18 de febrero de 2009

EL PATO DONALD NO FUMA MARIHUANA


(Este articulillo es parte de una colaboración con El Espectador, escrito por la Aguja).

En la retransmisión televisiva de la Super Bowl del 2004 se armó la marimorena porque, en un descanso, salió en las telecacas una presentadora enseñando un pechito. Un achuchón del camarada con el que compartía el guión, un descuido y, zacatrás, medio país escandalizado al ver la glándula mamaria improvisadamente suelta de una tal  Janet Jackson. En los EEUU es que son muy peliculeros y montan un numerito por cualquier teta al aire. Me viene a la memoria semejante memez porque acaba de darse otro caso paradigmático: el imperio menos culto y más neurótico de todos los que ha habido a lo largo de la historia se la coge con papel de fumar no por la violencia extrema o por la pena de muerte de que hace siempre gala sino por cosas livianas e insignificantes como enseñar un globo con pezón o aparecer en una foto fumando marihuana. Como en Spain somos la mar de permisivos con el sexo, las drogas y los gobiernos, aquí no entendemos el pollo que se ha montado hace poco con Michael Phelps, ese mocetón que barrió en las piscinas olímpicas de Pekín el pasado verano y que, como era previsible, quedó convertido en un nuevo héroe americano, tal como Supermán, Batman o el Pato Donald. Con la diferencia de que Michael no tiene dos dedos de frente (para nadar en una piscina, más bien sobra frente) y es un personaje de carne y hueso, es decir, con sus ambiciones, debilidades y porquerías, como todo hijo de vecino, mientras los otros héroes sólo existen en la imaginación calenturienta de la mayoría de los yanquis y del medio mundo americanizado por sus tonterías, importadas a golpe de dólar y de audiovisual.

El otro día un diario sensacionalista publicó una foto del “heroico” nadador fumando, al parecer, en una pipa de esas que se utilizan para chupar marihuana, una droga perseguida en algunos estados de Yanquilandia con penas de cárcel o de multa. Como don Michael tiende más bien a la bovinez, pronto reconoció que sí, que estaba dando una calada, en vez de soltar el rollo de que estaba fumando la pipa de la paz o tomando cocacola gaseosa. A ver quién lo iba a desmentir cuando hoy día una foto se puede manipular más fácilmente que un cerebro. Phelps, sin embargo, dijo que sí, que estuvo con la “marijuana” en aquella fiestorra, pero eludió decir que alguna alegría que otra se tiene que dar pues su vida, piscina va, piscina viene, es más aburrida que la de un pez en una pecera. Así que, reconocido su error no justificado, cayeron sobre él todos los meapilas USA que son, en aquel país de locos, varias toneladas. Pronto la Federación de Natación le suspendió tres meses de competición con estas bellísimas y emocionantes palabras, dignas de una ternurista y patética comedia de Hollywood: “Ésta no es una situación en la que las reglas anti dopaje hayan sido violadas, pero hemos decidido enviar un fuerte mensaje a Michael porque ha decepcionado a mucha gente, especialmente a cientos de miles de niños miembros de USA Swimming que lo ven como un modelo y como un héroe”. Sniff, sniff, no puedo contener las lágrimas ante semejante memez. Aquí quienes han fabricado el mito, el modelo y el héroe son esa misma federación, los medios sensacionalistas como el que inició la actual inquisición y las marcas publicitarias que vieron en él a un filón sobre el que montar sus acostumbradas mentiras. Por ejemplo, la Kellogg, quien decidió anular inmediatamente el contrato que le unía al nadador pues “ya no se ajusta a la imagen que queremos dar”. Como si los cereales y otras gaitas que vende a precio de oro fuesen poco menos que el maná divino. ¡No te jode!

-¿A sus años, defendiendo la ingesta de marihuana, señor Puñetas?

No, a mis años defendiendo y defendiéndome de la gilipollez ajena, de los héroes de pacotilla, de los amorales meapilas de la moral, de los tontos del culo que por una foto lo pierden, porque la historieta es más cursi que Bambi, porque no saben distinguir el rábano de las hojas y porque estoy hasta el copetín de gente tan insustancial. Pero, sobre todo, porque el nadador se disculpó por su “lamentable comportamiento”,porque luego la policía no ha actuado por falta de pruebas o de ganas (se veía venir), porque nuestro heroico mocetón ha pensado seriamente en dejar la natación para dedicarse a sembrar patatas y porque los jerifaltes de la cosa natatoria no tardaron ni dos segundos en sancionar al deportista como si en su vida privada no pudiese hacer lo que le venga en gana, aún a costa de llevarse el castigo correspondiente por incumplir la ley del Estado. Se ve que el deporte ha conseguido tal estatus de poder (al margen, incluso, de la ley) que se dedica a saltarse olímpicamente todas las reglas civiles y hasta militares, imponiendo su propio código moral, ético y patatero por encima de las leyes constitucionales o de andar por casa. Lean el artículo de “El Espectador”, donde queda clarito como el agua lo que hay detrás de toda esta sobredosis por el control de los deportistas, tomados como números, pardillos, objetos de deseo y escándalo, a los que no se les permiten cosas que a cualquier ciudadano se le tolera. ¿O es que por el hecho de ser famosillos y haber sido elevados a la categoría de diosecillos patrioteros y mediáticos, no van a poder ser considerados –en lo bueno y en lo malo- como cualquier hijo de vecino?

2 comentarios:

Anónimo 24/2/09, 0:27  

Veremos si Nadal lidera ese frente contra la intromisión en la vida privada de las personas. Si lo hace, la cosa promete, señor Puñetas, que el Nadal tiene detrás a todo un imperio económico y no se va a arruinar nombrando procurador (que sólo por llamar la minuta ya debe ascender de los 400 euros).

Juan Puñetas 1/3/09, 2:49  

Sería muy deseable aunque me temo que todo quedará en una queja cada vez que le pregunten los periodistas, pero a saber si no me equivoco, que éste cuando se empeña en algo lo consigue...

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¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).