LA SINRAZÓN DE UNA MUERTE INESPERADA
Nadie se imaginaba el sábado 25 por la noche, cuando se retiraba a los vestuarios por su propio pie a consecuencia de un desvanecimiento aparentemente sin importancia, que el joven futbolista del Sevilla Antonio Puerta iba a fallecer de un fracaso multiorgánico derivado de numerosas paradas cardiacas varios días más tarde. Un “indetectable” mal congénito en su corazón, en cuestión de horas, le llevó al fatal desenlace.
Como era de esperar, ante el imprevisible y trágico final del ya consagrado futbolista del Sevilla su ciudad, los medios de comunicación y prácticamente todo el mundo –incluso el más alejado del negocio futbolero- han seguido los acontecimientos con tristeza, estupor y hasta cierta vital indignación. La portada del diario MARCA reflejaba claramente el sentir de muchos: “Antonio Puerta, la injusticia de morir a los 22 años. ¿Por qué?” Esta vez le ha tocado a Puerta, famoso y joven. Millones de veces les toca a niños indefensos, a gentes anónimas que jamás hicieron daño a nadie, a pobres desgraciados que murieron absurdamente sólo porque estaban en el sitio equivocado a la hora más inoportuna. Miles y miles de seres humanos desaparecen diariamente de nuestro bellaco mundo sin que nadie –salvo sus allegados más cercanos, que a veces ni eso- pueda dedicarle más que unos solitarios rezos y algún que otro grito de justa indignación.
No me gusta la espectacularización de la vida cotidiana y mucho menos de la muerte. Por eso huyo de la contemplación de las dramáticas imágenes que se producen ante una tragedia colectiva o una desgracia individual más o menos impactante, bien por las circunstancias, bien por la persona afectada. El porqué de la sinrazón –como la muerte de Puerta- lo rumio para mis adentros sin encontrar más respuestas que la impotencia, el asco, la indignación o el simple fatalismo. ¡Vaya perro mundo que creaste, amigo! –mascullo al vacío por si ese ser infinito y poderoso del que tanto nos hablan existe y tiene al menos orejas para escuchar. Jamás me ha respondido y jamás he oído de nadie respuesta diferente, pese a lo cual millones de humanos siguen creyendo en su existencia desde la noche de los tiempos. Y lo que es peor, a menudo matándose y matando en su nombre.
En fin, ni es razonable nuestra existencia ni la de este mundo por mucha teología, magia, imaginación y perendengues que le echen al asunto los creyentes de uno y otro signo. Mas como sé que este es un tema complicado y peligroso en el que mucho personal se mueve más con las armas de la emoción, la superstición y el misterio que con la banderola blanca de la razón y el discernimiento, aquí lo dejo en suspenso. Prefiero quedarme con el texto que Joaquín Caparrós -anterior entrenador del Sevilla, y hombre creyente- ha escrito a raíz de la fatídica muerte de su pupilo Antonio Puerta.
“Una bestia negra y ciega se ha llevado a Antonio. A él le partió el corazón y a mí me ha partido el alma. A esa bestia negra y ciega que nos ha dejado llorando a todos le quiero decir entre lágrimas muchas cosas. Le quiero decir que, una vez más, se ha equivocado, y que lo ha hecho de forma gravísima. Y golpeo mi cabeza contra la pared por la irreversible injusticia que ha cometido.
Le quiero decir que se ha llevado a un chico lleno de vida, a una persona valiosísima y a un deportista de enorme estatura. Le quiero decir a esta bestia negra y ciega que si quería hacer daño lo ha conseguido. Su tajo ha sido de dimensiones gigantescas porque ni ella misma sabe a la cantidad de gente que ha dejado herida.
Se ha llevado a Antonio y con él se marcha una de las sonrisas más sinceras de Sevilla, de Andalucía y de España. No había otro como él en el vestuario del equipo. Si necesitábamos ánimo, Antonio se sacaba un chiste de la manga. Si alguno de nosotros parecía venirse abajo, ahí llegaba él y nos soltaba una de las suyas. No había otro igual y el hueco que deja es irreparable.
Le digo a esa bestia negra y ciega que nuestra venganza será terrible porque a ese hijo de Antonio que está a punto de nacer le vamos a contar tantas cosas bonitas de su padre que parecerá que sigue vivo en cada rincón de Sevilla, de Andalucía y de España. Y no podrá con todos. Hoy me siento el hombre más triste del mundo. Yo le di la luz en el primer equipo y con su marcha me he quedado totalmente a oscuras. No habrá un día de mi vida en que no mire al cielo para saludarle”. (El Mundo, 29-08-2007)
Amigos deportistas, sean bienvenidos a esta nueva temporada del Arco y a su buen humor, que hoy forzosamente brilla por su ausencia. ¡Jo, menuda reentrée has tenido, Puñetas!
