3 de febrero de 2009

AGUIRRE, OTRO MÁS A LA CAZUELA

Vaya por delante que al Puñetas le importa un pimiento que el Atletico de Cerezo cese al entrenador Aguirre o que el Sevilla lo haga con Jiménez o el Betis con Chaparro. Los entrenadores tienen lo que se merecen (ya son muchos añitos de estar haciendo el canelo) y a este paso sobrarían en los equipos si no fuese porque son el pararrayos de los directivos, que así salvan el pescuezo ante las furibundas críticas de los acríticos aficionados e hinchas. Todo sea por seguir chupando palco todos los domingos y salir en las televisiones cada dos por tres cantando la gallina. Pero sorprende que ni en tiempos de crisis económica (hace cuatro días el Atlético iba el tercero, ahora va el séptimo y dentro de cinco noches podría haber regresado al tercero) los clubes españoles abandonan sus clásicas políticas despilfarradoras. Al entrenador que echan tienen que pagarle, al menos una parte del contrato, y al que fichan también deben soltarle su buena pasta. ¿Y todo para qué? Para que dentro de unos meses o un año vuelvan a echar al nuevo y así sucesivamente hasta el desmadre total. 

Viven los jerifaltes y aficionados furboleros en un estado de excitación permanente, fomentado por mentirosillos periodistas de medio pelo y navaja. Llevaban echando a Aguirre casi desde que lo ficharon, aguantó lo que pudo pero cinco partiduchos perdidos uno detrás de otro es algo que los buenos paladares atléticos no pueden soportar. Así llevan casi desde los tiempos inmemoriales, sin comerse una rosca, pero quemando entrenadores a troche y moche. Les debe sobrar el dinero a los clubes (y a sus aficionados gritones, que son los primeros que exigen rodar cabezas, cual niños caprichosos) y no les importa a algunos tener tres o cuatro entrenadores de la nada al año. Y escribo “de la nada” porque, a fin de cuentas, ¿qué van a hacer los pobres en el escaso tiempo que les dan, siempre con el filo de la navaja en el gaznate? Pues suelen hacer habitualmente lo que haría cualquiera  en esas condiciones: ir tirando o nada. Eso sí, se largan normalmente con muy buenas palabras (“me voy de un grandísimo club” –Aguirre dixit; “es un entrenador y una persona fantástica” –farisea Cerezo) pues los unos se llevan una buena liquidación por el derribo y los otros acallan broncas y patadas en las espinillas durante un par de meses. ¡Aquí ni dios sabe lo que es trabajar a largo plazo! Sarna con gusto no pica y directiva que tira el dinero a espuertas contratando entrenadores como si fueran coches de alquiler ya se enterará de lo que vale un peine, pero a los que estamos por encima del bien y del mal en estas cosas fangosas, nos resulta increíble tanto disparate, tanto derroche y tanta tontura. ¿Adivinan cuánto tiempo durará el nuevo contratado atlético? ¿Desean saber cuántos titulillos conseguirá el amigo? Pues los mismos que el que ahora echan, y que el anterior y que el anterior y que el anterior y que…

Ay, señor, cómo les sobra el dinero… y cómo les encanta huir hacia delante para no ir a ninguna parte, quiero decir, para seguir en el mismo sitio. Allá las películas de cada cual. (Hace poco era el Español y antes el Almería y el Osasuna y…: la estupidez es altamente contagiosa). Dice la experiencia científica pertinente que el cambio de entrenador no soluciona nada más que la patada en el culo a los presidentes de los clubes, cosa que tampoco entiendo, la verdad, pues el futbolín es un deporte tan rudimentario que en realidad nadie tiene la culpa de nada, sólo la maldita pelotita cuando le da por entrar o no en las porterías rivales. (Es lo que dicen los protagonistas del invento, que conste). Pero bueno, el caso es rodar cabezas y tirar dinero a la basura hasta que la burbuja futbolera reviente y luego nadie encuentre explicación alguna al catacrack. Pues adelante, mis muchachos, seguir así que vais a llegar muy lejos….Luego tendréis el morro de pedir dinero público para vuestros enjuagues privadísimos… Ya te digo, es que miro la carita de Guardiola, el exitoso entrenador actual del Barcelona y es que el hombre ni se lo cree. ¿Apuestan cuánto tiempo tardan en echarlo en cuanto vengan mal dadas durante cinco partidos seguidos?

2 comentarios:

Anónimo 8/2/09, 23:16  

Servidor, la verdad, es que no se preocupa por estos entrenadores que aguantan hasta que los echan para cobrar, no una parte del contrato, sino el contrato entero.

Luego pretenden levantar vientos y polvaredas hablando de los derechos de los trabajadores y demás.

Habría que redefinir el término "trabajador". Servidor se niega a que se aplique a gentes que cobran un pastón, sean jugadores, directivos, entrenadores, asesores o consejeros.

Cuando un tunante de estos acepta el contrato que le ponen delante ya sabe a qué está jugando. Así que si prescinden de sus servicios es algo que "va en el sueldo". Y aquí podríamos decir que literalmente.

No, no me apena en absoluto. Lo que sí me preocupa es la última parte de su artículo. ¿Quién paga estos dispendios? ¿Las Administraciones públicas para mayor gloria de la ciudad y de cuatro cenobitas que gritan como posesos? Esto es una sinrazón.

Juan Puñetas 11/2/09, 23:21  

La verdad sea dicha es que a mí tampoco me preocupa cantidad el que despidan a estos tipos con indemnizaciones millonarias, salvo que Hacienda se quede con una parte de ellas, en cuyo caso me alegraré pues según se creen los incautos (y yo soy uno de ellos) "Hacienda somos todos". Que tanto derroche en entrenadores lleve a la ruina a algunos clubes y que a algunas directivas los aficionados las busquen "vivas o muertas", también me la rempampinfla, pero el hecho en sí es que hay un incomprensible derroche de pasta gansa, los despidos no suelen servir para nada y luego pasa que, como este mundo de la futbolitis, además de un bebedero de patos es un espejito mágico en el que se miran muchos, la cosa se extiende a otros ámbitos más importantes y entonces le sale a uno el ladrido y el berrido que lleva dentro viendo la que se monta. Que aquí, al final, todos los mendrugos los pagamos siempre los mismos: Hacienda, o sea, todos. (Y aquí sí que somos todos, no como a la hora de repartir...).

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¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).