22 de febrero de 2009

MILAGRO EN EL FÚTBOL

(El presente artículo lo escribió el Puñetas, cuando todavía no lo era, en una bitácora primitiva allá por el 27 de abril de 2003, o sea, hace una eternidad. Nació a raíz de un partido de Champion League que encandiló a medio mundo, cosa que ocurre sólo una vez cada siglo. Eso, sin exagerar. Aquella magia no la he visto luego repetida, aunque es cierto que cada vez he ido viendo menos encuentros de fútbol, quizás por cansancio deportivo-existencial. Hoy rescato aquella loa, que deberá leerse situada en el contexto de entonces, con el deseo de poder ver repetido algo parecido en un tiempo próximo, con los protagonistas que sean).

El miércoles pasado me enchufé a las 625 líneas y me dispuse a ver el partido Manchester-Madrid. En aquellas piernas peludas y semidesnudas de los jugadores de ambos equipos se escondía el santo grial de la fama, el dinero y la deidad. Por una vez disfruté viendo jugar con un balón a 22 figurines todo músculo, sudor y pasta.  Y un árbitro que apenas se equivocaba. Y unos entrenadores sabios y tranquilos que se dedicaban a sufrir en silencio. Y, el colmo, una afición -la del Manchester- que asistía al espectáculo con una educación exquisita, aplaudiendo a los suyos y respetando a los rivales. Disfrutando con el buen fútbol de unos y otros, pasando un rato agradable y emocionalmente tenso con los vaivenes del marcador y el azar. Y lo más increíble, aplaudiendo a los jugadores del equipo contrario. Por un momento tuve la sospecha que aquello era todo un montaje de una película de próximo estreno. Pero claro, los ingleses son muy serios para estas cosas, así que estaba claro que el excepcional espectáculo (gradas incluidas) era real como la calva fotogénica del excelente árbitro italiano. Y junto al agradable sabor de ser consciente de estar viviendo unos momentos mágicos que sólo se repiten de higos a brevas, empecé a notar -esta  racional manía mía de joder la marrana hasta en los momentos de mayor euforia- que aquello sería impensable que ocurriese en España. Que miles de españolitos tuviesen ese comportamiento tan exquisito, educado y entendido como estaban teniendo los seguidores del Manchester, era imposible que ocurriese en nuestro país de mucha pandereta y pancarta, pero de poco libro y seso. Y lo relacioné con el cochinillo que le tiraron a Figo unos meses atrás en el Nou Camp. Y lo relacioné con el reciente desmadre habido en España, comparado con el de otros países europeos, en relación a la guerra de Irak. Y lo relacioné con la chapuza del Prestige. Viendo cómo, a la finalización del partido, se saludaban cordial y amigablemente los dos entrenadores, sin distingos de vencedor y vencido, me vino a la mente la pandilla de catetos políticos que en nuestro país son incapaces de dar los buenos días al contrario. Para qué seguir... Por eso en los dos días siguientes compré el Marca y el As, para hacer más duraderas aquellas dos horas de buen fútbol, educación y sabiduría. ¿Me habré vuelto un sentimental o un gilipollas?

Vicente del Bosque: "Reconozco que es de lo más grandioso que he visto en un campo de fútbol. El escenario fue increíble, el público ejemplar y el partido tuvo fases de todos los perfiles posibles. Hubo desorden y temple, luego desorden y jugadas de fantasía, goles fantásticos, paradas de mérito, un árbitro impecable...". Si el entrenador del Manchester es Sir, a Del Bosque habría que darle el premio Nobel. No he visto un entrenador más modesto, sensato, ecuánime y caballero como este buen hombre. "No pienso sacar pecho porque soy de los que sigue creyendo que al final el fútbol es un invento en el que los que descubren la pócima mágica son los jugadores. Ellos son los que en el campo muestran su talento. No voy a hacer alardes porque me haya ido bien, aunque sé que algunos consideran que yo nunca innovo y que sólo soy un conductor de voluntades. Respeto todas las opiniones, pero yo antepongo siempre a mi gente. Yo no importo". (AS, 25/04).

Luis A. de Villena: "El fútbol  necesita aficionados y no forofos. (...) El fútbol abierto, el fútbol espectáculo, el que produce goles, el que vuelve alados los tobillos de los jugadores, ese es el que resulta inteligente y encandilador. Ese es el que podría traer a los estadios a un tipo de público que generalmente se muestra remiso al fútbol por considerarlo un juego en exceso tosco". (AS, 25/04)

Juan Mora: "A pesar de la frustración de perder, la afición del Manchester fue capaz de aplaudir a su verdugo y a sus seguidores. No hubo policía para protegerles a la salida del campo. Fueron los propios ingleses quienes les hicieron un pasillo de honor hasta los autobuses para darles la enhorabuena e intercambiar bufandas y camisetas. Si algún día quiere enseñar a sus hijos cómo comportarse en un campo de fútbol, llévelos a Old Trafford. Yo lo hice". (As 25/04).

De los máximos protagonistas, destaco la frase de Ronaldo: "Ojalá no hubiera acabado nunca el partido".

Por una vez, ocurrió un milagro en un campo de fútbol.   

(Aquel partido acabó en 4 a 3 a favor del Manchester aunque el Madrid ganó la eliminatoria al haber vencido en el partido de ida por 3 a 1. Tras aquello, ¡ha llovido tanto y a peor!)

2 comentarios:

Anónimo 1/3/09, 20:44  

Don Juan, siempre me ha parecido que las gentes amantes del balompié acaban por creerse que la épica, la nobleza y otras excelsas facultades de la inteligencia sólo pueden darse en su deporte favorito.
Escenas como la que nos narra su acusadora pluma —pues no es de descartar la ironía en su panegírico— se dan con frecuencia cautivadora en otras modalidades tan belicosas y más combativas que el fútbol.
En verdad, una lástima que las desgraciadas mentes balompédicas no disfruten con mayor frecuencia del rito humano del Deporte (así, con mayúscula). Tal vez sea el profesionalismo, que todo lo tizna con su asaz voracidad.

Juan Puñetas 4/3/09, 2:00  

Bueno, ironías al margen, sólo le diré que no creo en los milagros aunque sí en su invención... En cuestión de deporte, ya que estamos en ello, todo es un enorme e incomprensible milagro.

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¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).