3 comentarios:
A mí me ha parecido indignante el circo que se ha montado con la muerte de este chaval.
Hay cosas que cogen un impulso mediático que sobrepasa la razón. Sevilla es sin duda un lugar donde todo lo cotidiano se magnifica. Y la muerte, amigo Puñetas, por más que nos pese, es algo de lo más cotidiano.
Cualquier muerte de una persona joven es injusta (si es que partimos de la premisa de que en este mundo debe existir la justicia).
Pero inevitablemente asistiremos a la ratificación del refranero español: "el muerto al hoyo y el vivo al bollo".
Si fuera de los que apuestan, apostaría a que en el próximo duelo sevillano entre los equipos de la ciudad veremos altercados entre las aficiones (allá por la jornada 18). Si por lo menos alguien supiera aprovechar la muerte del chaval para desterrar para siempre el odio y la animadversión que surgen de la rivalidad deportiva…
Más indignante ha sido (al menos para mí) la muerte de un niño que volvía de jugar al fútbol con sus amigos. Pero ha ocurrido en la lejana Inglaterra y no en Sevilla. Y las lágrimas y la tinta vertida no ha llegado tan siquiera a la categoría de charco.
En mi opinión, en las ceremonias del entierro del sevillista se ha sobrepasado lo razonable. Se le ha puesto al féretro la bandera de España porque el chaval había jugado con la selección de la Real Federación Española de Fútbol. Joder, ¿y qué tienen que ver los cojones para comer trigo? (frase bruta donde las haya que se dice por este Cantábrico, alejado de la poética andaluza, para dejar patente que el efecto y la causa no guardan relación alguna).
De todo lo que he leído (que ha sido más bien poco, pues he querido estar ausente de este drama) me quedo con la frase de Lopera: "me siento sevillista".
Pues eso, a ver si en la jornada 37, cuando el Sevilla vaya a jugar al estadio del Betis (que ya no sé ni cómo se llama), se meten el puto busto de Lopera en el forro de los cojones.
A estas alturas de la película no nos va a sorprender que en Sevilla se tomen las cosas de la manera como se las toman. Un simple garbeo por su Semana Santa o feria de abril nos da bastantes pistas al respecto.
Conozco a algunos sevillanos (ya sabes que siempre hay gente que no aguanta el redil) que cuando llegan los tambores y trompetas, los cristos y las vírgenes, los faralaes y las casetas, salen pitando hacia el exilio, si es que se lo permite el bolsillo. Cada pueblo, ciudad y chiringuito tiene sus formas tópicas y típicas de ser y actuar. Probablemente no haríamos muchos amigos si nos pusiéramos también a hablar sobre ciertas costumbres y modos de actuar de numerosos habitantes de Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao, Zaragoza o Málaga, por poner unos cuantos ejemplos. En todas partes cuecen habas, aunque cierto es que en unos sitios más que en otros.
El problema viene cuando se arriman al invento, magnificándolo y manipulándolo todavía más, gentes y mass media que no llevan años y siglos haciéndolo con la naturalidad con que lo hace Sevilla, cuya poética a veces deriva en patética y cuyo barroquismo almibarado puede povoca r un fuerte empacho al que no está acostumbrado a tanto exceso. Entonces el asunto, alejado de sus naturales oficiantes, se torna artificial, ridículo, casi impúdico. Todo sea (esto no lo dicen mis primos) por ganar una buena cuota de share de audiencia y unos cientos más de anuncios y euros. En fin...
Yendo al asunto deportivo, esperemos que esa "reconciliación" entre sevillistas y béticos no se limite sólo a esta triste circunstancia del chaval Puerta. Yo también -como tú- soy bastante pesimista. Y espero que lo contemos y restreguemos en todos los morros de esos dos operísticos personajes llamados Del Nido y Lopera.
Bien hallado en esta nueva temporada y que nos sea leve...
Conste que cuando he dicho que en Sevilla todo lo cotidiano se magnifica no lo he dicho en tono peyorativo. Ésa es su grandeza.
Cierto que en cada lugar de esta España que algunos dicen "una" y yo digo "muchas" tienen su idiosincrasia particular.
Quizá sea que en este Norte Cantábrico la muerte se vive de otra manera. Quizá entendamos que la muerte es algo privado, tan privado como esas cosas que uno evita hacer en público, sean guarras o bonitas.
Pues bien hallado igualmente, y veremos qué nos depara esta nueva temporada deportiva. Y nosotros que lo veamos y lo critiquemos y hagamos mofa de ello.
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