26 de enero de 2007

ARRIVEDERCI, GORDITO...


Dos sábanas llevo ya empapadas de lágrimas y creo que voy a necesitar una tercera. El motivo: la salida de Ronaldo del Real Madrid y de España. Jamás pensé que llegase el caso, por mucha inquina que el Capello de las narices le tuviese al gordito calvorota más famoso del mundo. Pero parece que el adiós ha llegado. ¿Y a quien vamos a llamar de ahora en adelante “gordo”, “vago” y otras lindezas? El chico ya era como de la familia, tras seis temporadas en que lo mismo le coronaban como rey del futbolín que le arreaban castañazos por un tubo. Lo vamos a echar de menos. Vaya que sí…



El mismísimo Puñetas -abusando de los tópicos- en estos años ha usado el nombre de Ronaldo en vano, cayendo en el más vil pecado mortal. (No sé si el segundo o el tercero del Decálogo divino. Disculpen, pero no piso una iglesia desde que tengo uso de sinrazón). “Ronaldo sería estupendo como propagandista de MacDonald”. “Del dedo artrítico del pie de Ronaldo nos hemos enterado esta semana hasta la saciedad”. “Cuando viene el Madrid a Málaga te clavan 300 euros para ver a Ronaldo atarse los cordones de la bota”. “Es seguro que Gary Kasparov gastó en esos 60 minutos de partida más calorías que Ronaldo en toda la Champion Li”. “No ha llegado a los tres meses y el romántico Ronaldo ya se ha separado de su amada Daniela Cicarelli, con la que acariciaba esta temporada conseguir el Pichichi. Pues… ni Pichichi ni Pichicha”.



Y, sin embargo, con todo lo que le ha caído y llovido al gordito, nunca ha perdido la sonrisa infantil, a lo máximo, lo hemos visto con el ceño fruncido o el morro tieso, aunque –eso sí- él pasó de las críticas y siguió haciendo lo que le dio la gana. Como debe ser. Ronaldo es así y ya lo sabían cuando lo compraron. Un artista al que los entrenadores más zopencos pretenden hacerle trabajar haciendo que se deslome en los entrenamientos y campo de juego cuando lo suyo son las pinceladas, los remates, el redondeo de la obra artística. En eso es un maestro pinturero. Ya sé que no vivimos tiempos aptos para la lírica y la poesía, pero a los artistas hay que tratarlos con delicadeza. Si Picasso no hubiese fumado y follado tanto, nunca habría compuesto su fantástica obra. Si Dalí no hubiese estado más zumbado que un sonajero (y no por eso le metieron en un psiquiátrico), ¿acaso habría producido algo de valor? A los artistas y genios hay que consentirles todo y tratarlos con muuuucho cariño, muá, muá, porque siempre acabarán sorprendiéndonos con alguna genialidad. Pretender que porque el pobre gana un millón de euros al año (mínimo) tenga que trotar diez kilómetros en cada partido y entrenamiento es como pedirle al diario EL PAIS que sea un diario independiente: una temeridad. Así que Capello demuestra no entender de fútbol y Calderón no tener ni idea de psicología social. Qué torpes, los tíos. Ahora, ¿quién se llevará las broncas? Si vendéis el pararrayos, ¿quién os librará de achicharraros en la tormenta? Pobrecillos ignorantes…


Ahora que nos lo echan de nuestras biografías con una patada desabrida en el trasero, rescato algunos párrafos que escribí en el Arco allá por mayo del 2005 en un articulillo titulado “Colocón intelectual con Ronaldo al fondo como metáfora del futboleo”. Ave, César, los que te echaremos de menos, te saludan pierna en alto:



“Ronaldo es al fútbol lo que el fútbol es a Ronaldo. Dentro y fuera del campo. O sea, ambos son caprichosos, veleidosos, irregulares, sorprendentes, amados y odiados a la vez, cínicos y sinceros, santo y seña de la vaciedad y la plenitud. Una pura contradicción. Si alguien quiere adentrarse en los círculos mágicos que explican el mundo del futbolín, que busque en la cuadratura ovalada del amigo Ronie, cuando está dentro y fuera de la verde pradera. (…) Como Ronaldito, así es el fútbol. Inmaduro y caprichoso. Hoy te persiguen los aficionados para besarte la pirula, mañana te la quieren capar. Si metes un gol, aunque sea con la cabeza, renaces de tus cenizas y regresas al éxtasis. Si no entra la pelotita te llaman gordo y comilón. En el fútboleo los amores tampoco duran más de 86 días. A menudo ni siete. Qué digo: el miércoles eres fantástico en la Champion y el domingo no vales ni para plantar cebollas. Hoy te renuevan por nueve temporadas pues eres un genio y mañana te pegan la patada en el culo porque eres un incompetente. Me caso y me descaso con la misma facilidad con que la meto y la saco (la pelota, ojo, de la portería rival). Si hoy tengo ganas, corro como un gamo y si no, que le den morcilla al respetable. Lo mismo estoy en una fiestecilla junto a los más zánganos del planeta que voy a Ramala a una cuestión de esas que llaman “humanitarias”. Valgo para cualquier tostada. Por eso hoy me aplauden y mañana me silban. Como el mismísimo fútbol, macho”.


Nos has dejado huérfanos, querido… Aunque a ti seguro que no te afectará. En Milán y alrededores hay una comida mediterránea de chuparse los dedos. Sniff, sniff, con tu marcha el caprichoso fútbol hispano está de luto. La Liga de las estrellas se ha estrellao. ¡Forza Italia!

2 comentarios:

la aguja 31/1/07, 1:09  

Tengo la impresión de que éste es el destino de todas las estrellas futboleras que aparecen por el país.

Llegan cargadas de expectativas y de contratos multimillonarios.

Pero la gasolina (o la vida deportiva) se les va acabando, y acaban siendo un producto de deshecho.

Quiero decir, que hay que deshacerse de él cuándo aún valen algo. Quedarse con un tanque viejo e improductivo que costó un pastón es de memos.

Así, cuando un futbolista de éstos se acerca a la treintena, parece que tienen la peste, aquel juego de niños en el que decíamos “tú la llevas” y todos huíamos del apestado que la llevaba.

Por este motivo hay que deshacerse de los lastres cuando aún se les puede sacar rentabilidad económica. Máxime si la rentabilidad deportiva que se les puede extraer es escasa.

Por otro lado, todos sabemos que como en España no se vive en ningún otro lugar. Se come de puta madre y se va uno de juergas que son más de puta madre todavía. ¿Dónde, pues, va un chaval de veintitantos y nuevo rico sin cultura ni preparación a echarse a perder más rápidamente?

Pues claro, en el país de la picaresca.

Anónimo 31/1/07, 16:44  

Hoy, día 31 de enero, el gordito ya está en Milán comiendo pizzas. De donde, por cierto, en un par de añitos (si no antes) acabarán echando porque -como bien señalas- cuando se acerca la treintena a algunas viejas glorias ya las consideran poco menos que chatarra para el desguace.

No pasa, lamentablemente, sólo en el el tinglado este del fútbol, también en muchos otros trabajos, aunque en ellos la edad de jubilación se acerque al medio siglo o más. Aunque también pudiera suceder que por tierras italianas el gordito se las apañe muy bien durante esas dos temporadas, en cuyo caso quedaría demostrado que en el Madrid algunos se están pasando de listos.

En fin, allá películas que a nosotros no nos va a cambiar la vida porque el gordito le dé a las pizzas o a la tortilla de patatas. Ha dicho que se va con el corazón partío. Pobrecico. Y el bolsillo a reventar. Verás qué poco le dura la tristeza. Menos que la señora con la que se casó la última vez.

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¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).