22 de marzo de 2009

SUPERLIGA EUROPEA: RECOLOCANDO AL PERSONAL

 
La semana pasada se empezó a hablar nuevamente de la Superliga Europea. Parece que para 2012 puede ir en serio. En este enlace se explica más o menos de qué va el asunto pero lo resumiremos en cuatro letras: se trata de que los grandes clubes europeos puedan seguir tirando la casa por la ventana sin que sus economías queden maltrechas. De sobra es conocido que todos ellos (Milan, Bayer, Manchester, Madrid, Barcelona, Ajax, Liverpool, Juventus, etc) se juegan media vida si no consiguen en sus Ligas uno de los primeros puestos que les garantizan estar en competiciones europeas en el año siguiente. De no conseguirlo, el dineral que pierden amenaza con hundirlos en la miseria. Normalmente no suelen tener muchos problemas como lo demuestra el que todos los años suelen ser siempre los mismos quienes juegan la Champion, salvo algún invitado de piedra u otro al que le tocó la lotería.  Sin embargo, lo que les encantaría es tener asegurada la bicoca sin necesidad de ganársela todos los años en la liga de casa donde –además- se aburren como una ostra…

Por eso, desde hace varios años, los equipos grandes de Europa (los ricachones), vienen intentando organizar ellos solitos una Liga Europea. Naturalmente, ni la UEFA ni las Federaciones Nacionales van a consentir que se salgan con la suya pues entonces de qué van a vivir todos los parásitos que pululan en estos organismos. Además, estos “microorganismos” realizan una alta misión de “Estado”: defender a los equipos chiquititos y pobretones. Nadie se lo cree pero hay mentiras todavía más gordas que nos cuelan al populacho, así que por ahora se están saliendo con la suya. Mas como los ricachones empiezan a estar endeudados hasta las cejas, necesitan aumentar la cuota de mercado y, encima, jugar todo el año contra equipuchos del montón como que no les motiva mucho ni incrementa en demasía la caja, han decidido -al parecer- aliarse con los parásitos y organizar una descafeinada Superliga Europea, punto de partida de lo que al final intentarán lograr: que sólo jueguen entre sí los peces gordos y los pequeñuelos que se las apañen en la charca como puedan. 

¿Cómo lo ve, amable lector? Pues yo lo veo estupendamente. Basta ya de viajar a Soria, Valladolid, Getafe, La Coruña, Bilbao o Málaga para jugar unos partidillos contra los equipuchos de allí, a los que hay que ganar obligatoriamente al ser muy superiores, por lo que si se vence no tiene mérito alguno y si se pierde, luego en casa espera la soga del ahorcado. Jugadorazos que cobran millonetis de billetes no pueden tener motivación ni moral alguna cuando se enfrentan a  jugadorcitos de puebluchos perdidos en el mapa y que no llegan a cobrar –todos juntos, ojo- ni la mitad de lo que cobra la estrella principal del equipón grandón. Además, dónde se ha visto que los pobres duerman una noche en el Ritz o que vistan harapos de Valentino o Dior. Cada cual debe estar donde le corresponde. Lo mejor sería que los equipos ricachones jugasen entre ellos (y para eso hay que abrirse al espacio europeo), que los de clase media lo hagan entre sí en las competiciones nacionales y que los muertos de hambre se dediquen a la cosa autonómica, que ya es bastante.

Si son los equipos ricachones los que tienen los mejores jugadores del mundo, los mejores campos, los entrenadores más preparados, las aficiones más guapas y educadas, la prensa más adicta y cegata, no sé a cuento de qué no rompemos ya la baraja y hacemos que el furbo sea como la vida misma: cada cual con cada cual. Si ningún inmigrante o pobre  quiere vivir en alguno de los grandes barrios residenciales de las ciudades más importantes y señeras de Europa, ni se les ocurre acudir a los restaurantes Michelín a comer una riquísima tortilla de patatas, siguiendo la misma lógica económica y social, no sé porqué van a tener que convivir durante 180 minutos (en partido de ida y vuelta) los grandes dioses balompédicos del Real Madrid y el Barcelona con los falsos idolillos de cualquier equipote de provincias o de barrio. ¡Qué ganas de mezclar las churras con las merinas…!

Voto porque se haga pronta realidad esa Superliga Europea de los Grandes Equipazos del Gran Fútbolín para que se peleen sólo entre ellos y que nosotros lo veamos y, sobre todo, lo paguemos.  La morralla sobrante, sí, el 99,99 % de los equipuchos, que se repartan las migajas entre ellos y se arreen la badana en las ligas nacionales y autonómicas o regionales. Y el que no quiera, que se dedique al fútbol-playa en el verano y luego que pase el cepillo entre los bañistas. Lo único malo de este “poner las cosas en su sitio” es que los Madrid-Barcelona y viceversa que entontecen el país varias veces al año nos iban a parecer ya partidillos de pitiminí viendo a esos  pedazos equipos de allende nuestras fronteras. Mientras que llega el nuevo Edén, yo ya estoy pensando hacerme del Ajax…  

2 comentarios:

la aguja 13/4/09, 15:04  

La culpa, por supuesto, es de quien paga y no se queja... ¿Pero cómo quejarse cuando uno no es consciente del dineral que paga?

La gleba se subyuga con el balompié, y el político está encantado. El invento comentado le sirve al político en bandeja el control sobre las masas. No, no se trata de ganar, sino de tener posibilidades de hacerlo.

Y para cuatro tontuelos que se escapan de mirar al futbolín ya tenemos el baloncesto, la formulaguán o el tenis. La cosa es que la gente se embobe.

Los del fútbol anuncian una escalada en sus pretensiones. No serán los políticos quienes les frenen. Y en el conflicto entre entidades deportivas y federaciones, ¿qué nos jugamos a que nos sale el ministrín de deportes con aquello de que son entidades privadas y no pueden mediar en sus luchas?

Juan Puñetas 17/4/09, 1:56  

EL concubinato entre lo privado y lo público alcanza cotas superiores a las Mil y Una noches. El problema es que la cama la pagamos todos, nos guste o no el papel de mirones o voyeurs que nos tienen reservado. Algunos no hacemos ni eso, aunque -para compensar- otros pagan dinero extra, simplemente porque les dejen mirar el fornicio desde más cerca. En fin, cada cual se lo monta como puede, aunque luego que no venga cada cual quejándose de lo que se ha merecido bien merecidamente.

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