1 de febrero de 2009

NADAL, FEDERER, EL TENIS Y LA CUATRO


Hoy domingo, a las 9,30 de la mañana, puntual como un reloj suizo, el Puñetas se desparramaba en el sofá dispuesto a no perderse ni mijita del primer encuentro en la cumbre de esta temporada: un inédito Nadal-Federer en la final del Open de Australia, tierra de canguros y de buenísimos tenistas. El tenis es uno de los pocos deportes que han conseguido evolucionar de acuerdo a los tiempos modernos, con sus descansos para que el televidente pueda ir al retrete o al frigorífico, con su ojo de halcón para ayudar a los árbitros en la dificilísima tarea de comprobar si una pelota que va a 200 kms/h ha entrado o no en un cuadradito o reduciendo el número de sets –excepto en los más grandes torneos- para no aburrir al personal, a las ovejas y a las televisiones. Un deporte en que arrean zurriagazos chicas despampanantes, con sus grititos y todo, y mozuelos musculosos aunque habitualmente inteligentes. Nada que ver con otros deportes todavía instalados en el Pleistoceno.

Asistir a un Nadal-Federer ha dejado de ser -para gente como el muá- una cita deportiva emocionante para convertirse en un libro abierto sobre el tenis. Me da igual quien gane porque yo no gano nada con ello, salvo disfrutar de un bello espectáculo, repleto de buena educación, de jugadas increíbles, de tomas y dacas, de vidilla placentera en estado puro. Cada cual suele tener su preferido, pero a muchos no les duelen prendas en aplaudir jugadas geniales del otro jugador. Muchos aspiramos a que el encuentro se alargue todo lo posible para que la historia no finalice, se haga más épica en el triunfo y nos proporcione mayor gustazo. ¡Sí, a algunos nos importa un carajo quien gane, y sin embargo nos lo pasamos pipa con esos dos tipos arreándose zurriagazos a diestro y siniestro! Luego, si gana Rafaelito, pues qué bien, uno al menos que no está en crisis en este país de crisis permanente, gracias al cual los políticastros y periodistillos se ponen las medallas del “hemos ganado” como si ellos tuviesen algo que ver en el invento. Pobrecicos…

Como era previsible, el encuentro de hoy fue de altísimo nivel aunque el partido de la semifinal entre Nadal y Verdasco le ganó en intensidad y emoción, pero es que da la sensación que –desde hace un año- el suizo se encoge mentalmente en los instantes decisivos, ante la fortaleza y osadía mental del manacorí. Pero, oigan, ni en los momentos de más intensidad pierden estos tíos el fair play, las buenas maneras, el árbitro principal hasta sonríe en las jugadas polémicas y ya sólo falta que esos locutores televisivos ignorantones se callen y prediquen también con el ejemplo. Esta vez era la Cuatro la cadena del WC que emitió el partido y, conociendo el percal, este menda lerenda apagó la voz de la tele desde el minuto uno, no dispuesto a escuchar ni un segundo la verborrea habitual del Carreño y Cía así como los chistecillos tontorrones con que suelen adornarse habitualmente.  No era cosa que me amargaran la mañana. Sólo hacia el final del encuentro –cuando ya se veía venir que Rafaelito se llevaba la Copichuela- me dio por darle voz a estos paletos del tenis, escuchando frases tan edificantes como que Nadal le tiene tomada la medida a Federer así que mejor sería que el suizo ni se presentara en algunos torneos. Locutores, no; hinchas de tomo y lomo y como tales, ni objetivos ni educaditos. Por allí andaban también Santana y Sánchez Vicario, que abusaron de tópicos hasta reventar de placer.

Luego, acabado el frenesí, tras la victoria nadalesca, vinieron los discursitos de los unos y los otros  y esas felicitaciones a todo el mundo, al adversario en primer lugar, a los técnicos que le hacen a uno la puesta a punto, a los recogepelotas, a las casas patrocinadoras… Los jugadores no continúan el laudatorio alabando hasta a las señoras de la limpieza porque ya sería demasiado rato con el micro en la boca y podrían perder el avión que les llevará al siguiente torneo. Y ese público,  jodé, ovacionando al perdedor, que esta vez se puso a llorar a moco tendido por tanta emoción, y felicitando al ganador, que ni lo necesita porque la victoria le pone más feliz que unas castañuelas.  De verdad que, excepto en la Davis, donde triunfa el chauvinismo y la mala baba –porque andan por medio las tontunas patrioteras de los equipos- el tenis es un deporte en que uno puede llevarse al estadio a los críos sin miedo a que escuchen necedades del público ni ordinarieces de los jugadores, ni presencien polémicas arbitrales ni injusticias (aquí siempre gana el mejor). Y encima no acabas con los oídos echando humo de estar escuchando durante casi dos horas a una tribu de vocingleros que habitualmente sólo acude al evento deportivo para primero, insultar a los rivales y, segundo, animar a los pretendidamente “suyos”. 

Ya digo, salvo los diálogos de los periodistos patrioteros que retransmiten el encuentro, lo del Nadal-Federer, siempre es para nota. ¡Y que dure!

2 comentarios:

la aguja 4/2/09, 23:55  

La verdad es que a mí este culebrón del Federer-Nadal hasta en la sopa ya me tiene hastiado. Como con tantas cosas de las que te es imposible desconectar por la abundancia y repetición de información. De verdad, cada vez que aparece en los medias algo así, me cansa, me aburre, por mucho que algo inicialmente me gustara.

Pon algo que me guste, dámelo a todas horas y contra mi voluntad, y lo aborreceré.

Juan Puñetas 5/2/09, 20:25  

¡Pues no te queda ná! La temporada no ha hecho más que empezar y ya ves que la parejita de tórtolos ha empezado en plan superestar: llantinas, Principato de Asturias y Viva España, que semos los mejores. ¡Pues no nos queda ná!

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¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).