corporativismo; en el nuestro, como en todos los colectivos, hay de todo y lo que abunda no es lo bueno precisamente.

Anónimo 5/11/06, 17:48  

Todavía no es profe porque ya empiezan a hacer las prácticas en los colegios cuando están en 2º, pero parece que el trauma inicial se le ha ido pasando, aunque a decir verdad algo tenía que ver en ello el maestro que le costó en suerte, aburrido, cansino y con pocas ganas de repartir juego. Así que lo fácil, y a ello estaban acostumbrados los críos, era dar un par de balones, formar los equipos y, como en el Precio Justo, ...¡a jugaaaaaar! Y de estas mimbres sale después lo que sale. Le pasaré los consejos cuando lo vea en las navidades.

Pero quiero aprovechar que me centras un buen balón para rematarlo de cabeza y meter un gol como esos chavales. Creo, como tú, que la inmensa mayoría de los que estudian salen con un bagaje demasiado teórico y poco práctico. Pero frente a quienes abogan casi exclusivamente por la practicidad, yo me decanto por ambas cosas a la vez. Un profundo y completo corpus teórico será una excelente percha donde colgar –a la vez- los aprendizajes prácticos y viceversa. Desconfío enormemente de los exclusivamente teóricos, pero también de los que van presumiendo sólo desde el punto de vista de la experiencia. Un humanoide inteligente debe estudiar, preguntarse, reflexionar, indagar y empaparse de todos los argumentos y bases científicas, históricas, psicológicas, etc que vayan en la dirección de su formación profesional y humana, pero a la vez debería empezar cuanto antes a currarse la realidad circundante examinándola con espíritu crítico, arrimándose a gente que ya tenga experiencia, aprendiendo de ella y, en suma, adquiriendo los rudimentos prácticos que –junto a su amplio bagaje teórico- le harán dominar ampliamente su previsible profesión futura. Y digo “previsible” porque ya no hay garantía de que quien estudia para químico no acabe lavando platos en un restaurante.

Hará cosa de un año me arregló un calentador un joven fontanero, quien en la escueta factura colocó tres enormes faltas de ortografía en palabras técnicas que tenían que ver con su profesión. No me fié del arreglo y cuando pude encargué una revisión a la compañía del gas. ¿Una exageración más del Puñetas? Sí, pero quien no tiene ni idea de cómo se escribe algo tan elemental como los artilugios y aparatos con los que trabaja demuestra que –con la complejidad técnica que tiene hoy día cualquier aparato- ha aprendido de oídas y sabe poco. Si el arreglo hubiera tenido más dificultad o complejidad, aquel iletrado habría provocado una deflagración en el edificio. Claro que si llego a llamar a un Licenciado en Gases y Flatulencias Electrónicas, muy probablemente todavía estaría leyendo en los manuales como demonios se quita esa tuerca del calentador…

Rafael García Librán 13/11/06, 18:00  

Unos apuntes rápidos.
Yo no creo que salgan Ineftos de las facultados de INEF. Para mi el problema no está en lo que sale, si no en lo que entra. Me explico.

Yo ya tengo mi edad. Estudié informática de primeras, trabajé de ello y, ahora, unos añitos más tarde, me aventuro a empezar, de nuevo, una carrera: INEF.

En clase la media de edad está en 19-20 años. Y, sinceramente, existe una gran diferencia de cultura entre los recién salidos del instituto y los 4 "viejos" que hemos llegado tarde. No es extraño que nadie conozca el significado de palabras como "eclecticismo, proselitismo, desmembración..." también puedes comprobar que muchos no conocen las fechas de, por ejemplo, las grandes guerras y, por favor, no les preguntes cuál fue el último libro que leyeron, pues sería alguno obligado en el colegio, hace unos muchos años.
La juventud de ahora (y parezco un viejo con tan sólo 28 años) no tiene motivaciones, ni intereses -al menos, generalizando sobre la clase en la que estoy inscrito- se dejan llevar por cualquiera, no se preguntan el porqué de las cosas y no son capaces de solucionar problemas de la vida cotidiana cuando estos implican un poco de esfuerzo o constancia -repito que estoy generalizando-

Es por todo esto por lo que creo que el problema es lo que entra. No lo que sale.

Por otro lado, lo que sí veo es que muchos de ellos entrenan a equipillos de chavales en institutos o clubes deportivos. Conocen un poco lo que son los niños pequeños y la realidad en la que nos encontramos. Pero no saben quien es Huizinga, Thomas Arnold o Beckett, por poner tres ejemplos cualquiera.
Así que estoy con elPuñetas. Más teoría -con práctica incluida, está claro- y hagamos de estos Ineftos unos buenos humanistas.
Jose María Cagigal lo era, dicen.

Siento la charla larga,
Puñetas me encantó aquella historia sobre la infancia de su padre. ¡Reveladora!

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¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).